Capítulo 1: Mundo sin Dios
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Dijo en su corazón el insensato:
"¡Mentira Dios no existe!"
Son gente pervertida, hacen cosas infames,
ya no hay quien haga el bien
(Salmo 53)
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La puerta se cerró justo en su cara, no era la primera vez que su hermana hacía eso. Desarrugándose la falda de color rosa bajó del carro del ministerio, se balanceó perfectamente en sus letales tacones de punta de aguja de diez centímetros de alto; avanzó entre la muchedumbre, sintiéndose la reina de Inglaterra. Tronó los dedos y un elfo domestico, encantado para parecer un humano, empujaba su carrito con mucha dificultad.
Sacó un espejo y se miró una vez más en él; diciéndose a sí misma, que cada día era más hermosa. Sonrió tontamente y guardó el espejo en uno de sus bolsillos. Confundiéndose con los muggles del lugar, la joven atravesó la barrera del andén nueve y tres cuartos.
El humo se alzaba por encima de los techos. El tren escarlata brillaba intensamente a la luz del día caluroso del primero de septiembre, del año en curso.
Los pañuelos blancos a la vista le revolvieron el estomago, con su imagen andrógina se montó en el tren sin volver la vista hacia atrás, pues las miradas de reproche le llegaban por todos lados, una vez más, hizo caso omiso del mundo a su alrededor.
Vestido victoriano de terciopelo negro, una cruz retrinchada verde oscuro al pecho, con un fino delineado en plata. Cabello negro azabache suelto al viento, lo más alisado posible, collares toscos y de figuras extrañas brillando. Botas militares hasta las rodillas, uñas pintadas de negro, piel blanco papel, sombras, ojos delineados y el clásico labial, de color negro; con su espectacular atuendo que ni el más loco de los diseñadores de moda calificaría como "in" era como ella, hacía acto de presencia.
Quienes le conocían pasaban de ella de inmediato y los novatos le miraban como sí fuera una especie de niña incomprendida, lacra de la sociedad. Entró en el primer compartimiento vacío y se encerró en su infinita soledad. Tomó el primer libro que estuviera a la mano y comenzó a leerlo. No quería, soportar el desfile de modas que pronto se presentaría.
El tren anunció su salida con ese agudo silbido que a muchos padres les sacó las lágrimas, porque sus "peques" irían al colegio. La joven suspiró pesadamente cuando sintió al tren avanzar, aquella serpiente escarlata tenía una sola parada: Hogwarts.
Sí, Lily Evans iba de nuevo a Hogwarts —para ser precisos a su séptimo año— era el mejor colegio de toda Europa —entiéndase la ironía— con los mejores profesores, los mejores alumnos y claro…el peor director que en toda su existencia —Hogwarts— haya visto. Pasó la hoja del libro y siguió leyendo. Desde que nació sus puros padres le habían dicho que cuando tuviera once años iría a Hogwarts; ese era su objetivo, aparte de otras trescientas cosas más que tiene que hacer una sangre pura. Entraría en ese colegio porque sus padres estudiaron ahí, sus abuelos también, sus bisabuelos y sus tatarabuelos, y sus tataratatarabuelos, y sus tatara...unas treinta generaciones había pasado por Hogwarts cuando menos; claro todas en la misma casa: "Slytherin."
Así que siguiendo con el linaje y la tradición, ella y su estúpida hermana melliza —Petunia—, estudiaban en ese colegio, en la misma casa¡Que novedad! —otra ironía—.
El ruido proveniente de afuera le sacó de sus recuerdos, obligándola a mirar al frente. Alzó la ceja derecha a manera de decir: "¿Pero qué tenemos aquí?" Severus Snape corriendo como flecha hacia la derecha, risas amortiguadas que poco a poco adquirieron fuerza y oh…el club de fans —bolsas para el mareo listas—, ahora que lo meditaba por eso tenía un libro en las manos. Enfrente de ella estaban pasando los amos y señores del título honorario a la: "Perfección…de la Idiotez." Las chavitas se aglomeraban para verlos pasar y besar el suelo que ellos pisaban —interrumpimos para vomitar— lanzar suspiros desesperados, aventarles desde rosas hasta sostenes y demás cosas que sólo una estúpida sin cerebro hace para llamar la atención de un…"macho" —compréndase el sarcasmo—. El chico de ojos ágata cruzó su mirada con ella durante aproximadamente dos segundos, y cinco chicas casi intentan atravesar la puerta para arrancarle los ojos, pero una de sus típicas miradas fieras, fue capaz de mantenlas a raya. Cuando el desfile de payasos terminó, el pasillo volvió a quedar completamente vacío.
Merodeadores, sólo de oír ese nombre le daban ganas de vomitar.
¿Qué quienes eran los merodeadores? Bueno era…un patético grupo de Gryffindor conformado por los animales más idiotas de todo Hogwarts, liderado por el chimpancé más imbécil que Lily había conocido en toda su vida: James Potter; alto, delgado, la chica suponía que debía ser tan velludo como los monos, de cabellos negros que gustaba de alborotar de vez en cuando. A la joven le recordaba a los chimpancés cuando se rascaban la cabeza y hasta hacia un gesto con los labios similares a estos animales, hábil con las manos ¿Y como no iba a serlo? Por herencia genética tenía esa habilidad, después de todo, los monos se columpian de árbol en árbol ¿no? Un miope cuatro ojos, mm…bueno los monos eran algo miopes.
En definitiva si se quería hacer un eufemismo de James Potter para que no se viera tan aberrante, sólo se tenía que ver a un chimpancé macho de pelo negro en celo y son¡idénticos!
