Boku No Hero Academia y sus personajes son propiedad de Kohei Horikoshi.

Festividad: ¡Cumpleaños de Kaminari!

Pareja: KamiJirou (Kaminari Denki y Kyoka Jirou).

Pareja Secundaria: IidaMomo (Iida Tenya y Yaoyorozu Momo).

Notas:

•AU donde son héroes profesionales.

•Sé que dije que sólo escribiría para Shipps crack y con poco contenido, pero esta es una excepción que va dedicada a -Chxrgebolt *on Wattpad*.

¡Espero que te guste!

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Tan eterno como lo que siento.

Jirou no podía creer lo que sus oídos acababan de escuchar. Arrugó el entrecejo desconcertada, trató de estudiar el tono de voz de su interlocutor, y se dió cuenta de que no cuadraba con absolutamente nada. Enderezó el cuello de su flexionada postura y giró la silla apartando la vista de su ordenador, sólo para después, convertir a su novio en la víctima de su patidifusa mirada.

—¿Disculpa? —preguntó como si Kaminari hubiera dicho algo que la ofendió.

El héroe soltó un suspiro y se rascó la nuca. Sus mejillas tuvieron la osadía de colorearse de un pálido rosa, casi imperceptible ante los ojos de cualquiera.

—Sé que todos los años te presiono para que me digas lo que me vas a regalar —admitió—, pero esta vez estoy seguro de que no quiero que me compres nada.

—¿Qué mosco te picó, eh? —le dijo con un toque de sorna en su voz—. Me voy a una misión de tres meses, ¿Y al regresar me entero de que mi novio se ha vuelto un amargado?

Kaminari se puso de cuclillas frente a su silla y le tomó las manos con cariño. Jirou acercó su rostro a la cabeza de su novio y le besó los cabellos.

—Nena, hablo enserio.

—¿Por qué no quieres que te regale algo?

—Yo no dije eso. Solo no quiero que me compres nada.

—¿Por qué?

—Porque lo que quiero que me regales ese día, no lo vas a encontrar en ninguna tienda, ni en ninguna parte del mundo.

—Ya veo —rió un poco y tomó las mejillas de su novio para unir sus frentes—. ¿Qué quieres que te regale? —preguntó mirándole directo a los ojos.

—Te lo diré el veintinueve de junio.

—¡Oye! —reclamó al ver que se había puesto de pie y comenzó a alejarse—. ¡Kaminari!

—Voy a la tienda —informó tomando las llaves—. ¿Necesitas algo?

—Respuestas —logró decir antes de que la puerta se cerrara. Alcanzó a oír que su novio le había dicho algo devuelta pero no entendió qué.

Jirou cayó en cuenta de que el joven tardaría mucho en regresar. Las fans de Chargebolt seguramente lo acosarían y lucharían por una foto a su lado, tal vez dos. Habría sido más conveniente que ella saliera. A diferencia de Kaminari, Jirou era una heroína de espionaje, los medios muy rara vez mostraban su rostro, sus fans no la reconocerían si la vieran por la calle.

Devolvió la vista a su computador. Precisamente estaba realizando un informe para su siguiente misión, pero no lograba concentrarse. Rodó los ojos y giró su silla hacia otro lado. Detestaba ser tan poco profesional que dejaba que sus problemas personales la distrajeran del trabajo. Aunque técnicamente no hubiera problemas. Simplemente era la mera curiosidad por saber lo que ocurría dentro de la cabeza de Kaminari Denki lo que le robaba el pensamiento. Y eso le molestaba.

—¿Una fiesta? —inquirió viendo a Kaminari, dándose vuelta para devolver la jarra de café a la cafetera.

—Al parecer, la agencia quiere patrocinar el cumpleaños de una de sus mejores adquisiciones —respondió fanfarrón posando su mano en la mesa nuevamente—. Incluso van a rentar un gran salón para hacer el evento.

—Vaya, en verdad van enserio —comentó antes de dar un pequeño sorbo a su taza de café, previniendo quemarse.

—Bueno, el evento va a ser algo formal —informó añadiendo un toque de malicia en su voz.

—¿Qué quieres decir? —apartó la vista de sus papeles sospechando.

—Tienes que usar un ves.

—Oh no, no lo digas.

—Ti.

—Te dije que...

—Do.

Jirou gruñó y golpeó la mesa con su frente. Aún con los años transcurridos, una parte de esa adolescente que fue en la preparatoria, seguía ahí para seguirle recordando a Kaminari porqué la amaba tanto.

