Amor fingido
"Alegría cuando tú te vas"
-Tenemos que hablar-.
3 palabras que generalmente son el comienzo de una catástrofe.
3 palabras que generan temor.
3 palabras que ella ya estaba esperando.
Hermione dejó de leer el libro que tenía entre las manos y levantó la mirada para observar a quién había irrumpido en su santuario interrumpiendo la lectura. Y ahí estaba él, alto, imponente, sin la sonrisa traviesa que siempre adornaba sus labios cuando hablaba con ella. Bueno, casi siempre. Últimamente esa sonrisa estaba ausente. Sus ojos no brillaban, un velo de tristeza en ellos los opacaba por completo.
Ella asintió suavemente.
-Lo sé Ron-.
-Esto... -señalo con la mano, primero a ella y luego a él -esto no está funcionando- dijo y su voz se quebró un poco, -cada día funciona menos-. Un gesto derrotado cruzo por su rostro mientras un sonoro suspiro salía de sus labios.
Ella lo miraba fijamente, las lágrimas amenazaban con inundar los azules ojos de Ron y sólo atinó a tomar su mano entre la suyas.
-Lo sé, lo sé, quizás nos precipitamos…- un suspiro y un beso en su mano.
-Tal vez- sentenció él con la voz dura, - gracias por todo, nunca me olvides- se dio la vuelta rápidamente, antes de que las lágrimas traicioneras resbalaran por sus mejillas y salió del lugar dejando a Hermione envuelta en sus pensamientos.
Ella suspiró y volteó para admirar el paisaje por la ventana de la torre sin levantarse de su asiento. Realmente ya lo venía venir, no le sorprendía en lo mínimo que su relación con Ron terminara de ese modo; eran tan diferentes, tan opuestos, que cada día era más difícil llegar a un punto medio con él. Las chispas saltaban entre ellos a la menor provocación.
Lo que en verdad le sorprendía es que no sentía dolor, no estaba triste, no había lágrimas. Más bien había ¿alivio? ¿alegría?
La realidad la golpeó tan fuerte que se levantó haciendo caer la silla en el proceso. Se sentía liberada. ¿Cuándo había pasado de amar ciegamente a Ron a no sentir nada por él? ¿De verdad no sentía nada? Si, ahí había algo aun, cariño incondicional, aprecio, amor, pero amor fraterno. Nada más. Y entonces todo pareció encajar.
Se acercó a la ventana de su santuario, una torre en el ala oeste del castillo que la profesora McGonagall les había facilitado a ella, Harry y Ron luego de que Hermione le pidiera un lugar en el que pudieran descansar de las miradas que los tres siempre atraían cuando recorrían los pasillos de Hogwarts; y empezó a recordar.
Había pasado muy poco tiempo desde que la guerra había terminado; la reconstrucción del castillo, los honores a los caídos, las lágrimas de dolor, el alivio de saber que sus padres estaban a salvo, la invitación para regresar a terminar sus estudios que ella había aceptado sin dudar, todo parecía tan lejano.
-Por favor, no me dejen sola- les había pedido a Harry y Ron, y ellos habían regresado a regañadientes para estar con ella. Los tres habían sido invitados para seguir la carrera de aurores sin necesidad de terminar sus estudios. Ellos aceptaron inmediatamente. Ella no. Sus intereses no iban por ahí. Sin embargo, mientras reorganizaban todo en el ministerio, les pidió que la acompañaran para disfrutar de su compañía antes de que tuvieran tanto trabajo que no los pudiera ver fácilmente.
-Pero Mione- le dijo Ron- no necesitamos volver, eres la bruja más inteligente que conozco, estoy seguro de que podrías aprobar los éxtasis sin abrir un libro de nuevo-. Harry asintió completamente de acuerdo con Ron. Por supuesto que sabían como adularla. Pero en realidad necesitaba regresar, cerrar ese ciclo para poder sanar sus heridas.
Había convivido con ellos un año entero, viviendo situaciones que nadie podría entender. Pensar en separase de Harry y Ron la hacía estremecerse al principio. Sufría sin las pociones para dormir sin soñar. Pero poco a poco iban regresando su confianza y valor habituales, poco a poco volvía a ser ella misma. Por supuesto que lo haría, ella era Hermione Granger, la prefecta perfecta, la bruja más brillante de su generación. Lograría recuperarse de sus demonios y saldría adelante cuando ellos se fueran, mientras tanto tenía hasta Navidad para disfrutar de su compaña antes de que ingresaran a la academia de aurores.
