El Copyright y la Marca Registrada del nombre y del personaje Harry Potter, de todos los demás nombres propios y personajes, así como todos los símbolos y elementos relacionados, son propiedad de Warner Bros., 2000. A excepción de personajes, sucesos, lugares que yo misma saqué de mi mente perturbada. Esto es sin fines de lucro.

Aclaraciones: Historia basada en la novela romántica "Orgullo y Prejuicio" de Jane Austen. Los personajes de "Harry Potter" han sido adaptados a los de la popular novela británica, por lo que las personalidades de algunos personajes serán algo ajenas a lo que en realidad son en sus libros originales. También tuve que adaptar la novela romántica a los personajes de Harry Potter. Mil disculpas por eso.


"Orgullo y prejuicio"

Capítulo 1: 'Nuevos vecinos'

"Y ella simplemente le devolvió la mirada atenta a todos sus movimientos mientras él le confesaba toda la agonía que había vivido en aquellos meses de infinita espera. Sus palabras fueron desde 'me has hechizado' a 'no me separaré de ti desde este día'. Ella muy feliz se acercó y le sonrió. Sus manos se entrelazaron mientras caminaban con lentitud a la casa".

Nada más que una historia de amor perfecta. Como si eso fuera a ser cierto: La mujer rechaza propuestas de matrimonio varias veces, él la persigue y, finalmente, se casarán por amor. ¡Por amor! Nadie podía casarse por amor, sino que por conveniencia. Sería tan hermoso que la gente se casara con la gente que amará; las cosas serían mucho más fáciles. Y aquello era un mundo utópico.

-¡Ginny, entra ahora mismo! – Se escuchó un grito de mujer.

La familia Weasley era una de las más numerosas en todo el pueblo. Eran siete hermanos en total. Seis hombres y la menor una mujer. El señor Weasley trabajaba para el gobierno. Él investigaba el uso de los artefactos de las colonias británicas en África, y así para que la gente le diera buen uso a los cachivaches primitivos. Aquél trabajo le daba muy poco dinero, por lo que apenas podía costear el mantenimiento de su granja y de su familia. Ah, la familia Weasley también es conocida en el pueblo de Ottery St. Catchpole por la mucha austeridad, y casi pobreza, en la que vivían. Pero eso no les importaba a los señores Weasley ni a sus hijos. Por lo otro que eran conocidos era porque todos tenían cabelleras pelirrojas. Desde el señor Weasley hasta la señora Weasley y sus hijos.

Charlie y Bill eran los hijos mayores. Los dos se habían casado hacía algunos años. Charlie vivía en Rumania con su esposa y dos hijos mientras trabajaba administrando un museo y Bill vivía en Egipto con su esposa, Fleur, una francesa. La señora Weasley siempre se preocupaba mucho de sus hijos, en especial de Bill que investigaba los secretos de las pirámides egipcias. Ella siempre viajaba una vez al año a verlos a los dos. El resto de la familia casi nunca iba porque eran demasiado costosos los viajes a otros países.

Percy era el tercero de los hijos. Él era el más estudioso e intelectual de todos los hermanos. No pudo ir al colegio, sino que se educó en casa, al igual que todos sus hermanos, pero tuvo la suerte de poder irse a Londres a trabajar en una librería. Le iba bastante bien. También estaba casado con Penélope, una muchacha de la ciudad, y estaba esperando a su primer hijo. Casi nunca hablaba con su familia. Los Weasley ya estaban acostumbrados a la indiferencia de Percy, pero la señora Weasley siempre se ponía nostálgica al recordarlo.

Fred y George eran los que seguían. Eran gemelos. Tenían la fama de ser los más traviesos de todo el pueblo y de los que siempre se metían en problemas. Eran por decirlo así los, casanovas del lugar. Casi todas las chicas de Ottery St. Catchpole estaban enamoradas de los gemelos. Ninguno tenía planes de casarse ni ningún padre iba a aceptar que su hija se casara con alguno de esos bándalos, como usualmente los llamaban los ancianos del pueblo.

