1.-
Escandinavia se despertó temprano, incluso antes de que el sol saliera por el horizonte, y se asomó a través de los postigos del ventanuco de su cuarto. Nevaba como si el cielo encapotado se hubiera propuesto hacer una torre helada desde el suelo hasta su cumbre. Era, en definitiva, un día horrible.
Suspiró, buscando en la bolsa de viaje de su hijo mayor las salchichas de sangre que había cocinado antes de salir de casa, pensando que sus niños tenían encima una paliza que no podían ni con su cuerpo y que hasta Dinamarca había caído redondo esa noche, sin cenar si quiera. Dos semanas de travesía bajo el peso de la nieve, el viento y una decena de tormentas que rugían con el objetivo de darles la vuelta y regresar al hogar. Pero no, porque tenían que llegar a casa de Kiev, le tocaba a él pasar el lustro en su residencia para controlar que todo fuera bien en territorios ajenos. Lo típico.
─Papá, tengo hambre.-le dijo una vocecilla chillona y somnolienta a sus pies, tirándoles de las calzas con exigencia.
─Vas a coger frío, Sve.-le regañó, cogiendo al crío en brazos y metiéndole bien arrebujado en un puñado de pieles de oso junto a su jabalí de trapo.- Todavía es temprano, ni siquiera Nor se ha despertado todavía.
─Sí que está despierto, me ha pegado una patada cuando he intentado meterle una ardilla en la cama a Finland.
─ ¿Has salido fuera?-le preguntó espantado.─ ¿Con la que está cayendo? Hijo, tú estás mal de la cabeza.
─Es que dentro no tenemos ardillas.-razonó él de vuelta, frotándose un ojo con pereza. Suecia bostezó hasta casi desencajar la mandíbula, mostrando casi con orgullo patente el hueco en su boca carente de los dos paletos frontales.- ¿Has visto que ya casi me sale el de la derecha? ¡Se me ve la puntita, ¿a que sí?!
─Sí, sí, ya eres todo un hombretón. Anda, ve a despertar al tarugo de tu hermano y pregúntales si quieren pan o queso con la leche.
─Yo quiero queso.-informó antes de bajarse de un brinco de sus brazos, corriendo al cuarto donde estaban Dinamarca dormido como un lirón y Finlandia y Noruega hablando en voz baja.- ¡Danmark! ¡Uarg!-gritó, saltando al camastro del niño rubio como si fuera un berserker furioso.
Dinamarca soltó un chillido, despertándose de golpe y pegándose un trastazo en la nuca con el cabecero del camastro.- ¡Que bestia eres, Sverige! ¡Me has hecho daño! ¡Se lo voy a decir a papá y te vas a enterar!
─ ¡Ja! ¡Eres un chivato llorón! ¡Yo no te he hecho nada, te has dado tú sólo!-Suecia soltó una risotada, señalando con su dedo regordete y burlón al otro.- ¿Ves cómo eres un torpe?
─ ¡Déjame en paz, idiota! ¡Te voy a sacar los ojos! ¡Ven aquí!-rugió, saltando del catre y persiguiendo a un muy listo Suecia, que se había dado a la fuga en cuanto el danés se hubo incorporado del suelo. Los dos formaron una tromba en la puerta de la estancia y tardaron poco en localizar la puerta de la cabaña y salir a revolcarse en la nieve como salvajes, dándose de puñetazos.
─Papá se va a enfadar un montón con ellos.-opinó Finlandia, desperezándose y desenredándose la ropa de dormir de las piernas.- ¿Sabes al final a dónde vamos?
─Ya se ha enfadado.-afirmó, con cierto regocijo, el noruego al escuchar el vozarrón de Escandinavia pegarles cuatro gritos a sus hijos mayores. Lukas elaboró una sutil y satisfecha sonrisa al escuchar el lagrimeo de Mathias, cogiendo de la mano a Tino y rebotando en la cama para bajarse. Pasaron los dos al salón, sirviendo un par de cuencos de leche con migas de pan alrededor de la chimenea de piedra y hurtando discretamente, sin que el finlandés mirara, un sorbito de la bota de hidromiel rebajada que su padre solía reservar para que Dinamarca o Suecia se cayeran redondos y que no dieran por saco en la noche; el niñito rubio había desarrollado cierto gusto por el sabor dulce del alcohol.
