Percy Jackson y sus personajes no me pertenecen, solo juego con ellos. Son propiedad de Rick Riordan.
Capítulo 1: ¡No Queremos un Campamento Unisex!
"Estaba en la cima de la Colina Mestiza. La vista era genial, como siempre. Parado junto al gran pino de Thalía, llamado así en honor a mi prima, el cual sostenía en una de sus ramas el Vellocino de Oro y era custodiado por el dragón, Peleo, tenía plena vista del valle. En este se apreciaba una granja y un gran sembradío de fresas; pero como puedo ver a través de la niebla, veo lo que en realidad es: un campamento para chicos mitad dios, igual que yo. La casa grande, con tres pisos pintados en azul y blanco, el campo de tiro con arco, la cancha de vóley, el anfiteatro, el comedor, los establos, entre muchas otras cosas.
Simplemente, el mejor lugar del mundo.
Volví a fijarme en la casa grande, y me di cuenta de que algo no estaba bien. el edificio estaba rodeado de fresas, como de costumbre, pero faltaban sus habituales dos senderos. Uno a la derecha, para llegar al campamento de los chicos y otro a la izquierda, para ir al de las chicas. Esto es extraño, la última vez que vine, en navidad, todo estaba en orden.
Comencé a mirar a los lados, con la sensación de estar siendo observado. Fije mi vista en una de las ventanas de la Casa Grande. Tenía las cortinas puestas, pero en una esquina se asomaban un par de grandes ojos grises, como una tormenta. Me miraban de manera inquisitiva y minuciosa. Me puso nervioso en verdad. Sin embargo, no pude evitar notar lo hermosos que eran…"
-Percy- abrí los ojos con pesadez, vi a mi madre en la puerta, quien me miraba con una sonrisa- es hora de desayunar, tienes que preparar tu equipaje.
Y lo que verdaderamente quiso decir mi hermosa y adorada madre, Sally, es "por favor, ve a comer para que yo pueda hacer tu maleta, que olvidaste hacer". Ella lo sabía, aunque le dije unas 20 veces anoche que no lo iba a olvidar. Esa mujer me conoce mejor que yo mismo. Es genial.
Dando tumbos con los ojos casi completamente cerrados, me fui a la cocina a desayunar con Paul Blofis, mi padrastro. Parece un actor, pero en realidad es profesor de literatura en la escuela a la que asisto. Gracias a él no me han explicado. Es un tipo muy guay.
"-Pero, Quirón…
-Ya está decidido, pequeña- Quirón, el centauro y director de actividades del campamento, hablaba con una muchacha. Estaba de espaldas a mí. Usaba unos vaqueros, una camisa naranja que creo, es la del campamento, y su cabello caía en su espalda. Era rubio y rizado como el de una princesa.
Quirón se movió de donde estaba, supuse que se encontraba en la sala de estar de la Casa Grande; ahora podía ver el rostro de Quirón y el de la chica. La rubia tenía ojos grises, intensos como el de una tormenta…como los que miraban a través de la ventana. Debía ser ella. Su rostro se me hacía extrañamente familiar.
Pero ¿por qué?, estoy seguro de no haberla visto antes, no a ella. A ver, Percy, piensa. Rubia, ojos grises e inteligentes, atlética… ¡lo tengo! Se parece a Malcom de la cabaña de Atenea. Tienen cierto parecido, pero, obviamente, ella es mucho más bonita que él.
-Por favor- ella junto las manos bajo el mentón, miro a Quirón con sus grandes y suplicantes ojos grises. Debía tener esa rutina ensayada, y era muy buena. Me fuera mirado a mí de esa manera y no hay forma de que le hubiera dicho que no. Por un momento, Quirón vacilo. Entonces entro el Señor D. se veía gruñón, como si quisiera estar en otra parte. Estaba de buen humor.
-Ya, niña- hablo Dionisio, tenía el ceño fruncido- esta fue una orden directa del Olimpo, no hay pero que valga.