El segundo en la lista era el bello y hermoso mandril de Sirius Black¿Habéis visto ese simio de pompas rosadas y cabellos de plumero que los punketos envidian? Bueno pues exactamente ese animal es la viva imagen de Sirius Black, siempre meneando el trasero para atraer a las hembras y cuidando de su hermosa melena. De aspecto imponente y medio idiota; bueno en el caso de Black completamente idiota. De cara llamativa, similar al aplanado rostro de los mandriles con colores azules, amarillos y rojos con ojos penetrantes y fríos, siempre abiertos para ver a que hembra le cae encima para comenzar la reproducción de la especie y hasta gritar como loco para marcar a su pareja.
A estos animales; con perdón de las especies, les seguía Remus J. Lupin…el animalito tenía un poco de inteligencia, pero reía demasiado y un tanto estridente, por los que sus parientes las hienas estaban contentas de tenerlo en la manada. Corredor ágil y escurridizo, el chico de piel pálida, ojos cafés y que siempre les seguía la corriente a sus amigos, presumía de ser un carismático cuadrúpedo de inteligencia superior a las bestias de sus amigos. Con un pelaje —el chico era medio velludo algunos días del mes— entre café claro y canela.
Y esos eran…ah no olvidamos al tío que sólo destacaba en una cosa: ser más ancho que alto y por tanto era el puerquito de sus amigos y la palabra es literal; de piel un tanto rosada y cabellera clara. El chico era un autentico cerdo humano, si se le pegaba la punta de la nariz con celo mágico hacia arriba: el cuadro quedaría completo. Siempre revolcándose en las sobras de los demás, buscando entre las inmundicias algo de que vanagloriarse, comiendo de carroña y a expensas de sus amigos, con una actitud y personalidad que¡apestaba! A miles de millones de kilómetros.
Pero lo más asqueroso no era que fueran auténticos animales, si no que eran unos asquerosos: Gryffindors. Unos malditos traidores a la sangre, peor aún, uno era un media sangre que asco¡Que repugnancia!
La puerta se abrió repentinamente.
—Me gustan tus zapatos —soltó irónicamente la voz frívola, de su más amada prima.
—Bella —dijo Lily secamente.
—Ay es un placer verte prima Lily.
—Aquí no está Petunia, ni Cissy, ó Lucius, ni Severus ni…ningún otro hombre al que te tires —sentenció la joven.
—Júramelo, si no me dices no me doy cuenta —ironizó la chica de mala gana.
—Largo.
—Siempre tan…agraciada —dijo Bellatrix venenosamente—. Me entere de que te han puesto la marca —sonrió.
—Justo como a ti —contestó Lily enfadada.
Bellatrix chasqueó la lengua negativamente. —Será todo un placer ¡oh vaya¿Pero a quién tenemos aquí? Cissy.
—Hola Lily —dijo Narcisa, sonriendo meneando su brillante melena.
—Cissy —saludó la joven ácidamente.
—No sé porque te pintaste de nuevo el cabello, el color rojo te sienta mejor —comentó Narcisa, tocando el cabello de Lily.
—Es mi problema —gruñó la chica, soltándole un manotazo a Narcisa.
—Ey, pero que lindo ¿Qué son¿Rosas? Es tan femenino —dijo Narcisa, agarrando la mano de Lily; admirando sus anillos.
—Son para que cuanto te de un puñetazo en la cara, te saque los ojos.
—Que linda, yo quiero unos.
Lily rodó los ojos molesta. —Vamos Cissy, dejemos sola a Lily, tiene que concentrarse, pronto cambiara…toda su vida.
—Ah sí, tienes una suerte —dijo Narcisa, con notable hipocresía—. Que envidia.
Lily se quedó en silencio, sus dos primas había ido a tortúrala psicológicamente. Ambas sabían que ella no soportaba conversaciones como aquella, y prefería dormir con un muerto antes que soportarlo.
—¡Bella, Cissy! Lucius, Rodolphus y Vernon nos esperan. Vayamos a los últimos vagones —dijo Petunia, sonriendo desde la puerta con su traje de color rosa chillante.
—Yo primero pasaré por…bueno tengo asuntos que arreglar —dijo Bellatrix sonriendo.
—Pero no te tardes mucho con Regulus, Rodolphus se puede ponerse celoso —acotó Cissy, devolviéndole la mirada de complicidad,
El trío de arpías salió del compartimiento y Lily volvió a quedar finalmente de nuevo sola. La joven respiró profundamente y cerró la puerta con seguro para que nadie más, entrara sin su permiso.
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Se quitó las botas y las tiró al suelo un tanto cansada. La noche había sido un completo asco. ¿Qué en este mundo no era un completo asco? En primer lugar su carruaje se quedó a medio camino porque los idiotas de los merodeadores pararon todo el tráfico, al dejar escapar unos cuantos thestral incluido el de su carruaje, y volcaron algunos carruajes. Varios anduvieron a pie hasta llegar al comedor, para encontrarse con un baño de moco de troll cortesía de Peeves y los merodeadores. En la cena todo iba normal, hasta que el sombrero pareció quedarse afónico y los merodeadores reían a grandes carcajadas. Su jefa de casa les regañó pero de en balde fue todo aquello, pues a los pocos minutos la ceremonia continuó como si nada y en mitad de la cena casi toda su casa había sido convertida en animales de zoológico; que iban desde conejos inofensivos hasta cocodrilos histéricos. Por suerte, ella no había querido probar nada, pues no tenía mucha hambre que digamos.
Se terminó de quitar la ropa y así desnuda, como en los antiguos tiempos se ocupaba, la joven se metió debajo de las sábanas y se durmió, no sin antes lanzarle un hechizo a la puerta para que no pudieran abrirla desde afuera.