─ ¡Lukas!-Noruega respingó en su sitio, soltó a bota como si quemara y le dio un vistazo cauteloso a la puerta aún cerrada. Tino dejó caer una risita maliciosa al verle tan sorprendido y él le fulminó, alejándose prudentemente del recipiente.- ¿Te has levantado ya de la cama? ¡Cuida que no se quemen las salchichas!
─ Sí, Padre.- miró con molestia a su hermano-Cállate ya, no hace gracia.-le exigió, ignorando los llantos de Dinamarca y los avisos de ello de Suecia.
─Algún día te va a pillar y que Thor te asista.-le advirtió el finés con deleite, sorbiendo golosamente de su bol.- ¿Crees que le esté cayendo alguna bronca a Ruotsi? Espero que sí, que llore. Se lo merece después de matar a mi conejo, me costó un montón atraparlo.
─Deja ya a Sverige. El que está llorando es Danmark. Y es bastante divertido. .-sonrió de nuevo.-Además, si no lo mataba él, lo iba a hacer yo. ¿Qué más te da? El bicho habría acabado estirando la pata de una manera o de otra.
─Lo cacé para que pudiéramos ponerle la cabeza en las sábanas a Tanska, tonto, y empaparle el colchón del catre en sangre. Se habría muerto del susto a la mañana siguiente.-protestó el rubio, frunciendo el ceño.- Pero por culpa de Ruotsi, ni conejo ni nada.
Noruega chasqueó la lengua, disgustado, y bebió de un trago su desayuno, le dio otra chupada a la cantimplora paterna a la velocidad del rayo y preparó a toda prisa un trío de vasijas con leche y tres generosos pedazos de queso frío y duro para el resto de nórdicos.
La puerta se abrió de golpe, y pasaron corriendo los dos primogénitos a sentarse obedientemente frente a la chimenea con sus cuencos, bajo la mirada severa de Escandinavia, que cogió el suyo propio y lo acabó de un viaje, junto con el queso y las salchichas ardientes. Se limpió la boca con el brazo y antes de poder levantarse del suelo para preparar el carro ya tenía a Finlandia acomodado en su regazo, mirándole con sus grandes, inocentones y traidores ojazos marrones. Ya se la había jugado muchas veces, ese y el otro bichejo rubio al que aún no se le caían los dientes, Noruega. Eran los dos un par de monstruos de cara bonita y piel de cordero. Algo quería ese engendro rubio.
Tino le sonrió a su padre encantadoramente con todos sus dientecillos de leche, inflando los cachetes.- Papi.-le llamó con su vocecita casi de niña. Escandinavia rodó los ojos, ya previendo la catástrofe.
─Dime.-permitió con miedo, ignorando la nueva disputa en la que se habían metido sus dos primogénitos y agradeciendo que Lukas los hubiera separado a base de golpe de leño antes de le la cosa llegara a más. Bendito fuera ese niño demoníaco.
─ ¿A dónde vamos?
Inmediatamente, el barullo de voces infantiles se detuvo, y Escandinavia se encontró bajo el intenso escrutinio de tres pares de ojos azules además de los castaños del benjamín de la familia.
─A ver a una amiga de papá, Tino.-el crío no se lo tragó del todo y sus hermanos tampoco, como bien indicaron sus miradas indignadas.- ¿Os acordáis de la historia de nuestra creación, la que suelo contaros por las noches cuando tú-señaló a Dinamarca- y tú- señaló a Suecia- dais por saco lo que no está en los escritos?
─ ¿Es otra Antigua como tú?- inquirió Lukas, apartando a Mathias de una patada para que no se montara sobre Berwald. Escandinavia asintió, algo conforme de que le hubiera salido un hijo no tan borrego como los mayores ni tan flacucho como el pequeño.- ¿Y por qué no viene ella a casa? Llevamos ya casi dos semanas de viaje. ¿Queda mucho?
─En cuanto recojamos lo que seguro que habéis tirado y nos pongamos en marcha con la carreta, llegaremos a mediodía. Os aseguro que nos van a tener un caldo de pollo calentito preparado y podremos descansar.
Un par de azotes no muy fuertes en el culo de los niños y un rato más tarde, Escandinavia estaba tapado con pieles hasta las cejas, igual que sus hijos, y dirigiendo el carro hacia el Este.
