Justin
No podía creer que eran ya las 5 de la mañana y aun no pudiese sentirse drogado, o ebrio, después de todo lo que se había metido. Definitivamente esa droga que compró fuera del boiler room no era de calidad como la que compraba fuera de Babylon, aunque no podía quejarse pensando en que ya mucha gente le había preguntado cómo había podido salir de ahí siendo que a todos les gustaría ir. Tampoco le extrañaba la gente que le preguntaba si conocía al famoso Brian Kinney, porque sí, Brian –me follo a todos- Kinney, había dejado su rastro en cada uno de los que alguna vez fueron a Pittsburgh, o más de alguno que había logrado conocerlo en la fiesta blanca de Miami. Y sí, esa hierba no era de calidad si su función era hacerlo olvidar y solo lo hacía recordar.
Justin Taylor llevaba 3 años, 3 largos años en New York. No le costó mucho encontrar trabajo, ya que su nombre se hizo lo bastante conocido como co-autor de Rage, además de la gran crítica que le había dejado ese periodista del ArtForum. Su trabajo consistía en pintar para grandes galerías en NY, como también seguir dibujando al superhéroe gay y enviarle a Michael las secuencias. Le gustaba continuar con la gran historia de Rage y JT, continuar con el sueño que alguna vez tuvo con Brian, le gustaba dibujar las escenas en donde Rage y JT estaban en su gran casa de felizmente casados, como también las escenas en que seguían combatiendo el crimen en Gayopolis juntos.
- Si no me equivoco ese es tu tercer porro, cariño.
- Y si yo no me equivoco, te dije que no me llamarás así – no podía evitar escuchar a Brian llamándolo de esa manera- y si es el tercero, el cuarto o el quinto, no es tu problema.
- Está bien, de todos modos ya me iba. ¿Nos volveremos a ver?- Se acercó a besar a Justin, pero se alejó al darse cuenta que no iba a ser correspondido.
- Lo siento, políticas de pareja, nada de segundas veces, ni besos.
Se levantó del suelo en el que se encontraba y se colocó los pantalones. Acompañó al tipo que folló a la puerta y volvió a su posición anterior. Lo había encontrado en el Boiler room mientras tomaba una copa. Era alto, pero no tanto como Brian o Emmett, y tenía un cuerpo bastante trabajado, un cabello rubio hasta los hombros, y un muy buen trasero. Siempre se encargaba de que no fueran morenos, eso sería demasiado autodestructivo para él, y la verdad, es que imaginaba que Brian no andaría buscando rubios por Pittsburgh, imaginaba que también debería ser difícil para él.
No había habido visitas inesperadas los fines de semana, ni llamadas, ni e-mails, fue la última petición que le hizo a Brian cuando estaba a punto de salir del Loft,
- Brian…espérame. Es lo único que puedo pedirte, porque juro que volveré.
Nada de adioses, nada de besos de despedida, todo eso quedaba de lado cuando ya se habían demostrado cuanto se amaban en la cama y en cada lugar del loft, y lo extrañaba, pero su sueño estaba cerca, una gira con sus obras se veía venir y recién llegados a ese punto, se sentiría a la altura de Brian y podría volver. Y fue difícil, porque el jodido cabrón de Brian Kinney tampoco se conformaba con ya tener su propia empresa, sino que quería que fuera la mejor empresa de todos los Estados Unidos, y cada vez que paseaba por las calles, podía verlo, en cada letrero de publicidad en las paradas de autobús, en cada jodido autobús, cada vez que prendía la televisión, veía a Brian en cada anuncio, porque su publicidad es única y prometedora, después de todo, cada anuncio era una propuesta de sexo, y esa era la marca inconfundible de Brian Kinney.
Brian
Ya siendo las 5 de la mañana, imaginaba que estaría en su loft follando a uno, o varios, hombres que aparecieran queriendo estar con el gran Brian Kinney, pero no, estaba en Kinnetiks culminado dos grandes ideas sobre nuevos cigarrillos que al botar el filtro a la tierra, hace crecer plantas. Sí, era estúpido, pero trabajo es trabajo y la verdad es que le habían ofrecido un gran cheque con muchos ceros incluidos. El teléfono sonó, y la verdad es que no se molestó en contestar, porque ¿quién carajos llama a una oficina de publicidad a las 5 de la mañana, si no es para molestar? Y obviamente no estaba con ánimos de que lo cabrearan en esos momentos. Pero la contestadora estaba activada por alguna casualidad y la voz que hablaba y dejaba un mensaje no era lo que esperaba escuchar.