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Se limpió los restos del desayuno, que a Goyle le habían explotado en el comedor y caminó hasta al primera clase de la semana: que era Pociones; tres insoportables horas con cuatro anormales Gryffindor, un lelo Hufflepuff, tres tarados Ravenclaw, la arpía de su prima Bella, los mastodontes en celo de Malfoy y Lestrange y cómo olvidar a: "El señor de las sonrisas, Severus Snape."
Entró al salón indiferente, sólo los Slytherin eran los que faltaban. Pasó con su escudo de serpiente en alto por enfrente los arrogantes Gryffindor que cuchicheaban entre si. Black le hizo un gesto de asco al verla pasar, que la joven ignoró olímpicamente. Se refundió en la esquina más oscura de la mazmorra, y en completo silencio esperó a que los demás llegaran.
A paso lerdo entró el profesor Slughorn, seguido por los demás Slytherin. Snape se sentó a su lado y las clases comenzaron.
—Esta mañana nos dedicaremos a hacer únicamente la poción Getralacrime¿Alguien quiere recordarme para que sirve? —preguntó el profesor lentamente.
Su compañero de a lado, alzó la mano, fue el único que lo hizo.
—Señor Snape.
—Produce un estado de depresión total, caracterizada por el derramamiento excesivo de lágrimas —explicó Snape.
—Exacto, es un incentivo poco alentador para el comienzo de la clase, pero es una poción que pueden hacer. Tengan mucho cuidado, pues si lo hacen mal, ustedes mismos pueden inducirse a tal estado de depresión —les advirtió el profesor—. Comiencen; los ingredientes e instrucciones están en el pizarrón.
El ruido de cuchillos cortando y el caldero hirviendo era lo único audible en el salón. La joven ignoró por completo las instrucciones del pizarrón, siguiendo sus propias instrucciones. Conocía la poción recordaba haber intentado hacerla en casa…con resultados bastante alejados de la perfección, pero de cualquier forma lo intentaría con sus propios conocimientos, a su lado, Snape preparaba la poción siguiendo sus propias instrucciones.
Alzó la vista ligeramente para poder observar el color de la melaza de Glumbumble que era uno de los tres elementos principales de dicha poción. Viendo que era de buen color, destapó la botella e iba a agregarla, cuando por el cristal observó a Remus Lupin pasar "algo" por debajo de la mesa, y James Potter lo tomaba entre sus manos. Puso los ojos en blanco; esos ya intentaban hacer de las suyas. Ignorándolos por completo, agregó la melaza a la poción humeante, ahora sólo debía de agregar unos cuantos gusamocos para espesar un poco la poción. Bajó la mano hasta sus provisiones de dichos bichos, pero…esa bolsa estaba completamente vacía.
Soltó un leve gruñido, había olvidado revisar las cosas para pociones. Bajó el nivel del fuego calculando que tendría tiempo suficiente para ir y venir del armario de los alumnos.
Tomó sólo el material necesario para su poción, decidida a irse a su lugar, dio media vuelta y avanzó.
—Idiota —le gruñó la chica en la cara.
El mandril de Sirius Black le hizo un gesto desagradable.
—Tú, fuiste la miope —contestó el chico fríamente.
Lily avanzaba a su lugar como si nada, dejando a Sirius con la palabra en la boca.
—Oye no me ignores —murmuró Sirius.
La joven siguió avanzando casi hasta llegar a su lugar, cuando una mano se cerró firmemente sobre su muñeca.
—Ey te hablan ¿Sabes? —dijo James Potter.
—Aug, suéltame asqueroso traidor —clamó la chica firmemente.
—No es un placer para mi tocarte, serpiente —siseó James molesto.
Haciendo caso omiso de las palabras del Gryffindor, la chica llegó hasta su lugar, en donde vació el contenido del frasco que llevaba en mano.
—Escúchame, serpiente rastrera —dijo Sirius, plantándose enfrente del caldero de Lily.
Removió su poción indiferente a las palabras de Black, pues a ella poco le importaba.
—Nunca nadie nos ignora —dijo James firmemente.
Bostezó irremediablemente, a partir de ese momento contaba con veinte minutos de ocio.
—Hazte la que no escuchas… —comenzó a decir Sirius furioso.
Lily levantó la vista mirando fijamente a Sirius que abría la boca y decía cosas que ella no entendía, era raro…¿Por qué iba importarles que ella les ignorara? Siempre lo hizo, y siempre lo haría.
"Truco, truco, truco" era lo único que su mente repetía.
Bajó ligeramente la vista y notó como Snape le miraba discretamente, al tiempo que la mano de Lupin se escurría por entre los bordes de la mesa y robaba algunos ingredientes; ella era la tapadera perfecta.
Una mueca de furia se dibujó lentamente en su rostro. Miró a Black fijamente, el joven dejó de decir idioteces callándose por completo. Sabía lo que estaba sintiendo, su verde mirada era hostil, fría, escalofriante y aterradora.
—Sabes…no tenemos que gastar nuestro tiempo con una serpiente como tú —dijo James, dando media vuelta indiferente.
Snape dejó su caldero y fue al armario de los alumnos. Black discretamente alzó el brazo y dejó caer una bolsita dentro del caldero humeante de Snape. Claro que éste no lo notó, pues Potter y él intercambiaron algunas malas palabras y finalmente todo volvió a la calma.
—Yo revisaba mi poción —murmuró Lily suavemente.
—Evans…Evans…Evans…no jodas —gruñó Snape.
—Que tengas una placentera estancia en la enfermería —le dijo Lily fríamente, antes de dar media vuelta y observar la pared.
