Disclaimer: Nada de esto me pertenece, el mundo es de JK y la trama de mi querido AI. Yo sólo he intentando hacer una historia que le entretenga un rato.
Este fic ha sido creado para el "Amigo Invisible 2014" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black"
Respuesta a su petición difícil:
AU durante la Primera Guerra. Los mortífagos ganan, torturando y esclavizando muggles y sangres sucias, masacrando a aquellos que no podían ser útiles para el trabajo o la *diversión*. La divergencia puede comenzar en cualquier momento de la guerra, de forma que Regulus puede seguir vivo y al servicio de los mortífagos o haber muerto ya. Hay una Resistencia que intenta oponerse al gobierno tiránico de Voldemort. En ella debe estar Sirius, el resto de integrantes me da igual. Advertencia: NADA DE P***."
Queridísimo AI;
Me has pillado en un momento atareado y pesado de mi vida, en el que la inspiración había que sacarla con sacacorchos y procurar que no se desvaneciera una vez fuera.
Pero, a pesar de esto, he conseguido sacar un long-fic, de capítulos cortos para no aburrirte y con una trama sencilla. Espero que aún así te guste, que sepas que me he divertido escribiéndotela y que a veces me permitía desahogarme.
Ha sido un placer escribir para ti, lamento no haber podido hacer más.
Disfruta.
ooOOoo
Corre.
Era una palabra tan sencilla y que, sin embargo, encerraba tanto: angustia, desesperación, adrenalina…Miedo. Pero es algo a lo que ya me había habituado, algo que tenía marcado en mi sangre, al rojo vivo, fruto de innumerables heridas que aún me quedaban por cicatrizar.
El rayo de luz verde silbó a mi izquierda, pasando sólo a unos centímetros de mí y produciendo un corte recto en algunos de mis mechones. Pero ya no me importaba, no me giré para saber quién ha sido, ni para intentar plantarle cara. Porque sabía que, hiciera lo que hiciera, de nada iba a servir.
Y, cuando vi a Emmeline Vance corriendo a mi lado con la mirada fija en el frente, cuando vi cómo el rayo acertaba en su clavícula, produciendo un corte limpio que perforaba la carne y rompía el hueso, haciendo que caiga, no lo pensé. Alcé mi varita y conjuré un Protego, lo más potente que mis pobres y magulladas manos fueron capaces de soportar. Me acerqué a Emmeline y pasé uno de sus brazos por mi hombro, ignorando el chillido de dolor que emitió ante mi acto, porque no había tiempo para ser dulce, no había tiempo.
—¡Seguid corriendo! —exclamó un individuo de voz grave y potente que avanzaba hacia nosotros con la cara manchada de sangre, Moody miró el estado de Emmeline y negó suavemente.
—No voy a dejarla aquí —le corté, agarrándola con más fuerza, mientras mi escudo comenzaba a flaquear.
Moody se colocó entonces delante, protegiéndonos y desviando aquellos hechizos que amenazaban con darnos. Pero su mirada se volvía hacia mí con cada impacto y sus ojos color café me acribillaban, obligándome a creer algo que producía una herida más y más profunda en mi pecho.
—No tiene salida, chico, si te quedas sufrirás su misma suerte.
No obstante no pude creerle, no pude. Entonces la miré, Emmeline nunca ha sido una bruja especialmente apuesta, pero su mirada tranquila y su piel clara siempre la habían hecho destacar.
Sin embargo, la chica que conocía ya no estaba, o estaba a punto de irse, pues los ojos de Emmeline miraban al infinito, mientras su respiración se hacía más y más pausada.
Un nuevo hechizo impactó contra el escudo de Moody, quien lo frenó a duras penas, echándose para atrás.
-¡No hay tiempo!- Rugió con impaciencia.- ¡Sirius!
Entonces lo volví a mirar y, con el corazón en un puño, situé a Emmeline en el suelo, de toda la delicadeza con la que me creía capaz.
—Adiós, Emmeline — susurré, antes de que Moody tirara de mi hombro con fuerza, obligándome a emprender la carrera. Una carrera en la que traté de borrar la impresión que me causaron los ojos oscuros, vacíos y muertos de Emmeline y, aquél chorro de sangre roja y espesa que corría por la comisura de sus labios, acentuando aún más su rostro blanquecino.
ooOOoo
—¿Cuántos hemos perdido? —la voz de Gideon Prewett sonó pastosa y apagada, fruto de una larga carrera sin descanso.
