1.- Asignación especial

El ruido de los caballos llamo su atención, asomo la cabeza por la ventana percatándose que su señor había vuelto de su largo viaje. Se puso en pie tomando los libros y rollos de papel con el fin de guardarlos en su respectivo lugar, para así estar preparado cuando le mandara llamar, sin embargo pasaron dos horas y tal llamado no ocurrió, lo que le hizo pensar que su señor debía llegar muy cansado y sencillamente se hubo ido a dormir.

Ya había vuelto a sacar un par de libros de las hendiduras cuando tocaron el piso. Resoplo entrecortadamente, no podía acostumbrarse tan rápido con la nueva edificación hecha a modo oriental, apenas y había conseguido permanecer sentado algunos minutos de manera recta, y ahora el hecho de que las puertas fueran correderas y de papel con madera le causaba cierto desasosiego. Al menos las Yukatas eran cómodas hasta cierto punto.

-Señor link el amo quiere verlo

-Voy de inmediato

Acomodo la prenda oriental sobre su uniforme café, no iba a dejar de portarlo por nada del mundo, sin importar ese nuevo e inusual capricho de su amo.

Camino por los pasillos expuestos admirando el consulado Germano próximo a ese lugar, la construcción siempre le hubo parecido ostentosa y magnifica cuando niño, ahora lucia modesta al lado de aquel circo que hacía más de cinco años habitaba.

Pronto llego al cuarto indicado, escoltado por una muchacha de servicio que lucía muy desalineada, cosa extraña pues esas cuestiones no eran toleradas por su Señor.

Toco el suelo con suavidad, como ese nuevo llamado tradicional del cual no estaba seguro fuera autentico, pero que no tenia de otra más que hacer, la chica le anuncio y se retiro casi de inmediato, en poco le permitieron el acceso.

Un hombre de estatura media que jugueteaba con una gema pequeña, algo "llenito" pero rollizo, con barba de candado y cabello negro corto juntado en una escasa coleta y vestido de forma similar a un feudo combinado con Rey, estaba sentado en un mullido cojín traído de la india. Esa era la probable descripción que todos darían al Heredero magnate más grande y berrinchudo de toda Alemania si no le conocieran, y hasta cierto punto acertarían, aunque seguramente se retractarían de sus palabras nadamas saber su posición. Hijo único del gobernador y dueño de la mitad del país, Su amo solía tener un carácter brusco e arrogante, tomaba todo lo que quería de quien quería, y cuando no lo obtenía hacia de todo para hacerse de ello. Hasta ahora sus gustos eran cambiantes, había traído aves exóticas y animales raros adaptando el lugar acorde a sus entornos, el año pasado el lugar se confundió con una selva y el anterior a ese con un lago de Escocia. Pero los gustos de su señor eran pasajeros, se cansaba rápido de las cosas y de los animales tan pronto lograba entenderlos o resolvía sus comportamientos, y al él le tocaba deshacerse de los infortunados, ya fuera poniéndolos en libertad o dárselos al Cheff quien experimentaba con Gusto haciendo platillos de tan raras creaturas.

Hacía más de tres meses que su amo se había obsesionado con la mujeres, las mando traer de todos lados, pero ninguna era suficiente, ni por más bella, perfecta o voluptuosa que fuera llamaba su atención. Varias chicas y princesas había sido rechazadas y las esperanzas de Gobernador de un nieto más responsable se iban al caño. Su señor se enojaba mas pidiendo encargos imposibles e peticiones que se iban a los extremos; Tokusa, Tevak y Kiredory había fallecido hace poco intentando cumplirlos y ahora solo quedaba él, un simple ciervo. Pero aquel hombre no le importaban sus muertes, y el solo podía quedarse ahí, fingiendo que aquello tampoco le había afectado.

