La Función Debe Continuar
Por Frannie Black
Inside my heart is breaking, my make-up may be flaking, but my smile… still, stays on!
Capítulo I
Confusos Recuerdos.
Era otra de las tantas noches veraniegas en Privet Drive: calurosas, monótonas, y para Harry Potter, una piedra en el zapato comparado al gran nudo que sentía atravesado en todo su cuerpo. Sabía muy bien que era su último verano ahí, en el lugar menos indicado para alguien como él, ya que en exactamente dos horas treinta minutos y cincuenta y ocho segundos, cumpliría 17 años. O sea, sería mayor de edad en el mundo mágico. Y eso también significaba, que estaba expuesto ante su mortal enemigo, causante de las mayores desdichas de su vida, Lord Voldemort.
Gracias a él, perdió a sus padres cuando tan sólo era un bebé. Y sus mortífagos, fieles vasallos de Voldemort, contribuyeron a su desamparo: Bellatrix Lestrange (y con sólo pensar en ella le hervía la sangre por destruirla) asesinó a Sirius Black, su padrino y Severus Snape, su profesor de pociones y con el que no se llevaba nada de bien, mató a Albus Dumbledore, Director de Hogwarts y por el que Harry sentía un gran respeto.
Al recordar ese último episodio, no pudo evitar las lágrimas: él fue testigo de lo que ocurrió en aquella fatídica noche. Y si intentaba dormir para así relajar su mente, no podía, porque las imágenes aparecían una y otra vez en su mente: cuando Dumbledore le pidió que se colocara su capa para subir a las escobas, los sonidos extraños que oyó y que intentó averiguar, pero Dumbledore le pidió que se fuera de ahí y luego, pronunció Expelliarmus y quedó congelado... cuando Dumbledore intentó persuadir a Draco para que no lo matara, cuando Snape presionó a Draco para que actuara de una vez y se acobardo, la mirada suplicante de Dumbledore ante Snape, su desprecio ante el Director y las malditas palabras que salieron de su boca -Avada Kedabra- que lo hicieron volar por los aires y luego cayó, inerte, al suelo... -pero el cerebro de Harry se detuvo en seco en ese último hecho, porque imágenes de los efectos del hechizo comenzaron a aparecer raudamente, uniéndose con otros más, y cerraba los ojos cada vez con más fuerza, tratando de entender, buscando el nexo, pero no había, no había un patrón definido, aunque tal vez... tal vez la idea era confundir, despistar, borrar el rastro...
Harry saltó de la cama y se tiró al suelo y comenzó a caminar de un lado a otro, haciendo ruido, pero que fue ahogado por un gran ronquido de tío Vernon. "No, debo estar loco, tal vez es producto del shock"... pero cada vez que lo pensaba, era más lógico... en eso, pisó una pluma rota y que se enterró en el pie. Aguantando el dolor, buscó una pluma buena y un trozo de pergamino, en el que escribió apresuradamente. Se levantó, esta vez cojeando un poco, y la ató a la pata de su lechuza.
- Hedwig, encuéntralos a como de lugar. Creo que les va a interesar esto. -Y entrégale esto a Ginny.- De inmediato, una sonrisa apareció en su rostro y miró el reloj: medianoche, ya podía hacer magia: con su varita en mano, susurró orchideous, apareciendo un hermoso ramo de girasoles- Muy bien, Hedwig, ya puedes irte. - El ave ululó suavemente y salió por la ventana. Al ver que se perdía en la oscuridad, volvió a tirarse en la cama y cerró los ojos, pensando en la cara de felicidad de Ginny cuando despertara y viera las flores.