Sonrió y se sentó frente a ella para contemplar su oscuro cabello que brillaba con la luz de aquella mañana.

—Denki —le dijo ella haciendo que su mentón se apoyara en la mesa para verle mejor—, eso de allá se está quemando.

Los colores del rostro del joven desaparecieron inmediatamente. Se levantó de la silla como un rayo y murmurando una obsenidad corrió a la estufa.

—¿Cuándo planeas ayudarme con esto? —reclamó—. ¡Sabes que apesto para cocinar!

—Estoy muy ocupada con estos archivos —anunció haciendo crujir las hojas de papel para reiterar su lectura—, estos canallas son bastante discretos. Además —dio un sorbo de café—, ¿Qué tienen de malo los huevos extra crocantes para el desayuno, ah? —inquirió con burla.

—¡Jirou, hablo enserio!

—Yo igual. El sabor a quemado que dejan en mi boca es único —se rió y ocultó su rostro tras sus papeles.

—¿Cómo puedes ser tan sarcástica y a la vez tan amable? —se quejó dejando caer su exhausto cuerpo en la silla nuevamente.

—Hey, Denki, tengo que decirte algo —le dijo bajando sus papeles—. ¡Hablo enserio! —aclaró al recibir su mirada irritada.

—Ya, suéltalo.

—Es probable que para ese día vaya a llegar algo tarde. Esta misión se está complicando demasiado. Tal vez se extienda más de lo previsto y llegue un poco tarde.

—Bueno, supongo que mientras puedas llegar, no hay de qué preocuparse —comentó antes de ponerse de pie y acercarse a palpar su cabeza.

—¿No estás enojado? —preguntó viendo cómo su novio volvía a la cocina.

—Sólo quiero que estés ahí, no importa la hora a la que llegues. Pero no olvides usar un vestido. Llega tarde, pero con un vestido.

Ella rodó los ojos y sonrió.

—Bien, ¿Entonces qué quieres que te regale?

—Ah no. Ni creas que porque estoy ocupado vas a distraerme para que te diga.

—¿Quién habló de distracciones?

—Exacto, nadie habló de ellas. Pero no quiere decir que no las haya. Es como mi fiesta de cumpleaños, nadie está hablando de la temática que llevará pero habrá una.

—¿Temática? —inquirió estupefacta con la boca desencajada.

—Así es. Mi jefe me dió chance de elegir una temática para ese día.

—¿Y cuál elegiste?

—Preparate para asombrarte —añadió emoción apagando la estufa y dando media vuelta para cruzarse de brazos—. Elegí fiesta de máscaras.

—Tu misión a Francia sí que te dejó tocado —comentó apoyando el mentón en la mano—. Así que debo llevar una máscara.

—En el trabajo van a repartirlas.

—Entonces, no debo comprarte un obsequio, y tampoco una máscara.

—Puedes comprar un vestido.

—Cállate.

El día esperado finalmente llegó, y ella se estaba carcomiendo la cabeza con respecto a lo que su novio le pediría. Podía esperar cualquier cosa de él, era tan ocurrente, que el tamaño de las tonterías que decía era más grande que su cabeza. Pero él había dicho que lo que quería, jamás lo podría encontrar en una tienda ni en ninguna parte del mundo. Y eso era precisamente lo que le mantenía tan alterada.

No lograba concentrarse en el trabajo, ni siquiera logró terminar su reporte para ello, cosa que le confió a su mejor compañera de equipo, amiga desde la preparatoria, que continuara: Invisible Girl. Previamente conocida como: Toru Hagakure. Ambas hacían un grandioso equipo en todas sus misiones, completando todas y cada una de manera eficiente. Sus respectivos dones eran perfectos para el espionaje y eran respetadas por la gran cantidad de casos que habían resuelto en un corto periodo de tiempo.

Sin embargo, Hagakure no podría asistir a la fiesta de Kaminari, puesto que le había prometido a Jirou que le ayudaría con su reporte y eso le consumiría mucho de su tiempo. Si tenía suerte, lograría llegar unos minutos para divertirse.

Kyoka salió de la agencia, luego de disculparse y agradecerle a Toru por su ayuda por milésima vez, y fue al departamento que compartía con Denki para arreglarse. Había mantenido muy bien oculto el vestido que le había encargado a Creati, su mejor amiga. Ella había sabido manejar muy bien la explicación que le había dado, puesto que no fue capaz de mostrarle un boceto del diseño que quería.

