Primera historia que realizo con relación a esta serie. Como es obvio solo escribo por diversión para que otros puedan ver lo que nace en mi imaginación. No gano nada haciéndolo.

En este corto relato estamos viendo desde el punto de vista de Adrien/Chat. Por otro lado, si encuentran algún fallo no duden en decirme, corregiré tan pronto como pueda. Espero que os guste.

¡Saludos!


Adrien no era capaz de imaginar lo que estaba pasando por la cabeza de aquella dulce jovencita que, apenas unas horas antes, le había declarado su amor. De alguna forma sentía que su corazón se había estrujado al ver como ella le dedicaba una breve sonrisa triste antes de girarse y alejarse rápidamente. Y era eso mismo lo que ahora provocaba que el corazón de Chat Noir latiese tan rápido. Se arrepentía, no de haber rechazado su confesión, sino de la situación que había creado con ello. Había visto la expresión de satisfacción en Chloe cuando le había dicho que amaba a otra persona.

La furiosa tormenta que azotaba Paris hacía casi imposible que pudieran patrullar aquella noche, de forma que no iba a tener complicaciones. Ladybug había prometido avisarle si encontraba algún problema, de esta forma podía encargarse del pequeño problema que él mismo había causado. Sentía la imperiosa necesidad de cuidar el corazón de aquella pequeña de grandes y expresivos ojos azules.

¿Por qué? ¿Por qué diablos aquella panadería parecía cada vez más lejana? Finalmente tomó una gran bocanada de aire cuando sus pies pisaron la barandilla de aquella terraza. Cerró los ojos y ladeó suavemente la cabeza. Al abrirlos escaneó el lugar con su mirada felina; allí no había nadie. Su corazón se estrujó de nuevo... ¿Y si...? No, no podía pensar en aquello. Se dejó caer hacia la ventana redonda de su dormitorio y observó toda la estancia. Su mirada se encontró con unos papeles por el suelo, pero no parecía haber ni rastro de ella. Entró en la habitación y admiró aquel desorden antes de coger una de las fotografías.

La apretó con fuerza entre sus dedos a la vez que su mandíbula se tensaba. Dejó caer el pequeño trozo de papel al escuchar un pequeño quejido. Se giró rápidamente y su cuerpo se estremeció al notar las escaleras que había junto a la ventana. ¡Claro! No se le había ocurrido mirar allí. Subió de un salto, intentando ser silencioso, y la vio. Estaba encogida, parecía una pequeña bolita, metida entre las sábanas. La parte de su cara que no estaba cubierta por las mantas ni por su cabello azulado dejaba entrever que había estado llorando. ¿Por qué le importaba? No lo entendía del todo, pero sabía que si Marinette era akumatizada por su culpa jamás se lo podría perdonar a sí mismo.

En aquel momento odiaba a Adrien, odiaba ser él. Y también odiaba a Chat Noir. Y, de alguna forma, también a Ladybug. ¿Por qué no podía haberse enamorado de alguien como aquella pequeña? Marinette era todo amor, ella era realmente tierna. ¿Y si estropeaba eso? ¿Y si la hacía cambiar? No quería que ella fuera diferente por su culpa.

Se acercó al borde cuando la escuchó removerse. Sus ojos, acostumbrados a aquella oscuridad, pudieron ver como ella despertaba. Notó la mirada asustada de Marinette antes de darse cuenta de que era él quien se encontraba con ella.

—¿Qué haces... aquí, Chat? —preguntó la jovencita intentando limpiar su cara sin éxito. Vio como se frotaba la cara rápidamente intentando evitar nuevamente las lágrimas. Sabía que algo como eso podía ocurrir. Él mismo había despertado llorando por un amor no correspondido tan intenso que dolía—. ¿Cómo has...?

