Disclaimer: Himaruya algún día debería darse una vueltita por la hoja que ha dejado de Australia ¿por qué no le das más cariño? Todos sus derechos reservados para este anime tan controvertido que nos obsesiona.
"El Conejo aspira su pito, se lo pasa al Gato, que reparte una botella de pisco, pisco de 40 con un poco de ácido del que siempre se consigue [...]. El Conejo mira de lejos, entre el humo y los lasers. Se ríe solo. Recuerda un recital de los Soda:... Al menos sé que huyo porque amo. Se ríe de nuevo".
—Alberto Fuguet, los Muertos Vivos.
Lucy in the sky with diamonds
Su nombre era Matthew, Matty para los amigos, Matt para su hermano cuando estaba enfadado... Su hermano, que en este momento debe estar agitando la mano en alguna ventana del aeropuerto como si él pudiese verlo.
Alfred, por sus dieciocho años, había pedido un auto de regalo, con el tanque lleno para viajar a una convención que se haría en el sur, Matthew había pedido un viaje, tenía pensado ir a algún país de Europa: Inglaterra, Francia o Italia, pero se vió necesitado de aventura, dejó que su hermano decidiera arrojando dardos a un mapa con los ojos vendados (la verdad lo había intentado por su cuenta, pero lanzaba tan despacio para evitar un accidente que no llegaban al mapa).
Podría haber salido México, India, Sudáfrica, Bulgaria... Y no, salió Australia, y allí se dirigía, a Sidney. Le envía un último mensaje a su amiga Laisa, que vive en Bélgica, despidiéndose y prometiendo enviar fotografías en cuanto pudiera, y guarda su celular.
Juega en su Nintendo DS hasta agotarle la batería, luego sigue jugando con la de Alfred y se ríe para sí pensando que Alfred se volverá loco buscándola... Luego se siente mal por ello y deja de jugar a la mitad por la culpa... Y media hora después vuelve a jugar sintiéndose débil de voluntad.
Luego de darle la vuelta a la mitad del mundo, y de haber revisado unas cinco veces el dinero en efectivo que llevaba y de dividirlo según la cantidad de días que estaría allí... Y luego de separar esas mismas cantidades entre dinero para recuerdos y ocio, y dinero para alimentación y transporte... Y de repasar las leyes principales de Australia así como la forma de llamado y dirección de la embajada canadiense y todas esas cosas que TODOS deberíamos hacer al viajar fuera del país y que NUNCA hacemos... Se vio ante sus primeros pasos en piso oceánico.
No había dado ni dos pasos buscando un taxi y ya tenía la camisa toda húmeda por el sudor, estaba seguro que lo había picado un mosquito incluso, quizás el abrigo «por si acaso» había estado de más, más aún ahora que NINGÚN taxista parecía querer detenerse a ayudarle con sus maletas, en fin, tuvo que esperar oooootra media hora a que alguien le hiciese caso y le llevase hasta el hotel que había reservado por internet... Encima que le costaba entender lo que le decía el taxista sobre tener cuidado con los canguros porque de un golpe de podían noquear y otras cosas así, hablaba muy cerrado.
Al final, tirarse sobre la cama de dos plazas había sido un deleite, está fría y el cuarto tiene aire acondicionado y una televisión enorme, podría quedarse allí todo el día pidiendo servicio a la habitación, pero no, eso se reservaba para el momento antes de dormir, no había viajado a otro continente para no instruirse sobre el mismo y vivir su cultura.
Así que tras un descanso de media hora (Matthew se lamenta internamente, de nuevo, por su falta de voluntad para no pararse a los diez minutos) se prende una chapa con la bandera canadiense en su mochila, se cuelga la cámara al cuello como buen turista, y se viste con una camiseta manga corta y shorts... Por si a alguien no le queda claro a la primera mirada que es un extranjero. Y así sale, decidido, en una visita guiada para la tercera edad... Sí, todo muy emocionante y juvenil.
En la noche, ya en su amado cuarto, le envía las fotografías prometidas a Laisa, no espera que ella le conteste de inmediato porque en Europa debe ser muy de noche... Pero lo hizo.
«Qué bonito todo :O».
«¿Verdad que sí? Tomaré otro recorrido por la ciudad, me queda mucho por ver todavía».
«¿Sabes qué podrías hacer? Podrías pedirle a alguna chica guapa que te haga un tour privado».
«¡Laisa! ¡No lo digas!».
«Pero, Matty :( ¿no te da ni siquiera un poquito de ganas?».
«Es que... ó.ò».
«¿Es que...?».
«Es que no es lo mío».
