Hola de nuevo, en mi experimentación con formas de relatar, este fic será una mezcla entre la crónica y el relato común en tercera persona; a los que buscan intrigas, acción y gustan de argumentos creíbles dentro del canon del fic, será justamente lo que buscan. Los párrafos en cursiva corresponden a una crónica, mientras que los párrafos normales serán el relato en tercera persona.


Queda en estas páginas, algunos hechos que marcaron el fin de una era y el inicio de otra, unos sucesos de los cuales la mayoría bien podría sospechar, tendría razón en hacerlo pues aparte de mi palabra de haber estado presente en parte de ellos no tengo ninguna forma de comprobar mis palabras. Han eliminado toda prueba posible de lo sucedido en esas fechas, todo, absolutamente todo se ha perdido y ya no queda ya nada para someter a juicio de la moral a quienes ahora gobiernan Equestria.

Lector, sepa usted que existió alguna vez una Equestria pacífica, libre de odio, libre de la vanidad de la cual todos están enfermos ahora. Hubo un tiempo donde regían las princesas, las alicornios… un tiempo no muy lejano que convenientemente se ha sometido al olvido. La mayoría de nuestros potrillos tan siquiera recuerda el nombre de Twilight Sparkle, Celestia, Luna, Cadance. Apenas les han dedicado algunas hojas en las obras históricas y ni los monumentos de ellas quedaron.

Todos quieren olvidarlas por distintas razones: unos por el dolor que pueden recordarnos, la ira que despierta el recordar aquellos trágicos días y la nostalgia que en generaciones pasadas nunca desapareció, pertenezco a esa generación y un joven apenas se imagina el sufrimiento que conlleva el perder a personalidades tan eminentes, las alicornios… oh, bellas, fuertes, inteligentes; y sin embargo, tan nobles que jamás pudieron advertir tan trágicos momentos. Pero hay algunos que desean olvidarlas para enterrar sus culpas, para sepultar el delito más horroroso en toda la historia de Equestria.

Equestria merece recordar, me avergüenzo de mi cobardía; mi posición me ha obligado a mantener todo en secreto, a ser una figura pública que jamás pudo tener libertad alguna, me arrepiento por no haber mostrado esto antes, cuando todo era confusión, cuando todavía se podía hacer algo. Pero era demasiado joven y tenía demasiado miedo. Lector, una vez que lea todo lo que he podido compendiar de mis recuerdos, sabrá usted que en los trágicos últimos días de nuestra anterior era perdí todo lo que me importaba. Pero no importo yo sino lo que tengo que contar e importará mucho más lo que usted tenga que hacer

Hasta donde sé, todo comenzó hace aproximadamente cuarenta años, en el año 1048 después de la fundación de Equestria (DFE). En una tarde de agosto, llegaron noticias desde un lugar desconocido por todos los ponis; un lugar tan alejado de Equestria que jamás había llegado poni alguno. Me refiero al continente que ahora conocemos como Rogaland.

Estas se presentaron de la forma menos esperada y en el momento menos oportuno. La princesa Cadance, la princesa Twilight y la princesa Luna fueron convocadas a una cumbre de emergencia debido a esta noticia. Su portadora, fue la criatura menos esperada de todas: La Reina Chrisalys.

Una changeling, no como los conocemos hoy en día; sino una changeling cruel, malvada, tenía un cuerpo de coraza negra, pelaje que iba de un verde vivaz a un azul algo chillón, dientes afilados y un cuerpo con agujeros en las patas. La nación Changeling antes estuvo regida por ella y se vio obligada a escapar de Equestria cuando Starlight Glimmer, la primera y única protegida de Twilight Sparkle – la princesa de la amistad – la derrotó en su propia colmena, nombrándose así como líder al changeling Tórax.

Las noticias de la Reina Chrisalys fueron abrumadoras, una vez derrotada había escapado lejos, fuera del alcance de Equestria, fuera de todo lo conocido, incluso por ella misma. Comentó que llegó hasta el continente Rogueland, además por el relato que prestó es muy probable que haya sido la primera oriunda de Equestria en tener contacto con los Nagga que yacían allí. Además de ingresar dentro del corazón de su escudo protector. Hasta la fecha, ningún poni ha podido atravesar el escudo de montañas que protegen el corazón del continente.

