Hola, buen día, los personajes de esta historia no me pertenecen, solo los tomé prestados, este fic es sin fines de lucro para hacer un poco de justicia a Candy y Anthony, ya que como muchas nunca estuve de acuerdo con el final que tuvo cada uno, en esta historia me tomaré la libertad de hacerlos feliz, así que si buscas un fic con problemas y drama, este no es para ti, si buscas un Albertfic o un Terryfic, tampoco lo es, es un fic en el cual busco hacer feliz a Candy y a Anthony, así que si, es un Anthonyfic declarado. Las invito a leer esta historia que espero sea de su agrado, no soy escritora, ni me quiero comparar con una, simplemente es una historia que salió de mi imaginación y me animé a compartirla con ustedes, no es apta para menores aviso desde ahorita, espero no ofender suceptibilidades, sin más rollo las dejo por si se animan a leer, gracias de antemano por su atención.
CAPITULO 1
AUN DUELE ESTAR AQUI
Era el año de 1915, cuando ella llegó nuevamente a esa enorme mansión, cuantos recuerdos, cuanta nostalgia, el lugar donde había sido tan feliz. Sus memorias se agolpaban en su mente, sus ojos, sus manos, su aroma y su sonrisa, su hermosa sonrisa y su voz, apenas empezaba a cambiar, pero la tenía tan fuerte, tan varonil que simplemente la cautivaba, sus lágrimas no dejaban de correr por sus mejillas y de pronto recordó "no llores por favor pecosa, no llores por favor pecosa, eres mucho más linda cuando ríes que cuando lloras" una sonrisa apareció en sus labios y limpió sus lágrimas con delicadeza.
- Tienes razón Anthony, no debo llorar, pero tu recuerdo sigue doliendo en mi alma como aquel día...
Entró al gran salón y un vals apareció tan fuerte en su mente, que se vio a ella misma bailando feliz con aquel jovencito de hermosos ojos y sonrisa cautivadora, se veía tan feliz, y sí, comprobó que aquel baile, su primer baile, había sido el más maravilloso de su corta vida. Suspiró pesadamente, como dolía volver a recordar, por eso no quería volver, pero debía hacerlo, tenía que hacerlo, pronto cumpliría 17 años y estaba siendo obligada a casarse con ese joven caprichoso y manipulador, no soportaba que el tío abuelo la obligara a casarse con Neal Leagan, sólo para asegurarse que no se casara con un don nadie y la fortuna de los Andrew quedara en sus manos, bueno, eso le habían dicho, ella no quería casarse con Neal, "todo sería diferente si se tratara de Anthony" -pensó, de hecho había pensado tiempo atrás que se casaría con Terry, pero tampoco funcionó, aún pensaba de vez en cuando en ese rebelde que después se convirtió en un joven capaz de cumplir con su "deber", un deber tonto y mal comprendido, pero debía seguir adelante y debía concentrarse en su "compromiso" con Neal.
Volvió a recorrer el salón con la mirada y de pronto notó que en los jarrones de la casa había rosas de todos colores, obviamente eran de su jardín, de sus rosas, porque Anthony le había regalado sus rosas... y ahí estaba de nuevo, su Anthony regalándole esa hermosa sonrisa y esa mirada tan llena de amor y dulzura que sólo tenía cuando ella estaba frente a él, la amaba si la amaba, vaya si lo sabía, era una niña de tan sólo 12 años, pero sabía perfectamente que ese jovencito de 14 años la amaba y ella a él, cómo lo sabía? fácil, siempre buscaban un pretexto para verse, para abrazarse, sus miradas se sincronizaban una a la otra no podían estar sin mirarse, sin tocarse, sin abrazarse, al juntar sus manos una corriente eléctrica recorría sus cuerpos, al abrazarse sabían que era ahí donde pertenecían, ella a él y él a ella, se amaban, si se amaban, si tan solo la vida cruel no los hubiera separado, ella no hubiera sufrido tanto, si tan solo tuviera el recuerdo de un beso de él, no sólo dos besos sorpresivos en la mejilla, sino un beso de sus labios, si tan sólo hubiera tenido la dicha de probarlos de saborearlos, por lo menos hubiera estado segura que su primer beso hubiera sido dulce, tierno y de consentimiento mutuo, porque ella hubiera estado de acuerdo, siempre lo deseó, en sus más profundos deseos estaba el besar a Anthony, pero siendo tan niña no le era permitido pensar de esa manera, pero su corazón palpitaba de la emoción al verlos, cuando le hablaba, cuando le sonreía, cuando se le acercaba y sentía su aliento fresco tan cerca de ella, cerraba los ojos y esperaba ese dulce beso que nunca llegó, ni llegaría, sin embargo su primer beso fue incómodo, robado, brusco y terminó con una bofetada por parte de ella y una por parte de él, en respuesta por no haberlo aceptado, pero ella no quería que así fuera su primer beso. Si, era el primero y el único que le habían dado, pero no lo disfrutó al contrario lloró, lloró tanto por que seguía deseando que su primer beso hubiera sido diferente, especial, correspondido, romántico y no robado como si de un delincuente se tratara.