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Kiev se desperezó, recogió los huevos de sus gallinas ponedoras, barrió la nieve de la entrada de su casa y despertó a sus hijos cuando el sol ya estaba alto. Mandó a Ucrania a limpiar la casa mientras ella cocinaba el desayuno y a Iván y a Natasha a por ramas para el fuego y a alimentar a los pollos, porque la última vez que la niña fue sola, el gallo se le lanzó a los ojos y tuvieron que retorcerle el pescuezo.
Kiev redescubrió a sus hijos los liantes cuando al grito de 'el desayuno', el portón de madera pesada de su casa rebotó contra la pared y, antes de cerrarse, ya estaban los tres devorando las chirivías, la cebolla y el pan.
─ Ukraina, luego acompaña a tu hermano a alimentar a los cerdos.-le impuso la mujer.- Natya y yo vamos a empezar a tejer los calzones de verano, estáis ya muy grandes para vuestra edad.
─ ¿Eh?-protestó Iván, con la apariencia de unos cinco años largos, sacándose el pan de la boca.- ¡Pero los cerdos me dan miedo!
Y con razón se quejaba el crío, puesto que eran unas bestias de ciento veinte kilos la de menos, negras y malolientes, que gruñían a todo el que se acercara.
─Me da igual, Rossiya.-le regañó su madre.- Tienes que aprender a ser un hombre, y es deber de los hombres encargarse de los animales más grandes. Tu hermana lleva haciendo eso desde que tenía tu edad, ya es hora de que empieces tú. Además, hoy tenemos invitados, que se van a quedar por largo tiempo, y no veo mejor manera de recibirles haciéndoles ver que mi hijo es una persona valiente y responsable.
─ ¿Yo puedo hacerlo?-preguntó Bielorrusia, que estaba comiendo en el regazo de Kiev, tirándole de la manga del vestido.- Quiero ayudar.
─ Claro que sí, mi vida. Tú y yo vamos a hacer ropa para nosotros y para los extranjeros.
─ ¿Son muchos? – dijo Yekaterina, limpiándole la boca a su hermano con un paño, puesto que se había pringado la boca con las chirivías.
─ Son mi amigo Skandinaviya y sus cuatro hijos, que vienen de las tierras del Noroeste. El más pequeño tiene tu edad, Vanya, y el mayor te saca unos pocos años a ti. -Le indicó a su primogénita.
─ ¿Es un guerrero? ¡Sus hijos son muy mayores!- se asombró Iván con la cucharada de cebolla casi en la boca, a lo que su madre le limpió de nuevo porque se le habían resbalado del cubierto al preguntar.
─Y muy fuertes, vienen de nuestro clima y han invadido y cuidado muchas tierras.-aseguró la eslava, viendo como su hijo se echaba a temblar.
─ ¡Yo no quiero que vengan! ¿Y si nos raptan? ¡Diles que se den la vuelta y se vayan a su casa!
Ucrania apretó los labios.- No vendrán a eso, ¿no? Sé que sois amigos, mamá, pero en cuanto nos vean, se le puede olvidar.- inquirió con la voz bailona, dejando de comer su desayuno.
Kiev soltó una carcajada y se lanzó a abrazar a sus niños, evitando por poco que Natasha saliera volando al tenerla ya enganchada a ella. Menos mal que la bielorrusa ya estaba acostumbrada a colgarse de su madre como un mono, fruto de la experiencia de innumerables caídas.- ¿Pero cómo sois así de desconfiados? Skandinaviya viene como yo fui antes de que vosotros nacierais, es una tradición entre nosotros, ¡nadie va a robarse a nadie!
─ ¿Segura? – dijo esa vez Bielorrusia, haciendo un puchero.
─ ¡Bueno! ¿Os he mentido yo alguna vez?
─ Dijiste que si dejábamos al gallo tranquilo por las noches, cantaría al amanecer siguiente, y no cantó.
─ Pero porque se murió de frío.-se justificó.
─ Dijiste que nos comprarías un burrito el invierno pasado.
─Se helaron los caminos y no pudimos ir al pueblo, ¡lo visteis!-apeló de nuevo.
─ Dijiste que nos ibas a traer pizarra y piedras blancas para dibujar.
─ Y que construirías una nueva pala para quitar la nieve.
─ Y que tendríamos un cachorro para las ovejas.
─Y que las cerdas criarían tanto que tendríamos que hacer otro corral para los lechones.
