Hola amigus! Si, amigus! Haha! Soy nueva en esto, por favor sean gentiles, he escrito historias anteriormente, pero esta es la primera que público, no soy muy buena para adaptarme a las tiempos de castillos y esas cosas pero estoy poniendo de mi empeño para ser lo más asertiva y sencilla posible.

Ignoren mis faltas ortográficas, no acostumbro a escribir mucho en realidad y por ello es que quizás se encuentren con alguna que otra falta!...

Créditos: Haikyuu y sus personajes pertenecen a Haruichi Furudate.

Pareja principal: KageHina

Aclaración: Universo Alterno. Edad medieval.

Advertencia: Futuro Mpreg.


PROMESA BAJO LA LUNA
Miraré a la luna, pero te veré a ti

Pergamino I : "Tú eres mi meta…naciste para serlo"

Hace muchos años, un joven y noble príncipe, apuesto, de ojos color miel y cabello tan oscuro como la tierra mojada podía verse durante el verano, se enamoró perdidamente de una humilde y bella mujer, de cabellos y ojos tan oscuros como la noche solamente podía ser. El joven príncipe, perdido entre sus más profundos deseos, se acercó a la pequeña muchacha presentándose, ante tal sorpresa, la bella mujer repitió el gesto con la misma educación que aquel hombre mostraba. Desde aquel día el amor entre ambos adolescentes floreció como cual flor en primavera lo hace, la joven muchacha fue presentada en la sala del rey, padre del príncipe, como futura esposa. Y después de algunas discusiones sobre temas de poder y riquezas, el rey aceptó a la muchacha como prometida del joven príncipe.

Algunos meses después, la ceremonia solemne fue llevada a cabo, los padres de la joven muchacha fueron bendecidos con bienes y propiedades por parte del rey y el príncipe luego de acordar la boda real. El rey por supuesto, contento de que su único hijo el príncipe consiguiera una compañera, le heredó su puesto convirtiéndolo en el nuevo Rey de Aoba Johsai.

Tras un corto tiempo, el nuevo rey deseaba junto a su reina formar una familia… y posteriormente después de duros intentos, revisiones y pruebas por parte de los médicos del reino, ambos fueron sorprendidos con la noticia de que la joven muchacha era incapaz de darle un hijo al rey.

Aquella noticia devastó al dueño del trono y hundió a la reina en una profunda depresión…

—Hinata ! – llamo una mujer de cabello corto y ojos marrones – entra ya! La comida está servida.—

—Ya voy mamá! – grito energéticamente el chico de cabellos anaranjados y ojos iguales a los de su madre. Luego de un duro día de trabajo en los campos del rey, el joven se divertía en el patio de su casa con un trozo de madera y un pequeño cuchillo que utilizaba para modelar. Entre sus manos, la silueta de algo parecido a un pájaro se iba formando a medida que el filo de la navaja pasaba por sobre el trozo de leño. Recordando que su madre lo llamaba, tomo ambos objetos, guardándolos dentro de una pequeña bolsita de género que siempre llevaba consigo y entró al humilde hogar.

Hinata Shouyou, había nacido como un humilde campesino en las tierras del rey de Karasuno, su madre, quien ya tenía una edad promedio, ayudaba en los quehaceres del hogar mientras esté trabajaba en las tierras de cultivo del rey para obtener algo de ganancias para alimentarse a él y a su madre. El sol comenzaba a ocultarse, los destellos naranjas que el atardecer mostraba simbolizaban la llegada de la noche y el momento de tomar un gran descanso, luego de una jornada completamente agotadora.

Hinata, ya tienes 18 años, una mujer tan vieja como yo no puede estarte gritando frente a todos que la comida ya esta servida – reprochaba la mujer con un puchero formado en su boca mientras servía agua a su joven hijo.

—Mamaaaaaá!— llamó la atención de esta— sabes que llego cansado del trabajo, y lo único que deseo al llegar a casa es descansar y comer tus ricas comidas~ — esto último lo dijo como si de un pequeño cantito se tratase— además... —pauso, tragando un poco de la sopa que había preparado su madre- no tiene nada de malo que mi madre me grite, en realidad… me gusta. Desde que pap—

—No hables de tu padre Shouyou— le detuvo la mujer con cierto aire de disgusto- Desde que tu padre dejó esta vida, me he dedicado al cien por ti, estoy orgullosa de lo que eres y del esfuerzo que pones en cada cosa que haces, y sé que él, desde donde quiera que este, también lo hace — tomo un poco de la sopa antes de continuar- no hablemos de él en la mesa ¿si? — Hinata solo asintió mientras bebía agua, con sus ojos grandes y expresivos.