Resulta que la Reina estaba en un estado crítico, su salud apenas le permitió dar las funestas noticias de su pueblo… sí, su pueblo. Pues en contra de toda creencia que pudimos tener, la Reina logró incubar una gran cantidad de súbditos, hasta el punto de generar una nueva colmena de la cual a estas alturas, desconocemos el número y ubicación exactas.

Pero, junto con su relato, también llegó un anuncio que dejó a las princesas completamente anonadadas; en sus últimos momentos cedió el título de reina de los Changeling a Cadance – la princesa del imperio de cristal – quien no tuvo tiempo de considerar el nombramiento, pues la reina Changeling falleció ni bien el nombramiento terminó. En esas instancias, con sus guardias como testigos, la nueva reina de los Changeling se alzó sin acto ritual ni celebración alguna.

Celestia recorría su habitación en círculos todavía perpleja, no podía creer nada de lo que había ocurrido frente a su hocico, la misma Reina Chrisalys, enemiga jurada de Equestria le había otorgado a Cadance el título de reina de los Changeling, sus guardias eran testigos y algunos habían partido en dirección seguramente a su pueblo.

Las noticias eran bastante densas, eran importantes en más sentidos de los que lograba divisar de momento. Geografía, ciencia, industria, economía, turismo, exploración, política… el descubrimiento que conllevaba el relato de Chrisalys era sumamente preocupante; pero no debía perder de vista el factor más importante: Cadance era la nueva reina de los Changeling, al menos de la facción creada por Crhysalis. Estos eran diferentes a los que Tórax lideraba, su cuerpo tenía todavía el aspecto de los antiguos Changeling, nada que ver tenían con las transformaciones llevadas a cabo gracias a la intervención de Starlight Glimmer.

Quedaba entonces la pregunta de ¿Qué pasará entonces? Aquellos Changeling emprendían en ese mismo instante un viaje migratorio. Existían tantos problemas que apenas pudieron verlos en la cumbre de emergencia. Esos Changeling eran del tipo que consumía las emociones de otras criaturas; ahora esos seres apenas comprendidos estarían más cerca del territorio Equestriana que nunca. Las afueras del reino de cristal proveerían una madriguera adecuada para ellos. Pero eso solo cubría el lugar de estancia de aquellos insectos.

Quedaban problemas centrales como control de la población, constitución de un gobierno sólido, que si bien ya tenía una princesa de Equestria a la cabeza, necesitaba de una constitución, sus leyes, un sistema educativo… para elaborar esas bases fundamentales era necesario elaborar cuantiosos estudios que bien podrían llevar años, debían empezar con la educación para consolidar una identidad que fuera pacífica con Equestria…

Hablando de paz, por obvias razones debía existir un contingente en caso de un ataque sorpresa, también era necesario elaborar un protocolo de defensa, comunicación y control de dicho ataque… Emplazar tropas e incluso a la princesa de la amistad y sus amigas requería de una logística de primera.

Los Changelings eran unos completos desconocidos, incluso en el caso de Torax y su facción, el conocimiento adquirido era mínimo, la facción de Cadance por otra parte parecía ser incluso más… salvaje, que la originalmente regida por Chrisalys, y sin embargo, aquellos artrópodos escuchaban a Cadance con una obediencia inexplicable.

Bien, no lograría nada solo pensando, debía elaborar un proyecto, una cantidad ingente de trabajo, de especialistas y de voluntades férreas era necesaria para que el ideal tuviera un buen puerto.

Su cuerpo, acostumbrado al trabajo arduo de una princesa, se encaminó hacia el salón real.

- Kibits. – Llamó mientras caminaba por el pasillo, su organizador y principal ayudante se le unió en el acto.

- Diga usted.

- Necesito una junta con los especialistas en educación, defensa, construcción y diseño civil, la princesa de la amistad, la princesa del imperio de cristal y también necesitaré el protocolo del arcoíris.

- ¿Protocolo del arcoíris? ¿Se va a unir una nueva nación a Equestria?

- No nos hagamos ilusiones, pero reúne todo por favor.

- Inmediatamente… emm… olvidé informárselo, la princesa Luna ha estado en el salón del trono todo este tiempo y temo que alargar su tiempo por vigilia afecte su trabajo nocturno.