No sabía que era lo que Black había mezclado en la poción de Snape, pero sabía que no tardaría mucho en hacer reacción y ella no quería estar cerca. Observó a todos los alumnos del salón, cada quien estaba concentrado en su propia poción, nadie le observaba, ni siquiera Snape.
La poción de Lestrange comenzó a silbar lentamente; era el momento justo. Junto sus palmas para después colocar ambas manos sobre el caldero, un ligero destello resplandeció en las llamas que calentaban la poción.
—¡Qué demonios! —exclamó Snape, mirándola fijamente.
La joven se encogió de hombros, como si ella no supiera de lo que le estaba hablando. Apagó el fuego y vació un poco del contenido en un frasco diminuto, y otro tanto en un frasco de considerable tamaño que metió en su mochila discretamente. Agitó la varita para limpiar el caldero, tomó sus cosas rápidamente y depositó el frasco en el escritorio del profesor Slughorn.
—Señorita Evans, siempre he recibido de usted cosas buenas. Vuelva a su lugar tiene más de dos horas para hacer una poción…
—Limítese a calificarla —le dijo la joven secamente.
La joven dio media vuelta y avanzó hacia la puerta, tomó el pomo de esta y…
Todos aquellos que no fueran Slytherin reían a grandes carcajadas. Snape estaba en suelo sin cabellos o pelo alguno en la cara. La poción había explotado haciendo kaboom, justo en su rostro.
Lily miró fríamente la estancia al igual que a Snape, Malfoy se encaminaba a ver a su amigo. Sirius se partía de la risa sobre su caldero, Remus reía aunque lucía preocupado, James se agarraba el estomago mientras grandes carcajadas salían de él.
El joven de lentes alzó ligeramente la vista encontrándose con aquellas impenetrables rocas verdes que le retaban con la mirada. El chico paro de reír incorporándose inmediatamente, ambos jóvenes se miraban con mutuo desprecio. La voz del profesor Slughorn les sacó de aquel momento de conexión. James observó que el profesor alzaba lentamente a Severus Snape, para llevarlo a la enfermería. Cuando volvió a observar a la Slytherin, esta sonreía sardónicamente. El chico frunció el ceño y ésta, contenta por la victoria, salió del salón sonriendo misteriosamente.
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—Te lo digo Paddy, esa tía sabe —dijo James nervioso.
—Si lo sabe Dios, que lo sepa el mundo —exclamó Sirius indiferente.
—Coño hermano, cháscalo se lo irá a contar a Slughorn.
—Vamos James no creo, mira es una Slytherin pero…esa tan equis y tan indiferente —comenzó a explicarle Sirius secamente.
—Esperemos que por nuestro bien, sea así —le cortó.
—Reeeelaax hermano, la conozco, no dirá nada. Además sabe que no le conviene —apuntó Sirius.
—¿Por qué? —inquirió Remus.
—Porque se estaría metiendo con los merodeadores —dijo Sirius, como si estuviera señalando lo obvio.
—No sé, mira todas las Slytherin son unas…perras hijas de la fregada — soltó James fríamente.
—O zorras de grandes ligas; como tus primas —añadió Peter, mirando a Sirius.
—Sí, pero a esa el mundo le va y le viene. Es tan indiferente que aunque el diablo le diera todo el poder, ella lo rechazaría como quien rechaza a un duende— dijo Sirius firmemente—. En otras palabras es una tía, tibia en toda la extensión de la palabra.
—Suponemos que no nos queda de otra que confiar ti Sirius —dijo James lentamente.
—Gracias por el apoyo hermano —habló sarcásticamente.
—Hable con Madame Pompy…Snape estará fuera de juego durante, dos semanas —comentó Remus de repente.
—¡Perfecto! Ahora que Snape esta fuera de juego, podemos comenzar con el plan Slytherin a la maquiaveli —dijo James sonriendo.
—Seamos diplomáticos y… —comenzó a decir Sirius.
—¡Oh pero que sorpresa! El pequeño Blacky viene al rescate —ironizó la chica.
Bellatrix amenazaba a una joven de cabellos castaños con su varita.
—Sabía que algo apestaba a lombriz de agua puerca —murmuró Sirius mordazmente sacando su varita.
La joven chasqueó la lengua negativamente. —Sabes que no puedes ganarme.
—Vamos Bella, eres tan débil… —le picó Sirius.
—¡Sectumsempra! —Atacó la joven sin meditarlo.
Dos hechizos chocaron estridentemente, Sirius reían divertido.
—Eres tan predecible —comentó el chico aburrido.
—Rintu… —Alguien golpeó la cabeza de Bella haciéndole perder la concentración, la joven giró velozmente para enfrentar a su atacante.
—Flitwick viene hacia acá —susurró Lily, sin despegar los ojos del viejo libro, siguiendo su camino.
—Ah pero si es la pequeña Lilita —habló Bella infantilmente.
La joven ignoró a Bella por completo pasando a lado de Peter indiferente.
—Siempre huyendo, no sé si en ustedes es herencia genética, o algo por el estilo — continuó Bellatrix venenosamente—. De tu hermana lo entiendo es un completo cero a la izquierda pero tú, ten dignidad Lilian.
—Ten dignidad tú —contestó secamente Lily.
Sirius y James rieron suavemente.
—Stupeffy.
El hechizo fue a estrellarse contra la pared, Bellatrix quería provocarla simplemente.
—Vamos niñita, atrévete a jugar.
Remus observó a la joven que estaba de pie aún dándoles la espalda. Ella alzó la vista por arriba del libro, posó su vista hacia atrás. Remus dio un pequeño paso hacia atrás, aquella mirada le provocaba escalofríos.
