Declaración: Fairy Tail no me pertenece, todo este maravilloso mundo es propiedad de Hiro Mashima.
Advertencia: Lenguaje ofensivo para algunas personas. Se recomienda discreción, por favor. Para mayores de 16.
Mi vida es una miseria. Hasta que te conocí.
[D. P. E.]
Palabras: 1938
Con la página del documento martirizándolo enfrente. Deslumbrante, totalmente en blanco. Restregándole en la cara su ineficacia de poder escribir. Con cientos de Gameplays, animes, una gran variedad de fanfictions y juegos de FPS, eroges, novelas visuales, RTS, entre muchas otras cosas más acosándolo. Natsu Dragneel hallaba una forma de alejarse de ese círculo vicioso horrible, que él mismo había encontrado y llamado con el nombre de 'distracción', para poder comenzar con su ardua tarea de cumplir su sueño y hacerlo realidad. El cual, consistía en convertirse en un gran escritor. No de cualquier género, sino del romance, o lo que queda aún del romanticismo y la ciencia ficción.
Tenía la idea, al protagonista, el antagonista, a la chica, los aliados, el viejo y pequeño sabio verde. Todo, lo tenía todo en esa pequeña mente de aficionado. Todo, menos la personalidad de los personajes, y lo más importante, la historia.
Y cómo no tenerla, si se la pasa pensando de más con esa cabeza dura suya sobre que no funcionará, que a nadie le gustará, nadie en su sano juicio leería una barbaridad de historia como la suya. Ya nadie lee historias en donde existe la típica chica dulce, tierna, linda, infantil y aniñada. Por supuesto, hoy en día ese tipo de chica no existe más. Y sí la hay, deberá de estar encerrada en la torre más alta de un castillo, bajo llave, por órdenes de sus padres y custodiada por enormes ogros de trajes negros y armados hasta el cope de balas perforadoras. Simple y sencillamente, ese tipo de chica, la de su sueños, no existe y no está de más admitir que…
—Natsu: (… Moriré solo, virgen, gordo y sin haber besado a una chica en los labios…) —'Paff'. Pensó. Aporreando su frente contra el escritorio de su ordenador, al pensar tan negativamente de sí mismo como lo es todos los días (tras leer cada comentario de las chicas que hablan de sus novios, bien parecidos, que ni pizca le llega a los talones). Con tan abrumadora fuerza que hizo elevar por muy poco el monitor de su equipo.
Su forma de pensar, tan negativamente suya, era lo que más destacaba de su personalidad. Nadie lo culpa, era un joven sometido ante las nuevas reglas de la vida, de la sociedad. De aquella que ahora domina el mundo y la moviliza con hombres asquerosamente ricos, con deseos de más dinero. Esos hombres perfectos, perfectamente guapos, altos, caritas, de ojos claros y fornidos. Esos que solamente dicen una sencilla palabra y cautivan la atención de todo tipo de mujeres, sin importar la edad. Hombres de 'verdad', cómo se conoce, hombres 'perfectos'. Algo, que obviamente no era él, ni estaba tan cerca de serlo… ni por un poco.
Bueno, ¿cuál era problema?, ¿qué ya no existe su mujer 'perfecta'? Claro, aquello era cierto. Pero eso no significa que no pueda formar parte de aquella sociedad. Aquella sociedad de pura mierda, como muchos la asocian. Sociedad de mierda en donde ahora parece que son el dinero, el sexo y el poder lo que uno necesita, únicamente para subsistir en la vida de hoy en día. Una vida en dónde si no eres guapo, millonario, o eres influyente, no eres ni serás nadie.
—Natsu: (… No soy nadie y jamás lo seré…) —levantó su frente, el cual al despegarlo, se desprendió como si se hubiese colocado pegamento, porque se había pegado y su frente parecía la parte posterior de una estampa adhesiva— (… Debería rendirme. No tiene caso que lo siga intentando. Mejor dejo de estudiar, consigo un trabajo y muero en un apartamento como cualquier otro 'forever alone'. Y sí sigo virgen a los veinte, voy y pago por una puta. ¿Qué más da? Sí voy a morir lo haré feliz. Aunque no dure ni dos minutos… Aghhh…)
Extendió su brazo, se acomodó en su silla de escritorio, subió su pie derecho en la pierna izquierda y cogió el mouse. El cual usó para abrir otra pestaña de un gameplay de la selección de recomendación del vídeo que gustaba, y hacía caso omiso.