El silencio que había en el lugar, el cual había desencadenado una hilera de pensamientos y recuerdos se fue; su señor le miro fijamente al fin dejando la pequeña canica valiosa a un lado, parecía complacido al tiempo de impaciente y hasta cierto punto desconcertado, lo sabía porque podía leer las expresiones, en especial de aquel sujeto al cual le debía la vida. No dijo nada, ni le pregunto por su estado, sabía que si estaba en aquellas condiciones y le había llamado, seria porque tenía trabajo para él; pero no recordaba haberlo visto tan ansioso en su vida como ahora, con un brillo de codicia en lo profundo de esos ojos cafés.

Pero siguió sin decirle nada, lo cual le desconcertaba de sobre manera, por lo que se atrevió a hablar.

-¿Le fue bien en su viaje a Japón señor?

Distinto a lo que creyó no reacciono violentamente como en aquella primera ocasión que fue a la isla en busca de esas famosas Geishas de las que había oído hablar. El hombre rio de manera espelúznate, estaba feliz, muy feliz. Un vacio se formo en su estomago por breves instantes, pero lo ignoro como solía hacer.

-Excelente-Exclamo complacido, pero al instante siguiente su expresión se torno más ansiosa-Te tengo un encargo especial

Evito suspirar, asintiendo suavemente en señal de acuerdo. El hombre se puso en pie empezando a caminar indicándole que le siguiera. Por largos minutos ninguno dijo nada, el solo se dedicaba a seguirle, ya se enteraría que quería ahora, era más que seguro que se tratara de lo que sea que halla traído.

Transitaron los corredores en silencio total, se le hizo raro que los criados y mucamas no estuvieran por ahí haciendo sus deberes, parecían haberse esfumado, o quizás lo que sea que su amo había traído era tan peligroso que ni siquiera había recabado en que los otros se marcharon; pero sus conclusiones se fueron al ver la larga fila que se formaba en una de las habitaciones. Se detuvo un instante pero el otro no lo hizo, por lo que volvió a caminar, sin evitar mirar de reojo aquel barrullo: varios entraban pero al momento de salir lucían tonos pálidos o tenían algún miembro cubierto de nieve; arqueo la ceja con extrañeza.

Su señor se detuvo a solo dos habitaciones de ahí, en un lugar que solo servía para guardar escobas y baldes, pensó, que se equivoco, pero el otro rápidamente se sentó en otro cojín preparado desde hacía un buen rato, el opto por sentarse a indicación en el piso, como iba haciendo desde hacía un tiempo.

-La traje, traje a quien será mi mujer-Exclamo de pronto

-Lo felicito señor

Respondió en una pequeña inclinación, se le hacía imposible que alguna chica hubiera accedido, por lo general a su señor tendía a gustarle cualquier cosa que tuviera dueño (las mujeres casadas también)

-¿Quiere que me encarga de la boda?

-Me temo que eso no sucederá-murmuro en voz sombría-nadie aprobaría esto, ni siquiera mi padre por mas desesperado que este-Volvió el tono codicioso-Pero no importa será mejor tenerle como secreto

Se quedo en silencio ¿acaso le había dado por traer quimeras o sirenas? O quizás ¿habría secuestrado a la esposa de un gobernante? ¿Otra vez?

-Link

-si señor

-Quiero que averigües todo lo que puedas de ella, su forma de ser, como piensa, sus debilidades y acciones. Cuando la tengas descifrada me traerás el informe y te encargaras de prepararla para mí, no quiero que se niegue a ninguna de mis peticiones… y hablando de ello, quiero que consigas el secreto de sus gemas

-¿Gemas?

-ah, olvide mencionarlo -sonreía con arrogancia y superioridad-Ella no es humana

Se paro del cojín, acercándose a una pared, ya ahí recorrió un pedazo de esta, parecía una ventanilla oculta delgada y rectangular, con esa sonrisa le mando acercarse para ver.