—Emmeline Vance —aportó Moody con voz seria. Aunque estaba de espaldas podía sentir su mirada sobre mí, preparado para soltarme la típica reprimenda de cada día. Sin embargo, Moody permaneció callado hasta que Hestia Jones y Dorcas Meadowes aparecieron tras la esquina, con la respiración igual de entrecortada.
—Están replegándose hacia la calle Norte, pero nada nos asegura que haya más al otro lado —susurró Hestia, apoyándose contra la pared, sin dejar de agarrar la varita con fuerza.
—¿Cuántos? —preguntó esta vez Moody, refiriéndose a los mortífagos.
—Mulciber, Avery y ambos hermanos Carrow. También nos ha parecido ver a Regulus…
Todas las miradas se fijaron en mí, esperando una reacción o comentario de mi parte. Pero permanecí callado, inmerso en curarme los rasguños que esos mortífagos habían conseguido hacerme.
Pronto Moody acudió en mi ayuda, cambiando de tema drásticamente.
-Debemos movernos, McKinnon y Potter nos esperan al final de la calle, hay que llegar al traslador.
Nos pusimos en marcha en seguida, alentados por la idea de que la salida estaba muy cerca. Además, ya no se oía nada más allá de la calle, como si todos los mortífagos hubieran regresado a su madriguera, como las ratas que verdaderamente eran.
Hestia y Moody se situaron en primera línea con Dorcas a la retaguardia. Avanzamos con sigilo, tensando nuestros, ya de por sí cansados, músculos. Preparados para atacar a la mínima señal, o para correr en caso de que no hubiera otra opción.
Dorcas se acercó a mí, sin dejar de mirar hacia atrás.
—No le hemos dado, Sirius, tampoco es que él haya tenido intención de acertar —aseguró con calma.
Yo asentí sin interés. Se suponía que eso debía calmarme, pero, sin embargo, provocó el efecto contrario, acelerando mi pulsación y aumentando la temperatura en mi interior. La furia me embargaba. Incapaz de permanecer tranquilo, le pedí a Dorcas que me cambiara de sitio y cuando me cercioré de que nadie me observaba, dejé que los sentimientos afloraran.
Ahogué los gritos, soltando sonoros gruñidos, impotente al no hacer nada, al ver a mi hermano pequeño metido en ese… Ese nido de asesinos y no poder cambiarlo. Él había tomado su decisión.
Y yo había tomado la mía.
ooOOoo
Lo sé, lo sé. Primer capítulo y ya me he cargado a dos… ¿Qué le voy a hacer? Me gusta el drama xD
El final de la calle apareció ante nosotros, las luces de las farolas tintineaban, advirtiendo de que en un momento la oscuridad se adueñaría de ellas.
A pesar de no encontrarnos con una nueva comitiva de mortífagos, no dejamos de apuntar hacia los lados, esperando un ataque que no llegaba. Cuando al fin llegamos a la esquina, nuestras respiraciones se ralentizaron, esperanzados ante la idea de que viviríamos una noche más.
Pero el destino tiene una idea contrario de lo que es nuestro futuro.
Fue Hestia la primera en darse cuenta, ahogó un chillido antes de que todos nos volviéramos hacia Dorcas. Sobre su cuello habían aparecido dos franjas transversales, que cortaban la carne y provocaban la salida imperiosa de la sangre. Sus ojos nos miraron, presos del terror y, cuando quiso decir algo, su boca se anegó de un líquido pastoso y rojizo.
Agarré a Hestia para evitar que se acercase, mientras ella se revolvía entre mis brazos, chillando y gritando sin parar. Dorcas cayó de rodillas y se desplomó, ahogada por su propia sangre.
Cuando alzamos la mirada los vimos, tres encapuchados, imbuidos en sus túnicas y tapados por esas máscaras blancas, que ocultaban su rostro e identidad.
Antes de que pudiéramos reaccionar, sentimos unos pasos detrás de nosotros.
— ¡Rápido agarraos! —Exclamó una voz, que yo tanto conocía.
Sin perder un segundo agarré el brazo de James, sujetando aún a Hestia y comprobando cómo todos seguían mi camino.
—Dorcas…- Sollozó ella, manteniendo su lamento hasta minutos después de que el traslador nos hubiera alejado de aquel lugar.