- Se lo haré saber, no la culpo, este día ha sido muy pero muy extraño para todas.

Ingresando en el salón del trono, Celestia pudo a su hermana caminando en círculos, así como hacía ella. Una de las pocas que tenían en común ciertamente.

- ¿También te tiene preocupada?

- Cómo no… hay muchas cosas en qué pensar, no sé si se pueda dar una unión entre nuestras naciones, al menos no mientras ellos se encuentren en ese estado. Hermana, temo que si no alcanzamos una basto conocimiento de las implicaciones y posibles consecuencias seremos nosotras las causantes de severos males a Equestria.

Era un punto incuestionable, la responsabilidad era toda de las princesas, ellas habían decidido abrir una suerte de armisticio con los Changelings de la facción de Crhysalis, tan extraña era la naturaleza de aquellas criaturas que incluso se les olvidó reclamar el cuerpo de su anterior reina.

- ¿Cómo está Cadance? ¿La viste? - Cuestionó la princesa del sol. Teniendo como respuesta una negación con la cabeza por parte de su hermana.

- Ciertamente no, pero quería ir a verla lo antes posible. Hasta donde sabemos, ellos llegaran dentro de un mes aproximadamente. No tenemos mucho tiempo para realizar las obras.

- Tienes razón; pero ¿Estás segura de que puedes ir de inmediato?

- Claro. No perderé un segundo más, el tiempo ahora es valioso.

En fechas cercanas a la coronación de la nueva reina Changeling, se presentó en la escena de Equestria un personaje de una nación nueva y joven, su nombre era Clever Heart. La forma en la cual se ingresó dentro del escenario de Equestria, fue para muchos una bendición.

Por esos tiempos la frase: conocerás la guerra solo fuera de Equestria era cierta, Equestria era un reino de paz, de armonía y de libertad para todos sus ciudadanos; fuera de Equestria estaban todas las naciones que ahora conocemos como menores, incivilizadas o inferiores. Me refiero a las naciones que conformaron yaks, grifos y muchas otras más que no anexionaron a Equestria bajo el anterior sistema de expansión.

Incluso la palabra expansión es inapropiada, en esos tiempos lo que había era inclusión, naciones distintas podían pedir unirse a Equestria de forma pacífica, adoptaban varios estamentos judiciales y también se unían comercial, cultural e intelectualmente a Equestria. La tolerancia y el amor eran claves para mantener la inclusión, se respetaba las costumbres y la cultura ajenas y se incluían dentro de los cánones de la historia.

El sistema de inclusión era todo menos agresivo, el papel de muchos intelectuales era estudiar, comprender, convivir con las nuevas naciones, entender su identidad y así se creaban mecanismos que podían preservar la riqueza cultural de las naciones anexionadas; por aquellos tiempos, la "liga" Equestriana sumaba a más de veinte naciones diferentes, sus alianzas superaban los cincuenta y casi todas confiaban en la imparcialidad del principado Equestriana, cuya diplomacia no escondía intereses envidiosos, como lo hace ahora, sino un verdadero sentimiento de que la armonía entre todas las naciones era posible.

Por estas razones, Equestria siempre se veía impelida a intervenir entre problemas entre naciones, fungiendo como mediadora en tiempos de amenazas y posibles guerras entre naciones no anexionadas; a esto viene la llegada de Clever Heart.

Apareció, junto a su nación en tiempos bastante aciagos para la paz entre grifos y Yaks, algo que hasta nuestros días no se puede superar. Resulta pues, que la amenaza de una guerra entre ambas naciones había alcanzado un punto crítico, se cuenta que la producción de armaduras y armas en Yakyakistan subió enormemente, traspasando el límite acordado por la Liga Equestriana, por otra parte, según varios registros, hubo una adquisición de armas de Grifinstone colosal; se formaron las condiciones para una guerra bélica.

Nuevamente la princesa Celestia [de la cual hablaré más adelante] tuvo que inferir directamente para proponer un diálogo conciliatorio entre ambas naciones. Pero para cuando partió, la declaración de guerra ya había tenido lugar.