─Y que el sabor de la leche de cabra era igual que el de la de la vaca.
─ ¡Basta, basta! ¡Lo he entendido! Cuando os ofrezco una mano, queréis el brazo entero, menudas las bestias que he criado. Seguro que sois listos y convencéis a mi amigo de que haga todo eso por nosotros, ¿verdad? Sobre todo tú, bribón-Le frotó la cabeza a Rusia.-, que tienes una habilidad terrible para escaquearte de las tareas.
─ ¿Eso significa que no tengo que alimentar a los cerdos?-consultó él con esperanzas y una gran sonrisa de dientes de leche.
─ De eso nada. Tú no te libras de mí, cariño. Pero Skandinaviya es más inocentón y puedo asegurar que podréis manipularle sin problemas, porque sus hijos cumplen con las labores a rajatabla y él es igual.
'Ay, quién te oiga, mamá', pensó para sí Ucrania, tirando de la mano de Rusia para ir a por el cubo de sobras y alimentar a la piara. La madre y la benjamina recogieron los restos del desayuno; más bien, Bielorrusia correteó de un lado a otro con el mismo plato en las manos porque no llegaba a dejarlo en la pila mientras Kiev organizaba y lavaba la vajilla.
─Pero me dan miedo los cerdos.-lloriqueó de nuevo el ruso, jalando de la mano de Katya para llamar su atención.- Yo no quiero hacerlo, ¿y si me comen?
─No van a comerte, Vanya.- le consoló, cogiendo una capa gruesa de lana y atándosela al cuello, colgándose la suya propia. Le arregló los bordes del cuello y le mandó sostener el cubo con el forraje mientras ella abría la puerta.- Pero mamá tiene razón, ¿o no?-el niño asintió a regañadientes, avanzando tambaleante bajo el peso del barreño.- Todos queremos que te hagas grande y fuerte.
─Vale.- musitó no muy convencido.- Pero tú me aúpas por encima de la valla, porque si entro seguro que me pisan.
─Ya veremos, según como de agitados estén hoy.-condicionó ella.
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─ ¿Niñas? ¡Ugh! ¡Yo no quiero estar con niñas!-protestó Dinamarca al enterarse de las hijas de Kiev.
Suecia asintió, muy convencido. –Son flojas y no les gusta jugar a las luchas ni con las espadas, sino con muñecas y animalitos. ¡Los animalitos se comen, no se juega con ellos!
─ ¡Y siempre lloran!-puntualizó Mathias de nuevo, subiéndose al hombro de su padre y siendo bajado de nuevo con un empujón.
─No eres quién para decir eso, hijo.-se burló el nórdico.- Anda, estaos quietos atrás en el carro y no arméis tanto jaleo, por si os caéis.- No habrá esa suerte.- A vuestros hermanos no les importa.
─Pero porque son pequeños y tontos.
─Como las niñas.
Noruega le pegó un codazo a Dinamarca y este acabó de culo en el suelo, haciendo pucheros. Finlandia se propuso lo mismo con Berwald, pero el sueco ya estaba advertido y no había por donde golpearle; de igual modo, el dicho 'chiquito pero matón' es justificado, porque Tino terminó por colársela haciendo una finta y lanzándole una bota de repuesto guardada en un zurrón, así que el primogénito se cruzó de brazos y quedó enfadado para el resto del día con el finés, como si no se llevaran ya lo suficientemente bien.
─Pues me da igual lo que opinéis.-sentenció el padre, satisfecho con las mañas de sus hijos pequeños.- A vosotros dos lo que os hace falta son precisamente niñas, que os comportáis como cabestros asilvestrados. Ya es hora de que os inculquen educación.
─ ¡Yo no necesito de eso!-aseveró Mathias.- ¡Dame tu hacha, papá, y déjame en el bosque! ¡Soy todo un macho vikingo y no me pasará nada!
─ ¡Pues yo quiero el espadón!-eligió Suecia.- ¡Voy a matar a todos los espíritus que vengan a comerme! ¡Yo soy un vikingo!
─ ¡Yo soy más vikingo que tú!
─ ¡Sí, claro!-se burló el pequeño nórdico.- ¡Pero si el otro día viste una cabra en el bosque y saliste corriendo!
─ ¡Sverige!-chilló Dinamarca con un lloriqueo- ¡Me prometiste que no lo dirías!