Terminado la cena, Shouyou se retiró de la mesa a su cuarto, sin antes, despedirse de su madre con un gran beso de buenas noches en su frente. Cerro la puerta de la alcoba y se tiró a su cama derrotado, pensando que el día de mañana tendría que volver a los campos a trabajar, eso le disgustaba un poco, deseaba enormemente conocer más allá de los sitios que habitualmente frecuentaba. Quería conocer el castillo ¿Como seria todo por dentro? ¿Qué clase de comida se estará sirviendo el rey en este preciso momento? Se le hacía agua a la boca solo pensar que tipo de delicias aguardaban en el lugar.

—Algún día entraré— se decía a sí mismo mirando el techo amoblado de maderas de su habitación.

Se levantó retirando las prendas de su cuerpo, para colocar sobre si el pijama que guardaba bajo la pequeña almohada de su cama.

Abrió los ojos con pesadez, el canto de los gallos eran su alarma de cada mañana. Se levantó a duras penas y se vistió rápidamente para ir a tomar su desayuno y partir a lo que sería la nueva jornada de trabajo. Saludo a su madre, bebió un tazón de leche caliente y salió de casa masticando el último trozo de pan que le quedaba.

Sus viejas botas hacían sonido con la blanda tierra, durante las mañanas vestía con humildes camisas blancas y pantalones café oscuro, su abrigo era una chaqueta de cuero que anteriormente su padre usaba, aunque le quedaba algo holgada por lo delgada que era su figura.

—Buenos días Shouyou! — saludo una tímida joven rubia de cabellos cortos, uniéndose en su camino hacia los campos.

—Buenos días Yashi! — devolvió con una sonrisa el saludo a su vieja amiga- Lista para trabajar el día de hoy? — dijo antes de bostezar.

— Claro… estoy obligada hacerlo jaja— respondió con cierta ironía en su voz. Pero, para nada molesto, la humilde muchacha era un "amor" de dioses. O así la describía Hinata.

Camino a los campos, siempre se encontraban con campesinos yendo de camino a sus trabajos, señores que de ves en cuando se paseaban por el pueblo a caballo yendo a vigilar algunos de los productos que sus aldeanos producían. Que suerte tenían aquellos que podían producir bienes desde sus propias casas, se decía Shouyou por dentro, realmente era agotador caminar hasta los terrenos del rey y luego devolverse, solo para obtener un poco de dinero, productos y agua para sobrevivir.

Llegando al lugar, pasó por la cerca que permitía el ingreso a las tierras vigilada por dos guardias en la entrada. Caminaba hasta una pequeña vivienda a recoger los materiales que utilizaría y luego se marchaba a cumplir con su labor.

Su piel era blanca como la leche, ni siquiera los fuertes rayos del sol en la mañana lograban mancharla, Shouyou sin duda había heredado la hermosa y delicada piel de su madre, su pelo anaranjado, que jugaba en contra de la gravedad, eran la gran herencia que su padre dejo antes de irse de este mundo.

—Tienes una hermosa piel pequeñito—dijo una voz a sus espaldas llamando la atención de Hinata. Este se giro para corresponder tal halago.

—Gra – gracias- quedo corto de palabras al darse cuenta de que no era un campesino común el que le saludaba, vestía un traje completamente blanco, con adornos dorados y bordeados de color verde agua, una capa del mismo color le cubría la espalda. ¿Qué tipo de persona era esta? Se veía muy diferente a como lucían sus señores — Eres…? — miro con cara de duda.

—Ah! Lo siento pequeñito, olvide presentarme. Mi nombre es Oikawa Tooru, hijo y futuro rey de Aoba Johsai — se inclinó haciendo una reverencia. Como cualquier tipo de su clase haría, solo que, frente a un campesino.

— ¿G...Gran rey?! … T...Tú eres un príncipe?! — Abrió los ojos como platos al escuchar la presentación del joven de cabellos castaños. Era de admitir que era bien guapo, perfectas proporciones y una altura que al menos el joven Hinata envidiaba. — L...Lo siento por mi falta de cortesía — se inclinó bruscamente haciendo una reverencia.

— Tranquilo … tranquilo — dijo el joven con cierta sonrisa para calmar el nerviosismo del menor.

No se veía como una persona aterradora, como solía describir su madre el tipo de príncipes, reyes o señores que habitaban la tierra. Este era casi un ángel para sus ojos, completamente perfecto.