El sexto era Ronald. Era el único que se hacía cargo de la granja y el único que podía hacerlo, ya que ninguno de los hermanos estaba capacitado. Nunca le había ido bien en los estudios, y en lo único que resaltaba era en los deportes. Aunque a todos los Weasley les iba bien en ese ámbito. Siempre pasaba más bien desapercibido ante su madre y tenía más cercanía con Fred, George y su hermana Ginny. Era muy gracioso y algo torpe cuando estaba nervioso.

-¡Ginevra Weasley, entra ahora mismo! – Se volvió a escuchar aquel grito de mujer mucho más fuerte.

Y la única hermana y la más pequeña era Ginevra. Prefería que le dijeran Ginny. Al ser la única mujer tenía que comportarse como tal, pero cuando su madre no estaba cerca, ella dejaba a aflorar su verdadera personalidad. Era muy traviesa, al igual que los gemelos, pero sus travesuras pasaban desapercibidas porque había perfeccionado sus dotes de actriz. Risueña, preocupada y de carácter dominante. Se llevaba muy bien con todos sus hermanos, menos con Percy, pero se llevaba mejor con Ron porque al ser los menores, tenían que compartir más tiempo.

-¡Ven ahora mismo a la casa, niña!

-¡Que ya voy, mamá! – respondió la chica algo enojada por la impaciencia de su madre.

La muchacha se levantó y se alisó un poco la falda, ya que estaba muy arrugada. Había estado leyendo sentada en su árbol preferido, al lado del granero. Siempre que necesitaba salir de ese ambiente absorbente en su casa –dígase de su madre y hermanos, porque con su padre se llevaba excelente- iba para allá. Le gustaba mucho leer. Era la única forma en la que podía distraerse un poco y que le gustara, ya que coser, bordar, tocar el piano, pintar y dibujar no se le daban muy bien. Cosas de señorita.

Caminó por el irregular camino de tierra hacia la casa. Era una casa muy rústica. Lo único que parecía construido a la normalidad era el granero y el cercado de los animales. La casa era de tres pisos y parecía sacada de un cuento o algo así. Varios tubos torcidos salían y volvían a entrar por las paredes, algunas ventanas tenían vidrios de distintos colores y pareciera que se fuera a caer esa construcción. Como habían nacido tantos hijos, la casa habían tenido que agrandarla, por lo que quedó muy extraña.

Ginny entró en la casa después de limpiarse la tierra de sus zapatos en la raída alfombra de la entrada. Dejó su libro en la mesita del recibidor. Iba a subir las escaleras, pero vio que sus hermanos estaban apretujados escuchando detrás de la puerta de la oficina de su padre.

-¿Y ustedes me dicen que es de mala educación escuchar detrás de las puertas? – preguntó acercándose a ellos.

-Es que tú eres mujer – dijo Fred sonriendo maliciosamente – Y no es de señoritas hacer esto. En cambio somos hombres.

-Intentos de hombres, querrás decir…

-Si los padres te escucharán hablar de esa manera estarías castigada el resto de tu vida – comentó George casi riendo - ¿Quieres escuchar?

-Oh, sí – asintió – Dame espacio, Ron – le pidió a su hermano.

-Cuidado con mi pie – replicó Ron subiendo el tono de voz.

-Cállense – dijo Fred.

La puerta estaba casi cerrada, por lo que se podía ver un poco de la oficina. Su padre estaba sentado en su mullido sillón mientras que la señora Weasley hablaba con él rodeando el escritorio con lentitud.

-¿Ya se enteró que arrendaron Netherfield, señor Weasley? – preguntó la mujer con un tono típico de cotilleo.

-Sí – respondió sin darle mayor importancia.

-¿Y quiere saber quiénes son nuestros nuevos vecinos?

-En realidad no quiero, pero no son de importancia mis deseos, porque sé que tú quieres decírmelo, querida mía – contestó sonriendo débilmente.

