Hola. Este es mi primer fic, llevo tiempo dándole vueltas a la idea de publicar en alguna plataforma y, bueno, hoy me he animado por fin porque me he pasado viendo una dosis considerable de vídeos SwanQueen y me ha entrado mucha nostalgia. He de confesar que no quedé conforme con el final que nos entregaron oficialmente, especialmente no con el de nuestra reina. Tal vez aún existan personas por ahí que estén de acuerdo conmigo. Y es por eso que quise compartir mi versión. Lo que hubiese preferido que ocurriera.

Aseguro que el fic es completamente SQ, aunque al principio puede que no dé la impresión, pero quise hacer una progresión más o menos realista XD Ya me dirán ustedes si vale la pena seguir.

En cualquier caso, espero sus comentarios con mucha ilusión, siempre queriendo mejorar.

He visto esto en todos los fics que recuerdo haber leído así que también dejaré el DISCLAIMER: Once Upon a Time no me pertenece, sus personajes tampoco, sino a la cadena ABC y a sus respectivos creadores; y no tengo ninguna intención de lucrar con esto. Pero la trama en sí, dejando de lado algunas referencias necesarias, salió de mi imaginación.

Espero les guste. Bye.


Todo comenzó una mañana, que aparentemente no distaba de lo habitual en Storybrooke, Pongo se soltó de su correa e hizo de las suyas en el vecindario hasta que David lo atrapó y lo llevó de vuelta con Archie, Gruñón se detuvo a charlar con Astrid a escondidas de la Madre Superiora antes de ir a la mina a extraer polvo de hadas con sus hermanos, Mérida y Mulán tuvieron un combate a espada antes de ir a desayunar a Granny's, y la reina malvada intentó llevar a cabo otro de sus planes para destruir la felicidad de todo el mundo… lo habitual.

Sin embargo, en casa de Emma Swan el despertar de la Salvadora no fue tan habitual, pues fue sobresaltada por un gran estruendo metálico proveniente del exterior, y ya acostumbrada a vivir alerta, no halló nada mejor que coger el revólver que estaba sobre su mesita de noche y apuntar hacia todas direcciones antes de convencerse de que no era nada, y volver a echarse a la cama con un suspiro para aprovechar los últimos minutos que tenía antes de que sonara la alarma. Inconscientemente estiró su mano, esperando encontrar un cuerpo cálido a su lado, pero frunció el ceño al descubrir la cama vacía. Ok, eso sí era raro. ¿Dónde estaba Killian?

La rubia se levantó refunfuñando con los ojos entrecerrados, todavía añorando la cama, aunque ligeramente curiosa por la ausencia del pirata, que entre una interrupción familiar por aquí y un atentado contra la ciudad por allá, no solía desaprovechar los esporádicos momentos de calma para retozar con ella. Lo que a decir verdad no estaba mal, a su vida le hacía falta una dosis de normalidad.

Su corriente de pensamiento se vio interrumpida por otro ruido un poco más discreto, seguido de una maldición no tan discreta, que dirigieron sus pasos inequívocamente hacia la cocina.

- ¿Qué te han hecho los pobres trastos para que los trates así? -preguntó la chica con una sonrisa divertida mientras se apoyaba en el marco de la puerta.

- Buenos días, amor. -contestó el capitán, en tono de disculpa, con expresión frustrada, y más que liado con el delantal de cocina a medio amarrar, una cacerola en el suelo y mezcla de panqueques por todos lados. -Lamento que hayas tenido que ver esto, pero lo limpiaré en un parpadeo. -Sí, el temible Capitán Garfio se había convertido en todo un amo de casa sumiso.

- Por supuesto que lo harás. -dijo Emma sin dejar el buen humor -Pero ¿Cuál es la ocasión especial? – De repente se asustó, ¿No se había olvidado de su aniversario o sí? No, todavía faltaba un montón para eso… creía – ¿Vendrá mi padre a vernos? ¿Es por eso que estás tan inquieto? -bromeó mientras le ayudaba a desprenderse del delantal y de paso le daba un beso en la mejilla. Garfio sonrió.

- No, hoy no. Aunque hemos quedado para almorzar.

- ¿Y mi madre todavía no se ha puesto celosa de que te pasees de arriba abajo con su marido? -el pirata soltó una carcajada de buena gana.