Cuando las clases habían empezado ellos trataban de pasar lo más desapercibidos que fuera posible. Misión imposible. Lugar al que iban una ola de murmullos y cuchicheos se levantaba de inmediato. Dedos señalándolos discreta e indiscretamente, miradas, susurros, exclamaciones y voces ahogadas. Chicas sonrientes que se acercaban tratando de atraer la atención de un abochornado Harry o de un petulante Ron, con risas histéricas y caídas de ojos. Chicos que pedían autógrafos, fotos, consejos o que les contaran su versión de los hechos.
Al principio ella moría de risa y trataba de encontrar el lado divertido de la situación. Pero llego un punto en que no lo pudo soportar más. Así que se dirigió a la profesora McGonagall para pedir ayuda y la recibió en forma de una torre sólo para ellos tres; lo más alejada de la mayoría de los lugares concurridos, pero cerca de las habitaciones de Gryffindor. Ella había construido su santuario allí.
-Mione, este lugar está muy lejos, siempre que venimos llego tarde a todos lados- se quejaba Ron, cuya repentina popularidad parecía no afectarle realmente.
Ron…
¿Cómo había empezado todo? Ah, sí, el beso. Después de sufrir al ver como Lavender y Ron se enredaban en todos los rincones del castillo, Hermione creyó firmemente que Ron era el amor de su vida. Sufrió horrores cuando él decidió abandonarlos a ella y Harry en medio de la batalla contra Voldemort, pero todos sus sentimientos hacía él volvieron potenciados cuando Ron regresó y le mostró su verdadero valor. O eso pensó ella hasta el beso.
Hermione siempre creyó que su primer beso sería una explosión de fuegos pirotécnicos sacudiendo todo su sistema y haciéndola estremecer hasta lo más profundo de su ser. Un momento mágico que llenaría su vida e iluminaría el vacío que se había instalado en su corazón.
Y llegó el momento. Y nada pasó. Había una chispa, sí, pero no toda la revolución que ella esperaba.
Creyó que se debía a las circunstancias del momento: en medio de una batalla de vida o muerte, con el estrés de no saber si al otro día viviría para ver la luz del sol y muerta de preocupación por Harry siendo cazado por Voldemort, definitivamente el escenario perfecto para un primer beso. Y se aseguró a si misma que si sobrevivían ese día y lo volvía a besar sentiría todas esas revoluciones en el corazón.
Cuando todo pasó la relación con Ron se dio naturalmente. En verdad lo anhelaba, se estremecía de emoción cuando pensaba en él, disfrutaba su compañía, le gustaba abrazarlo y cuando lo besaba… Nada, el vacío inundando todo su ser.
Analítica como era, Hermione pronto se dio cuenta de lo que sucedía realmente. No era amor, lo quería, sí, pero no era amor. Al principio se aterró.
-Por Merlín, ¿que voy a hacer?-. La preocupación no dejaba que pudiera concentrase en otra cosa. Tener que decirle a Ron que no lo quería como él esperaba la llenaba de culpa. Pensó en pedirle ayuda a Ginny, un consejo, algo que la guiara para salir de ese horrible bache en el que parecía haber caído. -Además, no me puedo acercar a Ginny y soltar un "Hey Gin, ¿qué puedo hacer? Me sentía más excitada cuando Victor Krum me besaba los nudillos que cuando estoy a punto de hacerlo con tu hermano"- las carcajadas salieron de su garganta en cuanto se dio cuenta de lo que estaba pensando. Además, su relación se había enfriado considerablemente, ya no eran las amigas cercanas de antes. Definitivamente hablar con Ginny no era opción.
Un suspiro sonoro salió, afortunadamente Harry y Ron no se paraban por su santuario tan seguido.
Al principio Harry había encontrado el lugar perfecto y durante un tiempo se había ocultado ahí junto con ella, después Ginny llegó al rescate de su relación y dejó de aparecer cada vez más seguido. Ron estaba ahí con ella en todo momento, esperando, cazando la oportunidad de poder tener un acercamiento más intimo con ella. Harry los dejaba solos sospechosamente y Hermione terminó convencida de que ambos habían hablado al respecto, el regreso de Ginny había sido la cereza en el pastel para que Harry dejara de acudir. Sin embargo, ella nunca cedió, no podía, no sin amor. Él pareció entenderlo pero mientras pasaba el tiempo cada vez su carácter explosivo salía a flote más seguido.