-Pero…
-NO HAY PERO QUE VALGA- repitió el dios con voz fuerte, sus ojos brillaron con un leve resplandor violeta- anda a tu cabaña.
De mala gana, la rubia dio las buenas noches (hasta ese momento no había notado la obscuro que estaba el cielo) y salió refunfuñando entre dientes."
Desperté justo cuando el auto se detenía frente a la Colina Mestiza. Me despedí de mis padres con algo de tristeza pues no vería a mis padres hasta el final del verano. Pero no me duro mucho, estaba muy cerca de mi lugar favorito en el mundo. Subí la colina mientras el auto se alejaba.
En la cima, parado junto al árbol de Thalia y Peleo, vi exactamente lo mismo que en mi sueño de esa mañana. En realidad, si faltaban los dos caminos que llevaban a los dos campamentos. Tenía un extraño presentimiento, no si bueno o malo, pero incluía a la chica rubia de mi sueño.
Camine hacia el campamento, seguro de que todo estaba bien.
¿Les doy un dato curioso mío? Siempre me equivoco.
Hoy no fue la excepción.
lo supe en cuanto termine de bajar la colina. No se oía nada, y permítanme decirles que en un campamento de varones lo último que se escucha es "nada". Pase la Casa Grande y visualice la cancha de vóley. Estaba desierta; seguí por el edificio de arte y manualidades y comencé a escuchar ruido. Voces, para ser más específico.
-El anfiteatro- exclame.
Corrí, y al entrar vi a todos mis amigos y compañeros sentados en las gradas. Frente a ellos estaba el Señor D. Se estaban quejando de no-se-que, pero debía ser serio. Incluso Pólux y Castor se veían molestos con su padre. Solo capte una frase: "Ellas lo complican todo"
Sin hacer ruido, o mejor dicho, sin llamar la atención, me acerque hasta donde estaban Luke y Grover. No hablaban, pero tampoco parecían muy felices. Me senté entre ambos. Apenas me notaron, me di cuenta porque en cuanto hable, se exaltaron.
-¿Qué pasa aquí?
-Perrrcy- Grover me abrazo, teníamos mucho tiempo sin vernos. No había cambiado mucho- tenemos problemas ¡nos invaden!
La alarma en su voz logro asustarme ¿nos invadían? Es imposible. Tenemos límites mágicos, ningún monstruo o mortal puede cruzarlo. Además ¿Quién estaría tan loco para invadirnos? El olor de mi habitación sin asear mataría a un perro del infierno, ni hablar del daño que causaría la peste de los de Ares.
-Calma- al oír la voz de Luke volví a la realidad. Divagar es uno de mis problemas- solo escucha.
Mire al Señor D y me di cuenta de que estaba en verdad irritado con todo el escándalo y las interrupciones. Comenzó a brillar y todos cerramos los ojos. Había mostrado su forma divina solo para que callaran. Genial.
-¿Qué hice para merecer esto?- lo oímos lamentarse.
-¡Nadie lo manda a coquetear con ninfas prohibidas!
Los ojos de Dionisio centellaron en violeta, aún más que en mi reciente sueño. Estoy seguro de que quien grito eso fue Leo Valdez, uno de más amigos, hijo de Hefesto. Es algo raro el muchacho. Muchos contuvimos la risa para no enfurecer más al Señor D.
-Ya les explique, ahora largo de aquí o si no…
No tuvo que terminar la amenaza. Como los caballeros que somos, corrimos cual corcel salvaje y nos atropellamos por la puerta. Fue estupendo. Nada como una buena dosis de adrenalina inducida por un dios amargado y unos campistas desbocados para empezar el día. Una vez fuera del peligro me acerque de nuevo a Grover y Luke. Exigí explicaciones.
-¿Ahora que paso?
-¡Invasión!- volvió a decir Grover.