- Sería de antología, "El Pirata que le robó el corazón al Príncipe Encantador y consiguió lo que la Reina Malvada en tres vidas no pudo: Destrozar el corazón de Blanca Nieves". -bromeó Garfio a su vez con el puño en alto, pagado de sí mismo.

- Sí… sigue trabajando en ese título. -le dio unas palmaditas en el hombro y se acercó a ver lo que su novio había preparado para desayunar. Cuatro shots de whisky vacíos en la encimera y la botella abierta antes de las 7, wow, empezamos bien, aunque dudaba que eso fuera parte del súper desayuno para dos. Se encogió de hombros. ¿Qué más? Una montaña de panqueques, tostadas, huevos revueltos, jugo recién exprimido, una caja de donuts… Incluso había una flor adornando la mesa. -Ok, ¿Qué sucede?

- Nada, amor. Solo me levanté con ganas de darte una sorpresa. -respondió él con una pequeña sonrisa que no tardó en borrar.

- Hook, sabes que puedo reconocer cuando la gente miente. Es mi superpoder. -lo miró con cautela. El hombre parecía más nervioso a cada segundo. -Killian, está bien. Puedes decírmelo. -dijo en tono conciliador. El pirata miró un momento hacia el rayo de sol que entraba por la ventana y suspiró.

- Necesitaba valor. -se excusó, sabiendo que Emma había detenido su mirada en la botella de whisky hacía un minuto. -Lo que tengo que decir no es exactamente fácil porque ni siquiera estoy seguro de cómo vas a reaccionar. -dijo mirando al piso, con un tono ronco.

Entonces prefirió actuar, con la esperanza de que las palabras que había preparado fluirían si Emma tenía una idea clara de lo que se vendría y no salía huyendo. Se arrodilló lentamente frente a ella, y buscó en el bolsillo de su chaqueta el pequeño anillo plateado que representaba su nivel de compromiso. Quiso ofrecérselo, con la mirada anhelante, pero en su estado absorto pareció olvidar el garfio que tenía en lugar de su mano izquierda y en el torpe intercambio de mano a garfio el anillo cayó al suelo y rodó bajo la mesa.

Se paralizó. No se atrevía a mirar a Emma a la cara. Se había humillado a sí mismo. ¿Cómo iba a hacer su propuesta después de eso?

- ¿Facilitaría las cosas si te dijera que la respuesta será "sí"? -la voz de Emma surgió calmada y suave, una vez que recogió el anillo y se agachó a la misma altura del hombre. Killian la miró confuso.

- ¿Sí? Yo… ¿Cuál es la pregunta? -Emma sonrió, acunando su mejilla con la palma de su mano.

- ¿Quieres casarte conmigo?

- ¿Quisieras casarte conmigo…? -susurró él, incrédulo. Había imaginado ese momento muy diferente. Alzó las cejas y entreabrió su boca, aunque por varios segundos nada salió de ella; intentó esbozar una sonrisa sin mucho éxito y se aclaró la garganta. -Yo… se suponía que yo te preguntaría… me había preparado…

- Hazlo. -lo alentó Emma, devolviéndole el anillo. Y con el corazón martilleando, Hook volvió a arrodillarse.

- …Emma Swan, he vivido más de trescientos años, he navegado entre mundos y creía haberlo visto todo… hasta que te conocí. Has hecho de mí un mejor hombre, me has dado un propósito y una oportunidad que jamás soñé volver a tener. No puedo sino agradecerte entregándote mi corazón devotamente el resto de mis días. Eres mi final feliz, Emma. Te seguiré a donde quiera que vayas. Es por eso que deseo hacerte mi esposa. -Esta vez con mayor seguridad alzó el anillo que había llevado consigo desde hacía meses. - ¿Qué dices? ¿Aceptas? -ella extendió su mano y él colocó el anillo en su dedo anular.

- Sí. -respondió por fin, emocionada, esbozando una gran sonrisa.

Killian se levantó inmediatamente con los ojos brillantes y Emma se apresuró a besarlo en los labios. Él la abrazó con fuerza y enterró su rostro en su hombro, dejando caer un par de lágrimas de alivio, que ella compartió en silencio.


- Es tan hermoso, Emma. Estoy muy feliz por ti. -elogió Nieves con una sonrisa sincera, sosteniendo la mano de su hija para admirar el anillo de compromiso y demostrarle su apoyo.

- Yo también, mamá. -se sumó Henry con una sonrisa de medio lado.