-Vienen dos hermanas: Las señoritas Granger. Y un amigo de la familia, el señor Malfoy – dijo emocionándose - ¿Y sabe lo que eso quiere decir?

-No lo sé, señora Weasley…

-¡Puede que ser que alguno de nuestros hijos se pueda casar!

-¿Casar? – preguntó el señor Weasley poniendo más interés en la conversación.

-¿Casar? – preguntaron los cuatro Weasley detrás de la puerta.

-Que puedan contraer matrimonio… - dijo ella - ¿Acaso cree que siempre tendremos que vivir con nuestros hijos? Los gemelos ya están en la edad justa para contraer matrimonio, Ron también puede hacerlo y si Ginny se casa a esta edad… ¡Estaría tan orgullosa como madre!

-Pero si Ginny tiene dieciocho años apenas… Y Ron tiene que ayudarnos con la granja… Y el día en que alguien acepté a los gemelos como sus yernos nevará en agosto – dijo riendo como si la idea de su mujer fuera descabellada.

-¡Las señoritas Granger son millonarias! – replicó como si todo estuviera resuelto – Sus padres son unos adinerados de Londres… Y el señor Malfoy… No sé nada del señor Malfoy. Nadie sabe nada de él, es un misterio.

-Entonces no tiene por qué ser el que despose a mi hija ni ellas a mis hijos – dijo poniéndose de pie – Ellos son los que tienen que decidir si quieren o no casarse, si lo quieres, pues le daré permiso a cualquiera de mis hijos – Rodeó la mesa y se puso al frente de su esposa – Y no quiero que me hables más del asunto, por favor – le pidió antes de darle un beso en la frente.

Después de unos segundos la puerta se abrió y los cuatro hermanos casi se cayeron de bruces encima de su padre. El señor Weasley rió al verlos y sólo murmuró algo como: "Gente… Debí suponer que estarían escuchando todo" antes de subir las escaleras, seguramente a su cuarto. La señora Weasley salió en seguida y miró sus hijos duramente.

-¡No deberían estar escuchando detrás de la puerta, es de mala educación! – les gritó - ¡Y menos tú, Ginevra, que eres una mujer!

-Bueno, pero si se trata de unas lindas señoritas que vienen al pueblo… - dijo George sonriendo – Tal vez debamos conocerlas, queridos hermanos.

-¿Y qué tal son? – preguntó Ron sin mucho entusiasmo.

-Oh, no las conozco… Pero deben ser hermosas – contestó complacida del supuesto interés de su hijo.

-Cualquiera que tenga tanto dinero como para bañarse en él es hermoso, sin importar que sean unas hermanas con verrugas y juanetes en los pies – dijo Ginny riendo. Sus hermanos también rieron, excepto su madre - ¿Qué más quieres que diga? No va a importar que si nos agraden, con tal que cualquiera de estos tres se case con una de ellas…

-No hables así, Ginevra – dijo su madre frunciendo el ceño – Tienes que hablar como una dama.

-Perdonadme, madre – se disculpó haciendo una reverencia exagerada – Yo sólo quiero decir que espero con todo mi corazón que los nuevos habitantes de Netherfield sean buenas personas y nos llevemos bien. Cualquiera de esas señoritas sería muy afortunada de tener de esposos a uno de mis hermanos – dijo con una voz calmada y ceremoniosa.

-Oh, mi querida niña… No te preocupes. Yo sé que tus hermanos se casaron muy pronto – Abrazó rápidamente a su hija – Incluso puede que tú también puedas contraer nupcias con el señor Malfoy – agregó antes de subir las escaleras.

Fred, George y Ron empezaron a reírse como locos. Ginny sólo se cruzó de brazos esperando a que dejaran de reírse. Les hacía mucha gracia ver cuando su hermana se comportaba como una verdadera señorita y hablaba en ese tono formal y hacía reverencias. Normalmente ella sólo actuaba así en ocasiones públicas, ya que cuando estaba solamente con sus hermanos no tenía mucho cuidado en lo que decía ni en la forma en que lo decía.