El temor de que la guerra se desatara en territorio Equestriano alertó a ciudades cercanas a Yanhoover, el ejército al mando de Shining Armor tuvo que emplazarse a la posible defensa del lugar en caso de hallarse en un cruce bélico; de la misma forma, el principado de Canterlot a cargo de la princesa Luna por todo ese corto periodo, aprobó la presencia de un equipo médico en el lugar para salvar la mayor cantidad de vidas del enfrentamiento. Cierto, en esos tiempos los ponis podían pensar en el sufrimiento ajeno.

El sol de la mañana mantenía era inadvertida por la guardia real que, con sus armaduras forjadas con metal, magia y con la técnica de distintos maestros forjadores por todo lo ancho de Equestria formaba en tanto en las afueras de la ciudad como en el interior, los ciudadanos estaban alojados dentro de los lugares más céntricos y seguros, formados, con los ojos impávidos pero el espíritu inquieto mantenían una formación de aspecto tenaz.

- Escuchen, tomen formaciones y estén al tanto, los vigías llegarán de un momento a otro. ¡Capitanes! – Ordenó Shining Armor mientras hacía levitar una espada, así como su funda.

La formación se disolvía para formar posiciones fuertemente atrincheradas en los distintos accesos de la ciudad, ponis terrestres, unicornios y pegasos se desplegaban de distinta forma y en posiciones bastante diferentes. Todos, salvo claro los llamados a formar con Shining Armor.

- Bien, corceles, yeguas, la estrategia en caso de hostilidades ya ha sido prevista; recuerden mantenerse alerta ante las señales de los vigías y exploradores. Los equipos médicos se mantendrán en constante contacto con ustedes.

- Sí señor. – Afirmaron todos antes de replegarse, una parte a trote, la otra extendiendo sus alas para elevarse al cielo.

- Mayor Laurel, tenga preparado a su regimiento.

- Desde luego que sí señor. – Advirtió un corcel de pelaje naranja ladrillo poco antes de despegar.

Desde el interior de la ciudad, se podía escuchar claramente el acercamiento de unos cascos sobre la empedrada rústica propia de Yanhoover, al voltear, pudo ver claramente a un corcel de pelaje marfil, crin naranja y ojos rojos, caminaba con una seguridad notable a diferencia de los ciudadanos. A su lado estaba Flash Sentry, uno de los guardias reales que lo había acompañado al campo de combate.

- Señor, este ciudadano dice conocerle. – El general observó con detalle al corcel desconocido, percatándose de un corte en forma de V en su oreja izquierda, su mirada era bastante seria, se podía apreciar que entendía a la perfección la seriedad del momento, no era uno de esos ponis que se les deba de pronto por ser héroes.

- No lo reconozco, pero debe volver a la zona segura, no estamos en un momento idóneo para socializar.

- Lo entiendo; solo he venido para ver mejor lo que está pasando en el frente.

- Eso desde luego que es imposible, lo siento señor, pero no puedo perder más tiempo. Flash, ya sabes qué hacer.

- Sí señor. Por favor, sígame. – El pegaso encaminó al corcel de aspecto extraño de vuelta a la ciudad.

Shining Armor comenzó a galopar en dirección al frente, hasta donde sabía, Celestia intentaría hacer entrar en razón a ambos bandos, el problema era que se exponía de sobremanera al intentarlo en medio de un conflicto bélico, era por ello que un escuadrón de élite estaba preparado para protegerla en caso de que fuese necesario y unos miembros de la academia de vuelo de Cloudsdale estaba listos para usar sus altas velocidades para cualquier imprevistos.

Obviamente, lo que hacían era arriesgado, muy arriesgado, tendrían que efectuar una pronta intervención en medio del conflicto; era justo por eso que el peligro era alto, se metían en un conflicto que no les correspondía. Pero era por una buena causa, una de las mayores: la paz.