James esperaba que de pronto el lanzara un hechizo a Bella inesperadamente, pero aquella tranquilidad le impacientaba demasiado. Bellatrix parecía estar calculando el pensamiento de la pelirroja porque justo cuando ésta se movió, ella se pegó completamente a la pared izquierda.
Sirius sintió como algo le pasó silbado por la oreja izquierda dejándolo paralizado. Peter lanzó un leve chillido cuando el libro chocó contra la mesa que crujió terriblemente, Bellatrix se había salvado de aquel certero golpe, por los pelos.
—¿Qué sucede aquí? —preguntó el profesor, recogiendo el libro.
—Naaa...da, solo una pequeña charla entre amigos —dijo Bellatrix—. Podría devolvérmelo, se me resbaló de las manos.
El profesor miró a los jóvenes que estaban desconcertados, no se necesita ser genio para saber que la chica de Slytherin mentía. Sin embargo el fuerte golpe sólo pudo haber sido provocado por aquel libro y tenía que haber provenido de lado contrario, donde sólo sombras y oscuridad era lo único que había. Bellatrix tomó el libro y se fue del lugar sin más, los chicos se hicieron los abscisos y se fueron del lugar de inmediato.
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La joven de cabellos platinados se estaba pintando las uñas muy dedicadamente cuando alguien se sentó pesadamente a su lado.
—Si sigues frunciendo el ceño te saldrán arrugas prematuras —le dijo la chica.
—Cissy esto es serio —habló Bellatrix molesta.
—Mmm… ¿Quién te molesto? —le preguntó Narcisa, sin despegar los ojos de sus uñas.
—¡Porque no puedo saber! —exclamó.
—¿Saber qué?
—Tu sabes, lo de Evans —se cruzó de brazos y se sentó sobre la cama.
—Mamá dijo que no era de nuestra incumbencia —contestó Cissy tranquilamente.
—Pero¿por qué¿Por qué ocultarnos algo? —insistió.
—Porque no estás lista para afrontarlo, porque no nos conviene saber...
—Oh no les conviene a ellos —le corrigió Bella.
—Sea lo que sea, Petunia no sabe nada —afirmó.
—¿Ya le preguntaste? —dijo Bellatrix sorprendida.
—Sí, y estoy segura de que no tiene ni la más mínima idea —dijo Narcisa lentamente—. Es una completa inútil.
—¿Cómo reaccionó? —inquirió Bellatrix.
—Vamos Bella, no seas tontita —dijo su hermana fríamente, y Bellatrix gruñó—. No le pregunte directamente, no soy tan…brusca como tú. Se lo pregunte de manera sutil, y no sabe nada.
—Lilian no nos dirá nada.
—Hay que saber preguntar y saber el momento —comentó Narcisa indiferente.
—Lo sé.
—Tienes que tener paciencia.
—¡No me pidas paciencia! —gruñó Bellatrix—. He tenido demasiada paciencia con Lilian; es una mole de hierro.
—Sólo es una chica tímida¿Blanco o Azul? —preguntó Narcisa, mostrando diferentes túnicas de gala.
—Azul —contestó—. Pero…es que.
—Después de todo eres su prima favorita —le recordó.
—¡No es eso! —dijo Bella, negando con la cabeza—. Me cae muy bien pero…hay veces que su indiferencia hacía las cosas, me saca de quicio.
—Tiene temple, tienes que reconocerlo —comentó Narcisa, sobre poniéndose la túnica azul y mirándose en el espejo—. Porque no te das una vuelta por su cuarto y pláticas un rato, tal vez puedas sacarle más de dos frases seguidas.
—Con suerte no me lincha al entrar.
—¿Y eso? —le cuestionó Narcisa mirándola.
—Digamos que le pique un poquito el orgullo —dijo Bellatrix indiferente.
—No tienes remedio, Bella —suspiró Narcisa, comenzando a cepillarse el cabello.
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—Así que le escribí a mi madre para que me enviará mis nuevas sombras. Vernon y yo estuvimos planeando las citas que tendremos este año, ya lo tenemos todo planeado. ¡Oh sí, es verdad! Y ya estoy comenzando con los preparativos de la boda¿No te parece divino? Las invitaciones serán labradas por elfos franceses, dicen que tienen un toque divino para la costura.
«Ah claro, es que no te he dicho: las invitaciones serán de pergamino de lino, con puntas de plata amarradas con cintas de seda, que tendrán nuestros nombres bordados con angelitos, y claro los emblemas de nuestras respectivas casas ¡Te lo imaginas, se verán divinos! —exclamó la joven entusiasmada—. Claro que…bueno mamá y yo estábamos pensando en que tal vez, tú puedas ser una dama de honor, pero nada de negro quiero que mis damas vistan de color rosa.
Lily puso los ojos en blanco. Tenía cara de haber comido doce pasteles de gusano echados a perder. Cada vez que su hermana hablaba; era para decir puras idioteces. Y eso le revolvía el estomago.
—Llegamos —murmuró la joven, cuando se detuvo delante de la puerta de la lechucearía.
—Yo me encargo de enviarle la carta a mi madre, puedes esperarme aquí —dijo Petunia.
—No, tengo una cita —afirmó Lily secamente.
—¿En serio? . ¿Con quién? Tiene que ser guapo, un sangre limpia y Slytherin —enumeró Petunia—. Dime su nombre, apuesto que lo conozco.
—Con la guillotina —respondió la joven fríamente antes de dar media vuelta.
—Eres tan antipática, tú harás que mi boda parezca un funeral. Está decidido ¡Tú no irás! —chilló Petunia firmemente.