Finlandia le pasó la otra bota a Noruega y este le propinó dos generosos trastazos en la nuca a cada supuesto guerrero. Dinamarca definitivamente acabó por llorar y Suecia, bravucón, se abalanzó sobre Lukas con los puños por delante, pero un grito de su padre le hizo quedarse quieto a mitad de camino, fulminando a sus hermanos y refunfuñando.
Escandinavia, ya algo harto de sus hijos, se encontró a la orilla del camino, por pura casualidad oportunista, seamos sinceras, a Ucrania y Rusia, que volvían del corral de los cerdos con el cubo vacío y el crío medio llorando.
─ ¡Niña!-la llamó, sin tener idea de quién era. Ucrania volteó, pegando un brinco del susto. Rusia tembló más todavía, pillado por sorpresa.- ¿Sabes en que parte del camino se encuentra la granja más cercana? Estoy buscando una familia de una mujer y dos hijas y un hijo pequeños.
─ ¿Es usted Skandynaviya?-le preguntó, ni corta ni perezosa, ocultando a su hermano detrás de ella.
Escandinavia frunció el ceño, disgustado con que no le dijeran lo que quería a la primera. Dirigió discretamente los dedos hacia el mango de su espadón, situado junto a su cadera.- ¿Quién eres?
─He preguntado yo primero.-se impuso ella con la voz asustada, habiendo visto de reojo el movimiento de mano y el tamaño descomunal del arma.- No le diré nada si no responde.
─No hablas la lengua de Kiev.-siseó el hombre, frunciendo el ceño y clavando sus ojos negros en el cuerpecito delgado de la niña.- ¿Qué haces por sus tierras?
Suecia, Dinamarca, Noruega y Finlandia asomaron sus naricillas sonrosadas por el frío al borde del carro, espiando a ver que se cocía fuera de su refugio de mantas y pieles.
─ ¡Deja en paz a mi hermana!-exigió Rusia con su vocecita infantil y chillona, cruzando sus brazos regordetes frente al pecho.- ¡Vete a tu casa, extranjero! ¡Déjanos en paz!
Escandinavia respingó, sin esperarse ese arranque de un niño lloroso; la experiencia con sus hijos le dictaba que cuando alguno moqueaba, al decirle cualquier cosa, lloraba aún más. Rusia, con las mejillas húmedas y heladas por las lágrimas antes derramadas, le estaba plantando cara como un toro. Le resultó gratificante. Y media fracción de segundo más tarde descubrió que ese muchachito sí que hablaba el idioma de Kiev, así que Escandinavia hizo dos más dos y se quedó contento.
─ Pero si sois sus hijos.-obvió, desfrunciendo el ceño y torciendo los morros.- ¿Por qué no me lo has dicho?-amonestó a Katya.
─Mi madre dice que no nos vas a robar, pero yo no me fío de ti. Tienes cara de malo.-protestó Iván en su lugar, señalándole con el dedo embutido en su diminuto mitón de pellejo.- Quiero que te vayas de aquí, ¡deja en paz a mi hermana, te lo he dicho antes!
A Escandinavia le faltó soltar la carcajada. Señaló hacia el carro, soltando definitivamente el hacha y retomando las riendas de los caballos.- Móntate ahí atrás con mis hijos, pequeño berserker, te prometo que no le haré nada a tu hermana. Y tú, jovencita, ven aquí.-señaló el asiento al lado del suyo.- Indícame dónde diantres está la casa de tu madre y os acercaré; nosotros llevamos un rato dando vueltas por esta porquería de bosque.
─ ¿Es usted Skandynaviya de verdad?-preguntó de nuevo Ucrania, no del todo convencida.
─ ¿Pues no te acabo de demostrar que sí? Sube, que se me están congelando los dedos de los pies y me gusta la cantidad que tengo ahora.
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─No te quedabas a gusto colonizando pedazos de hielo, ¿verdad? ¿Ahora asustas a mis niños también? Sigues siendo un niño bruto y grande, Skandinaviya.-amonestó Kiev al nórdico después de que Ucrania y Rusia, nada más ver su casa, saltaran del carro y corrieran a esconderse en el abrazo y tras las faldas de su madre.
─ Ha sido cosa de la fierecilla esa, Kiev.-se justificó señalando a Rusia.- De no ser por él, habría acabado rebanándole el cuello a tu hija mayor.- Escandinavia, el fino, señoras y señores, ganándose la confianza de la gente desde el año 200.- No me mires así, mujer, ella no me quería decir dónde estaba tu casa, no me quedó más remedio que amenazarla.
