No debería, pero ¡esto se escribió solo! Está bien, me declaro culpable, pero las ideas no paraban de llegarme.
[Acto I]
El novio de mi hermana
De todos los hoteles que formaban parte de la cadena hotelera que pertenecía a la familia Tachibana, el Hotel Samezuka era el más lujoso. Y ese era precisamente el hotel que sus padres habían elegido para el que sería, probablemente, el acontecimiento más importante y comentado del año. Ese día se anunciaría de forma oficial el compromiso de Tachibana Ran, heredera de veintitrés años de la familia, con su novio de cinco años, el exitoso empresario, Yamazaki Sousuke, de veinticinco años.
Techos altos, pisos perfectamente alfombrados, mobiliario de la más fina madera y vajillas finísimas, junto a la cristalería checa. Vinos que se mantenían bien fríos y una docena más de licores distintos. Los mejores chefs contratados para preparar la mejor cena, para complacer a los cientos de invitados que se reunirían esa noche para el anuncio tan importante.
Todo era hermoso y perfecto, pero había una persona que no se sentía precisamente cómoda en medio de aquella perfección. Vestido con un elegante traje negro a juego con una corbata del mismo color, Tachibana Makoto, de diecinueve años, se sentía como el muñeco de un pastel de bodas. Todo aquello le parecía demasiado exagerado, demasiado exhibicionista. ¿Por qué tenía que darse cuenta todo Japón de que su hermana iba a casarse? ¿Acaso una boda no era la unión íntima entre dos personas que se aman? Bueno, eso era lo que él pensaba, pero su familia no parecía estar de acuerdo.
Makoto se miró en el espejo e intentó acomodarse el cabello un poco. Caso perdido. Su cabello había sido rebelde desde que tenía memoria. Miró a su alrededor. La familia Tachibana se había reunido en una amplia y lujosa habitación que se encontraba detrás el escenario que había sido instalado para realizar la presentación, donde todos los presentes pudieran observar con claridad a los actores principales de aquella, a ojos de Makoto, obra. Su madre vestía un hermoso kimono de un sobrio color crema. Su padre vestía un traje de color negro, al igual que su hermano mayor, – el gemelo de Ran – Ren.
—Mako, vamos, acompáñame a recoger a Chigusa a la recepción de hotel —dijo entonces Ren, notando la incomodidad de su hermano menor —Acaba de llegar —añadió, guardando el celular en el bolsillo del pantalón —Además, Ran va a tardarse otras tres horas.
—¡Oye, te escuché! —replicó Ran, cuya voz les llegó desde el vestidor. Seguramente no podía decidir cuál de sus diez vestidos usar.
Makoto siguió a Ren hasta el ascensor. El mayor presionó el botón con el número uno e instantes después estaban en la recepción. Allí los esperaba Hanamura Chigusa, la novia de veintidós años de su hermano Ran. Chigusa le agradaba mucho; además de hermosa, era una chica agradable. Makoto nunca había visto una pareja más hermosa que la que formaban Ren y Chigusa – después de sus padres, claro – No podía decir nada del novio de su hermana, puesto que nunca lo había visto.
Ran era la gerente general de la cadena de hoteles Tachibana en Shanghái y fue ahí donde conoció a Sousuke. No conocía muy bien la historia, pero aparentemente Sousuke era el heredero de la famosa firma de arquitectos Y & M y tenía una hermana mayor. Ambos, Sousuke y su hermana – que, por lo que había escuchado de Ren, se llamaba Yumiko – eran famosos arquitectos, que se habían encargado de diseñar los hoteles en Shanghái.