«No puedes saberlo si no lo intentas, ¿no pasó lo mismo con los cereales con bolitas de chocolate? ¿Que dijiste que no eran lo tuyo, pero te gustaron?».
«No es lo mismo, no voy a ir a... ¡A hacer eso con alguien!».
«¡Matthew!».
«¡Laisa!».
«Yo decía sólo pasarla bien y salir de fiesta, no eso!».
«...».
«¡Estás pensando en hacer eso!».
«Nooooooo».
«¡Síííííííí!».
«Noooooooooo».
Y tuvieron por cinco minutos una competencia por quién apretaba más teclas...
«Nos leemos cuando tengas una historia sexy que contarme... ¡Y te escribiré algo de tu OTP!».
«¿En serio :O?».
«Sí».
«...».
«Jajaja, dilo».
«No».
«No me voy a enojar, soy tu amiga».
«Es que es ofensivo u_u».
«No importa :) ».
«Maldita manipuladora e_e».
«Ö».
Y así siguieron por media hora, lo que explica que Matthew se haya quedado dormido a la mañana siguiente y no pudiese tomar su tour de las 8 de la mañana. Además del JetLag, una jodida cosa la del cambio horario. Sin tour, no le quedó de otra que ir a caminar por su propia cuenta, a comer por allí... Y a recibir de una muchacha el panfleto de una disco a las afueras de la ciudad. La chica sonríe y le invita a comprar la entrada desde ya... él intenta negarse, pero no quiere ser descortés... Y así acaba con una entrada para esa misma noche.
XxxOxxX
Christian... Christian tenía un serio problema con Matemáticas que ya rebalsaba lo ilógico de cualquier ciencia: No tenía concentración, cambiaba los números en el proceso, no hallaba el resultado real de las ecuaciones y, en general, le quitaba energías que podría utilizar para sacar a su koala a dar una vuelta por los jardines, cerca de la laguna que está a cinco cuadras de casa.
Aunque ahora está durmiendo muy cómodamente en su cama (duerme en un camarote y abajo de este tiene el escritorio con lámpara y muchos papeles y post-it de colores pegoteados) igual necesita distraerse, quedan dos horas para que Arthur pase a recogerlo e ir al rave, que se viene uno de sus DJ's favoritos de nacionalidad escandinava, siente el cerebro hecho un corcho, saca de la heladera una Coca Cola helada y bebe. Y miren con el calor que hace...
Y no le vayan a comentar a nadie, pero el LSD está más que listo en los rincones del bolsillo de su jean.
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A Matthew le viene algo así como el gusanillo de la duda... Y baja, habla con un encargado del hotel para pedir que le faciliten un taxi de confianza, en lo posible que le pueda pasar a buscar después... Y cuando se lo prometen, sube a cambiarse, se pone una camisa de esas que su madre le mete entre su ropa por error y que es de Alfred, así que le queda un poco grande, pero la va a llevar abierta, así que es perfecta.
Laisa siempre le dice que vista de negro para estás ocasiones, intentará, al menos, vestirse oscuro, pero con shorts, que el calor lo mata. Una hora y media después está listo, cenado y con el celular completamente cargado (se ha tardado más en cargar porque mientras se ha puesto a jugar Farms Heros), no para llamar, sino para tomar fotografías, quizá es demasiado temprano, pero el folleto dice que empieza la fiesta a las once y Matthew piensa que es bueno llegar a la hora a todas partes. Así que así, con la chapa en una solapa de la camisa y el folleto en la mano, se dirige a destino... Y seguro le estafan yendo por el camino más largo, y él ni lo notará.
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En casa va anocheciendo, Arthur le habla a Chris por Whatsapp preguntándole si ya sale, cosa que hacen unas «previas» y Christian encantado de la vida porque prefiere irse en estado ya que van a caminar hasta la dichosa discoteca, pasando por la laguna.
Después de ver unos episodios random del pequeño Hobo que pasan por el cable, suena el timbre y su mamá le grita que tocan, la oye, claro, pero le faltó cambiarse la remera. Se pone una naranja floreada y se quita el parche del puente de la nariz (se lleva varios en el bolsillo porque le bajan la drogada). Es Arthur en la sala, con su casaca de los Rolling Stones, y botas medianamente largas y de pitas, para amarrar, le sonríe cortésmente a la madre de Christian que le ofrece un pedacito de tarta.
—Mom!
—Chris, pero míralo si anda todo delgaducho tu amigo.
Arthur se sonroja y se siente como un niño.
—¡Andaaaaa! Cuando se case ya lo verás cómo papá, todo gordo.
—Shut up! —ordena Arthur para Chris con un codazo, sin subir tanto el volumen de la voz para que su mamá no les oiga… aunque ésta sonríe.