- Gracias. -dijo Emma algo cohibida, sin acostumbrarse a ser el centro de atención. -Nunca pensé que… -se cortó con una risa nerviosa.

- Bueno, si te hace sentir mejor, yo sí. -dijo su madre antes de moverse alrededor de la isla de la cocina para preparar chocolate caliente de celebración para los tres. -Espera a que le diga a tu padre, lanzará fuegos artificiales. -rió Snow -Comenzaremos con la planificación de la boda inmediatamente.

- Sí… respecto a eso, algo me dice que él ya lo sabe.

- Oh, ese pirata es un aguafiestas. -se quejó en broma la morena de cabello corto.

- Es su mejor amigo, mamá.

- Lo sé, lo sé.

- Y otra cosa. Creo que deberíamos posponer la organización de la boda.

- ¿Qué? ¿Y eso por qué, cariño? -preguntó Mary Margaret extrañada.

- Con Gideon suelto por ahí sería algo iluso pensar que podremos festejar una boda sin inconvenientes. Y aunque lo derrotara, primero quiero estar segura de que no hay ninguna otra amenaza alrededor. -su madre la entendía, pero ella en lo personal jamás postergaría algo que se relacionara con el amor verdadero. Frunció los labios, pensativa, y Henry decidió intervenir, antes de que a su abuela se le ocurriera decir algo fuera de lugar.

- ¿Y cómo fue la propuesta? ¿Una serenata romántica a bordo del Jolly Roger? -bromeó el adolescente, refiriéndose al navío de Hook.

- No. Más bien fue-

- ¡La reina escapó! -Regina y Zelena entraron al apartamento de Nieves, sin dar lugar a los formalismos. Tenían que fraguar un plan para atrapar a la mitad malvada de Regina, rápido.

- ¿Ves a lo que me refiero? -enfatizó Emma, señalando a las dos hermanas, para probarle su punto a Snow. La aludida solo rodó los ojos. 5 minutos de paz eran demasiado pedir.

Regina estaba a punto de revelar más información al grupo, cuando Zelena se adelantó agarrando a Emma por la muñeca, haciéndole perder el equilibrio.

- ¡¿Es ese un anillo de compromiso?! -exclamó emocionada al examinar el diamante, como si hubiesen ido a hacer una visita social desde el principio. Regina por su parte quedó en shock al notar el nuevo aditivo en la mano de Emma.

- Oh… sí… am… Hook me lo propuso esta mañana. -respondió la rubia, sin saber qué más añadir, sorprendida por el comportamiento de Zelena. Nunca había sido lo que se dice "cercana" a la hermana mayor de Regina.

- ¡Emma! -reaccionó Regina de repente -Estoy feliz por ti. Realmente lo estoy. -avanzó rápidamente y envolvió en sus brazos a la princesa prometida, que tampoco se esperaba un abrazo. Regina era su amiga, pero ninguna de las dos había sido nunca muy de piel.

- Gracias. Significa mucho, de verdad. -realmente quería decir lo que dijo, contar con la aprobación de Regina era importante. El hecho de que cualquiera de las dos tuviera pareja era complicado debido al hijo que tenían en común. Si no estaba bien con la otra o con Henry sencillamente no funcionaría. Pero no era el caso. Aun así, el momento estaba resultando tremendamente incómodo. Emma incluso notó cómo sus propias palabras sonaron tensas. Al separarse, se sonrieron mutuamente, pero la situación no mejoró, la expresión afligida de la alcaldesa no se podía ocultar, aunque todos en la habitación optaron por ignorarlo y sumergirse en el tema que los convocaba: Atrapar y derrotar villanos.


Zelena llegó a su casa cargada de bolsas, no le gustaba separarse de su bebé por tanto tiempo, pero las compras eran necesarias, además, sabía que su pequeña estaba en buenas manos. Igualmente, una vez que pudo dejarlas en el piso corrió a la habitación de su hija. Sonrió conmovida al encontrar a Henry sentado en la mecedora, arrullando a su prima.

- ¿Cómo se ha portado Robbie?

- Muy bien. Creo que tengo talento para esto. -sonrió el chico dejando a la bebé en su cuna. Zelena tenía la intención de cargarla, pero finalmente decidió no hacerlo para no despertarla. Ambos se dirigieron hacia la cocina y en silencio fueron organizando los víveres en la alacena. Luego Zelena sirvió leche con canela y galletas para su sobrino, y preparó un Martini para sí misma. Supuso que esa distinción hacía de ella una buena tía. De todos modos, ese chico era todo un devorador de dulces. -Trabajaría solo por esto. -dijo Henry remojando una galleta en leche.