- Brian, sé que estás ahí, así que levanta el auricular y háblame. – La voz de Michael se escuchó por todo el despacho y no le impresionó que supiera que estaba ahí, después de todo, esa noche se supone que irían a Babylon.
- ¿Qué sucede, Mickey?.
- ¿Por qué nos dejaste plantados? Te dije que hoy iríamos todos para celebrar que Hunter cumplía 18.
- Ohh. Qué gran idea de los padres del año, llevar a un chico hétero a un bar gay.
- Vamos, Brian. Hunter quería disfrutar estar en una disco con sus padres y amigos.
- Sí, claro. Todo adolescente quiere salir con sus padres ¿Quieres que te recuerde cómo te ponías cuando Debbie iba a Woodi's con nosotros?
- Es diferente. Y más que eso, muchos han preguntado por ti, dicen que no te han visto por ahí en dos semanas.
- Trabajo, Michael. Siempre te he dicho que esta fecha se vuelve una tortura.
- ¿San Valentín? Es en un mes y medio, Brian.
- Sí, y todas esas estúpidas propagandas del amor que has visto por las calles, están hechas por mí, así que entenderás que no he estado tirándome las bolas en todo este tiempo, y la verdad, estoy trabajando, así que cortaré ¿por qué no vas y follas con tu maridito? ¿O será que el matrimonio no los deja follar?
- Si me hubieses dicho eso hace 4 años, no me enfadaría, pero luego de que tú, el gran Brian-elmatrimonioyyononosllevamosbien-Kinney estuvo a punto de casarse, no me lo puedo creer. Lo cual solo me dice una cosa…Extrañas a Jus…
- Será mejor que cuelgue. Adiós, Mickey.
Maldita sea. Ni Michael lo dejaba en paz cuando se acercaba esa maldita fecha. Siempre odió San Valentín, solo era una fecha en que los heteros aprovechaban para follar con las mujeres, pero eso, para él, era todos los días. Sí, entendía que no follaba por dos grandes semanas, pero ¿qué le iba a hacer? Debía seguir amasando su gran fortuna, la cual, según Theodore, crecía y crecía, ya tenía a muchas empresas reconocidas por todo el país, y más de alguna internacional, que pagaban por sus servicios. Pero, a pesar de ya tener tanto dinero, que no sabía cómo mierda gastarlo, algo no iba bien, y la verdad era que sí sabía que era lo que no le dejaba pensar con claridad. Algo que estaba en lo profundo de su corazón.
Se levantó con hastío con un cigarrillo en la mano y un encendedor en la otra. Casi nunca fumaba en la oficina, pero que se le iba a hacer, necesitaba con desesperación un cigarrillo o explotaría ahí mismo. Se paseó por todo el lugar y recuerdos comenzaron a bombardearle el cerebro. Primero, recordó a Justin entre sus brazos, desasiéndose en gemidos. Tal como él lo había dicho, en esa sala fue la primera vez que lo hicieron en público. Luego recordó cuando le dijo que se iría a Ibiza, como Justin le había dicho que lo esperaría ahí hasta que volviera. Recordó cuando organizaban su boda con Emmett, como Justin quería esas malditas flores que crecían solo en China. Pero el peor de todos sus recuerdos estaba entrando a su mente.
Fue a su minibar y se sirvió de su mejor whisky, pero sintió que era poco, por lo que prefirió tomar la botella y comenzar a beber de ella, después de todo, ya no había forma de detener esos recuerdos…Justin debajo de él, nervioso y a la vez ansioso…Brian entrando en él, susurrándole, "Quiero que recuerdes esto. No importa con quien estés, yo siempre estaré ahí" y la verdad es que no sabía cómo es que se acordaba de eso pensando que al otro día ni se acordaba de que su hijo había nacido.
3 años que no tenía ni noticias viniendo de él, porque claro, recibía todos los meses las revistas de arte en donde hablaban del nuevo Picasso de New York, como también recibía sus cuadros cuando los compraba. Por él los compraba todos, pero eso sería sospechoso, por lo que compraba uno por cada exposición que montaba. También se pasaba por la tienda de Michael en busca de los comic de Rage, y aunque pareciera patético, le gustaba fantasear con que él era Rage y Justin era JT, viviendo juntos en esa gran casa que le compró Rage a su esposo JT, sentía a Justin en cada dibujo y lo imaginaba dibujando su vida, pero esa no era la realidad. La realidad, era que no estaban juntos y que Justin estaba feliz cumpliendo su sueño.
