Amores Shinobis 3

La frescura de la noche invadió la habitación; los cuerpos sudorosos de los amntes sientieron el beso de la brisa y se estremecieron levemente. Ella deslizó sus dedos sobre el cuerpo de Kakashi; notó la firme complexión de su torso, moldeado por años de entrenamiento exhaustivo.

-Qué velada-susurró, con los ojos empapados de sudor.

-Eres un encanto.

Giró sobre la joven y la besó reiteradamente en el cuello; cada vez que sentía la boca sobre su piel, un dulce calor ascendía por su entrepierna. Sin mirar, condujo su mano hasta la virilidad de su amante. Kakashi se ruborizó; de repente, la habitación se sentía notablemente calurosa.

-Me pregunto cuantas personas habrán tenido la chance de tener al hokage en sus manos.

Sonrió satisfecha. Su compañero la atrajo hacia sí con un veloz movimiento; giro el cuerpo y apretó a la chica contra el colchón:

-No te pases de lista.

La besó salvajemente, fundiendo sus labios de forma que casi no podían respirar. Finalmente se separaron; ella arqueó el cuerpo hacia atrás:

-Si me comporto mal, puede darme una lección.

La lengua de Kakashi se deslizó levemente por sus labios; estrechó su cuerpo con el de ella, y lentamente se metió. El débil gemido que la chica emitió tuvo en él una potencia afrodisíaca. Empezó a embestirla a un ritmo cada vez más intenso; el deleite que le generaba era incomparable. Notaba los dedos de su amante aferrándose a su espalda; aquel simple gesto le resultaba delicioso.

El cuerpo de la joven se estremeció y sus mejillas se sonrojaron. La fuerza y vigor de Kakashi eran sencillamente irresistibles; disfurtaba sentirse vulnerable en sus brazos, diminuta en su abrigo.

La cadencia de las embestidas aumentó violentamente, hasta que él ya no tuvo más fuerza y se dejó caer a un lado. Ambos jadeaban, totalmente exhaustos y complacidos. Kakashi deslizó sus dedos entre los cabelllos de la joven, quien emitió una risita juguetona.

Cómo líder de la Aldea, no le resultaba difícil encontrar compañeras de cama; podía acceder si quería a las mujeres de los mejores clanes, que se arreglaban con vestidos de seda y perfumes exóticos. Pero no había nadie como ella.

Se levantó y comenzó a vestirse; Kakashi se arrimó a la mesa de luz y atrajó hacia sí el vaso con agua que se había servido antes de entrar en la habitación. Bebió un sorbo y luego desparramó el líquido sobre su cuerpo.

-¿Qué tal estuve hoy?-preguntó la chica, con una sonrisa picante en la boca.

Kakashi cerró los ojos:

-Siempre eres fabulosa.

La chica empezó a recoger sus cosas en el pequeño bolso que había traído:

-Sabes que pronto voy a casarme,¿no?.

-El Hokage sabe todo lo que pasa en al Hoja, lo quiera o no-aseguró Kakashi.

-Habrá que suspender estos encuentros.

Se hizo un breve silencio en la habitación; el Hokage abrió un ojo:

-O hacerlos más discretos. Por algo somos ninjas,¿no?

La chica prorrumpió en una carcajada:

-Si, tal vez podamos hacer algo al respecto; a mí me gustaría, sin dudas. Tengo que irme, Hokage-Sama.

-Hasta luego, Sakura.

FIN.