- Entonces recuérdame por qué te pago. -dijo Zelena alzando una ceja. El adolescente se sonrojó.

- Porque necesito dinero para invitar a Violet a salir.

- Y ninguna de tus madres está por la labor, ¿verdad? Tacañas. -la pelirroja rodó los ojos, falsamente exasperada.

- No es eso. Mamá prefiere poner mi mesada en mi fondo para la universidad, haría demasiadas preguntas si yo quisiera cambiar el sistema, y con Emma sería más fácil, pero se burlaría de mí; en serio, a veces parece que yo soy más maduro que ella.

- Mm… así no tiene gracia ser el hijo de las mujeres más influyentes de la ciudad.

- Sí… pero para eso está la familia, ¿no? -dejó caer él con una sonrisa ladina. Zelena puso los ojos en blanco, pero le dio la razón.

- Sí, supongo que sí. -se mantuvieron en silencio por un rato, pero entonces Zelena recordó el suceso extraordinario del día -Oye, a todo esto, ¿Cómo te sientes con el compromiso entre tu madre y Garfio? -el chico se encogió de hombros.

- Era algo que se veía venir.

- Mm… -asintió la mujer, pensativa.

- ¿Por qué?

- Por nada. Solo me preguntaba…

- Me llevo bien con Killian. -se apresuró a decir él -Me enseñó a navegar, ¿sabías?

- Sí, algo me había contado Regina hace tiempo.

- Y a veces me cuenta historias sobre mi padre. -apartó la mirada con nostalgia. Tuvo tan poco tiempo para conocer a su padre... -Él lo conoció, de cierta manera lo adoptó por un tiempo incluso. -dijo, frunciendo el ceño. Decir que la historia de su familia era complicada era un eufemismo.

- Henry, no por eso va a caerte bien. -dijo ella poniendo una mano en su hombro.

- Lo sé… es… es un buen hombre. Al menos lo es ahora. Y no es asunto mío, mamá merece ser feliz.

- ¿Pero? -Henry solo guardó silencio. Zelena en cambio no era tan discreta. - ¿Sabes? Una parte de mí siempre creyó que al final tus madres terminarían juntas.

- ¿Tú también?

- ¡Ajá! ¡Lo sabía! No me lo estabas contando todo.

- Es que creí que yo era el único que lo pensaba.

- ¿Bromeas? Esas dos actúan como un antiguo matrimonio desde que las conozco.

- Sí. -rio Henry. Pero luego un pensamiento fugaz pasó por su cabeza - ¿Crees que se gusten? Quiero decir, ¿realmente gustarse?

- Sí, solo que también creo que son demasiado idiotas para darse cuenta. -dijo Zelena sin pensar demasiado.

- ¡Pero entonces el compromiso de mamá es un error! -exclamó, levantándose de golpe, haciendo tambalearse todas las cosas que estaban puestas sobre la mesa. Zelena lo miró como si se le hubiese zafado un tornillo.

- ¿Y a ti qué bicho te picó ahora? ¿No me acabas de decir que estás conforme con el compromiso?

- Eso era antes de que supiera que no me lo estaba imaginando todo. ¿No lo entiendes? Si lo dejamos pasar nos estaremos interponiendo en el camino del amor verdadero.

- Wow, wow, wow, wow, wow. Más lento, niño. Solo te dije lo que pensaba, no significa que sea una verdad absoluta. Además, Emma y Regina son adultas, ellas sabrán lo que hacen con sus vidas.

- Tú misma dijiste que eran idiotas. -Zelena casi se ahoga de la risa.

- No se supone que tú repitas eso. ¿Acaso quieres que tu madre me lance una bola de fuego o qué? Y, en el utópico caso de que fuera posible hacer algo, ¿Qué podríamos hacer nosotros?

- No lo sé, ya se me ocurrirá algo. De momento deberíamos asegurarnos de que lo suyo es amor verdadero o nada de esto tendrá sentido. -Zelena rodó los ojos, ¿Quién la mandaba a darle ideas al niño denominado literalmente como "verdadero creyente"? Bueno, al menos tendría algo para pasar el rato. Ser buena era tranquilo, pero rayando en lo aburrido.

- Creo que en eso sí puedo ayudar. -dijo, sonriendo con malicia.