Los colores blanco y azul ultramarino favorecían a su tono de piel. Lucía sus hombros descubiertos para parecer atrevida a los ojos de su novio, era su forma de vengarse por mantenerla en suspenso todo ese tiempo. Aunque la falda había quedado más pomposa de lo pensado. Trató de restarle importancia para no dejar que eso le impidiera disfrutar de esa noche. Se sentía ansiosa por ver lo que su novio le preparaba, pero al llegar a la fiesta, esgrimió una actitud tan ufana, que nadie sospechaba que por dentro se moría de nervios.

Le extrañó el echo de que las hostes no le proporcionaran ninguna máscara. Dijeron que habían sido órdenes del auténtico cumpleañero y la dejaron entrar. Era la única en el gran salón que llevaba el rostro descubierto, como la única rosa blanca entre tantas negras.

—Al fin llegas —le dijo una joven alta acercándose para abrazarla. Al instante reconoció a su antigua vicepresidenta de clase.

—Qué gusto verte, Yaomomo, te estaba buscando.

—Gusto en verte, Jirou —le dijo Iida bajando la cabeza en un ademán de saludo.

—Lo mismo digo —le respondió al novio de su amiga. Miró con gusto que ambos llevaban máscaras a juego—. ¿Cómo van las cosas en Idaten?

—Sobre ruedas —admitió con una sonrisa. Momo lo abrazó del brazo con orgullo—. Hemos reclutado a muchos héroes grandiosos. Tensei ha estado muy feliz con nuestros logros.

—Eso es increíble, felicidades a ambos —dijo Kyoka con dulzura—. Sería un placer colaborar con ustedes en algún momento.

—Tendrémos muy en cuenta aliarnos con tu agencia en algún caso. Esperamos que tus jefes piensen igual.

—Serían muy ingenuos de no ser así —los tres intercambiaron risas ante lo dicho—. ¿Han visto a Kaminari? —preguntó.

—Ahora que lo dices, lleva toda la noche desaparecido —respondió Momo volteando a ver a su pareja.

—No debe de tardar, ya he enviado a decirle que llegaste para que inicie el espectáculo.

—¿De qué espectáculo hablas, Iida? —quiso saber Kyoka en el momento que las luces se apagaron y el pianista de fondo iniciaba una pieza.

—Buenas noches a todos, y gracias por venir —la voz de Chargebolt se escuchó por todo el salón, puesto que hablaba por un micrófono—. Esta noche quisiera presentarles a mi novia, aunque estoy seguro de que todos la conocen, ella es la mejor heroína de espionajes de la historia: la señorita Hearphone Jack.

Un reflector blanco apuntó a Kyoka. Momo e Iida retrocedieron unos pasos para no ser iluminados y aplaudieron con el resto de invitados. Jirou se limitó a sonreír incómoda y a saludar con la mano. No dejaba de pensar en que haría pagar a su novio por semejante humillación.

—Seguro que ya notaron que no tiene nada en las manos. Lo que significa que no me compró nada, como se lo pedí —continuó hablando Kaminari. Ella volteó a todos lados para buscarlo, pero no lo veía por ninguna parte—. Seguro que me extrañas, ah —cantareó.

—¿Dónde estás? —quiso saber ella mientras lo buscaba con la mirada.

—¿Recuerdas qué te dije antes de este día? —ignoró su pregunta y respondió con otra—. ¿De qué hablamos?

—De tu regalo, tonto, me dijiste que no querías que te comprara nada.

Las célebres risas de los invitados se hicieron presentes por esa respuesta. Jirou se sintió menos nerviosa y se permitió lucir una sonrisa orgullosa. Estaba experimentando una sensación tan similar a la que le inundaba al burlarse de Denki en la preparatoria.

—Quieres saber qué es lo que quiero que me regales, ¿no es así? —habló el cumpleañero luego de las risas—.

—Quiero saber en dónde estás.

—Está bien —rió un poco—, lo sabrás cuando termine el juego.

Antes de que ella pudiese decir algo más, las puertas del salón se abrieron y comenzaron a entrar numeroso hombres, todos usaban la misma máscara, todos eran rubios y todos tenían una estatura muy similar. Kyoka miró a todos esos individuos confundida, las manos le temblaron cuando comenzaron a rodearla, y ella sólo trataba de encontrar a su novio con su simple vista.

—Aquí estoy —se escuchó nuevamente la voz de su novio en el sistema de sonido—, estoy en alguna parte de aquí. Prometí decirte lo que quería como regalo este día, y lo sabrás cuando me encuentres.

—¿Qué estás planeando?

