Se estaban peleando.
Lo dedujo cuando el florero fue a dar contra la pared y escuchaba los gritos de su hermano desde el otro lado de la puerta.
Rara vez Norge fruncía el ceño. Pero cuando ocurría, solo podía significar problemas.
Islandia suspiro por lo bajo pegándose un poco más a la puerta. Esperando secretamente ansioso consolar a su hermano cuando este saliera.
Para sorpresa del rubio, el noruego seguía recriminándole con la mirada. Como si descargar toda su ira contra un florero barato no hubiese bastado.
-No tienes por qué, ni a donde irte-
Era el colmo, se había pasado
- ¡Tu eres mío y no de nadie más!-
"¡No soy una cosa a la que puedes tener, jugar con ella y poseerla para después romper!" cada palabra y chillido de su voz le sacaba de quicio, al igual que una estocada en el corazón.
Tristemente, era verdad.
No se atrevía si quiera a verlo a la cara, ¿En qué cabeza cabía la mínima idea de enfrentarse al gran poderoso y omnipotente imperio danés ?… ¿como podría enfrentársele a aquel que amaba pero no le correspondía?
Se lo esperaba de todos.
Se lo esperaba de cualquiera menos de Noruega.
Cayo sobre sus rodillas hecho un manojo de nervios.
Y por primera vez en su larga vida, Noruega lo vio llorar.
