Esta adaptación es mía, los personajes son de Stephanie Meyer, la historia es de Melissa Marr.

Prólogo: No con él

Jacob supo el momento exacto en el que Isabella entraba en la casa; la subida leve en la temperatura lo habría dicho incluso si él no hubiera visto la luz trémula del sol en mitad de la noche. Mejor que una linterna. Él sonrió ante el pensamiento de la probable reacción de su amiga al ser llamada una linterna, pero la sonrisa se escabulló un latido del corazón luego, cuando ella entró en su puerta.

Sus zapatos ya no estaban. El pelo se había escapado de cualquier arreglo que había sido forzado en él para las fiestas del Verano en las que ella había estado más temprano esa noche. Con Edward. El pensamiento de ella en los brazos de Edward puso a Jacob tenso. Ella tuvo estos bailes nocturnos con el Rey del Verano todos los meses, y, por más que tratara, Jacob aún se ponía celoso.

Pero ella no está con él ahora. Ella está aquí.

Ella desabrochó el corsé de un vestido antiguo mientras lo miraba fijamente.

- Hey.

Él quizás había hablado... no estaba realmente seguro. No importaba. No mucho importaba en estos momentos, sólo ella, sólo ellos, sólo lo que significaba el uno para el otro.

El resto del vestido terminó deslizándose, y ella estuvo en sus brazos. Él supo que no hablaba entonces, no con luz del sol que se sentía como tibia miel contra su piel. Las fiestas del Tribunal del Verano habían terminado, y ella estaba aquí.

No con él. Conmigo.

Las fiestas mensuales no eran mortalmente amistosas. Aunque, después, ella venía a él, demasiado llena de luz del sol y celebración para simplemente dormir, demasiado atemorizada de ella misma como para permanecer con el resto del Tribunal del Verano toda la noche. Así que ella venía a sus brazos, emborrachada de sol y olvidándose de ser tan cuidadosa con él como lo era en otras noches.

Ella lo besó, y él trató de ignorar el calor tropical. Orquídeas, un pequeño árbol de ylang-ylang, y ramas doradas de diosa se arracimaron en el cuarto. Los olores perfumados estaban pesados en el aire húmedo, pero eran preferibles a la cascada de hace unos pocos meses.

Cuando ella estaba aquí, en sus brazos, las consecuencias no importaban.

Todo que importaba eran ellos dos.

Los mortales no fueron hechos para amar las hadas; él lo recordaba cada

mes cuando ella le olvidaba cuán frágil él era. Si él pudiera ser lo suficiente fuerte, estaría en las fiestas. En lugar de eso, admitía que los mortales no estaban seguros en multitudes de hadas desenfrenadas. En lugar de eso, esperaba que, después de las fiestas, ella no lo hiriera demasiado. En lugar de eso, él esperaba en la oscuridad, esperando que este mes no fuera el mes en que ella permaneciera con Edward.

Más tarde, cuando pudo recuperar el habla, él arrancó pétalos de orquídea de su cabello.

- Te amo.

- Yo también. -Ella se ruborizó y agachó la cabeza-. ¿Estás bien?

- Cuando estás aquí, lo estoy -él dejó caer los pétalos al piso-. Si por mí fuera, estarías aquí todas las noches.

- Me gustaría eso. -Ella se acurrucó y cerró los ojos.

No había luz en su piel ahora, cuando estaba tranquila y relajada, y Jacob se sentía agradecido por ello. En un par de horas saldría el sol; ella vería las quemaduras en sus lados y en su espalda, justo donde había apoyado sus manos, tocándolo demasiado mientras se dejaba ir. Entonces, ella apartaría la mirada. Y sugeriría cosas que él odiaba oír.

La Reina del Invierno, Tanya, le había dado una receta para un ungüento que curaba quemaduras de luz del sol. No funcionaba tan bien en mortales como en hadas, pero si él se lo ponía lo suficientemente pronto, curaría las quemaduras durante el día.

Él miró el reloj.

- Casi es hora de desayunar.

- No -Isabella murmuró- es hora de dormir.