-Sino fuera el siglo XIX, ya se las verían conmigo… – dijo enojada.

-Lástima que en el futuro tampoco las mujeres van a tener los mismos derechos de los hombres – George dejó de reírse – Pero hay que aceptar que fue gracioso…

-Será gracioso cuando actúes como un hombre de verdad – intervino la muchacha sonriendo – Me gustaría verlos comportándose como verdaderos hombres, no como niños.

-Como conoces tantos… - murmuró Ron.

-¡Claro que conozco!

-¿A quién? – preguntó Fred.

A ninguna mujer antes de casarse se le permitía tener cercanía con los hombres, a excepción claro de los hermanos y el padre de la familia. Ginny obviamente no tenía ningún amigo ni conocía a otro hombre. Odiaba cuando perdía en cualquier cosa en contra de sus hermanos.

-Bueno… Está bien, no conozco a ningún otro hombre además de nuestro padre y a ustedes – dijo después de un bufido – Pero en las novelas siempre muestran a los hombres reales. Valientes, responsables, halagadores, románticos, elegantes, apasionados…

-Esos son cuentos. Si quieres un príncipe azul, será mejor que entres en alguna idealización romántica – caminó hasta tomar el libro de Ginny, que se encontraba encima de la mesita del recibidor – Esto es el mundo real. El amor no importa, ya que los matrimonios tienen que ser ventajosos y convenientes para las familias. Todavía no sabes lo que es un hombre de verdad. No te has enamorado…

-Pero pronto llegara el señor Weasley para desposarte – interrumpió Fred.

-¡No es gracioso! – replicó molesta cuando sus hermanos reían y le arrebató su libro de las manos de Ron – Son unos trogloditas – dijo antes de irse casi corriendo al jardín.

Se hubiera ido corriendo sino fuera porque su larga falda se lo impedía. Si su familia no fuera tan pobre, ella estaría usando esos largos y costosos vestidos que usaban las señoritas de elite, pero como la realidad no era así; normalmente andaba con faldas largas y algo sucias, y cuando había un evento importante se ponía alguno de los pocos vestidos que tenía. Y no era que no le gustara ser pobre, es sólo que… Le daba rabia cuando escuchaba en el mercado a algunas chiquillas comentar sobre la falta de dinero de su familia. Algún día se iba a vengar de todas ellas. Algún día iba a estar rebalsada de dinero e iba a restregárselos en su cara.

Apoyó su espalda en su árbol favorito y se quedó sentada algunos minutos observando como el atardecer. Le gustaban las tonalidades que tenía el cielo a esa hora. Naranjo, rojo, violeta, un poco de azul y amarillo. Era algo infinitamente precioso.

-Mamá te va a retar porque te estás manchando con barro – dijo Ron sentándose a su lado.

-Da lo mismo, de todas formas estaba toda sucia por amasar el pan en la mañana.

-No tienes por qué ponerte así. Yo sé que es algo molesto que nuestra madre sea tan… Bueno, tú sabes a lo que me refiero... – Se encogió de hombros buscando la palabra perfecta - ¡Controladora! Sí, eso es, pero tú sabes que ella tiene que velar por que nos casemos con buenas señoritas… Y en tú caso con un buen hombre.

-Yo creo que tiene el problema de inmiscuirse en todo – corrigió mirándolo fijamente - ¿Me vas a decir que es nuestra sociedad la importancia la tiene la mujer o el hombre? Por supuesto el hombre. Sólo tiene que pedirle matrimonio a la persona que se le ocurra y la persona que siempre sale perdiendo es la familia de la mujer… Es por eso que los padres de la niña tienen que ver si les conviene o no que contraiga nupcias con él – explicó en su típico discurso feminista – Yo creo que a lo que mi madre le preocupa más es que los gemelos tienen una fama terrible, que tú no tienes vida social y que yo soy la única hija mujer.

-A veces me pregunto por qué tienes que ser tan inteligente para ser mujer – comentó Ron riendo – Estás muy adelantada para tu época, niña.