La ventanilla daba a la habitación concurrida, se podían apreciar varios de los empleados del lugar acercarse con miedo a "algo", pero a determinada distancia todos sin excepción, ya fuesen hombres o mujeres eran recibidos por una ráfaga helada que les congelaba parte del cuerpo. Sus compañeros les retiraban con ayuda de un largo palo del cual los caídos se afianzaban como si creyeran que se morirían en cualquier instante.

-Ninguno de esos inútiles se ha podido acercar siquiera-bramo su amo-son unos buenos para nada

Le vio un instante con la duda visible ¿Qué era aquello?

Su señor sonriente se hizo a un lado dejando su lugar para que pudiera ver con claridad. Link se acerco con cautela, posicionándose de la misma forma que el otro había hecho y le vio.

Parecía una persona desde el punto que se le viera, una chica de pequeña estatura, delgada y asustadiza; estaba vestida con un quimono azul cielo con blanco decorado bellamente con flores rosas, amarillas y marino, sus cabellos largos solo recogidos por un par de broches dejando lucir su longitud e inusual color: blanco, su piel pálida y sus ojos de un extraño plata. Cualquier hombre ya estaría babeando por semejante belleza de grandes ojos y delicados rasgos; incluso el mismo se sintió cohibido ante su visión.

-Koorime-Pronuncio el hombre tras de sí-Son creaturas mitológicas, las llamadas damas de hielo. Mi más rara y valiosa adquisición. Se dice que pierden a los hombres en los bosques durante las tormentas y los matan; pero solo son palabrerías, todos caen rendidos a su belleza y mueren congelados. Además de todo esto son capaces de crear un cristal único, el más caro del planeta

Le vio sacra de su bolsillo la gema que jugueteaba.

-Todas ellas la fabrican pero a nadie dicen su secreto. Quiero que también lo averigües. Así tendré todo el dinero del mundo a mi disposición y conquistare a la creatura más temida del Japón, nadie osara contradecirme después de esto.

Se echo a reír, acariciando la victoria. El rubio oía con atención sus palabras y ya había comenzado a hacer su trabajo como siempre. La creatura lucia asustada, temía el contacto de desconocidos y reaccionaba a la proximidad de los mismos, pero realmente no los lastimaba, solo lo hacía para hacerlos desistir, además lucia cansada.

-Señor debe hacer que todos se retiren, no conseguiremos nada si la hacen enloquecer, se volverá más peligrosa si se siente tan acorralada.

-Si eso quieres no habrá problema- jalo una cuerda que produjo un sonido de campanas, los empleados se fueron retirando-¿Entras ya?

-No-cerro los ojos-Ya ha visto a demasiada gente rara, necesita espacio para sentirse segura, iniciare mi investigación mañana

-Si tú lo dices entonces así será.-gruño-¿cuando crees que te tome prepararla para mí?

-No estoy seguro señor, pero será mejor que no la vea, quizás se sienta amenazada por su presencia y puede tornarse riesgoso para usted, primero hare que se acostumbre a uno, cuando lo crea conveniente a dos y cuando sea el momento le diré.

-De acuerdo-se puso en pie algo mosqueado por tener que esperar tanto-la dejare en tus manos hasta que me indiques, de ser posible extrae la información de las gemas cuanto antes.

-Como diga señor-Le dio una reverencia, ambos salieron al tiempo.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Extendió su material frente así en la mesa, debía escoger lo adecuado para ese encargo; algo pequeño para empezar, las cosas grandes lucirían sospechosas y le mantendrían en guardia. Tomo una pequeña libretita y una pluma, era suficiente con eso, y quizás un cobertor si mostraba hostilidad en su presencia.

Guardo las cosas para tenerlas a mano al despertar. Un sollozo llamo su atención, era bajo y amortiguado, se oía como el lamento de un fantasma; suspiro. Sería mala una primera impresión tan seca, en especial si se trataba de un ser tan melancólico, pero que hacer…

Una débil sonrisa se formo en sus labios, tenía una idea.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Procuro que sus pasos se oyeran lo suficiente para anunciar su presencia pero no tanto para que no se asustara más. Toco por educación musitando un "con permiso" bajo antes de recorrer con suavidad la puerta.

