LA MAGIA DEL PRIMER BESO:

¡ADVERTENSIA! ¡ADVERTENSIA! ESTE FIC PUEDE EMPEZAR MUY BIEN Y ACABAR CON UNA CRUEL IRONIA DEL DESTINO O CUALQUIER OTRA SITUACION QUE IMPLIQUE COMEDIA, EN OTRAS PALABRAS: LEASE BAJO SU PROPIO RIESGO.

Capitulo 1.

Me llamo Candice White Andrew, tengo 16 años y hasta ahora jamás he sido besada. ¿Qué tiene eso de malo? Muy simple, soy la única de mis amigas que no ha experimentado lo que es levantarse de puntitas para alcanzar la boca del chico de sus sueños. Después de explicar todo eso ¿aun te atreves a preguntarme qué tiene eso de malo? Ya sé, seguramente eres un adulto, en fin, espero que me entiendas conforme avance mi historia.

Mis familiares y amigos dicen que soy muy madura, pero a la vez soy una atolondrada que se la vive "en la luna", supongo que a mi edad eso es lo más normal del mundo; de vez en cuando escaparse a una fantasía no tiene nada de malo, bueno, hasta que empieza a hablar dormida y a creer que de verdad lo viviste. Ahora ese es mi terrible, cruel e incurable caso.

Las fantasías se convirtieron en mi obsesión, ahora no quiero detener a mi mente y quiero seguir jugando así. ¿Qué como inicie a fantasear tanto? Pues, pienso que es por culpa del "príncipe de mi colegio", Terrence Grandchester.

Les contare acerca de "el príncipe Terry". El es hijo de una familia noble, es apuesto, ojos azules, cabello largo y castaño, a mi ver él es lo que toda chica quiere. ¿Mencione que es muy bueno cabalgando? Es un príncipe en toda la extensión de la palabra, y ahora que les cuento de él estoy suspirando, ¡DEMONIOS! ¿Por qué el destino no lo aleja de mí? El es mi peor mal, y peos aun es que no quiero curarme.

A diferencia del resto de mis compañeros de colegio, yo prefiero caminar para llegar hasta él. Para llegar me veo obligada siempre a cruzar un sendero lleno de árboles del cual mis compañeros me han contado tenebrosas historias de espantos, ahorita que me acuerdo yo le temo a los fantasmas, por eso es que pensar en eso me ha hecho temblar. Estoy segura de que las cosa no pueden empeorar… o ¿sí?

Un hermoso corcel blanco ha pasado a toda velocidad a mi lado, estuvo a punto de pasarme encima, afortunadamente nada más caí en el lodo y se ensucio todo mi uniforme, ¿acaso el cielo me odia? Vi quien fue, pero por alguna extraña razón no puedo enfadarme con él, es decir, con Terry. Eso no significa que pueda contener alguna maldición, porque, verán…

-Eres un inútil, bestia, tonto, grosero, presumido, ¿estás ciego o qué? ¡Terry idiota! –Ven a lo que me refiero.

Lo peor es que él se acaba de voltear y viene de regreso, creo que esta vez me he pasado de insolente y más con la persona que me interesa. Terry dirige su caballo hasta donde fue a dar mi mochila y descendió de su caballo únicamente para levantarlo, eso sí que puso a temblar mis piernas como gelatina (disculpen la comparación, es que tengo hambre). Terry se acerco a mí extendiendo su mano para levantarme del lodo que ya se me había olvidado, sinceramente no sé cómo debo de actuar, desearía no ser tan atolondrada en un momento así.

-Gracias, Terry –no se me ocurre decirle nada más y Terry no parece tener intensiones de charlar conmigo.

-Lo siento, no te vi en el camino. –eso es todo lo que me dijo, aunque debo decir que no esperaba una declaración de amor, con la disculpa me basta.

-¿Cómo que no me viste? No soy un microbio, soy perfectamente visible.

-Lo que pasa es nadie acostumbra venir por aquí, todo se van por la carretera privada del colegio.

-¿La carretera?

-Sí, hay una carretera que va directamente al colegio o es que tan atolondrada eres que nunca te habías dado cuenta.

