¡Hola! Esta vez no pude evitar escribir algo sobre Alice, otro de mis personajes favoritos de la saga.

En fin, espero que les guste, y ya saben que los personajes no me pertenecen (salvo un par de excepciones).

Capítulo 1

El viento helado de la noche azotaba contra los cristales de aquel triste edificio. En el interior, reinaba un pesado silencio, roto solo por el sonido de algunos pasos.

Uno de los guardias del hospital deambulaba por los pasillos, acompañado por alguien que, al parecer, tenía la consideración de aligerar sus pasos para no hacer más ruido.

Finalmente, se detuvieron en la puerta de una habitación. El guardia se apresuró a buscar la llave.

-No sabe el gusto que nos da que haya llegado tan pronto, Doctor…-

-Miller.- se apresuró a contestar el hombre. -Thomas Miller.

-Es un placer, Doctor Miller. Mi nombre es Albert, estoy a sus órdenes.

-Gracias, Albert.- contestó el médico de forma distraída mientras concentraba su mirada en la puerta metálica de la única habitación cercana, situada al final del extenso pasillo.

-Realmente… me tomó por sorpresa su llegada.- dijo el guardia volviendo a ganar su atención. -Creímos que tal vez tardaría un par de semanas, ¿sabe? No hay muchos médicos dispuestos para trabajar aquí. Nos alegramos cuando se nos informó que usted vendría, pero teníamos entendido que estaba usted fuera del país.

-Si es verdad, pero pude resolver mi problema rápidamente.- respondió Miller mientras su mirada se ensombrecía tras un par de gafas.

En tanto, el joven Albert se dedicaba a acondicionar el interior aquella habitación.

-Bien, señor, esta será su oficina. Puede consultarme cualquier duda. Si me necesita, estaré en la entrada.

El guardia estaba a punto de marcharse cuando el recién llegado le hizo detenerse.

-Discúlpame, Albert, pero… ¿podrías decirme a quien pertenece la habitación que esta al final del pasillo?

-¡Oh! ¡Esa habitación! Pues verá, Doctor Miller, se trata de un caso especial.

El interpelado levantó una ceja indicando no haber comprendido aquella expresión.

-Se trata de una chica que lleva aquí algunos años. Por su… condición, lo mejor es mantenerla aislada de los otros internos.

-Aun sigo sin comprender que hace a esta paciente tan especial.

-Créame Doctor, hay algunas cosas que sería mejor tratar de no averiguar, y esa es una de ellas. Con su permiso.- dijo Albert dando por concluida la conversación mientras daba media vuelta.

Una vez que se hubo cerrado la puerta, Thomas volteó hacia los ventanales de la habitación, retirando las cortinas. Enseguida, se quito las gafas y las depositó sobre un pequeño escritorio que estaba a su lado. Si resultaba fastidioso para alguien con problemas oculares, más lo resultaba para alguien cuya visión era perfecta el traerlas puestas, pero era lo único que podía atenuar el color de sus ojos, tan peculiares, a la vista de otros.

Comenzó a contemplar la fría noche, y la brisa furiosa removiendo las ramas de los árboles.

Suspiró con algo de derrota. ¿Cuánto tiempo podría quedarse esta vez, fingiendo ser un médico de guardia en un pequeño hospital psiquiátrico? Estaba empezando a fastidiarse de todo. La eternidad resultaba monótona coexistiendo con los humanos, más, prefería aquello a vagar salvaje por el mundo. Además, no sentía ninguna aversión hacia los humanos, de hecho algunos le simpatizaban. El problema estaba en que debía cambiar de ambiente cada determinado número de años, y eso resultaba molesto cuando se habituaba al lugar. En cuanto a las personas, prefería no acostumbrarse demasiado a ellas, ya que siempre estaba consciente de que tarde o temprano tenía que abandonarlos… o debían convertirse en su alimento.

Eso era algo contra lo que no podía luchar. Su propia naturaleza le resultaba repulsiva, y en un principio le creaba conflictos de culpabilidad, pero era la única forma de sobrevivir, y no había sido su elección.

¡Vaya! ¡Que fácil era para los de su especie perderse entre los pensamientos!

Sacudió ligeramente su cabeza para dejar sus cavilaciones y decidió comenzar con su trabajo. Se acerco a un archivero y abrió una gaveta, sacando algunos expedientes. Con suerte tal vez podría conocer un poco más de la extraña paciente encerrada al final del pasillo.

-Nada como un misterio para mantener despierto a un vampiro.- murmuró para sí mismo para luego esbozar una media sonrisa.