-Mione, es lo más natural, no debes de estar tan aprensiva al respecto- le dijo un día que ella lo había rechazado nuevamente. -Soy un hombre que tiene necesidades que satisfacer-. La pelea fue monumental y desde entonces Ron ya no iba tan seguido a la torre.
-¿Por qué seguimos juntos?, ¿Por qué no puedo simplemente decir adiós y dejar de fingir?- Su cerebro daba vueltas, en realidad le hubiera gustado tener a alguien con quien platicar sus problemas, a quién pedir apoyo, o simplemente que la escucharan hablar. Pero ella no era de las personas que hablaran de sus sentimientos tan fácilmente, al contrario, ella era Hermione prefecta perfecta Granger, heroína de guerra, la bruja más brillante de su generación. -Y una completa ignorante en cuanto a sentimientos- pensó amargamente, eso no estaba dispuesta a admitirlo ante nadie.
Entonces Ron regresaba a ella con sus ojos de cachorrito abandonado al pedirle perdón, a prometer que no volvería a suceder y se sentía tan culpable por su falta de amor, que sonreía y volvía a aceptar los besos que llenaban de vacío su ser.
Ahora todo había acabado finalmente. Tranquilidad, alegría, paz eran las palabras que se formaron en su mente. Se sentía liberada y egoístamente bien de no haber tenido que ser ella quien acabara con la relación. Pero estaba la otra parte, esa que estaba llena de culpa por no sentir ni un poquito de dolor con su reciente rompimiento. Esa noche no pudo dormir.
Al día siguiente se despertó temprano aprontándose para asistir al gran comedor. Tarareando una melodía que se le había pegado en algún lado, llegó a la mesa y se sentó en su lugar favorito. Sin poder evitarlo, recordó la última pelea que había tenido con Ron en ese lugar. Ese día él había tenido entrenamiento de quidditch y había llegado a su lado con una sonrisa de oreja a oreja.
-Mione, ¿podrías servirme un jugo y algo de comer? Vengo muerto-. Al principio ella pensó que estaba bromeando pero al ver su expresión se dio cuenta de que hablaba totalmente en serio.
-¿Disculpa? ¿Y no quieres que te de la comida en la boca también? - él sabía que había estado tres noches sin parar, preparando un trabajo para aritmancia, ultimando detalles y durmiendo cada que tenía algunos minutos libres, y a pesar de todo llegaba a hablarle sobre cansancio. Harry y Ginny se lanzaron una mirada de terror, dijeron algo sobre hablar con Dean, que estaba al otro lado de la mesa, y huyeron despavoridos de ahí. Definitivamente sus peleas iban escalando cada vez más frecuentemente.
- Sólo le estoy pidiendo a mi novia que me sirva algo de comer, no veo por qué te tienes que molestar- la voz de Ron cada vez más alta.
-Que soy tu novia, no tu madre Ron, yo también estoy cansada, llevo tres noches trabajando sin parar, lo sabes-. Ella trataba de no subir el tono pero le era difícil. La mirada de él le reveló que en realidad no se acordaba. -¿Lo olvidaste? No puedo creerlo, llevo una semana hablándote de mi proyecto, entonces ¿no me escuchabas?- Otra mirada llena de culpa y Ron intentando encogerse en su asiento no eran una buena señal. Se levantó antes de perder la calma por compoleto y salió directo a su santuario, sin embargo, a medio camino decidió buscar otro lugar. Seguramente Ron iría a buscarla y no tenía ganas de volver a escuchar sus disculpas. Nunca notó la mirada que no perdió detalle de su pelea con Ron ni la sonrisa burlona cuando se perdió en dirección al lago.
-Si te quedas ahí te encontrará pronto, y, por lo que veo, no quieres que te encuentre-. Una voz familiar, varonil y un tanto arrogante la sobresaltó al sacarla de sus pensamientos. -Ven conmigo, te mostraré un lugar en donde suelo pasar el tiempo-.