─No me gusta que apuntes a mis hijos con tus armas, Leif.
─Bien, a mí no me gusta que tus hijos me vean cara de tonto, Svetlana.-le replicó en el mismo tono.-Sve, Dan, coged a vuestros hermanos y sacadlos a jugar a la nieve; id reconociendo el terreno pero no les perdáis de vista.-les indicó antes de volverse a la Antigua.- ¿Tengo permiso para cazar a tus animales?
─Ah, ¿también quieres infartarlos del susto a ellos?-chistó la mujer con voz socarrona.- Vas a vivir aquí por años, si no me equivoco, qué mejor que por lo menos aportes carne a la mesa. Natalenka.-llamó.- Sal a jugar con los hijos de Skandinaviya y dile a Iván que acompañe a los dos mayores para que no se pierdan. A saber lo hábiles que son con la orientación en el Norte.
─ ¡Mis hijos son el Norte!-se ofuscó Escandinavia, dando un puñetazo contra la mesa.- ¡Basta de burlarte de burlarse de mí, mujer, o descubrirás las consecuencias!
Svetlana solo acertó a partirse de risa, por lo menos con la boca tapada para que a Escandinavia no le diera ese jamacuco que amenazaba desde hace un rato. El hombre rubio se mosqueó aún más, cruzándose de brazos muy airadamente y resoplando por la nariz como un buey. A Kiev casi le da un ataque.
─Está bien, Gran Vikingo señor del Noroeste, ¿quieres algo de beber? Aún es pronto para la comida y vas a tener que adaptarte a nuestros horarios.
─Yo me adapto a lo que sea, bien que lo sabes. Y mis hijos son otros muros de hielo, así que no les ofrezcas nada, aguantarán como hombres hasta que toque el almuerzo.-aseguró, inflando pecho, muy orgulloso. Kiev hasta se preocupó por la salud de los pequeños nórdicos, con un padre así de bestia.
─Lo que tú digas, Leif. Si se mueren de hambre, la culpa es tuya. Voy a ver mis cabras, tú échales un ojo a los niños, no sea que se hayan asesinado ya entre ellos.-le pidió, levantándose de la mesa.
Cuando Escandinavia salió a otear el panorama, los únicos que estaban al quicio de la muerte eran esos dos bastardos de Suecia y Dinamarca, que se habían agarrado a golpes por culpa de una bola de nieve con dirección fallida y aún no se soltaban. Les pegó dos voces y a regañadientes se separaron, el danés presumiendo de que había ganado él y Berwald cada vez más cabreado, porque ese día no dejaban de lloverle o broncas o golpes, estaba el crío a punto de morder a alguien.
─ Tú no has venido a ser nuestro nuevo padre, ¿verdad?-le dijo una vocecita aguda y enfadada tirándole de las calzas.- No te voy a dejar. A mi hermano no le gustas.
Escandinavia se preguntó qué problema tenían con él las mujeres eslavas que le odiaban todas, desde la madre hasta la hija pequeña. Cogió a Bielorrusia con sus grandes manos, manteniéndola alejada de su cuerpo cuanto daban sus brazos; no era un gran experto en el arte de las niñas. Bielorrusia puso cara de susto al principio, y luego frunció aún más el ceño si se podía.-Vamos a ver, bonita, ¿tú cómo te llamas?
─Bájame al suelo, estúpido. No me toques. Tú no me gustas. ¡Bájame al suelo!-repitió más alto, dando una patada en el aire que casi le atina en la mandíbula al pobre nórdico.- ¡Que me sueltes!
─ ¡Svetlana!- gritó casi con pánico en dirección a los corrales de las cabras.- ¡Tus hijas están locas!
─ ¿Qué?- gritó la otra en respuesta, sin haberle oído bien. Escandinavia se lo repitió, apanicado con los movimientos de pez fuera del agua que estaba haciendo la cría en sus manos.- ¡No te entiendo, hombre!
─ ¡Que me odian!-chilló.
─ ¡Pues bien listas que son mis hijas, entonces!-respondió ella con pitorreo. -¡Deja a la niña tranquila, Leif!-le regañó, volviendo a lo suyo.