Su voz se rompió, haciendo que el muchacho apretase la mandíbula y los puños con rabia—. La ventana estaba abierta, my lady —comentó rápidamente intentando que su voz no sonara tan seca. Aquella situación le estaba afectando mucho más de lo que había podido esperar. Buscó rápidamente una excusa que la hiciera creer que únicamente se preocupó—. Estaba patrullando, me detuve en tu terraza y... escuché un grito que venía de aquí.

Se llevó una mano a la nuca y dejó escapar una sonrisa forzada mientras apartaba la mirada. Se quedó en silencio durante un momento, esperando una respuesta por parte de ella. Al no recibir nada volvió a posar sus ojos verdes sobre ella. Marinette parecía ajena a todo lo que le había dicho, abstraída en su propio mundo. Dio un paso hacia delante, acercándose un poco más a ella. ¿Por qué todo tenía que ser tan problemático?—. ¿Qué te ha... ocurrido?

Estaba intentando sacar aquel lado tan seductor que usaba con Ladybug, pero verla tan afectaba impedía que pudiera hacerlo. Chat se preguntó entonces si Adrien habría roto a aquella muchachita animada. Se preguntó si él lo había provocado. Estaba furioso consigo mismo, ¿y si ella caía en manos de Hawk Moth por su culpa? Sabía que la heroína podría salvarla, pero a él no se le olvidaría el dolor que estaba haciéndola pasar.

—Nada, yo... estoy bien —y allí estaba nuevamente. Aquella sonrisa triste que durante el medio día había recibido Adrien. Esa misma sonrisa que había hecho que Chat fuera a buscarla. Esa sonrisa que había presionado su corazón de alguna forma muy dolorosa. El felino quiso replicar, pero las lágrimas de la joven fueron más rápidas que sus palabras. Chat Noir abrió los ojos con remordimiento—... yo, lo siento... en verdad lo siento...

Marinette no tenía por que sentirlo. Era él quien se sentía destruido por dentro. Ella era una chica adorable y necesitaba a alguien que supiera apreciarla—. ¿Por qué te sientes mal? ¿Alguien te ha hecho daño, Mari? Dímelo y yo lo...

La siniestra voz que había comenzado a salir de labios de Chat hizo que la jovencita le mirase abrumada—. ¡No! Él no... él no quería hacerme daño —fue su respuesta ante la violencia que desprendían sus ojos. Chat abrió los ojos al sentir el suave movimiento por parte de Marinette. Notó que se acercaba a él gateando sobre las sábanas. Observó su ropa, ni siquiera se había puesto un pijama o algo cómodo para dormir. Supuso que desde que había llegado a casa se había echado sobre la cama y había estado llorando hasta quedarse dormida—. Me confesé hoy al chico que amo, Chat —murmuró mientras dejaba caer los pies de la cama. Escuchó un suspiro y notó como la jovencita de cabellos oscuros palmeaba la cama, a su lado. Él se sentó en silencio, mirándola sin perder su triste expresión—. Él, únicamente, ama a otra persona —supo lo que le había costado decir esas palabras. Pero aquella sonrisa entre lágrimas haría que su corazón se detuviera. Por un momento sintió que había robado el aliento del gato—. No es su culpa que yo me encuentre así, simplemente... necesito tiempo para poder recuperarme.

Volvió a subir las piernas y se abrazó las rodillas, Chat apretó los labios y bufó sin darse cuenta—. Si pudiera golpearía a ese idiota —sus palabras fueron acompañadas por un abrazo tosco, que sorprendió a una llorosa Marinette. Notó que ella iba a replicar algo, pero nuevamente una suave sonrisa ladeó sus labios antes de acomodarse entre los brazos del chico.

—Lo siento... Chat —murmuró con los ojos cerrados. El joven bajó la mirada para notar que ella parecía más tranquila, a pesar de las lágrimas que todavía perlaban sus mejillas. Por alguna razón aquella sensación infló su pecho. Se inclinó y besó suavemente el pelo de la joven que se cobijaba adormilada, entre sus brazos.

—No tienes nada que sentir, princesa —murmuró contra su pelo.