Notó que la mansión no estaba deshabitada como le habían dicho, al contrario todo estaba muy limpio y arreglado, el aroma a rosas inundaba el ambiente, de pronto sus ojos se posaron en las escaleras, las subió lentamente, las había subido y bajado tantas veces con su príncipe de las rosas, llegó hasta la puerta de su habitación, giró la perilla de la puerta y estaba cerrada, como siempre desde aquel fatídico día, esa puerta se cerró para no ser abierta de nuevo, cuantas veces deseó que al salir de su cuarto se encontraría nuevamente con él, por eso se fue de ahí, no soportó su ausencia, dolía mucho, aún dolía, su corazón se estrujaba tan solo de pensarlo, y ahí estaba de nuevo en esa gran mansión, no por su gusto, porque se dio cuenta que a pesar de haber pasado casi cinco años aún dolía, pero simplemente tenía que salir adelante, por ella, por él "la soledad no nos vencerá nunca Anthony" por eso siguió adelante, por eso se enamoró de nuevo, porque debía seguir y cumplir con su promesa, esa promesa que le había hecho a su "deslumbrante Anthony". Con temor vio las escaleras que dirigían al tercer piso, hacia la habitación más alejada, recordó con temor las figuras de cera que acompañaban el pasillo para llegar a ella, notó algo diferente, estaban iluminadas, había luz y se veía limpio el camino, algo la llamaba para ir a averiguar que había, más no se animó y se regresó para bajar al primer piso nuevamente.
De pronto recordó a que venía, solo quería ver al tío abuelo y salir corriendo de ahí, ahora si sólo como Candy White, ya no como una Andrew, nunca recibió respuesta por la solicitud de repudio, aunque nunca utilizó el apellido de nuevo al abandonar el colegio, al morir Anthony simplemente no tenía caso seguir perteneciendo a la familia, ni por Stear, ni por Archie, ni por el tío abuelo se detendría, no quería seguir siendo una Andrew si con ello implicaba casarse con Neal.
Se dirigió al salón, afuera estaba el mayordomo, el cual le indicó que el Sr. Williams estaba ocupado que la recibiría dentro de una hora, que lo esperara. Detrás de ella se escuchó una voz conocida
- Buenos días señorita Candy - Candy volteó y sus ojos se iluminaron de felicidad
- Dorothy! que alegría verte! sigues trabajando para los Andrew?
- Así es señorita
- Dorothy, no me gusta que me llames señorita...
- Sabes que a pesar de que somos amigas, tú eres una Andrew, por lo tanto, así debo llamarte.
- Dorothy, siempre tal leal y formal, cómo has estado?
- Muy bien señorita, pero acompáñame a tu habitación, vamos a prepararte para que te reciba el Sr. William.
- Vamos! -dio Candy alegremente del brazo de Dorothy.
Llegaron a la habitación de Candy que lucía exactamente igual que hace cinco años, estaba llena de rosas y el armario estaba lleno de hermosos vestidos, justos de su talla.