-Ya, niño cabra- Luke me miro- llegaste justo después de toda la explicación que duro cerca de 20 minutos.
20 minutos. Wau. El Señor D se extendió.
-Lo sé- dije- me quede dormido y mi equipaje…
Las palabras se atoraron un mi garganta. Habíamos llegado al área común. Definitivamente, algo no andaba como de costumbre. Mire la cabaña número 3, la mía. Era enorme. Bueno, no enorme, pero si más grande de lo que era antes. No solo la mía, todas la cabañas se habían agrandado. Aunque la más imponente seguía siendo la de Zeus.
En navidad, cuando vine, mi cabaña (chaparrita, pero sólida. Con paredes de roca marina y una gran vista al mar) era del tamaño de una cabaña de campamento normal. En su interior había espacio para 4 literas, ahora tenía el doble. Había crecido ¡las cabañas no crecen! No son personas, o plantas a las que riegas y crecen. Pensé en las posibilidades de reconstrucción, obviamente, pero no; eran las mismas paredes. Las conocía perfectamente. Incluso seguía esa pequeña y linda concha junto a la puerta, que bautice Vincent.
-¿Qué le paso a mi cabaña?- no pude evitar sonar sorprendido.
-Los dioses, todopoderosos- comenzó a decir Luke con todo el sarcasmo que encontró- la agrandaron. La tuya y todas las demás- parecía divertirle mi cara de estupefacción- ahora ocupa más terreno que antes la zona común ¿no notaste que el camino fue más largo?
-No- murmure. Venia tan distraído que ni lo note- ¿por qué han hecho esto?
-Porque tendremos visitas- dejo de sonreír, pero tenía esa mirada que yo conocía muy bien. Él estaba ansioso- y ellas tienen que estar cómodas, o eso dijo Quirón.
-¿Ellas?- dude.
-Nuestras amigas del otro extremo de la playa.
Esto en verdad no me gusta ¿en qué pensaban los dioses? ¿Nosotras? ¿Con ellos? ¡Imposible! Yo no tengo nada contra los hombres, pero h visto un par de veces su campamento ¡y es un completo asco! ¿Por qué no pudieron dejar las cabañas de este lado? Y eso me lleva a lo más indignante ¡gracias a eso las chicas estamos sentadas en medio de un claro del campo de fresas!
Mi nombre es Annabeth Chase, hija de Atenea. Tengo 17 años, los últimos 10 los he pasado en el campamento. Cuando llegue ya estaba dividido en 2 y, la verdad, me parece que así estamos bien. Antes de esta "unión", ambos campamentos eran una réplica el uno del otro, por lo tanto no chocábamos con ellos ni ellos con nosotras. Nos hemos juntado en contadas ocasiones, generalmente en navidad, cuando no suelen haber muchos campistas. Siempre hay disputas.
Nuestros problemas se deben, principalmente, a una competencia entre ambos campamentos. Tonterías de los antiguos campistas, en mi opinión. Pero para remarcar la rivalidad, para evitar olvidarla, ellos suelen hacernos bromas y nosotras a ellos. Es muy inmaduro, lo sé, pero Clarisse, una chica de Ares bastante grande y abusona, y Thalia, hija de Zeus y mi mejor amiga, piensan que es la mejor forma de demostrarles quien manda. La última vez, las chicas de Afrodita y Hefesto se pusieron de acuerdo. En mitad de la noche mandaron pequeños autómatas con bombas de perfume concentrado. Quirón se enteró y nos castigó, pero incluso el apesto a perfume de niña por semanas.
Ahora, en medio del claro rodeados de fresas, el trataba de calmar a mis compañeras, quienes no estaban nada felices. Si no estuviera molesta, sentiría pena por él. Ellas gritaban y daban chillidos tan agudos, que juro que en estos 10 minutos de reunión ya he perdido el 30 % de mi audición. Las que más se quejaban eran las chicas de Afrodita, seguidas por las de Ares.
