Disclaimer: Los personajes siguen sin ser míos, así que...

Nota de la autora: ¡Hola! ¿Cómo andamos? Espero que bien. Hoy os traigo otro drabblecillo de una pareja que me gustó mucho al leer una serie de drabbles que encontré por ahí de Joanne Distte que sinceramente os recomiendo. Pues nada, espero que os guste y que me comentéis que os ha parecido, oki? xD BESOS!!


El muchacho la agarró con fuerza y en un rápido movimiento volteó las posiciones. Ella apoyada en la camilla de la enfermería y él sobre ella, entre sus piernas.

Remus miró a los ojos de Bellatrix. No sabía que estaba haciendo en la enfermería a esas horas, ese preciso día en el que había vuelto del Sauce Boxeador. Tampoco le importaba porque había comenzado a tocarle. Lo único importante en ese momento era demostrarle quien mandaba allí. Porque ella ya no era una compañera del colegio. No era tampoco una Slytherin enemiga. Ni siquiera era la odiada prima de Sirius. El lobo aprovechando su cansancio se había apoderado de él y ahora ella era su presa.

Le levantó la falda y le bajó las bragas con rudeza. La miró descaradamente mientras su mano se movía en su entrepierna, humedeciéndose lentamente. Las manos de Bellatrix estaban entre el pelo del licántropo y tiraban de él con fuerza.

El hombre lobo estaba excitado, viendo como Bellatrix estaba totalmente a su disposición. Con un movimiento rápido se bajó los pantalones y los calzoncillos dejando ver su miembro totalmente erecto.

Agarró a la Slytherin por la camisa y la incorporó colocando su cabeza justo a la altura de su entrepierna.

Ella le agarró su miembro con ambas manos y comenzó a acariciarlo mientras su lengua lo lamía. Cuando comenzó a escuchar los jadeos de Remus, se introdujo su miembro en la boca, chupándolo con fuerza. Entrándolo y sacándolo de su boca cada vez más lentamente. Quería que Remus llegase al orgasmo y él no tardó mucho en cumplir su deseo.

El joven licántropo la empujó para que volviera a tumbarse y la penetró con fuerza mientras sus dientes perforaban la piel de su cuello.

Remus se movía a empujones dentro de ella, escuchando los gemidos de la chica. Se movía violentamente, sin importarle si le hacía daño o no. Entraba todo lo que podía, atrapándola entre su cuerpo y la cama.

A Bellatrix le dolía, pero a la vez le provocaba el mayor placer que nunca antes había experimentado. Quería que durara para siempre, pero no pudo evitarlo por más tiempo y cuando el licántropo llegó al orgasmo por segunda vez, se dejó arrastrar con él.

Cuando terminaron, Remus salió del interior de Bellatrix y se dejó caer sobre ella.

La luna se reflejaba en sus ojos otorgándole un aspecto animal. Las sombras endurecían su rostro y le dotaban de un aura de peligrosidad. La Slytherin sonrió.

Por eso estaba allí. Porque ella adoraba el peligro y lo percibía a distancia. Se impregnaba de él y se dejaba conducir adonde hiciera falta.

Por eso aquella noche había entrado en la enfermería y se había subido encima de la cama de Lupin, porque había notado el peligro que desprendía, su espíritu lleno de dolor, sangre, miedo y secreto.

Y su instinto no le había fallado. A pesar de su apariencia de chico tímido y un tanto extraño, en su interior se ocultaba todo aquello que Bellatrix adoraba.

Remus Lupin era sinónimo de peligro, y ahora que ella lo sabía no iba a dejar que él lo olvidase jamás.