—Natsu: (Me pregunto… ¿cómo será mi vida de ahora en adelante? ¿Tiene caso seguir esforzándome? Por más que actúe cómo un maldito 'caballero' jamás encontraré a mi dulce princesa…) —Entonces, sus pensamientos se vieron interrumpidos por otra ominosa voz en su interior— ("¿De qué te quejas? Sí la culpa la tienes tú")
(No me culpes a mí. No es culpa mía que ahora las mujeres vayan tras el dinero, o por un hombre guapo, o un maldito pene de treinta centímetros)
("¿Quieres decir qué…?")
(… Que las mujeres de ahora no son más que puras putas que prefieren sexo, sexo, sexo. Y que a dónde vamos, todas las niña de once años terminarán embarazadas, solas y amargadas. Listas para a completar la punta de mierda sobre la mierda. Ya nadie se fija en el interior ni en las intenciones)
("No entiendo")
(Simple, si no eres guapo, olvídate de follar y acepta que morirás virgen, amargado, solo y desdichado. Así de simple)
("Haces demasiado drama para sacar conclusiones cómo esas, sin saber a ciencia cierta lo que dices, ¿quieres novia solamente para follar? Eso no lo hace un caballero")
(Tal vez. Tal vez sí, tal vez no. Me importa un cacahuate, estoy solo…)
("Con esos ideales…")
('No llegaré a ningún lado', ya lo sé. Siempre me lo repites. Da igual lo que haga. Aunque les sonría, les agradezca, las trate bien… estoy más solo que… estoy solo y punto)
("Eres todo un caso, galán")
(Lo que tú digas)
Se sumergió de nuevo en ese mundo virtual. El cual hace mucho se había dado cuenta que era una salida de la realidad. Uno dónde las personas, cómo él, se refugiaban para no afrontar las adversidades que prepara la vida día a día. Sin embargo, uno no escapa de esas adversidades del todo. Uno dentro de la red debe de estar preparado ante todo. Como en el caso de nuestro amigo, del extraño cabello rosa, que al leer los fic's de muchas chicas, describían al personaje masculino con tan lúcido detalle que hasta asco le provocaba. Para rematar, añadían un fragmento de su vida, de las cuales siempre se tratan sobre cómo la autora describe un una aproximación de la realidad ambigua de su amor 'platónico', como si fuera lo más sensacionalista. Y esto era cómo la daga que arremete, perfora y gira en su corazón, entorno a los hechos y agraciados chicos que tienen la dicha de ser admirados, aunque en secreto, de una chica. ¡Una chica de verdad! Y aquello era lo que más cólera le daba en su interior. El por qué él no podía ser como uno de ellos. Que una chica se fijara en él. Por lo menos una vez. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
Claro, porque no era nadie. O eso es lo que pensaba al respecto. Un chico que se la vive surfeando en la red. Que su sueño es ser escritor, pero que se vive atormentado por encontrar una historia que maraville a los lectores, en vez que escriba algo que realmente él desee con toda su alma. ¿Cuál era su problema?
¿Sería su apariencia?
—Natsu: (Estoy bien. No tan, tan bien. Pero estoy regular)
¿Su personalidad?
—Natsu: (¡Mueran malditos SITH! ¡Wuaaaackkkk! 'Bizuuunk', 'Yuuunk')
¿Su actitud?
—Natsu: (Negatividad ante todo, sí, señor)
¿Habilidades?
—Natsu: (Sé dibujar, 'escribir', me encanta leer…)
("Venga, tienes que tener algo mejor que eso. Algún deporte…")
(Me gusta el basquetbol, aunque no lo juego y sí lo hago no me sé las reglas)
("Tocar algún instrumento…")
(No… ¿la flauta?)
("¿Saber algún idioma…?")