Ren le hizo una seña para que regresaran, pero Makoto se quedó atrás aludiendo que "quería tomar un poco de aire fresco". La verdad era que no le hacía mucha gracia regresar al salón – que estaba en el último piso, el décimo – y enfrentarse a una realidad que le parecía demasiado falsa. Toda su vida le parecía una farsa. Había terminado entrando a la Universidad de Tokio para estudiar en la Escuela de Economía; porque como un Tachibana, algún día tendría que hacerse cargo de alguna de las cadenas de hoteles, en algún lugar del mundo. Y era precisamente ese tipo de eventos los que le recordaban lo desdichado que se sentía a veces, al recordar que sus pasiones – la natación y la literatura – no eran lo suficientemente buenas para un Tachibana.
Se fijó en la hora y se dio cuenta de que faltaban sólo veinte minutos para que empezara el evento. Tenía que regresar o su hermana haría un escándalo al no verlo ahí. Arrastrando los pies, se dirigió al ascensor. Tomó un desvío y se fue al baño, en un último intento por asegurarse de que lucía lo suficientemente respetable para un evento de tal magnitud. En cuanto abrió la puerta, se estrelló con una persona.
—Lo siento mucho —dijo.
—Descuida, fue mi culpa.
Aquella voz profunda y masculina hizo que se le erizaran los vellos de la nuca. Despacito, levantó la mirada para encontrarse con un par de joyas verdeazuladas. Acababa de chocar con un hombre increíblemente apuesto. Alto, cuerpo atlético, cabellos azabaches y aquellos ojos de un color que Makoto era incapaz de describir. El castaño estaba consciente de que se había quedado mirando el desconocido con la boca abierta, pero era incapaz de apartar sus ojos de él. ¡Era tan endemoniadamente apuesto!
El desconocido le sonrió y Makoto sintió que se le salían las babas de la boca. Demonios, ¿cómo podía existir un ser humano tan perfecto? ¿Tendría novia? Ya estaba pensando en tonterías, pero es que hacía poco se había dado cuenta de que le gustaban los chicos más que las chicas. Salió del trance en cuanto aquel apuesto caballero se perdió por el pasillo. Aun idiotizado, entró al baño y se miró en el espejo. El traje estaba limpio y la corbata bien ajustada. Todo bien.
Entró al salón usando la puerta trasera que estaba conectada con la habitación donde su familia se había preparado antes.
—¡Ya era hora, Mako! —exclamó Ran, aliviada al ver entrar a su hermano menor. Ran lucía preciosa, con un vestido largo, entallado, de color rojo y amplio escote con forma de V.
—¿Están todos listos? —preguntó la señora Tachibana, de nombre Maki. Makoto rodó los ojos, comenzando a sentirse exasperado.
—Vamos a hacer esto —dijo Ren.
El maestro de ceremonias presentó a la familia Tachibana y los cinco miembros de la familia aparecieron, recibidos por un mar de aplausos. Ran iba tomada del brazo de su hermano menor, que era bastante más alto que ella. Del otro lado del escenario, apareció la familia Yamazaki. Curiosamente, la señora Yamazaki también vestía un kimono. Makoto se fijó en la hija menor de los Yamazaki. Era muy atractiva, con su cuerpo curvilíneo y la larga cabellera azabache rizada cayéndole por la espalda como una cascada. Tenía los mismos ojos que… ¿eh?
—Damas y caballeros, —el señor Tachibana tomó el micrófono —de parte de las familias Yamazaki y Tachibana, mil gracias por estar aquí. Este es un momento muy importante para nuestras familias —el señor Yamazaki levantó su micrófono y continuó.
—Esta noche estamos orgullosos de anunciar el compromiso de nuestros hijos, Sousuke y Ran.
Ah. Claro. Entonces el apuesto caballero que se había encontrado antes era… el novio de su hermana. Era el famoso Yamazaki Sousuke. Makoto sintió un pinchazo de decepción y agachó la mirada, rogando porque su hermana acabara de dar su discurso pronto para poder sentarse, beber unas copas y olvidarse del sexy hombre que era el novio de su hermana. Lástima que Makoto no notó el momento en que Sousuke posó sus ojos en él, con un brillo curioso.