—Está bien, ¿nos vamos? Que aquí solo te van a inflar.
—Well... Miss, usted sabe que me encantan sus tartas, son espectaculares, but sorry... He comido demasiado al venir. Con un amigo —explica Arthur. Chris levanta una ceja.
—Sacre bleu! Mira la hora, apúrate —exclama.
—Ay, yo lo sé, anda... Mejor avísale a tus papis y te vienes el fin de semana a una barbecue, ok?
Arthur FULMINA con la mirada a Christian con lo que sabe las magnitudes estrafalarias que le molesta el tema ése, mientras se para del sofá, y le sonríe a su mamá después.
—Well... Then. Thanks a lot! —porque es británico, joder.
Christian le pone una mano en el hombro para jalarlo a la puerta y salir.
—Mom, ¡ya me voy entonces! —ella se acerca y le da un beso en la frente.
Abren la puerta, Arthur se despide una vez más y a dos cuadras... Saltan y se ríen, ¡no volvemos hasta mañana! Tienen diecisiete años, por si se sorprenden del porque van tan pilas a una fiesta.
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A Matthew la cosa no parece irle muy bien porque a esa hora no hay casi nadie en la disco, que es grande, ENOOOOORME, tiene cuatro pisos y en cada uno la música suena distinta, en el de más arriba está anunciado un DJ noruego, se imagina música tipo Power Metal o Death Metal mezclada con electrónica y ni se cree que eso sea posible, pero por ahora las cosas no están prendidas, la música está recién despertándose, recién vistiéndose, las luces aún están soñolientas, hay láseres verdes que atraviesan la sala, pero como si estuvieran poniendo a prueba el sistema... Así que se va a la barra, a pedir un trago con alcohol porque ya es mayor de edad, puede hacerlo, pero pide uno dulce de todos modos, uno de señorita, una piña colada de hecho, esperando que se anime la cosa. Al menos se agarra un asiento en la barra, lo que nuncaes malo, y se va a pasar la siguiente media hora hablándole a medias al barman sin saber si le escucha o no.
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Christian le muestra unas láminas a Arthur y a éste le brillan los ojos, se muere por probarlas pero el australiano niega.
—Lo desperdiciaremos. Mejor sólo fumemos algo.
—Ok, I have... —saca del bolsillo un canuto de cocaína con marihuana.
—Ya know that I love youuuuu?
Arthur rueda los ojos, ¿como no va a saberlo? Es obvio. Chris sacan el encendedor y bajo un árbol, que todo está oscuro ya, prenden el cigarrillo y se lo turnan, hasta que se quedan varios minutos (u horas quizás) tirados en el pasto, rodando ahí cuando consumren todo el canuto. Christian prueba gatear hasta la laguna y meter los dedos al agua... GRITA.
—WHAT? —pregunta Arthur, sacado de sus pensamientos con ese grito, mirando un unicornio a la lejanía, cree que Christian lo ha asustado con ese grito.
—Sorry, es que... siento que el agua es como refresco de bolsa —naaaaadie entiende nada, mientras, la madre de Christian piensa en la buenísima influencia que es Arthur para su hijo, tan caballero que lo ve porque le habló que hasta ya esta esperando la aprobación de su solicitud a Oxford.
Pasan los minutos, hasta que algo los ha vuelto medianamente a la realidad: Un camión que pasaba a todo volumen de fiesta... Arthur mira la hora en el celular y ¡son las 11:30! No pueden llegar demasiado tarde que se darán cuenta que son menores de edad porque ya habrá cola para entrar y no podrán colarse, ni nada. Christian jala a Arthur que se quedó pegado mirando el celular, preguntándole si el no ve también el hada en 3D que sale. Par de idiotas.
Así que cuando Matthew va por su segundo trago de señorita, un ruso blanco, ya con más personas aquí y allá que conversan antes de que empiece la música de verdad... Ellos deberían estar o colándose o intentando pasar.
—¿Crees que logremos pasar? —pregunta Arthur caminando con la mirada FIJA en el suelo, porque se mueve.
Christian sigue a Arthur, ponen sus mejores caras de serios a pesar de estar con los ojos rojos. A ratos Arthur le mira, pero vuelve a mirar al suelo porque está seguro que en cuanto deja de hacerlo el maldito se mueve como si fuera una escalera de Hogwarts.
—Ah... Yes, parecemos mayores —dice, mirando el vestido de licra de una chica, es que es tan pegado, que no puede ser real.
—Estoy listo —shit, Arthur, no—. Pon cara de seriedad, bollocks, nos van a descubrir —le agarra del hombro para que se centre.
Chris lo contempla confundido un momento y luego su cerebro hace click.