Lo que en realidad les disgustaba era: primero y principal, la repentina noticia que nos reunirían a todos en el mismo campamento sin explicación ninguna y segundo, pero no menos importante, que tendremos que compartir cabañas con chicos desconocidos. Yo trato de verlo por otro lado, compartiremos cabañas con nuestros hermanos, pero entendía que era un cambio drástico, luego de convivir entre chicas. Ya conocíamos nuestros problemas y costumbres, pero a ellos apenas les conocíamos los nombres.
En mi vida de campista he conocido a varios de mis hermanos, pero solo he tratado con algunos, como Malcom. Además tengo un amigo. Luke Castellan, hijo de Hermes. Rubio de ojos azules. Lo conocí un par de años después de mi llegada al campamento. Es como mi hermano mayor, aunque solo me lleve un año. Nos hicimos amigos gracias a Quirón, ya que siempre nos pedía ayudarlo con la correspondencia y otros papeleos. También conozco a un sátiro (la separación es tal que las ninfas pasan su tiempo con nosotras y los sátiros se quedan en el lado de ellos), Grover, es algo tímido pero es un buen amigo.
Todas hemos hablado alguna vez con nuestros hermanos, generalmente solo con ellos, y casi siempre es una charla que consiste en intercambiar nombres, edades y un silencio incómodo. Algunas, después de un tiempo, los conocen mejor; como en el caso de ambas cabañas 4, 9 y 11. Mi amiga Thalia es hija única, por parte de Zeus (solo sé que tiene un hermano), pero también tiene amigos. No los conozco. Son sus primos de parte divina: el hijo de Poseidón y el hijo de Hades.
Debido a esta falta de trato, nosotras estamos seriamente indispuestas a mezclarnos con ellos. La mayoría somos extraños. La única persona relajada con todo esto es Thalia. Ella desborda confianza y seguridad. Además que tiene la cabaña 1 para ella sola.
-¡Pero, Quirón!- el chillido grupal me trajo de regreso. Quirón se ve algo nervioso. Creo que se debe a que nunca había tratado con un grupo tan grande de alteradas semidiosas.
-No puedo hacer nada, niñas- nos dijo. Bufe y me cruce de brazos- mejor será que tomen sus cosas y nos vayamos.
-¿A dónde?- Silena Beauregart dijo, haciéndose notar, milagrosamente, sobre sus hermanas. Ellas se quejaban, principalmente, del espacio en los armarios y esas cosas, ahora que tendrían que compartir con más personas.
-Tienen que acomodarse en sus cabañas.
La hora de la cena fue tan INCOMODA. Terminamos de instalarnos poco antes del almuerzo, Quirón anuncio que por ese día nos podríamos sentar las chicas de un lado y ellos del otro. Mañana iniciarían las actividades normales. Juntos. Como cabaña. El caso está en que ellos nos miraban, mucho.
La mayoría de las miradas se dirigían a las chicas de Afrodita, cosa que era obvia y hasta cierto punto, relajante. Si no, nos examinaban a toda con la mirada, como si quisieran saber si estamos a su nivel en batalla.
Mmmmm, no. Creo que la que los está viendo así soy yo.
Bueno, pero aunque fuera en caso contrario, yo sé que podríamos vencerlos. Tenemos muchas cosas a favor: Thalia es una buena líder y gran peleadora; las hijas de Ares, sobre todo Clarisse, son excepcionales a la hora de usar armas. Las de Apolo tienen una puntería natural que dejaría mal incluso a una cazadora. Y solo mencione algunas.
Lo más incómodo de todo era el silencio. El campamento de los chicos debe ser de todo, menos silencioso. Estoy segura. El sonido predominante en el lugar era el de los cubiertos chocando con el plato. La única vez que se escucharon voces fue cuando quemamos parte de nuestro comida en las brasas como ofrenda para los dioses. No pude evitar observarlos, escondiéndome detrás de algunas chicas. Ninguno hablaba más de un par de susurros, a excepción de un muchacho delgado y de cabello oscuro, Leo Valdez. Una vez lo vi en la enfermería luego de que le cayera un yunque en el pie. Ese muchacho no se callaba con nada.