—Mira como sufro —murmuró Lily secamente.
Petunia soltó un bufido de exasperación y un: "¿Por qué no pude tener una hermana normal?" Antes de adentrarse en la lechucearía.
Caminó a su paso lerdo por los pasillo de Hogwarts, la luna apenas comenzaba a estar en cuarto creciente. Se acercó a la ventana más cercana y observó, el frió y desolado paisaje. El bosque prohibido se alzaba imponentemente seductor e incitante a la tentación de ir a explorar sus entrañas, a lanzarse al desnudo a la aventura. Pero no una aventura para ella, ella debía permanecer en el castillo, quieta y en silencio porque ella era una dama.
Río para sí misma ante aquella gran ironía ¿Ella una dama? Una dama con botas militares hasta las rodillas, camisa negra de cuello de tortuga, falda negra, capa negra, piel pálida, uñas, delineado y sombras negras ¡Era imposible! una dama debía de ser como su hermana, o mejor dicho como Narcisa, siempre tranquila y dócil, con aspecto de muñeca y claro, el elemento sorpresa que podía ser…una arpía, una comadrona, una celestina, una puta, etc. así se supone que ella debía de ser.
Observó como las luces del castillo se apagaban lentamente una a una, era hora de ir a la cama, para lo niños buenos. Era la suerte de no ser niña buena, se sentó en el alfeizar de la ventana y esperó a que la noche siguiera lentamente su paso, con suerte y con la oscuridad de sus ropas nadie la vería.
A lo lejos escuchaba el tic, tac de algún reloj de Hogwarts, debían de ser ya las diez y media o algo así por el estilo. La vigilancia más dura comenzaría a las once en punto, así que tenía media hora para no hacer nada y después iniciar el lento recorrido hacia su dormitorio. Bostezó irremediablemente, de entre sus oscuros y densos ropajes extrajo una larga y rebuscada daga.
Tenía un mango de oro blanco formando una antigua cruz de malta, con bajos relieves que formaban diversas figuras en un estilo medio gótico. Mientras que en la base, una rosa oscura le coronaba, las otras dos partes horizontales que formaban la cruz contaban con un elaborado trabajo de filigrana, que dibujaban perversas figuras. Con un ónice en el centro, y la hoja era de doble filo, de plata pura.
Observando el mundo a través del reflejo de la plata pura, la joven se apuntó a sí misma con la daga, para finalmente apuntar hacia sus dedos y comenzar a limpiarse las uñas. Era un gesto totalmente desagradable para algunas personas, pero para aquellos momentos en lo que no tenía nada que hacer, resultaba ser entretenido además de que contribuía a su higiene personal.
Once campanadas resonaron lenta y sobriamente, la chica se movió de su lugar. Se sacudió el polvo que podía haber agarrado del lugar, limpió meticulosamente su daga con la manga de su capa cuidando de apenas si tocar el filo de la daga, pues no quería estropear su nueva capa. Finalmente la guardó entre sus ropajes y comenzó a caminar lentamente confundiéndose con las sombras del castillo.
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—Te digo, Paddy, Filch me preocupa un comino —aclaró James molesto, al tiempo que evitaba que la cera de su vela le quemara la mano.
—A mí también, el único preocupado aquí es Moony —gruñó Sirius, saliendo de su escondite.
—No debemos tomar a Filch a juego, la última vez la señora Norris… —comenzó a decir Remus.
—La señora Norris es aparte, me importa poco lo que digan, hacemos las cosas como digo y punto en la boca —ordenó James.
—¡Joder! no estés de mala leche ya verás como Alysha volverá contigo —comentó Sirius indiferente.
—No toques ese punto —exclamó James, amenazando a Sirius con un dedo.
—Si ya, ya no sé qué vez en aquella chica, es linda…pero es una descerebrada —dijo Sirius sinceramente.
—No me gustaba en lo absoluto "Corazón de melón" —señaló Remus imitando la voz aguda y chillona de una chica.
—Yo no critico a tu "Nessa" —farfulló James.
—Vanesa tiene un coeficiente intelectual muchísimo más alto que Alysha. Habla sobre ciencia y arte, no sobre barnices y labiales —le defendió Remus.
Los chicos comenzaron a murmurar discutiendo sobre las chicas.
—¡Ey silencio! las chicas son lo de menos, ellas van y vienen como…las hojas de los árboles —dijo Sirius, al tiempo que evitaba que James apagara la luz de la vela.
—Que a ti te gusten los hombres, no es mi problema —le interrumpió James, furioso agitando la vela peligrosamente.
Las mejillas de Sirius se encendieron ligeramente ante la acusación —También me gustan las mujeres —acotó.
—Da igual…bateas del lado izquierdo y punto —dijo James.
—No es verdad, no voy a iniciar una maldita discusión sobre…mi sexualidad, sólo porque una chica se ha amarrado los calzones contigo —aclaró Sirius molesto.
—Agradecería que no bajes tu nivel de expresión —murmuró Remus.
—Hablo como se me hincha la gana —espetó—. ¡Vamos James¿Es que nunca entiendes? Es otro de sus berrinches de niña mimada, cuando su popularidad baje, entonces volverá contigo.
—Por el bien de los tres será mejor callar —susurró James firmemente—. ¿Dónde diablos se ha metido esta vez Peter?
Sirius se encogió de hombros al igual que Remus. James soltó un resoplido de exasperación.
—Le dije: puntual. ¿Qué tanto pude uno tardarse en ir por una simple sustancia? Diablos, estamos en los terrenos de las serpientes y si nos tardamos demasiado podremos darnos por muertos
—Esos asquerosos bichos siempre se duermen pasada la media noche —comentó Sirius.