Estaba ahí, observándole fijamente. Dio un par de pasos notando como al acto encogía y la inexpresividad de su rostro se inmutaba, lo noto aunque solo fue un poco y acorde a lo que consideró prudente se detuvo, sentándose con calma. Dio una leve inclinación y procedió en voz clara, modulando la intensidad de la misma.

-Mucho gusto soy Howard Link y a partir de ahora te supervisare- se detuvo un instante sacando algo de detrás suyo, esto puso en guardia a la otra-Te he traído un pastel de calabaza espero que nos llevemos bien.

Mostro el postre al frente en todo momento para que viera que no era peligroso. Y pareció funcionar. Oyó un gruñido intestinal, seguramente tenía mucha hambre (aunque desconocía su dieta regular) pero no se movió de su sitio. Estaba reconsiderando acercarse pero sus acciones le tomaron por sorpresa.

Primero pareció pensárselo a fondo y tras un rato hizo un leve movimiento; levanto su mano derecha pasándosela por el pelo, de adentro hacia afuera levantándoselo levemente en el proceso. De entre la mar blanca emergió una esfera dorada alada, que dando vueltas en el aire parecía analizar el entorno; para finalmente apoyarse en la mano elevada de la joven. Le vio esconderle levemente tras la manga del Kimono y al cabo de un rato la cosa emprendió vuelo a su dirección.

La esfera se detuvo a escasos centímetros de su rostro, observándole a pesar de no tener cara. Luego de un rato descendió al lado de la tarta, la olio y finalmente le mordió (con unas grandes hileras de filosos dientes). El bicho trago de inmediato y le enseño los dientes como amenazándole en cazo hubiera algo raro en el postre; pero al cabo de un rato le pareció que no había problema y con ayuda de sus patitas le arrastro hacia la Koorime. La bolita dejo la tarta y subió al hombro de la susodicha restregándose contra su cuello y recibiendo una caricia, como todo buen perro que se ha portado bien.

Link sorprendido tomo su libreta y se puso a escribir, por lo que veía la creatura razonaba bien, y podía comunicarse con otras creaturas de manera misteriosa. El ruido del metal le distrajo, elevo la vista viendo con sorpresa que del postre solo quedaban migas. Anoto de inmediato la velocidad que empleaba para comer atribuyéndola a un mecanismo de supervivencia para no ser atacadas en momentos vulnerables. Mientras anotaba la bolita llego a su lado y el noto que veía que escribía, seguro que era para comunicarlo; sin embargo el cerro la libreta al saberse observado ganándose una mordida en la oreja.

Descubrió que la bolita era muy peligrosa, ya estaba sangrando de la oreja; se cubrió de inmediato buscando un pañuelo para parar la hemorragia. Por otro lado noto que lo que le paso fue voluntad sola de la esfera (lo que la hacía creatura pensante) pues la Koorime disgustada le congelo la cola en regaño. La esferita lucia molesta y hasta con ganas de morder más pero desistió y regreso con su dueña, quien, le recibió con los brazos abiertos para poder quitarle el hielo que colgaba.

Link resoplo por lo bajo, le faltaba información. Así que decidió que por ese día había sido suficiente. Se puso en pie poniendo alerta a los otros dos.

-Iré a curarme nos vemos mañana

Dio una inclinación y salió. Ahora debía conseguir algo para no salir perjudicado por la esfera aquella.

o_O-

Niko: yes historia nueva n.n espero sus rewierts. A por cierto esta historia es doble, link se encarga por ahora de Allen pero…bueno ya lo averiguaran. XDDDDD (ríe como desquiciada)

Hasta el otro Jane