La mayoría de las personas festejaran, pedirán dulces y harán travesuras en la celebración de Halloween. Hasta se presentan en el Matsuri que es toda una experiencia comunal que permite comportamientos al margen de las normas rígidas y la etiqueta.
La gente ríe y camina por las calles de Tokio. Una pareja de casados con un niño en brazos miraban aquellas personas con diferentes disfraces, el pequeño ríe al verlos junto con su padre. La gente seguía pasando y pasando. El pequeño volteo a ver a su madre que miraba con cierta preocupación a la gente que pasa, eran las cinco de la tarde, uno diría que aún es temprano ero para unos era demasiada su preocupación, en especial a sus hijos. Hace unas pocas semanas anunciaron en la televisión de dichosas cosas extrañas que comían a la gente, varios se lo tomaban a juego, pareciera gracioso pero era como caníbales; pocos los han visto y han sobrevivido. Ahora era confundible que algunas personas estén disfrazadas de "esas cosas". La mujer le dijo a su hijo que deberían de retirarse, el pequeño se niega a irse del lugar y más por qué los disfraces que pasaban eran más llamativos. La madre le informa a su hijo que mañana los vería de nuevo, ante ello el niño sonríe y la abraza.
La "familia" caminaba tranquilamente, con paso apresurado, la noche cayó; los locales seguían abiertos y uno que otro cerrado. El niño veía que su madre estaba con cara de cansancio.
-Mamá…
-¿Qué pasa?
-¿Seguirás trabajando mañana?-estaba inseguro que verían de nuevo el Matsuri de nuevo ya que el chico quería verlos de nuevo.
-Claro- contesto sonriente la mujer. El niño adoraba tanto a su madre, aquella sonrisa y ojos oscuros, cabello negro y piel medio arrugada para él era una bella mujer.
-¿Sabes? No es necesario que me traigas de nuevo mañana.- le sonrío a su bella madre- Puedes descansar, ya vi suficiente por hoy, mamá- necesitaba un descanso, lo necesitaba. Ella trabajaba día y noche sin importar lo enferma o cansa que se ponía, trabajo era trabajo.
-Si así lo quieres, está bien. Gracias…
Ella crio a su hijo por su cuenta hasta que ella murió debido al exceso de trabajo cuando Kaneki tenía 10 años. Su hijo Kaneki Ken. Cuando era niño, Kaneki perdió a su padre teniendo tan sólo 4 años de edad.
Prácticamente Kaneki estaba solo, no sabía nada de sus familiares, después de la muerte de su madre, su tía, ya no venía como otras veces aun cuando su mamá estaba viva. Desde ahí fue llevado a un orfanato de Tokio, pero eso no dejaba que aun seguiría asistiendo a la escuela, tenía hasta cinco años para que alguien lo adoptara. A pesar de lo ocurrido tenía a su mejor amigo a su lado, Hideyoshi Nagachika, que siempre se preocupaba por él todo el tiempo.
Era fin de semana, adoraba esos días en que podía tener tiempo para leer los libros que le daban en el orfanato o los pedía prestado en su escuela para pasar el tiempo. Tocaron a su puerta, este se levantó abriéndola encontrándose con una señora no pasando de los 32 años de edad; cabello cortó color marrón, ojos oscuros y piel medio bronceada. Masako Tachibana le sonreía.
-Kaneki-kun, unas personas quieren conocerte el día de hoy- hablo dulcemente la mujer.
-Si- ya no hacía por qué preguntar. Otra pareja lo venía a adoptar. Las parejas que venían regularmente a verlo se iban, no es lo que buscaban…
Siguió a la mujer caminando por los pasillos. Ha pasado cinco meses después de que su madre murió y lo trajeron al orfanato. Escuchaba, que hoy era una pareja de hombres. No es que le desagradara pero extraño ver en un orfanato una pareja de homosexuales. Leyó en unos libros que hoy en día los hombres llamados donceles podían engendrar. Completamente raro para su edad.
Ella abrió la puerta disculpándose con aquellas personas que estaban sentadas frente al escritorio de Masako, en la oficina. Estos respondieron que no había necesidad de disculparse.
Un chico de cabellos celestes y ojos igual del mismo color le miraba sin ninguna expresión. El otro era mucho más alto, ojos color como cual rubí y cabello rojo y puntas oscuras, y cejas partidas de la punta. Esto hacia que Kaneki se pusiera nervioso ante ellos. Uno no reflejaba nada en su rostro y el otro solo le sonreía débilmente pero su altura era…
-Él es Ken Kaneki, Kagami-sama- quedo sorprendido ante lo que dijo Masako, Kagami…
-Mucho gusto, Kaneki-kun- dio un severo salto al ver ese hombre de ojos celeste ya a su lado que ahora le sonreía- Mi nombre es Kagami Tetsuya, tengo 24 años de edad.
-El gusto es mío, Kagami-san-hablo nervioso ante el repentino susto.
-Los dejare a los tres para que hablen tranquilamente- antes de irse la mujer le dio una mirada a Kaneki dándole ánimos.
Dejándolos a los tres, Tetsuya le tendió la mano para guiarlo a donde se encontraba su esposo para sentarse y hablar con más calma.
-Mi nombre es Kagami Taiga tengo 26 años de edad. Un gusto, Kaneki- hablo el pelirrojo con voz grave.
-El gusto es mío, Kagami-sama…
-Deja los honoríficos, no es necesario-contesto con molestia.
-Pero…
-Taiga- fue interrumpido por Tetsuya que miraba al nombrado.
-Está bien…
-Y dinos, Kaneki-kun. ¿Podrías decirnos como llegaste aquí?-no se veía una persona con problemas o que haya sufrido de bullying.
-Yo…- se calmó ante el toque de la mano del mayor. Sin más, les conto desde cómo vivió con su madre, los lugares que iban, el jugar de su mejor amigo hasta los libros que en ellos se centró con Tetsuya mientras que en casi toda la plática, Kagami, estaba callado. Después de un poco tiempo no se había sentido cómodo.
Taiga veía a su pareja y al pequeño pelinegro como hablaban animadamente, extrañaba esa sonrisa que ahora mostraba. Su pareja quedo estéril por un "accidente" hace dos años. Esperaban un hijo, un varón, que se les fue arrebatado casi de un día para otro. Trato de ayudarlo, lo llevo a un psicólogo para que controlara y no cayera en depresión. Fue realmente difícil vivir ese tiempo con Tetsuya. Por idea de unos de sus amigos están aquí ahora conversando con el chico llamado Kaneki Ken. En si era bueno y malo a la vez.
-Taiga- salió de todo ese pensamiento para prestarle atención a su pareja. Sus ojos reflejaban tranquilidad y alegría, sabía a qué quería llevar la conversación.
-Kaneki, hablaremos con Tachibana… -san-sonrió Kagami para calmar al chico.
-Iras con nosotros, Kaneki-kun- su corazón latía de alegría, algo inquieto ante ello.
-Claro…-ante las miradas que le daban a él era una señal que siempre espero, no de una pareja homosexual, pero aun así se veía que lo tratarían bien…