-Sí sé… Algún día espero que las mujeres puedan elegir con quién casarse, poder ser un poco más libres, que podamos ir a la universidad, que podamos trabajar – dijo en un tono soñador.

-Quédate en tus sueños, entonces – Ron estallaba en carcajadas.

Ginny sólo lo miró como si no tuviera fe. Uno de sus grandes sueños era que la mujer por fin fuera libre en la sociedad. Y nadie la apoyaba en su ideal de mundo. Estaba rodeada de hombres, y para a ninguno le hacía gracia que tuvieran los mismos derechos que el género femenino. A estas alturas de su vida ya le daba lo mismo lo que opinaran su padre, su madre y sus hermanos… Ella sabía que algún día la mujer iba a ser independiente.

-¿Viniste aquí sólo para animarme respecto a lo que pasó allá adentro? – preguntó incrédula que su hermano viniera sólo por eso – Tú sabes que siempre discutimos, ya casi hasta me da risa sus defectos.

-Vine para avisarte que mañana iremos a un baile…

-¿En la mansión de los Lovegood? – inquirió sin muchas ganas de escuchar la respuesta.

-Sí… ¿Acaso no te cae bien Luna Lovegood?

-Claro, ella es mi amiga. Es sólo que ya sabes lo que viene antes de los bailes: "Tienes que lucir radiante, pequeña mía, allá puedes conocer al hombre que será tu futuro marido… ¡Ya me imaginó cómo será tu vestido de bodas! Es por eso que tienes que ir hermosa, despampanante. No quiero que digas malas palabras, baila bien, se coqueta, camina derecha, no te caigas con los tacones…" – Ginny imitaba muy bien los discursos de su madre. El pelirrojo sólo reía – No quiero que me diga lo mismo una y otra vez.

-Tal vez ella tenga razón – dijo Ron poniéndose de pie - ¡Quizás el señor Malfoy te vea y te pida matrimonio! – Siguió riéndose antes de volver a la casa.

La pelirroja miró cómo su hermano volvía a la casa. Se quedó por unos minutos con la mirada perdida hasta que se puso de pie y entró nuevamente al hogar. Todo estaba muy calmado, algo bastante extraño, pero se debía a que su padre estaba hablando con los cuidadores de los animales y porque sus hermanos se encontraban en sus habitaciones.

Vio su libro, que había dejado en la mesita del recibidor nuevamente cuando su hermano lo había tomado, y subió a su cuarto para dejarlo en su estante. Al llegar a la habitación de Ginny Weasley, lo que más resaltaba era un estante lleno de libros y una cama muy elegante. Contrastaba enormemente la elegancia de la cama con la humildad del cuarto. Esa cama había pertenecido a la familia de su padre desde hacía muchos años. Estaba guardada para la niña de la familia, pero ninguna niña Weasley había nacido por siglos… Hasta que ella nació.

-Mañana iremos al baile de los Lovegood, cariño – dijo su madre entrando a su habitación.

-No te preocupes, ya sé qué vestido me pondré – Ginny mintió rápidamente para que no empezara el infaltable espectáculo de la vestimenta para ir a un baile – Iré con mi vestido verde oscuro, que me regaló Bill la navidad pasada.

-Oh, ése te queda divino – asintió complacida – Mañana tienes que lucir preciosa.

-No sé para qué… Debo verme bien, lo sé, pero no creo que encuentre al amor de mi vida en un baile donde irán los invitados de siempre.

Su madre frunció el ceño molesta y se sentó en su cama. Ginny bufó disimuladamente sabiendo que era el momento de una charla con su querida progenitora.

-No tienes que hablar de esa forma. Tal vez encuentres al hombre que será tu compañero por el resto de tu vida – dijo con rapidez – Tienes que casarte con alguien quesea bueno, que te quiera y que se asegure de darte una buena vida.

-Pero eso no es suficiente. Me gustaría que me amara, no que me quisiera – se apresuró a replicar.