James apretó la vela de su mano y suspiró pesadamente. Alumbró de un lado hacia otro, esperando a que su amigo llegara, no obstante éste no llegaba. Remus se recargó en la pared al tiempo que Sirius se miraba las manos en busca de algo. De pronto las pisadas apresuradas de alguien, llegó hasta los oídos de los chicos.
Remus se incorporó, Sirius dejó de mirarse las manos y James alumbró a su derecha. Nada aparecía por aquel lugar, escuchando el sonido cada vez más cerca, el chico intentó aumentar la intensidad de su iluminación. Remus apuntó con su varita a la vela y…
La vela rodó por el suelo apagándose. James se fue a estampar contra Sirius, mientras que Remus besó la pared limpiamente. Sirius iluminó el lugar con su varita y ayudó a James a parar al chico que les había empujado.
—¡Peter ¿eres tonto ó qué?.! —preguntó James molesto.
—Fafafaaannn…tttasssma —murmuró el chico aterrorizado.
—Claro que hay fantasmas, hay muchos fantasmas en el castillo —dijo James exasperado.
—Nooo, faaantasma mamalo, trato de hacerme daño ¡y no era Peeves! —exclamó Peter estrepitosamente.
—Ya…claro y venía persiguiéndote ¿no? —se burló Remus sardónicamente, y Peter asintió efusivamente con la cabeza.
—Vamos Peter, no… —rió James.
El chico alzó la mano señalando atrás de James con un rostro completamente blanco y libido. James se puso por alguna razón nervioso, algo le recorrió la espina dorsal que le hizo enderezarse por completo. Giró su cabeza y después lentamente su cuerpo, cerró ligeramente los ojos y cuando los abrió, dio un ligero paso hacia atrás.
Una joven de piel pálida y sombras negras les miraba con un rostro indiferente.
—Tú ¿Qué diablos haces aquí? —le cuestionó James rudamente.
La chica pasó de él como si no existiera.
—Ey, te estoy hablando. Mira…te pase que me ignoraras en la clase de pociones, pero ahora… —habló James furioso.
Harto de que le ignorara, le jaloneó por el brazo bruscamente. Sintiéndose imponente apretó su mano sobre la muñeca de la chica.
De pronto un agudo golpe cayó sobre la muñeca de él que sostenía la muñeca de la joven. Sus dedos se aflojaron, y la muñeca de ella se movió y se liberó de su fuerza.
—No me toques, asqueroso traidor —bramó la joven fríamente, antes de seguir su lerdo andar.
James frunció el ceño enojado, aquella chica le irritaba. La tomó por el hombro rudamente, ésta volteó y le soltó un tremendo manazo en la cara, que le obligó a retroceder. La nariz y el pómulo izquierdo le ardían, los anillos grotescos que adornaban las manos de la chica le había dado de lleno en la cara.
Sirius le enfrentó firmemente cortándole el paso.
—¿Acaso no sabes quienes somos? —gruñó el joven.
—Claro, son los Premios Anuales a la Idiotez Masculina —contestó la joven secamente.
—Mira capullo —dijo Sirius, amenazando a Lily que seguía impávida—. Jolines te estoy hablando tarada —vociferó el joven empujando a Lily hacia atrás.
La joven dio tres ligeros pasos hacia atrás antes de alzar el brazo y lanzarse sobre Sirius, con los dedos pegados uno al otro y sus filosas uñas apuntado directamente a diferentes puntos del cuerpo del chico. Lily le atacaba sin piedad, pretendiendo hacer pasar su mano por el poderoso filo de una espada.
Sirius esquivaba los peligrosos ataques de la joven, el chico alcanzó a prensarle por la muñeca derecha, inmediatamente le pasó el brazo hacia atrás colocándoselo en la parte baja de la espalda, quedando la joven de espaldas a Sirius. La chica forcejó con el joven, que apretó la muñeca de la chica más fuerte y la tironeó hacia abajo. Ambos jóvenes parecieron perder el equilibrio. Lily se dejó caer suavemente hacia atrás, haciendo que Sirius la soltara, para no caer al suelo con ella. Esta puso todo su peso y esfuerzo en la pierna izquierda, recuperando el equilibrio. Tomó vuelo y giró velozmente mientras alzaba la pierna y le asestaba un golpe certero a la rodilla de Sirius, de lado frontal.
El chico se dobló inmediatamente, el golpe llevaba ya de por si mucha fuerza, aunado al peso de las botas militares que la joven calzaba. Sirius cayó de rodillas al suelo, al tiempo que Lily se abalanzaba de nuevo, esta vez a puño cerrado enfocando al rostro del chico. Sirius observó brillar los anillos cerca de sus ojos a la tenue luz de una varita perdida, cuando un golpe seco, detuvo el golpe a tiempo.
Remus sostenía el antebrazo de la chica, a la vez que Peter le rodeaba por la cintura para quitarla del lugar y James se acercaba a ella por el frente.
Golpeó en la boca del estomago a Peter con el codo del brazo libre, el chico exhaló un bufido de dolor. Remus soltó el antebrazo por instinto. Lily se dio cuenta de que estaba en aprietos, entonces se llevó la mano a sus ropajes. Giró sobre si y agarró al chico gordo por el cogote estampándolo contra la pared rudamente, al tiempo que con su otra mano le ponía la punta de la daga de plata, justo sobre la garganta de este.
Remus y James se quedaron estáticos ante la acción de la joven, mientras que Peter chillaba desesperado amenazado por la punta de la daga.