Ambos bandos se hallaban preparados para enfrentarse, los yaks pisaban la tierra, su peso aplastaba todos los pastizales con los cuales su avance en formación se encontraba, por su parte, el ejército grifo llenaba el cielo, dispuesto a lanzarse en picada sobre su acérrimo oponente, las condiciones estaban dadas, el campo era abierto, el clima era bastante soleado, las armas eran diversas: armaduras de aspecto bastante potente en los yaks y sus cuernos afianzados con unas puntas exclusivamente diseñadas para ser tan penetrantes como letales, en sus patas yacían varias placas de armadura. Mas a diferencia de los terrestres, los grifos debían limitar su equipaje para no cansar su vuelo, unos recubrimientos en sus patas delanteras que agudizaban la potencia de sus garras, así como una especie de brazales que rodeaban sus patas eran toda la armadura que podían llevar, aparte claro de unos yelmos de considerable grosor, pero con aberturas esqueléticas que reducían el peso enormemente, algunos también llevaban un escudo de madera blanda de no más de treinta centímetros de diámetro.

Las formaciones, tanto terrestre como aérea se encontraban la una con la otra, cincuenta metros de distancia, veinte de altitud los separaban, ambos mandatarios se hallaban en la retaguardia de cada ejército.

Un silencio inquietante se presentó de un momento a otro, no habían palabras, solo el sonido del aletear de los grifos, varios animales habían huido de pronto, Shining Armor aprovechó ese instante para recordar nuevamente varias de las consideraciones hechas con respecto al campo de batalla, habían muchas colinas, el lugar estaba descubierto, la ventaja aérea de los grifos era demasiado alta y los yaks no podían empuñar lanzas como los minotauros o criaturas con terminaciones antepuestas; sus armaduras les daban un peso que los grifos no podían manejar, pero no impedirían a la larga que los alados pudieran dar ataques significativos con sus garras tan potenciadas por aquellas armas de acero que recubrían sus garras a modo de guantes metálicos.

Luna y Celestia aparecieron de pronto en el lugar, cada una alzando vuelo en dirección a los príncipes. El sonido de un cuerno de los yaks fue la orden de arremeter, un chillido de un grifo, similar al de un águila, pero muchos tonos más arriba trató de acallarlo, enviando a la carga a los grifos, quienes lanzándose en cuarenta y cinco grados tendrían un primer golpe demasiado fuerte en los terrestres.

A su vez, los yaks comenzaron con una embestida en grupo. Afortunadamente, la princesa Celestia, así como la princesa Luna llegaron ante los gobernantes de cada uno de los ejércitos en disputa inmediata, lográndose ganar la atención de los mismos.

- Viejo sabio, por favor permítame explicarme una alternativa de solución a sus problemas. – Pregonaba Luna con bastante alarma en sus palabras; puesto que el viejo sabio tenía orden directa con el jefe del ejército, pero este se hallaba en el frente de batalla.

- Me temo que la única solución es la guerra, criaturas tan intolerantes e incomprensivas no pueden entender de otra manera que no sea a la fuerza.

- Mucho me temo que si toma esa consideración como justificación, lo llevará a una inminente ruina de sus relaciones, por favor, déjeme al menos exponer la alternativa que propone Equestria.

El anciano, cuyas plumas de aspecto decolorado y unos ojos cansados, así como patas con garras agrietadas y una cola casi pelada observó mejor a la princesa de la luna.

- Equestria ha sido bastante tolerante con mi pueblo y ha sido de gran ayuda en tiempos de crisis, bien princesa, tiene usted mi atención.

- Muchas gracias.

Desde el otro lado del frente, Celestia apenas había logrado atravesar una cantidad de guardias para toparse con el jefe Yak, cuya mirada solo se centraba en el campo de batalla donde literalmente se llevaba a cabo una verdadera carnicería entre ambos bandos.

Fuera de toda previsión anterior, la caída en picada de los grifos no solo servía para incrementar la fuerza con la cual las estocadas mortales de las garras de los alados atravesaría la piel de los terrestres, sino que también era usada para dar golpes certeros a la armadura y con la fuera de impacto, eventualmente, la energía del choque era transferida al cuerpo dentro de la férrea armadura.

Mas en el momento en el que un grifo sufría una envestida por parte de los terrestres, era el final, pues, siendo expulsado con fuerza hacia un extremo, perdía equilibrio y a unos pocos metros sobre la tierra o en algunos casos ya en tierra, el intento de salir volando era frustrado por una embestida de los yaks que lejos de propinarle un segundo golpe mucho más potente, lo lanzaba al suelo para ser presa de las patas de los terrestres, cuyas casi toneladas de peso lograban fácilmente romper huesos, aplastar a las fuerzas rezagadas.