-A veces el amor no lo es todo… Sería ideal que pudieras pasar el resto de la vida con quien más amas, pero la vida es diferente. Es bueno pasar tu vida con alguien que se asegure de darte un buen futuro, de cuidarte y protegerte.

-Que sea bueno, no significa que sea mejor – Se sentó a su lado.

-Mi pequeña… - La abrazó con fuerza. Ginny se sorprendió que su madre la abrazara sin razón aparente, pero le agradó sentir su amor maternal – Tienes grandes ideas, pero el mundo no es así. No puedes dejarte llevar por lo que tú opines, porque sino sufrirás mucho en la vida. Sé cómo te han enseñado a ser.

Molly la soltó con delicadeza y la miró como cuando ella era una niña pequeña. Ginny le sonrió a su madre pensando en lo que recién le había dicho mientras se abrazaban. Lo que decía era bastante razonable, pero no era lo correcto. Ser como te habían enseñado es también ocultar quien eres, es mentir de por vida. ¿Y quién va a amar a una farsante?

-Además, irán las señoritas Granger y el señor Malfoy al baile… - Se puso de pie.

-Siquiera sabemos quién es el tal Malfoy. Puede que sea un asesino y embaucador, que se dedica a estafar a las mujeres en cada pueblo al que llega – dijo volviendo a sentir como su rabia se encendía – Nadie asegura que sea de buenas intenciones.

-Si fuera eso, lo sabríamos. Es un joven de diecinueve años, goza de una gran herencia y dicen que es un hombre de lo más leal. ¡Es perfecto! Además, con tanto dinero da lo mismo que sea un verrugoso y que tenga juanetes en los pies – dijo riendo. Había usado sus mismas palabras, una hábil jugada – Tengo que ir a ver si los cocineros están haciendo bien la cena. Necesito que ayudes a pelar las verduras. Quiero que bajes a la cocina ahora… - Caminó hasta la puerta – Y cuando digo ahora, no es que vendrás a la cena, si no ahora mismo – agregó antes de irse.

Si fuera por ella ya iría la cocina en ayuda, sólo que estaba demasiado ocupada dándose cuenta que parecía que Malfoy era su pareja perfecta, según su madre. Ginny Weasley se cruzó de brazos fastidiada. ¿Por qué todos empecinaban en emparejarla con el tal Malfoy? Ni siquiera lo conocía. ¿Acaso él estaba destinado a ser su esposo? Sí, seguro; pensó irónicamente mientras bajaba las escaleras casi riendo.


Notas de la autora: ¡Hola! La verdad este es mi primer fic DG y mi primer fic basado en otra trama ya muy conocida... No sé si este fic lo leerá alguien o si será un fracaso, pero aún así quiero compartirlo porque últimamente me ha empezado a gustar bastante la pareja que hacen Draco y Ginny. Por personalidades tienen algo que los hace compatibles y eso me intriga mucho, tiene mucho material para hacer fics y es simplemente genial trabajar con una pareja que sabemos que Rowling jamás haría, el campo es más libre, no esá lo escrito por ella. Quizá no me entiendan, pero no tiene importancia. Ya me salí de la idea principal.

Primero que nada les advierto que esto es sólo un mero intento de usar la trama de la obra de Janes Austen, "Orgullo y Prejuicio", porque estoy conciente que este capítulo es deficiente y jamás igualará la historia de Elizabeth Bennet y Mr. Darcy (mi amor platónico). También que el vocabulario usado entre los personajes cuando están en confianza, como en este caso, es informal y relajado... no será así cuando se trate de conversaciones sociales y allí se verá un lenguaje más del siglo XIII, la época en que transcurre la historia. Y creo que esas serían todas mis aclaraciones por el momento.

Espero que me dejen sus reviews, para saber cómo fue este primer capítulo, la idea en general y me ayuden a mejorar. Les estaría eternamente agradecida porque sin sus sugerencias y comentarios no podría hacer esto mejor. Después de todo, las historias nacen para uno y lo mejor es compartirlas.

Cuídense mucho y gracias por leer (recuerden dejar sus reviews), adiós!