El vaso nuevamente toco sus labios, por novenecima vez en lo que iba de la noche, sus labios volvían a tocar ese vaso, que no importaba cuanto llenaran de ese delicado mangar de los dioses paganos no podía olvidar
- Dame otro – gruño el chico agriamente al cantinero, que simplemente se limito a servirle otro trago
Mucha gente se preguntaría que hacia el gran Kenneth McCormick bebiendo como un cosaco con licencia, siendo que el gritaba a los cuatro vientos que había dejado de tomar desde hace años
La respuesta, era la cosa mas humillante que le había pasado en años, peor que esa vez, que se tuvo que vestir de mujer, peor que aquella ocasión en que se quedo dormido y termino en canadá, o claro que era mucho peor que cuando un niño menor que el le gano en el básquetbol
Estaba tomando por culpa de una mujer, una vil y asquerosa mujer, momento había un error en esas palabras mal pensadas, no era mujer, eso no, era mucha dignidad para ella
Era una vil embustera Arpía, eso era, una arpía sedienta de sangre que arrancaba el corazón de sus inocentes victimas y se lo comía delante de sus ojos, para después dejarlo tendidos ante sus pies, mientras ella sonreía lúgubremente, en espera de su siguiente victima
- Maldita hija de puta – gruño el chico golpeando la barra
- Eh amigo – replico el cantinero – no me molesta que blasfemes – dijo seriamente – pero vuelves a golpear la barra de madera – susurro – y lo siguiente que veras de madera será la tapa de tu ataúd, entendido – gruño fríamente el gigantesco cantinero afro americano
Shf – fue la única respuesta de parte del rubio
Y sin mas se empino su siguiente copa de ron, quizás lo hiciera olvidar, y si no al menos lo mandaría a la tumba antes de tiempo, ya le diría algunas cosas a el creador, o a quien estuviera al mando, o si no al menos armaría un alboroto de tamaño bíblico, sonrió ante sus ideas, quizás ni si quiera existía el mas allá, de momento se limito a pedir otra copa de ese maravilloso ron, sinceramente, lo estaba volviendo al menos mas filosófico
Leopold Stotch, era lo que se podría decir, un ciudadano modelo, a excepción de dos cosas, una era homosexual y dos era el pasivo, así que ante una minoría altamente religiosa era un pecador, ante una mayoría algo mas relativa, era un saldo fácil, ante los demás ciudadanos del mundo era un chico bunny, en otras palabras apapachable
Pero en esos momentos no se sentía ni si quiera digno de ser llamado emo, un emo sentías el dolor en su corazón, el ni a corazón llegaba
- Imbecil – gruño mientras le pegaba a una pared – eres un completo imbecil – repuso al instante de hacerse sangrar la mano
Estaba seguro que el y Bradley serian felices, llevaban años saliendo, a un así el chico a un se mantenía virgen por una o otra razón, siempre que llegaba a ese momento con su amado, algo enfriaba la situación
Bradley le había jurado, que eso no significaba nada, el sexo no era lo esencia en su relación, y el ciegamente le había creído, le había creído, incluso cuando Pip y Tweek, le dijeron que vieron a su novio, saliendo con otro hombre, le creyó, cuando su mejor amigo Kyle le dijo que lo había visto salir de un antro gay sumamente acaramelado con dos sujetos enormes, le había creído tantas veces, que parecía ser el imbecil mas grande del mundo
Pero esa fachada se había acabado, cuando había descubierto el mismo la verdad de un solo golpe
¿Cómo creerle? Si estaba ahí en su propia cama, acostado con cinco hombres al mismo tiempo, siendo la golfa de todos, el que supuestamente era su hombre, terminaba siendo la mujerzuela de un grupo de negros, que lo único que preguntaron es si a el le gustaría probar el helado de chocolate con dos grandes bolas
Le hubiera gustado pegarle, le hubiera gustado hacer tantas cosas, pero simplemente salio corriendo de ahí, maldita sea su empatia con el resto de las personas
Por primera vez en su vida sintió una fuerte necesidad, mientras entraba a un lugar en el cual jamás pensó entrar
- Déme un ron doble – gruño el chico mientras se cubría su herida con un par de servilletas
- En seguida – repuso el cantinero – diez dólares extra por prestarte el botiquín de emergencia – replico mientras estaba de espaldas
- Aquí tienes tu dinero – dijo el chico mientras ponía un billete de cincuenta en la barra – mas te vale que ese licor fluya como un rió – dijo al instante de tomar el contenido del vaso de un solo golpe
Quizás había sido el ron, quizás el ambiente, pero al final ese chico del otro lado de la barra con la mano vendada le parecía sumamente suculento, el no era gay, o quien sabe, ni si quiera el mismo se conocía, sin contar lo que había pasado en costa rica cuando lo hizo con ese morenazo cuerpo de niña, que sollozaba como un gatito, había vivido otros momentos, pero nunca se había propuesto ligar tan descaradamente a un chico, que desde lejos se veía que le gustaba recibir por la coliflor
Leopold lo ultimo que había imaginado, entrando en ese oscuro Bar, era encontrar a un chico que le pudiera interesar, a cualquier pelagatos o bravucón que se le acercara mas de lo debido simplemente le rompería los testículos de una sola patada, no por nada había practicado Taichi durante ocho años, no era precisamente para presumir, claro que no
Pero había algo en ese rubio, de ojos azul zafiro, que parecía hacer que su corazón se cohibiera, y no le importara en nada verse, algo juguetón
- ¿Y tu casa queda lejos? – pregunto el rubio descaradamente
- Que en la tuya no te dejan jugar – susurro ronroneo el otro chico
- Con un juguetito como tu, uno puede jugar donde sea – respondió el chico
- Quieres intentarlo en el sanitario – susurro el menor mientras se lamía los labios lascivamente
- Quizás – respondió el chico
- Serán cincuenta – replico el cantinero, que sinceramente estaba mas que enterado de la situación, además esa era la cuota normal para usar el baño, para ese tipo de encuentros