El proceso se volvía a repetir cuando los grifos restantes, que no perdían tiempo y elevándose volvían a caer en picado sobre sus ahora presas terrestres.

El sonido del metal de sus garras, chocando con el metal de la gruesa armadura de los yaks se volvía a repetir en aquella atrocidad a los ojos de los ponis.

- Príncipe, reconsidere lo que está llevando a cabo. Las guerras solo traen desgracia a ambos bandos.

- Con todo respeto princesa Celestia, usted no entiende nada de nuestros problemas con los grifos, esa peste de codiciosos necesita ser eliminada para que la paz subsista.

- Yo creo en que existe una mejor solución que una guerra, incluso el aislamiento es una mejor idea que darse muerte entre ustedes.

Por su parte, Luna apenas conseguía una larga plática con el anciano grifo.

- Puede ser cierto lo que usted afirma Princesa, pero ya es muy tarde, la batalla se ha levantado… dudo mucho que pueda detenerse con el simple deseo, incluso aunque yo diera la orden, los grifos somos bastante orgullosos como para permitir semejante final.

- Entonces déjeme a mí terminar con su sabio anciano.

Una voz de pronto se apareció al sur de donde se hallaban ambos gobernantes, virando sus cabezas ambos pudieron ver con claridad una figura desconocida para Luna, sus ojos negros como la noche se mostraban contrastados por un pelaje blanco por la parte inferior y cobre en la superior, su figura de aspecto elegante y los cuernos que tenía rápidamente le recordaron la especie a la que pertenecía; era un ciervo de expresión impasible, no llevaba adorno alguno más allá de sus cuernos que tenían en la base un tallado que en las fisuras estaba delineado con un color negro, similar al de sus ojos. Igualándola fácilmente en la altura de las patas a la cruz, se acercó sin que el grifo anciano se lo impidiera.

- Clever Heart, es un gusto tenerlo aquí; estoy seguro de que podrá ayudar con los problemas que tengo.

- En esta ocasión, me temo que deberé estar del lado de la princesa Luna. – Aclaró el ciervo agachando la cabeza en señal de saludo a la realeza.

- Cómo conoce usted mi nombre.

- Cómo no hacerlo, es inevitable conocer a las personalidades más destacadas de Equestria, usted es bastante famosa entre todos aquellos que crecimos en bosques.

- Azrits, detenga la batalla. – Ordenó de pronto a un Rebeco que pronto tomó un cuerno atado a su cuello para dar una orden de una sucesión de tres sonidos. Varios animales se aparecieron entre colinas cercanas, el retumbar de sus pezuñas y patas llamó la atención inmediata de varios de los combatientes, quienes, al ver a semejante unión de especies paró de repente.

Varios de los animales tenían unas marcas similares en los cuernos, allí estaban, alces, cebras, antílopes, incluso un impala e incluso un kudú se asomaron para dejarse ver en una formación impecable.

La escena fue en parte de una pasividad inmediata; pero también de un asombro todavía incomprendido en las princesas y en la guarnición al mando de Shining Armor.

- Tranquilos hermanos, no hay razones para estar en conflicto. – Vociferó aquel venado con el cual recién se topaban, Luna deseaba poder comunicar algo a su hermana a una enorme distancia pero era más que seguro que esta no podía verla. Aunque sí se podía sentir igualmente intrigada al respecto.

Aquel día, no solo se comunicaron de naciones completamente diferentes, sino que también sus principales actores se vieron finalmente las caras. Muchos recuerdan ese día como el inicio de nuestra nueva era; otros alegan a esta época el surgimiento de una democracia nueva, de un cambio trascendental en el orden de Equestria.

Lector, te mostraré lo que en verdad pasó durante los últimos días, te voy a mostrar la gran mentira que vivimos y quizás así pueda descansar en paz finalmente.


¿Y bien? Primer capítulo de un fic que ha estado en borrador desde la cuarta temporada, de hecho desde que empecé con El Legado; espero que les esté gustando, no tengo mucha experiencia en este estilo, así que sus críticas me servirán de mucho, bueno, espero que les haya gustado, porque las cosas todavía no se han complicado. En fin, nos leemos pronto.