- Bueno. -La besó y la sostuvo durante todo el tiempo que podía sin correr peligro. Miró el reloj, escuchó su respiración constante mientras ella caía más profundamente en el sueño. Entonces, cuando ya no podía esperar más, comenzó a deslizarse fuera de la cama.

Ella abrió los ojos.

- Quédate.

- Voy al baño. Vuelvo en seguida -le dio una mirada medio dormida, esperando que ella no le hiciera ninguna pregunta. Desde que ella no podía mentir, él hizo cuanto pudo para evitar tener que mentirle a ella, pero ellos ya habían pasado por esto varias veces.

Ella comenzó a mirar sus brazos, y él supo que ninguno de los dos quería tener la conversación que seguiría: esa en la que ella le decía que no debería venir cuando se encontraba en ese estado, y él entraba en pánico ante el pensamiento de ella estando en el departamento con el Rey del Verano en su lugar.

Ella respingó.

-Lo siento, creí que no te estaba lastimando...

Él podría discutir, o la podría distraer.

No era una elección difícil de hacer.

Cuando Isabella despertó, ella se sostuvo en un brazo y miró dormir a Jacob.

No estaba segura de lo que haría si lo llegaba a perder. A veces sentía como que él era todo lo que la mantenía unida en una sola pieza; él era su versión de la enredadera que se mantenía siempre alrededor de las Chicas del Verano, el hilo que le impedía desmoronarse.

Y yo lo lastimé. Otra vez.

Ella podía ver en su piel las ensombrecidas magulladuras y quemaduras brillantes que le habían hecho sus propias manos. Él nunca se quejaría de ello, pero a ella le preocupaba. Él era tan frágil en comparación con incluso las hadas más débiles. Ella trazó con las puntas de los dedos la forma de su hombro, y él se movió más cerca. En todos los momentos extraños a través de los meses, desde que ella se había convertido en la Reina de Verano, él había estado allí.

Él no le pedía que ella fuera toda mortal ni toda hada; en vez de eso, él le permitía ser ella misma. Eso era un regalo que ella jamás le podría devolver. Él era un regalo. Él había sido esencial para ella cuando era mortal, y era cada vez más importante ahora que intentaba hallar un balance en su nueva vida como una reina de los elfos.

Él abrió los ojos para mirarla fijamente.

-Pareces estar muy lejos.

-Sólo estaba pensando.

- ¿Acerca de qué? -él arqueó su ceja perforada.

Y su corazón revoloteó exactamente como cuando ella había tratado de que fueran sólo amigos.

- En lo usual…

- Todo va a estar bien. -Él rodó sobre ella-. Nosotros vamos a encontrar la manera.

Ella envolvió sus brazos alrededor de él de manera de poder enredar los

dedos en su pelo. Se recordó a sí misma tener cuidado, moderar su fuerza, para no recordarle que ella era ahora mucho más fuerte que un mortal. Que ya no soy lo que él es.

- Deseo que todo esté bien -ella susurró, tratando de forzar lejos los pensamientos acerca de la mortalidad de Jacob, de su transitoriedad ahora que ella era eterna, de cuán finito él era... y ella no-. ¿Me lo dices otra vez?

Él bajó los labios a los suyos y le dijo cosas que no requerían palabras.

Cuando se retiró hacia atrás, le susurró

-Algo así de bueno puede durar para siempre.

Ella pasó su mano por su espalda, preguntándose si él pensaría que ella era extraña por querer permitir a luz del sol estar en las puntas de sus dedos mientras lo hacía, preguntándose si sólo le recordaría cuán no-mortal ella era ahora.

- Desearía que siempre pudiera ser así. Sólo nosotros.

Hubo algo en su expresión que ella no pudo leer, pero entonces Jacob la trajo hacia él... y ella se olvidó de los pensamientos y las palabras.

Si me dejan reviews sigo con la historia, si no borraré todas las historias.

Ja mentira, solo quería saber que se siente el decir estas palabras. Muchas autoras lo hacen y les funciona, pero yo no soy tan mala.

Nos vemos en el siguiente capítulo.