El Domo de Batalla estaba a reventar ese día. Tucker estaría enfrentándose contra un famoso entrenador originario de Littleroot, y este evento no quería perdérselo nadie. Ni siquiera los Frontier Brains, o al menos, Greta y Noland.
Sentados en las gradas desde el principio del torneo, ambos se emocionaban al ver a su compañero salir en batalla. Los ánimos parecían de una fiesta, pero siendo Tucker, y siendo el Domo de Batalla, eso era cosa de todos los días.
Greta vitoreaba el nombre de Tucker, y Noland sólo la miraba. Ninguna batalla sería tan intensa o importante como para dejar de verla. Sonriente, emocionada y tan radiante, gritando improperios contra el otro entrenador mientras apoyaba a Tucker. No supo precisar el momento en que Greta dejó de ser un marimacho ante sus ojos, para convertirse en la chica más bella que jamás había visto. Y era extraño, y curioso, y no quería que pasara, pero pasó.
Tocó el hombro de la chica para llamar su atención; ella se acercó, y Noland le habló al oído para que le escuchara
-Si sigues gritando así, te vas a quedar afónica
Greta le empujó juguetonamente, y siguió poniendo atención a la batalla.
En medio de todo el escándalo, se dio cuenta que podría decir cualquier cosa que quisiera, y tendría la salvedad de que se perdería entre todos los gritos y porras. Siguió mirando a la rubia que estaba sentada a su derecha. Tan concentrada en la batalla como para notar lo que sea que él estuviera diciendo.
-Me gustas
Los gritos de euforia ahogaron sus palabras. Y por el momento eso estaba bien.