Seguí viendo y me encontré a Luke. Él estaba comiendo tranquilamente. A su izquierda estaban un par de muchachos muy parecidos, con cabello castaño y miradas picaras; nos miraban y reían, como si estuvieran planeando alguna travesura. Hijos de Hermes seguramente.
Y entonces, a la derecha de Luke, me encontré con un par de ojos verdes, verdes como el mar. El muchacho me miraba fijamente, cosa que me pareció extraña. Me miraba con curiosidad. Le sostuve la mirada. Me sonrió levemente y no pude evitar pensar que era muy guapo.
Encontré ese pensamiento molesto y lo deseche inmediatamente. Trate de encontrar de quien era hijo, pero no se me ocurre ninguno.
Thalia me dio un codazo en las costillas, sin nada de delicadeza, y cuando la mire señalo mi plato. El cual seguía casi completo. Termine de comer, no quería tener el estómago vacío hasta la cena.
El resto de la tarde lo pasamos divididos. Para variar. En la noche luego de cenar, y volver a encontrarme con la mirada de ese chico, nos dispersamos por cabañas.
Fui elegida concejera. No por mi edad, pues un par de mis hermanos eran mayores que yo, sino por mi tiempo en el campamento. Mayor que el de todos mis hermanos. Malcom, quien era concejero antes de que llegáramos, no se opuso. Ninguno lo hizo. Todos somos lógicos, todos somos hijos de Atenea.
-Y ¿todavía no?
-No, Apolo- gruño Hefesto- aun no.
-¿Por qué?- el dios del sol, rubio de ojos azules, tan guapo como siempre, tenia una marcada mueca de impaciencia.
-Porque aún no es tiempo.
-¿Por qué?
-Porque aún faltan cosas por arreglar.
-¿Por qué?
-Voy a golpearte.
-¿Por qué?
Hefesto alzo la gran llave hidráulica que tenía en la mano. Apolo retrocedió 2 pasos inmediatamente.
-Ya sal de mi fragua.
-¡Per, Hefesto! Es que ya quiero que inicie, sé que mis hijos se lucirán. Pondrán el nombre de padre en alto. Será estupendo- Apolo hablaba con gran entusiasmo, moviéndose por todo el lugar y tocándolo todo, sin entender no papa de que toqueteaba- incluso, creo que me llego una idea para un haiku…
-Si dices un solo verso prometo que vas a lamentarlo- amenazo Hefesto, ya harto.
-Ok, ok, ya me voy- el dios herrero suspiro aliviado.
-Que la puerta no te dé en tu bronceado trasero solar al salir.
Apolo salió a regañadientes de la fragua. Hefesto respiro en paz y siguió con su trabajo. Entonces hubo una luz roja iluminado el lugar.
-¡Hermano!- Ares, con todo su aspecto de motociclista, le sonrió.
-Largo de aquí si no quieres que te encadene de cabeza de nuevo- Hefesto comenzó a golpear a su hermano con la llave hidráulica, empujándolo a la salida.
-¡Hey! Yo solo quiero saber sobre ese programa tuyo de campamentos…
-¡Que no es tiempo! Largo, largo de aquí. Y dile a todos los demás que se enteraran de su inicio- Ares cruzo la puerta y se giró para decirle algo a su hermano, pero antes de que pudiera hablar, le cerraron la puerta en las narices. Literalmente.
Hefesto volvió a su área de trabajo, arrepintiéndose de su gran idea. Nadie lo dejaba en paz. Ni siquiera su padre. Para ser inmortales, no tenían suficiente paciencia para esperar unas semanas. Unas pocas míseras semanas.
Entonces, comenzaría el verdadero entretenimiento.