—¿Acaso rechazarás este reto?

Jirou rió y se llevó una mano a la frente. Bajó la cabeza para poder ocultar sus ojos un momento, y luego, comenzó a estudiar a todos esos hombres. Estos le abrían el paso cuando se movía entre ellos arrastrando sus opacos ojos por cada uno. Ella se esforzaba por identificar a Denki, pero unos eran demasiado altos, otros muy bajos, uno parecía tener la cara cuadrada, otro el mentón muy puntuiagudo, y uno más el rostro muy redondo. Los que realmente poseían un físico similar, simplemente sabía que no eran. Incluso si tenían la misma masa, altura o extravagante peinado, ella sólo sabía que esa persona no era Denki. Pasado apenas unos minutos se cruzó de brazos orgullosa y captó la atención de todos.

—No puedo hacerlo —dijo con un deje de confianza.

—Pero acabas de empezar...

—Kaminari —le interrumpió mirando a su alrededor—, no puedo hacerlo porque tú no estás aquí.

Se escuchó cómo los invitados se mostraban sorprendidos por esa inesperada deducción. Sin embargo, Kyoka giró sobre sus talones con orgullo cuando la puerta de tras de ella se abrió, y un joven rubio apareció. Vestía el miso traje que todos, la misma máscara y el mismo peinado también. Pero cuando se retiró la máscara, Kyoka comprobó que no era como todos.

Los invitados aplaudieron conmovidos. Kaminari se acercó a ella, siendo iluminado por el reflector blanco, y tomando sus manos le dió un beso corto en los labios. El joven tenía en la cabeza un micrófono de mano libre. Retrocedió dos pasos sin soltar sus manos y todos miraron expectantes la escena.

—Siempre tuve la corazonada de que eras una especie de bruja —se escuchó una breve risa por parte de todos—, porque sólo un hechizo muy poderoso, podría hacer que me enamorara tan perdida y ciegamente de tí.

Las invitadas, soltaron un ruido oriundo de su conmoción, y a Kyoka se le coloraron las mejillas. Kaminari, sin embargo, continuó con su discurso:

—Como lo prometí, te diré lo que quiero que me regales esta noche —anunció finalmente—. Tiempo atrás te dije que lo que quiero, no lo podrías comprar, y es verdad, el dinero es efímero y superficial, cualquier cosa que podamos adquirir con él terminará por agotarse. Pero esta vez, sólo por esta vez quiero que mi regalo sea duradero y pleno, quiero que sea algo que me acompañe día, noche y tiempo, mucho tiempo, justo como lo has hecho tú. Y es que lo que quiero que me regales, es algo que sólo tú puedes darme. No lo encontraré en ninguna tienda ni en ninguna parte del mundo, porque todo lo quiero lo tienes tú —hizo una pausa y posó una de sus manos en la mejilla de su novia que estaba al borde del llanto—. Jirou, este año quiero un regalo distinto a todos los anteriores, algo que ni el dinero podrá comprar y ni el tiempo deteriorará. Jirou, este año, quiero que mi regalo sea tan eterno como lo que siento.

—Denki... —moduló en un susurro que terminó por perderse en el espacio, al ver que su novio se incaba sobre una rodilla sacando una pequeña caja de su bolsillo.

—Jirou, quiero que esta noche, me regales el honor de ser el hombre más feliz del mundo, y me concedas ser tu esposo.

Y sin más, abrió la pequeña caja y exhibió el anillo de oro que reposaba en ella, con una pequeña piedrita morada en él. Todos los invitados aplaudieron, y Jirou ocultó sus labios tras sus manos. Su cuerpo fue inundado de tantos sentimientos que no cabían dentro de ella. El corazón se sobrecargó, palpitaba violentamente y sus mejillas se sobrecalentaron. Apenas fue capaz de asentir con la cabeza cuando le tendió su trémula mano a su novio.

Denki, en ese momento, sintió que algo dentro de él explotó de forma tan descomunal y estrepitosa, que todo su cuerpo comenzaba a tensarse. Con cuidado colocó el anillo en el dedo de la mujer que más amaba, y se puso de pie sólo para abrazarce como si nunca más lo volvieran a hacer. Y aunque en algún momento, en el día de su boda, dirían el acepto que los uniría por el resto de sus vidas, ambos sabían que incluso antes de ese momento, en el que el jolgorio de los invitados dificultaba escuchar sus jadeos acompañados por las lágrimas de genuina felicidad, eran conscientes de que querían estar juntos para siempre.