—¿Sabes que hay debajo de toda esa acumulación de grasa Potter? —le cuestionó Lily, girando ligeramente la punta la daga.
—¡No puedes hacerlo, te expulsaran! —exclamó James firmemente.
Lily chasqueó la lengua negativamente —¿Y? —soltó la chica fríamente.
—No eres capaz —le retó James.
Lily soltó una fría risotada que les puso a los chicos los pelos de punta. —Que ignorante eres…—comentó la joven—. Sabes Pettigrew tus amigos están tanteando tu suerte, jugando a ser los: "Todopoderosos", vamos asquerosa sangre media, suelta esa varita. Me tomara un segundo desgarrarle la garganta a este asqueroso cerdo —dijo Lily, mirando fríamente a Remus, que relajaba su brazo y colocaba sus manos fuera de los bolsillos.
—Agh —se quejó Sirius que se levantaba dificultosamente del suelo—. A tu madre no le agradaría que te expulsaran por amenazar a un alumno —intentó jugar Sirius.
—Ni a sus estúpidos padres, les agradaría que sus boloños engendros dejaran el colegio por jugarle una patética broma, a un compañero sólo…porque existe —sentenció la chica fríamente.
—Nadie te creerá. Además…te llevaran a Azkaban si le haces algo —terció James señalando a Peter.
—Te diré como morirás Pettigrew, con la plata te abriré de aquí hasta aquí —comenzó a decir Lily mientras movía la daga de izquierda a derecha dibujando una línea de más o menos siete centímetros—. Primero sentirás que el aire se te va mientras ves como tu sangre se te sale del cuello manchando todo el lugar. Intentarás respirar, pero la misma sangre que se te sale, obstruirá las vías respiratorias envenenando los pulmones. Entonces comenzarás a convulsionarte y después¡zas! Caerás al suelo probablemente muerto, o semi-inconsciente. Todo esto durante que se yo…dos o tres minutos con muchas suerte, te dará un paro cardiaco de la impresión, y entonces morirás mientras te falta la respiración y sientes como el corazón se niega a bombear tu sangre. Tú decides —comentó la joven, como si le estuviera explicando a un niño como usar su juguete nuevo.
—¡Suficiente suéltalo! —le gritó James nervioso.
Lily percibió el miedo de James en su voz. Así como disfruto de la cara de preocupación de los otros tres. —Regla numero uno, no me hables; regla numero dos, no me toques; y regla numero tres, no me molestes —dijo la joven firmemente—. Si rompes una de estas tres sencillas reglas…tú o uno de tus amiguitos amanecerá muerto. Puede que les saque las viseras, le arranque el corazón, lo mutile centímetro a centímetro o tal vez hasta lo crucifique¿Entendiste?
James asintió con la cabeza lentamente. En los fríos y vacíos ojos de la joven denotaban que ella no estaba jugando.
—Tus amigos son sensatos Pettigrew, después de todo no son tan bestias como imagine. Es una lástima que no pueda quedarme a jugar contigo, tal vez otro día juguemos…a los muertitos, en fin nos vemos —dijo Lily soltando al joven y dejándole de apuntar con la daga.
La joven balanceaba al arma entre sus dedos jugando con ella peligrosamente mientras avanzaba. Pasó a lado de Remus y Sirius indiferente. James le observó caminar hacia él, sus miradas se encontraron una vez más; tomó la daga por el mango firmemente, le lanzó al chico una sonrisa hipócrita y siguió su paso.
Respiró aliviado cuando observó por el rabillo del ojo que su cabellera negra se desvanecía en las sombras.
—Recuérdalas Potter, sino…cuigh —dijo la chica pasando ligeramente la daga manchada de sangre por su cuello.
James frunció el ceño, observó a Peter y este estaba intacto, sin gota de sangre. Después miró el cuello de la joven que estaba completamente blanco cual hoja de papel, entonces ¿Cómo se había manchado la daga? La joven volvió a sonreír, James apretó sus manos fuertemente sintiendo un escozor en su mano derecha. El chico bajó la vista y miró como una delgada línea roja corría del filo de su mano. Alzo de nuevo la vista sorprendido.
La oji-verde se puso la daga enfrente de su rostro, la observó con detenimiento y pasó lentamente su lengua por el filo de color plata, limpiando completamente la daga de aquel color rojo. Sonrió una vez más para sus espectadores y dio media vuelta sutilmente, desapareciendo en la oscuridad.
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Las confesiones de Kirsche:
Holas aquí comenzando un nuevo finc, claramente esto es un UA, por tanto es un ambiente bastante nuevo hasta para mí, como pueden observar, hay muchos cambios en este finc, Petunia va a Hogwarts como Lily y ambas son Sangre Limpia primas de chicas Black, una combinación a mi manera de ver es explosiva e interesante. Bueno espero que este capi les haya agradado tanto como a mí.
Por cierto, la frase del principio pertenece a la Biblia, aunque no tocare la religión me parece que los salmos nos dan una buena entrada a cada capítulo.
Nota: Estoy en proceso de edición de este fic, notarás cambios en algunos capítulos debido a que cuando lo escribí no prestaba mucha atención a detalles como correcta ortografía y otras cosas. He hecho algunos cambios para mejorar la lectura y el nivel. No cambió mucho el fic, quizás algunas frases se cambian para darme a entender mejor. En cualquier caso ya están avisados de que estoy mejorando el fic. Los nuevos lectores notarán que de un capítulo a otro puede cambiar el formato debido a los cambios graduales que haré, disculpen las molestias, pero no puedo editar los 21 capítulos que tiene la historia de golpe.
Atte: Kirsche Himitsu Fyrof
Dejen Reviews ¡please!
M.O.S
