Mahou Sensei Negima!
Thousand Master's Returns
Original Title: Thousand Masutaru. Watashi, dai kirai!
A mis dos familias de locos y a todos los del Mahora Team
CAST:
Negi Springfield ... 4-A's Teacher
Evangeline A. K. McDowell ... Wizard's Teacher
Kagurazaka Asuna ... Red Baka
Konoe Konoka ... Asuna's Best Friend
Sakurazaki Setsuna ... Konoka's Guard
Ayase Yuue ... The Indigo / Leader Baka
Miyazaki Nodoka ... Library's Guard
Saotome Haruna ... Yuue and Nodoka's Best Friend
Karakuri Chachamaru ... Evangeline's Guard
Tatsumiya Mana ... Tatsumiya Jinji's Guard
Ku Fei ... Yellow Baka
Satomi Hakase ... The Inventor
Nagase Kaede ... Blue Baka
Aisaka Sayo ... 4-A's Ghost
Yukihiro Ayaka ... Incho-san
Chao Rinshien ... The Brain
Albert Chamomile ... Kamo
Konoe Konoemon ... Konoka's Grandfather
Takahata T. Takamichi ... 2-A's Teacher
Tsukuyomi ... Setsuna's Enemy
Averruncus Fate ... Mercenary
Nekane Springfield ... Negi's Sister
Amagasaki Chigusa ... Negi's Enemy
Anya ... Negi's Best Friend
Hasegawa Chisame ... Chiu
Inugami Kotaro ... Negi's Enemy
And in a Special Actuation:
Sasaki Makie as: Pink Baka
Sakura Mei as: A New Classmate
Nagi Springfield as: Thousand Master
Konoe Eishun as: Konoka's Father
Started in: Fourth of January 2007
Finished in: Never
Publishied in: 17 August 2010 - Fourth Edition
I
Una Luz en la Oscuridad
Mientras todos celebraban la venida del año nuevo, una persona, sentada en una gran silla, tras su escritorio, contemplaba la oscuridad de la noche. La persona miró el calendario. Era día de Nochevieja. 31 de diciembre. Siempre había odiado las fiestas y, a lo largo de su vida, había tenído demasiadas. Mientras contemplaba el paisaje por la ventana, tocaron en la puerta de su despacho. No contestó. La puerta se abrió, y de ella apareció una mujer de alta estatura, vestida con un kimono. Llevaba unas gafas de culo de botella y se acercó a la mesa, nada sonriente. Fue breve.
- Señor mío. Me he enterado de que Averruncus se va a encargar de la misión que llevo preparada desde hace dos años.
El hombre sentado tras su escritorio rió con ganas y respondió con una voz alegre, pero seca.
- ¿Dos años?... cómo pasa el tiempo... ¿cuándo fue la última vez que te asigné este trabajo?
- Pues... hará un año...
- Pues entonces no digas mentiras.
- Señor, desde que sé de su existencia, siempre he planeado el mejor momento y la mejor forma de exterminarlo. Recuerde que usted me contrató.
- Sí... te contraté. Una actuación bastante equivocada por mi parte.
La mujer estaba llena de ira, sin embargo, temblaba para no sacarla.
- Mire, señor. Sólo le fallé en aquella ocasión...
- E intentaste matar a quien yo más quiero.
- Trabajaba para otra persona, como usted ya sabe.
- ¡Ah! sí... ese demonio fue bastante fácil de exterminar. El chico lo hizo por mí, al fin y al cabo. Le debo la vida. Por eso no quiero que esta vez, el plan falle.
- ¿Y para esto me contrató? ¿Quiere que me muera del asco mientras un contrabandista novato hace mi trabajo?
- No. Te contraté para que hicieras las dos cosas más importantes del plan. Pero no para que lo ejecutaras.
- ¿Es mi trabajo una simple invocación?
- Y también es tu responsabilidad traer aquí a la persona que se infiltrará junto al chico.
- ¿Hacer de niñera y realizar un conjuro de invocación? ¿Eso?
- Y eso es lo más importante del plan.
- ¿Y si me niego?
- No cobras.
La mujer no aguantó más su ira y dio un puñetazo en el escritorio. Luego, mientras avanzaba hasta la puerta, el hombre le dijo:
- ¡Ah! Y una cosa más... modera tu carácter, Chigusa.
La mujer abandonó la sala y se dirigió hacia las escaleras. Allí se topó con un chico joven, aparentemente de pocos años, que subía las escaleras. Chigusa se paró a examinarlo y le dijo:
- ¿Así es como piensas presentarte ante el jefe? ¿Con esas pintas?
El chico iba vestido de informal. Llevaba una camisa blanca y un suéter gris por encima. La camisa sobresalía por debajo y tapaban una pequeña parte de los tejanos que llevaba puestos. El chico la miró, con una sonrisa, pero no le dijo nada. Chigusa lo agarró po el cuello y lo empujó contra la pared.
- ¡Responde, Averruncus!
- ¿Es así como piensas hacer tu trabajo, Chigusa?
- Sabes que si pudiera apartarte de mi camino, lo haría sin dudarlo.
- ¿Y qué te lo impide?
Chigusa no dijo nada y lo soltó. Luego siguió bajando las escaleras. Averruncus se quedó mirándola, sonrió y le gritó:
- ¿O debería decir quién en vez de qué?
Chigusa volteó y lo miró. Fate Averruncus sonreía. Volvió la mirada hacia el frente y bajó las escaleras. No tenía ganas de estar discutiendo. Tenía cosas más importantes que hacer que discutir con ese idiota. Salió del edificio por la puerta principal. Abajo, en la ciudad, se respiraba ambiente fiestero. Era víspera de año nuevo, ya faltaba poco para la llegada del año siguiente, y Chisuga se dio prisa para ejecutar el conjuro. Subió por una colina, ayudándose de la magia. De otro modo, hubiera sido imposible si quiera intentarlo. Cuando llegó a la parte más alta, miró el paisaje. Si no fuera por lo que estaba a punto de hacer, le hubiera parecido precioso. Sacó una pequeña caja de madera, redonda, de poco centímetros de diámetro, y la colocó en el suelo. Inmediatamente después, sacó varios amuletos de sus bolsillos. Los depositó en su mano izquierda y miró de nuevo el reloj de su muñeca. Las doce menos cinco. Se apresuró por acabar. Cogió un amuleto en la mano derecha y pronunció una palabra en latín. El papel, como si hubiera cobrado vida, se volvió de un naranja excesivamente luminoso y se colocó al lado de la caja. Luego, empezó a girar en círculos a su alrededor, como si de una órbita se tratase. Repitió lo mismo con cada uno de los amuletos, pero, con cada amuleto, una palabra distinta y así, un color diferente. En unos minutos, seis amuletos, de diferentes colores, giraban alrededor de la caja misteriosa. Chigusa pronunció un texto en latín y al momento siguiente, sonaron las campanadas. Era año nuevo. Chigusa se apresuró a terminar lo empezado y cada vez pronunciaba las palabras a mayor velocidad. Cuando hubo acabado, dijo:
- Magister de Magisters. Enlevatum Facer et Magister Negi.
La caja desapareció en un instante y los colores se apagaron. La gente celebraba el nuevo año, mientras que a cientos de kilómetros, una caja cobraba vida y se convertía en una persona. En un prado verde, el desconocido yacía inconsciente, pero vivo. Chigusa había realizado con éxito la misión, sin embargo, no tuvo tiempo de alegrarse. Chigusa Amagasaki yacía al lado de los amuletos, en el suelo. La mujer no respiraba. Había muerto.