- Dorothy, alguien sabía que yo iba a venir?
- Que dices Candy? -guiñándole un ojo por haber omitido el "señorita" por lo cual Candy sonrió agradecida.
- Que si alguien sabía que yo iba a venir?
- Hace días el Sr. Williams, me pidió que arreglara tu habitación y pusiera estos vestidos en tu armario, porque pronto vendrías a quedarte con nosotros de nuevo.
- Ya veo -dijo Candy molesta-
- Que te pasa Candy?
- Dorothy, yo no vengo a quedarme, yo solo vengo a decirle a tío abuelo Williams que muchas gracias, pero que no voy a ser una muñeca de los Andrew nunca más, si eso implica casarme con el odioso de Neal Leagan.
- Casarte con el señorito Leagan?
- "señorito", ese tiene de señorito, lo que yo tengo de astronauta Dorothy.
- Pero que dices Candy, el tío abuelo nos habló hace unos días, para dar instrucciones de que tú vendrías a quedarte para cuidar de el... por otro motivo, no porque te casarías con Neal, además, si así fuera su voluntad, no crees que sería absurdo quedarse aquí?
- No lo sé Dorothy, yo solo sé que la tía abuela llamó a la prensa en Chicago a su mansión para anunciar mi "compromiso" con el "señorito Neal", si no hubiera sido por las mucamas que me dejaron escapar ahorita estuviera en todos los diarios el anuncio de mi compromiso con él.
- Tienes que hablar con él Candy, los motivos del Sr. Williams por traerte aquí son otros muy diferentes.
- Tú sabes de que se trata Dorothy?
- Si
- No vas a decírmelo, verdad?
- Me conoces bien Candy, sabes perfectamente que es mejor que él te lo diga personalmente. Ahora es mejor que te bañes para que estés lista cuando pueda recibirte.
- Está bien Dorothy
No muy convencida Candy entró al cuarto de baño, la bañera estaba lista y comenzó a bañarse mientras Dorothy preparaba un vestido y zapatos para la ocasión. Al salir del baño Dorothy la ayudó a vestirse con un vestido de color azul cielo de holanes con una cinta a la cintura de un azul más fuerte "igual de azul que sus ojos" -pensó Candy, se calzó con unos zapatos de tacón medio y le soltó el cabello para ponerle una diadema que hacía juego con el cinto, unos aretes y un delicado collar complementaban el arreglo de Candy, se veía hermosa, hasta ella misma lo reconoció y recordó como Anthony la veía cada vez que se encontraban hipnotizados el uno en el otro, ya no era una chiquilla, ahora era una hermosa joven, la pequeña revoltosa había quedado atrás, por lo menos era lo que le decía su imagen ante el espejo.
De pronto llamaron a la puerta, era una de las mucamas, la cual avisaba que le Sr. Williams esperaba a la Señorita Candy.
- Muchas gracias Rosie - dijo Dorothy-
- Bueno, llegó la hora -dijo Candy suspirando pesadamente-
- No te preocupes Candy verás que todo saldrá bien.
- Eso espero Dorothy, ya que me gustaría regresar mañana mismo a Chicago, estar aquí aún duele Dorothy.
Dorothy asintió con una sonrisa y acompañó a Candy al estudio del Sr. Williams.
- Dorothy, tú conoces al tío abuelo Williams, verdad?
- Así es señorita Candy -dijo Dorothy con su mirada un poco triste, la cual pasó desapercibida para Candy.
- Otra vez con lo de señorita
- Ya sabe señorita que fuera de su habitación yo solo soy su acompañante
- Ya entendí Dorothy, pero cuando salga del estudio todo habrá cambiado.
- Estoy segura que así será señorita...
Continuará...
Bueno, hasta aquí dejo el primer capítulo, ya tengo el siguiente solo espero que sea de su agrado para animarme a compartir esta locura que se me ocurrió, si ofendo a alguien agradecería me comentaran para así eliminarla y no continuar, así que si a una persona le gusta y agrada me animaré a compartir el siguiente capítulo
Saludos
23/05/2019
