Después del adios
Prefacio
En ese momento una mujer corría frenéticamente. Trataba de escapar con todas sus fuerzas, pero su respiración ya la notaba demasiado agitada y sus fuerzas la abandonaban. No podía negar que de vez en cuando extrañaba el hecho de poder cruzar las paredes con su anterior cuerpo de fantasma, pero desgraciadamente su alma ya se había fijado bien en su cuerpo desde hace ya una década, el querer hacerlo ahora no seria posible. Sollozante miraba al pasado a través de las calles de la ciudad que guardaba tantos recuerdos importantes. "¿En qué momento cambiaron las cosas?", se preguntaba a si misma, pero en su interior nadie le respondía. Seco sus lágrimas, sabia que tenia que enfocarse, tenía que avisarles a todos de que tuvieran cuidado sobre lo que estaba por venir.
Se acercaba al que tal vez sería su único escape a estas alturas. En la casa del "Doctor Caos" conocía la existencia de una maquina que tal vez podría ayudarle a hablar con "Mikami", tal vez con "Yokoshima".
– Por favor, deténgase señorita "Okinu" – Dijo una voz robótica proveniente de la casa del "Doctor Caos".
Se trataba de "Maria", el robot guardián del Doctor Caos. A pesar de su naturaleza mecánica de alguna manera en su semblante se reflejaba tristeza. Apuntaba su arma a una de las que antes podría haber considerado una amiga a su propia manera.
– Maria, por favor, esto esta mal. No podemos dejar que pase. Ayúdame, te lo suplico – Imploraba Okinu entrelazando sus palmas como si rezara que un milagro pasara.
– Es una orden del Doctor Caos. No te dejare pasar por esta puerta.
– No, puede ser.
La fuerza que le quedaba a Okinu para continuar estaba a punto de escapársele, pero…
–…Pero puedes pasar por la otra puerta, Doctor Caos, no dijo nada al respecto de esa puerta –Dijo Maria señalando en dirección a la puerta trasera.
Maria bajo su arma y le sonrió a la crecida Okinu que ella recordaba, ésta le devolvió la sonrisa.
Una explosión se escucho muy cerca de ellas. Se estaban acercando. Okinu, dio una última mirada a su amiga y se dirigió a la puerta trasera. Ya adentro de la casa escucho una explosión aún mas cerca que la anterior, inmediatamente después oyó el sonido una ametralladora. Era el arma de Maria que respondía. Okinu derramo una lágrima más. Sólo de pensar lo que había tenido que hacer la chica robot para encontrar la forma de desobedecer sus órdenes y ayudarle, le producía gran dolor en su corazón.
– El sótano, tiene que estar en el sótano – Bajo las escaleras corriendo.
Polvo caía y el techo se agrietaba como si la casa se fuera a derrumbar. Si las cosas seguían seguro lo hacía. Okinu había experimentado la muerte anteriormente, pero aún no podía evitar tenerle miedo. Sus manos, no podía evitar que siguieran temblando, pero dirigió las palmas a sus oídos. Ese sentimiento trataba de detenerla. No podía evitar pensar: "Ya he hecho suficiente, si me rindo ahora, seguro me perdonaran". Mientras le invadía ese pensamiento de repente se produjo silencio. Ella pronto se dio cuenta.
–…Maria… ¡MARIA!
Fue gracias a este hecho que algo en ella pudo superar el miedo que sentía y suplirlo, con algo nada cercano a la venganza, ni siquiera al coraje. Si algún valor estuviera cerca a lo que Okinu sentía eso sería esperanza. Tenía fé en Mikami, en Yokoshima, quería confiar una vez más en ellos, en aquellos que eran sus mejores amigos.
Corrió una vez más al ver la maquina, no sabía que era exactamente. Se había imaginado que sería algo como un portal igual a los que aparecen en la televisión en programas de ciencia-ficción. La encendió y una pequeña pantalla se lleno de luz.
– ¿Qué es esto? – Preguntó Okinu consternada.
Tenía que haber hecho algo mal o algo más había que hacer, no era posible que lo único que hiciera esa maquinar fuera encender aquel insignificante monitor.
"– Hola, uno, dos, tres, probando. Les habla el magnifico Doctor Caos ¿Si me pueden escuchar del otro lado?"
– ¿Doctor Caos? – Repitió Okinu sin entender.
El Doctor Caos de la pantalla se veía diferente. Sentía en él algo nostálgico, de un tiempo lejano.
– Ya entiendo esto es…Doctor Caos, escúcheme…
– O, pero si es Okinu. Me habré equivocado de algún modo en mis cálculos, realmente creí que había logrado conectar con…
– Doctor Caos, no hay tiempo, estarán todos en peligro avísele a Mikami, a Yokoshima y a mi misma.
– Sí, sí, que le avise a Mikami, a Yokoshima y a ti misma… ¡¿y a ti misma?!...
Un rayo de energía espiritual atravesó el sótano hasta chocar con la maquina y destruirla. Parte de la explosión alcanzó a Okino y la tiro al suelo. De su frente comenzó a salir sangre, pero no había sido herida de gravedad. Al poco tiempo se levanto y observo con detenimiento a la persona que la había atacado.
– ¿Qué no lo sabias? El invento del Doctor Caos, era sólo un comunicador. ¿Acaso creíste que podrías escapar?
A Okinu ya no le quedaba nada, estaba a punto de arrojarse al terror, pero se mordió el labio para poder permanecer en sus cinco sentidos un poco más.
–…Okinu, aún no es muy tarde. No tienes realmente que hacer nada…Hablare con los demás y seguro…
– Gracias Yokoshima, realmente lo aprecio…, pero no gracias.
– Chica tonta.
Un maduro Yokoshima la veía con tristeza. Okinu no lo había atacado, pero ya había sacado su "Flauta Necromante"
– Yokoshima, deja de ser tan blando, ¿También tendré que hacerme cargo de ella?
– ¿También?...Maria…
Algo había caído al suelo cuando "ella" entro y había comenzado a rodar en dirección a Okinu. Era la cabeza de Maria.
– "¡SHORYUKI!"
Con su flauta Okinu levanto del suelo a un espíritu gigantesco con forma de esqueleto, fuego azulado rodeaba el cuerpo del fantasma con inmenso poder espiritual, inmediatamente arremetió contra Shoryuki y las manos del espíritu la rodearon al tratar de aplastarla, pero antes de que pudiera hacerlo el esqueleto se desintegro tras un rayo de luz proveniente de la espada de "Lady Shoryuki".
Okinu, en ese momento, sólo pudo ver como los últimos rastros del fantasma desaparecían por completo junto con la poca esperanza que le quedaba.
– N…No puede ser.
– Lady Shoryuki de ser posible sólo quisiera encarcelarla – Yokoshima se dirigió a la diosa.
–…No sé si sea una buena idea es más fuerte que un demonio de medio nivel.
– Sin la flauta pierde la mayoría de sus poderes, no será una molestia.
Shoryuki no parecía satisfecha, se rasco la cabeza por un momento…
– Esta bien, pero sólo lo haré por que mañana toda la responsabilidad de defendernos recaerá en ti. No quiero que nada más pase por tu cabeza que el conseguir tu objetivo.
– Sí.
La vista del Yokoshima de aproximadamente treinta y dos años recayó en la pantalla de la maquina comunicadora que había destruido. En aquel momento vio el otro mundo más haya del suyo y al que pronto tendría que ir.