(Sé un poco de inglés…)
("…")
(…)
("El problema eres tú, no sabes nada")
(Dime algo que no sepa)
'Click', 'click, 'click'. Se adentró en la red, en la búsqueda de una fuente de distracción, el cual termina siempre en no escribir ni aprovechar el tiempo en nada. De vez en cuando encontraba un vídeo, un gameplay, algún opening, o una crítica. Leía fic's, bajo cualquier riesgo de encontrar una nota perdida de un diario de vida. O simplemente hacer rodar la rueda de su mouse hacía abajo en la página de inicio de su cuenta de 'HandPencil' (derechos reservados Mark Zullber). Donde su autoestima se veía afectada al ver cómo la mayoría de sus contactos, por medio de imágenes, fotos y pensamientos) tenían más vida social que él.
—Natsu: "Ughhh… (¿Por qué nací en esta época? ¿Era tan difícil nacer unos pocos años atrás?) —agachó la cabeza, decepcionado de sí mismo. Mientras pensaba las miles de cosas que haría si fuese uno de eso chicos que aparecían en las fotos— ("Acéptalo, necesitas una novia")
(Eso ya lo sé, lo que necesito es saber cómo)
("Bueno, yo sé que ahí sentado, esperando a que aparezca tu madre por esa puerta, a decirte que una chica muy hermosa viene a visitarlos con su familia, no sucederá)
Pero entonces, desde el vano de la puerta de la habitación, apareció su madre.
—Madre de Natsu: "Natsu, ven aquí y saluda a unos amigos que acaban de llegar de visitas. Y deja esa cosa en paz de una vez por Dios." —Diciendo esto, con un tono de orden, desapareció con los pasos desvaneciéndose de la habitación.
Un Natsu, con los ojos atónitos, asombrados y expectantes, no se creía por un momento lo que acababa de suceder. Su madre recientemente había llegado a decirle que unos amigos llegaron de visita, casi lo mismo que su subconsciente le había sugerido. ¿Realidad o ficción?
—Natsu: (Eres brujo)
("Dije que una chica, nunca dije amigos. Además, tu madre no dijo nada de una familia…")
La voz de su madre, desde la sala, lo llamó de nuevo.
—Madre de Natsu: "¡Natsu, ven! ¡Saludo a nuestros amigos y a su familia!
—Natus: (¿Y bien?)
("A lo mejor sus hijos son un par de niños…")
(Bueno, solamente hay una forma de averiguarlo…)
("Te aseguro que no hay ninguna chica de tu edad cómo para que…")
Se levantó de su silla. Estiró su camisa desde el cuello. Tiró de su pantalón corto para acomodarlo y se aventuró al interior de la sala. Primero, pasó su atención a su madre, con la deslumbrante cabellera rosada. Desviarla a los dos adultos que se hallaban sentados en el sofá enfrente de su madre. Un hombre, grande, con facciones serias, de cabello rubio castaño. Una mujer dulce a simple vista, rubia, amigable, de buen ver, al lado de su seguramente esposo. Después a una pequeña y tímida niña cómo de unos ocho años, con el cabello rubio castaño, cómo los de su seguramente padre, aferrándose del brazo de su madre. Y por último, una joven, cómo de su edad, linda, bella, hermosa… una chica maravillosamente encantadora cómo la veas. De larga cabellera rubia como las de su seguramente madre. Hermosos ojos chocolates. Que sonreía de oreja a oreja, demostrando calidez, exclusivamente para él, sin mostrarse intimidada. Hasta cierto punto. Sin duda, aquella chica, era la chica de la torre que dejaron salir por esta ocasión sin sus guardias-ogros, para que él la pudiera conocer y seguramente casarse.
—Madre de Natsu: "Natsu, te presento a mis amigos. La familia Heartfilia. Jude, Layla, Michelle y Lucy" —Cada uno, al escuchar su nombre, hicieron un ademán de asentimiento. La pequeña Michelle únicamente se salvaguardó en la espalda de su madre y la chica, de la cabellera rubia, le brindó una hermosa sonrisa.
—Natsu: "Lucy…" —susurró, bajo un trance hipnótico— ("… ¡Esa es! ¡Esa es la chica perfecta!, ¡Ve por ella, galán! ¡Es tuya! Es hora de sacar ese dragón dentro de ti")
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