Pues lo admito nunca me había dado cuenta hasta ahora, el único camino que conocía era una avenida llena de baches y para colmo por ahí el camino a pie se me hacia eterno y nunca llegaba a tiempo, esa avenida es un tormento, en especial cuando llueve.

-No es que no me haya dado cuenta, si no que caminar por aquí es tan relajante, un contacto directo con la naturaleza ja, ja, ja, ja – sí, ese es el único pretexto que se me ha ocurrido, como decirle que nunca me di cuenta de la carretera.

Un sonido acaba de interrumpir mi risa y se me ha pasado el coraje, la campana acaba de sonar y no me siento para nada salvada. Si no llego mínimo en 5 minutos me van a cerrar las puertas del colegio. Se me ocurrió voltear a ver a Terry, y el no parece preocupado, ¿Cómo diablos iba a estarlo si tiene transporte? Creo que quiero perder el control, pero si lo hago quedaré muy mal con Terry. ¡Mamá!

No tuve tiempo de pensar en una solución, Terry me ha cargado entre sus brazos y me subió a su corcel. Sí, estoy a punto de desmayarme, parece un globo rojo y no puedo evitar sudar ni mucho menos dejar de temblar, ¡dios mío, este globo se va a reventar si no termina esto pronto! Enseguida Terry se sube detrás mío, como me gustaría que me pidiera ser su novia (suspiro), ¡ay no! De nuevo estoy pensando en tonterías.

-Agárrate de donde puedas con todas tus fuerzas –me dice Terry interrumpiendo los latidos de mi corazón.

Este muchacho no me dio tiempo de encontrar de donde acarrarme porque terminando su frase hizo que el caballo fuera al galope, ahora tengo ganas de matarlo, no, mejor espero a llegar al colegio, ahora me voy a agarrar de él, espero que no le moleste y que no crea que lo hago porque me gusta.

Llegue a la escuela con el cabello más alborotado de lo que en realidad se ve, parecía que me había caído un rayo, en cuanto Terry se detuvo me eche a correr como loca directo a mí salón, ni siquiera le di las gracias.

En la clase me distraía brevemente imaginándome a mí con un vestido de princesa y a Terry como un príncipe de verdad mientras los dos montamos en su corcel, suena algo tonto ya sé, sin embargo no me importa, al menos así no escucho las burlas de mis compañeras por culpa de la gran mancha de lodo que se quedo estampada en mi falda de color gris, ¿Por qué en el gris tendrán que verse más las manchas? Bueno, que mis compañeras se sigan burlando, no me interesa, eso es mejor a que se entere que yo "la huérfana", "la plebeya", "la pobre" estuvo con su amado príncipe, si se llegaran a enterar seguro y me "fusilan".

Paty es la única que no se ha reído de mi desgracia, aunque tampoco le he contado lo de Terry, sé que ella no me diría nada, es una de las pocas que no sienten nada por el chico ese, tal vez por eso la envió tanto. Ella es mi primer y única amiga en el mundo tan hueco en el que viene a parar, al de los burgueses.

-Paty –sí, quiero compartir con alguien mi experiencia con Terry, ya no puedo retenerme.

-Dime.

La cara de Paty me inspira un montón de confianza, tal vez por eso es mi mejor amiga, además de las monjas del orfanato donde me crie. Hoy su cara no es la acepción a la regla.

-Hoy me paso algo increíble, que si te cuento seguro ni me crees y si alguien más se entera me lincha.

-Calma, calma, cuéntame.

Empiezo a nárrale mi experiencia mientras me hipnotiza por la manera en como limpia sus lentes. Me ha sonreído, parece ser que se alegra por mí, debo decir que ella se preocupa más por mi uniforme y por mi cabello que por lo que me paso.

-Candy –dice de pronto con seriedad. –no debieras andar por esos caminos tan solitarios, es peligroso, he oído que lugares así ocurren toda clase de crímenes.

-No te preocupes, de ahora en adelante me iré por la carretera del colegio.

-Así debiste haber hecho desde el principio. Es más, si tú quieres paso por ti todos los días.

-Eso suena bien, pero no quiero causarte molestias.

-Otra vez con eso de "las molestias", ya te he dicho que si fuera molestia no te ofrecería las cosa y esta vez no voy a permitir que me desprecies.