-¡Malfoy! Que casi me da un infarto- bromeó ella y lo siguió al claro que se escondía tras una formación rocosa y en medio de los árboles. -Un lugar perfecto- exclamó cuando él le mostro con una exagerada reverencia el sitio. -Gracias Malfoy-.
Draco Malfoy. Su antiguo enemigo, su nuevo amigo, poco a poco habían ido construyendo una relación, un tanto forzada al principio, sin embargo, cada vez se estrechaba y se volvía más profunda.
Fue una gran sorpresa para todos verlo nuevamente ahí, dispuesto a retomar el curso, como si nada hubiera sucedido. Pocos sabían que era parte de su sentencia. Hermione, Harry y Ron habían testificado a su favor durante los juicios. Bueno, Ron había hecho un berrinche monumental negándose a hacerlo. Pero al final terminó accediendo después de la magistral defensa de Hermione hablando sobre el amor a la familia, los prejuicios heredados, la falta de opciones y la exposición a situaciones horribles a tan corta edad. Incluso Malfoy tenía en su semblante lo más cercano a una expresión de emoción y agradecimiento cuando ella terminó de hablar.
Luego todo fue indiferencia, se saludaban, compartían clases. Un par de "¿cómo estás? ¿Bien? Me alegra". Pero nada más. Hasta ese día.
Hermione había salido de su santuario para actualizar su biblioteca regresando los tomos que ya había leído y poder tomar prestados unos nuevos cuando escucho unas voces en el pasillo.
-Maldito mortífago, ya verás lo que te espera- luego golpes y carcajadas. Hermione se acercó discretamente a ver que ocurría y lo que vio la llenó de indignación. Malfoy en el suelo, sus cosas regadas a su alrededor, en medio de un grupo de estudiantes, siendo golpeado cruelmente y sin piedad. Sin embargo, ni un solo sonido salía de sus labios.
-¡50 puntos menos para Ravenclaw!- Salió apresurada de su escondite, sacando la varita y apuntando a la docena de estudiantes que se quedaron petrificados con una mueca de terror en el rostro. – Y váyanse en este momento antes de que sean 100 puntos- vociferó llena de rabia al ver la cara cubierta de sangre del slytherin.
La fría mirada de él mientras ella se agachaba a recoger las cosas, con un rápido movimiento de varita puso todo en su lugar y lo ayudó a levantarse.
-Rápido Malfoy, vámonos antes de que recuerden que ya no soy prefecta y regresen a golpearnos a ambos-. Sin embargo, por pura costumbre volteó hacía los relojes de rubíes para ver el momento justo cuando varios de ellos se esfumaban del reloj de Ravenclaw. -Vaya, no me lo esperaba- murmuró entre dientes mientras se encaminaba rumbo a la enfermería. Sin embargo, él no la siguió.
-¿Qué esperas? Hay que curar esas heridas- Lo apremió.
-No creo que regresen por ti- contestó Malfoy al fin. - No quiero ir a la enfermería, odio que me vean así-. Se señaló a sí mismo mientras un gesto de desagrado y dolor aparecía en su rostro.
Hermione no se dejó intimidar y lo tomó de un brazo.
-Muy bien, si no quieres acudir a la enfermería entonces ven conmigo, te puedo ayudar-. Y sin esperar respuesta lo arrastró hasta su santuario. Sorprendentemente él no puso objeción.
Llegaron a la torre y ella sacó su botiquín de su bolso de cuentas. Sabía que ya no lo necesitaba, pero al principio tenerlo a su lado le daba una sensación de seguridad, de protección. Al menos ahora era capaz de dejarlo en la torre y no llevarlo a todas partes ante las burlas de Ron y la mirada indescifrable de Harry. En un momento Malfoy estaba completamente curado de las heridas.
-Vaya, no sabía que eras una eficiente enfermera- se sorprendió al escucharlo dirigirle más de 3 palabras forzadas. -Gracias Granger… por todo-. Un suspiro de cansancio salió de sus labios y ella levantó las cejas con sorpresa.
-No hay de qué Malfoy, pero creo estar segura de que no es la primera vez que ocurre, ¿cierto? Tienes que hablar con McGonagall, no está bien lo que estás pasando-.
-Prefiero no tener más problemas, creo haberte mencionado que odio que me vean así- una sonrisa de medio lado y se levantó dispuesto a marcharse.