Escandinavia miró a Bielorrusia como si esta intentara morderle, que de hecho lo estaba. Ella le sacó la lengua, enfadada. A Leif le quedó claro que las eslavas estaban todas como una regadera.
─ ¿Me vas a decir tu nombre ya?
─ ¿Me vas a soltar ya?-le replicó con molestia la cría.
Escandinavia se quedó a cuadros.- ¡Sveta!-gritó de nuevo al establo.
─ ¡Por amor a Odín, Leif! ¡Se llama Natasha y no le gustas ni un pelo! ¡Deja a mi niña antes de que vaya a darte una paliza!
Escandinavia se colgó a la benjamina bajo el brazo como un saco de patatas y la soltó donde jugaban Noruega y Finlandia con la nieve.
─Chicos, esta es Natasha. Sed buenos con ella, está como un cencerro.-le explicó muy resueltamente. Al darse la vuelta y alejarse un par de pasos, una bola de nieve le acertó en la nuca con una puntería certera y escalofriante.
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Primer capítulo de la precuela de 'Lo peor' (publicada hace unas horas) y de 'Leyendas del Norte' (bastante más antigua). ¿Qué os ha parecido?
He querido ambientarlo en alguna época donde todos era críos toca-cojones, como bien podéis ver con Suecia y Dinamarca, y donde el Rusia de Himayura aflora un poco más en mí.
¿Las personalidades, diréis? Basta de sustos. Están basadas en 'Leyendas del Norte', si alguien se lo está leyendo, le quedará constancia, porque me parece una ridiculez que, siendo Suecia un vikingo hecho y derecho (es el de la personalidad cambiada que más impacta, digo yo), no va a ir por ahí calladito como un muerto y mirando a todos asesinamente (vale, eso sí). Lo de su odio con Finlandia también se explica en 'Leyendas del Norte', en este fic se van a llevar todos como perros y gatos, que para eso están asilvestrados y son los hijos de un vikingo hecho y derecho.
¿Qué pasa con Kiev? Bien, Himayura necesita mujeres, y como yo ya tengo unos cuantos OC's de Hetalia que son tíos (sólo hay una niña entre ellos), pues ya iba siendo hora. La quería un poco desequilibrada, y así me ha quedado. Es la primera vez que escribo sobre ella, lo siento, hay que pulirla un poquito.
¿Y la personalidad de Ucrania? ¡Wow, ha sido una tirada a la yugular! Sí, vale, es que no me la imagino en una época de sangre y vísceras como esa siendo una delicada florecilla de campo. Y admitamos que la Ucrania de Himayura siempre está llorando. Si hubiera sido así en mi fic, con lo bestiajos que son mis nórdicos, no habría pasado viva el primer capítulo sin que le faltara algún chacho.
¿Y Finlandia? ¡Bien, esa ha ido a la femoral! Alguien quiere llevarse una patada… NO soporto la personalidad de Finlandia tal y como todos la conocemos. ¡Por favor, se supone que eres un tío! ¡No te estoy pidiendo que eructes y te tires pedos en cada esquina, pero compórtate! ¡Pareces una mariposa empapada en miel y purpurina! Yo, en mi infinita gloria y sabiduría, he decidido que quiero un Finlandia más macho-pecho-peludo y no una niña vestida de rosa; ahora realmente se muestra como si hubiera tenido una época de destripar conejos y ponerse sus intestinos de collar. ¿Qué si es un 2P? Me la suda totalmente, voy a montar una campaña para que 2P!Finlanda se convierta en el original. ¡Queremos una nación, no un bebé llorón! ¿Y tú peleaste en la WWII? ¡Sí, claro!
Esta historia también es para disculparme con Rusia por ser una bruja con él en TODAS mis historias.
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──PD: Que nadie se ofenda por mis horribles pero muy personales opiniones sobre los personajes de Himayura, son siempre mencionados desde el respeto, aunque me exalte un poco.
──PD 2: ¿Os habéis fijado que he puesto el disclamer en la PD (1) y nadie se ha dado cuenta? Soy la caña de España XD
¡Chau!
Esto está dedicado con todo el amour de mi alma a mi Jelen, porque soy una persona horrible y me olvidé de su cumleaños. Sorry mucho, Jelen de mi vida. (Pero, titi, tú también te olvidaste del mío, así que aquí somos dos zorras en vez de una. Cállate la boca, guapa)
:)