-OK, mil gracias.

Nuestra conversación se vio interrumpida por el club de fan de Terry, "las chicas del príncipe", estaban emocionadas porque Terry iba a jugar tenis en la cancha del colegio a la hora del almuerzo, por ello andaban reuniendo a las fans de cada grupo. Es obvio que yo quiero ir a verlo jugar, no voy a ir, ¿saben por qué? Porque quiero ir a almorzar a la cafetería, la comida sabe a gloria en ese colegio, se consiente muy bien a los estudiantes.

Paty volteo la cara para verme, esa mirada parecía incitarme a ir, no sé que hacer: ir o comer, he ahí el dilema. No, no me siento ahora una clase de Shakespeare, la frase se me ocurrió de repente. Soy una glotona, el comer se me convierte en un vivió repentino, pero viéndolo bien Terry es un vivió mucho más grande que la comida, lo he decidido, voy a ve a Terry.

Al sonar la campana del almuerzo todas las chicas salieron como bala directamente a la cancha de tenis, Paty y yo también corrimos para alcanzar lugar al frente. Cuando llegamos a duras penas cabía un alfiler en las gradas, como era de esperarse el club de admiradoras estaba acaparando la primera fila, sus gritos casi me dejan sorda, y yo no puedo ver a Terry bien.

-¿Te digo una cosa, Candy?

-¿Qué?

-Sería bueno que te unieras al club de Terry, ¿lo has pensado? Digo, por lo menos tendrías lugar VIP en los lugares donde participe.

-Nunca he pensado en eso porque se supone que mi tutor me mando a estudiar no a inventar porras para un muchacho.

-Prefieres seguir siendo su admiradora secreta.

-Pues no creo que él necesite otra admiradora no secreta.

Paty y yo nos echamos a reír a carcajadas, para mí lo que le acabo de decir es lo más cierto, bueno, eso siento yo. Para Terry no significo nada lo que paso en la mañana, lo más probable es que lo haya hecho por compromiso que por ganas. ¡Caray! Siento como si hubiera creado una gran hipótesis, debería de registrarlo en alguna bitácora o algo así.

Me hubiera encantado que todo lo hiciera porque se ha enamorado de mí, lo malo es que hoy es el día en el que le hable por vez primera, no sabe ni que existo. De repente me entraron unas ganas de levantarme y gritarle "¡hey, Terry estoy aquí, soy yo, a la que casi arroyas en la mañana!" Ok, acabo de quitarle el encanto a todo con eso de "soy a la que casi arroyas en la mañana".

-Olvidemos esto –le digo a Paty levantándome de mi asiento.

-Pero si es Terry

-No importa, me estoy muriendo de hambre, además ni se alcanza a ver bien desde acá.

Ojala y existiera una forma de saber lo que a uno le va a pasar, bueno, pensándolo bien es mejor que no haya nada, así la vida no tendría ni el más mínimo gramo de emoción. Bajé las escaleras para salir de la cancha y sólo alcancé a escuchar "¡cuidado!" cuando me di cuenta una pelota de tenis me había golpeado la cabeza.

El golpe me hizo perder el equilibrio y caí sentada rodeada de risas y murmullos que venían de los espectadores. La cabeza comenzó a dolerme horrible, como si me hubieran sacudido un millón de veces sin parar. En ese momento sólo quería una cosa, una bolsa de hielo y tal vez dos aspirinas. La multitud me rodeo y Paty me apretaba la mano como si de plano estuviera más muerta que viva.

Terry se acercó a mí, por supuesto que él fue el que provocó que la pelota me golpeara la cabeza.

-¿Estás bien?- me preguntó alarmado, era la primera vez que lo veía así como si el muerto lo hubiera agarrado -¿Cuántos dedos tengo aquí?

-Dos –respondí, mi respuesta fue correcta, pero no lo suficiente para dejarlo tranquilo.

Terry me alzó entre sus brazos y me llevó cargando hasta la enfermería, detrás de nosotros venían el entrenador y su ruidoso club de fans con sus minifaldas azules y pompones blancos.

Y por eso ahora estoy descansando en la cama de la enfermería, esperando irme pronto para almorzar algo y quizá, sólo quizá matar a Terry.