-Malfoy- llamó ella con duda -este lugar, es sólo para Ron, Harry y yo, puedes venir aquí cuando gustes, ellos no vienen regularmente, y tampoco creo que tengan problema de que estés aquí. Hablaré con McGonagall sobre el asunto porque esta situación no debería repetirse.- La mirada de Malfoy reflejó sorpresa pero también un pequeño atisbo de gratitud. Se despidió con un movimiento de cabeza y se marchó mientras ella lo observaba en la distancia.
Realmente se había sorprendido cuando lo escucho darle las gracias. "Por todo" le había dicho y ella había entendido a qué se refería. Cuando estuvo presente en los juicios y lo vio tan vulnerable, tan roto, no pudo menos que defenderlo. Por Merlín, que eran sólo unos niños jugando a la guerra manipulados por un loco y sus ideales de pureza
Lo que nunca le iba a contar a nadie es que en aquella ocasión, cuando estuvo en la Mansión Malfoy, cuando Bellatrix llevó a Draco a reconocerlos, ella estaba segura de que él los iba a delatar, que gritaría sus nombres a todo pulmón y después se reiría de ella mientras disfrutaba como los torturaban a los tres. Y sintió terror. Pero entonces ocurrió algo que trastocó todo su ser.
Él se acercó a regañadientes casi sin mirarlos y negó conocerlos, a pesar de que Hermione vio claramente la sorpresa en su rostro al verlos ahí. En ese instante, mientras Bellatrix la torturaba para sacarle información, ella vio sus grises ojos y lo que descubrió la sorprendió tanto que pudo sacar valor para soportar los crucios sin volverse loca de dolor. El quería estar allí tanto como ella. Fue todo un shock darse cuenta de que Malfoy no era el horrible mortífago que siempre había pensado, si no tan sólo una víctima de las circunstancias.
A partir de ahí su opinión sobre él había cambiado radicalmente, sintiendo esa extraña necesidad de ayudarlo.
Después de que McGonagall accediera a su propuesta con evidente entusiasmo, poco a poco se había acostumbrado a la silenciosa presencia de Malfoy en su santuario. Harry y Ron parecían haberlo tomado con calma hasta que un berrinche de Ron volvió a sacudirla con intensidad.
-¿Y por qué tienes que estar con él todo el tiempo?- rugía Ron a todo pulmón mientras ella trataba de calmar las cosas frente a un indiferente Malfoy. Habían estado estudiando para el examen de pociones y ella había decidido saltarse la salida a Hogsmeade para repasar algunas fórmulas que estaba preparando para ayudar a Harry y Ron.
Por supuesto, a Ron no le hizo mucha gracia.
-Pasas todo el tiempo con tus causas perdidas Hermione, ¿qué acaso los malditos elfos ya no son suficiente? ¿Ahora también te vas a dedicar a rescatar ex mortífagos y asesinos? -el color rojo de la cara de Ron competía fácilmente con su cabello.
-Ron, no puedes decir esas cosas en serio- escandalizada, Hermione volteó a ver a Malfoy con una expresión de disculpa, pero éste ni siquiera los miraba. Ron salió hecho una furia, azotando la puerta del lugar y ella se quedó con la mirada perdida hacia la salida y la rabia recorriendo su ser.
-No deberías permitir que él te hable así- la voz fría de Malfoy la sacó de sus pensamientos y fue entonces que notó las lágrimas en sus mejillas. -Quizás seas Hermione jodidamente inteligente Granger, pero ahora no parece haber muchas luces ahí- apuntó a su cabeza con el dedo índice.
Malfoy abandonó el lugar para darle su espacio con su clásica expresión indiferente, ella secó sus lágrimas dispuesta a no dejar salir una más. Tenía que hablar con Ron, estaba decidida a aclarar las cosas más que nunca. Este amor fingido tenía que llegar a su fin.
Un par de días después él llegó a la torre para terminar la relación y ella por fin se sintió en paz.
Notas.
Después de muchos años, regreso a fanfiction después de darle forma a este pequeño fic que surgió escuchando la canción Amor fingido de Puerto Candelaria.
Sólo son 3 capítulos - 4 cuando mucho- cada uno escrito bajo el influjo de una canción. Hermione es mi personaje favorito del mundo de HP y por supuesto amo leer historias sobre ella y Draco porque tampoco concibo que terminara con Ron.
Espero que les guste.