— Dígame príncipe, ¿qué puedo hacer por usted? — rompió el silencio incomodo que se había formado- me es extraño que alguien como usted esté por estos lugares…

—Ah! Yo! Haha! Hemos venido junto a mi padre y hermano desde nuestro reino a hacer una visita a tu rey jovencito… hum…—

—H- Hinata! Hinata Shouyou! — se presentó explosivamente al olvidar presentarse con su nombre frente a tan importante persona— lo siento.

—Bien Hinata, pues, continuando con mi humilde historia, he venido a ver a tu rey, junto a mi hermano y mi padre. Como siempre estoy encerrado en el castillo, decidí salir a recorrer las tierras y mira que iba a encontrar a tan amable campesinito en mi paseo — dijo cantando mientras esbozaba una sonrisa.

—Me alegra príncipe, espero no se decepcione de las tierras de nuestro rey— se detuvo para regalarle una amplia sonrisa, solo de esas que Shouyou sabia mostrar— hum … yo, debo seguir trabajando si no le molesta- dijo algo tímido- si me ven perdiendo mi tiempo no lograre consegu-

—Adelante pequeñín — interrumpió — Ah! Pero antes debo hacerte una pregunta Shou~ supongo sabrás que dentro de los reinos, se descubrió gracias a la evolución del hombre, que algunos de estos, podían concebir bebés en sus vientres, así como la mujer lo hace. Estoy en busca de uno en estas tierras, no tengo interés en casarme con una mujer, y tener a un hombre como consorte y padre para mis futuros herederos es mi meta. Yo por supuesto no nací con tal bendición, así que… me comentaron que en este reino habían nacido dos hombres con este tipo de suerte. ¿Sabes de casualidad quienes son?

—¿Hombres? ¿Q...Qué pueden concebir bebés en sus vientres? — se sorprendió ante tal pregunta- N- no tengo idea príncipe, conozco a muy pocos debido a mi estatus social.

—Oh… vaya, debí suponerlo pequeñín — fingió actuando con decepción llevando su palma derecha a su frente- creo que te hable de algo incomodo.

—N- no para nada. P- pero… ¿En sus tierras no nacen este tipo de hombres? — pregunto tímido.

—Son muy pocos los hombres que nacen con este tipo de fortuna. En nuestro reino solo hubieron tres hombres y todos están muertos— sentenció esto último con un aire algo extraño y tétrico que puso la piel de gallina en el peli naranjo.

—Que lamentable…— fue lo único que pudo decir Hinata.

—Bien, me marcho Shou~ fue un agrado conocerte! Esperemos volvernos a ver algún día — se despidió moviendo su mano alegremente caminando hasta donde se suponía había dejado su caballo. Hinata por otro lado, sonreía y miraba el camino hasta que el príncipe abandonó todo rastro en su campo de visión. Luego de eso, un poco nervioso, continuó con su labor.

Llegada la tarde, después de terminado su trabajo, nuestro pequeño se dirigía a su hogar acompañado de Yashi. Ambos habían crecido como vecinos, se conocían bastante bien y habían entablado una relación de amistad muy apegada, quien los viera diría que son hermanos.

—Hoy el sol pegó como nunca en mi cabeza! — se quejaba la rubia con algo de fastidio.

—Tienes razón, lo peor de todo es que el agua era muy poca, quería beberme el agua del pozo completo! Haha! — rio inflando sus mejillas. Luego su expresión se torno un poco más seria y triste.

—¿Pasa algo Hinata? — preguntó con mucha preocupación su compañera, pocas veces se veía así su amigable vecino.

—Hoy … conocí a un príncipe — soltó con voz deprimente.

—¿U- un príncipe?! Woooah! !Eso debió ser súper! — se sorprendió y a la vez celebró la chica mirando a Hinata. Sabía que su joven amigo soñaba con entrar a un castillo, y qué mejor manera si conoces a un príncipe en persona? – P- pero... — cambio su expresión a uno más serio— ¿Por qué luces tan triste Shouyou?

—Él estaba en busca de algo especial… — atino a decir sin quitar su mirada del suelo.

—¿Especial? … ¿Qué cosa Shou? — sabía que algo raro estaba pasando. Y es que Hinata no era esa clase de personas que andan calladas por la vida, mucho menos tristes. Ella describía a su querido amigo como el mismísimo "Sol", su alegría contagiaba a cualquiera que lo viese, su sonrisa era brillante y su cabellera reflejaba su apodo.

—Buscaba a alguien como yo Yashi… -se escucho triste- Buscaba a alguien como yo…