EXTASIS
Miraba el papel. Esta horrible hoja de pergamino amarillento sin nada escrito. De su respuesta dependía su futuro, lo sabía. Pero la información no llegaba a su mente.
Miró a su alrededor con disimulo, no quería que pensaran que intentaba copiar a alguien, aunque él no fuera de ese tipo. Jamás en toda su vida había copiado nada a nadie, su abuela se lo inculcó muy fuerte desde pequeño. Siquiera cuando iba a la escuela primaria se le había pasado por la cabeza hacer semejante burrada. Y eso que tenía recursos.
Un grito ahogado de jubilo le indico que alguien, muy cercano en cuanto a posición a él, acababa de dar con alguna respuesta.
Pero él seguía sin acordarse de nada.
Se pasó nervioso la mano por el pelo, ese día no muy largo y de un tono apagado. Entre el gris y azul cian. Se lo revolvió, como si esperara que, al mover el cabello, este sacudiera sus raíces, las cuales deberían masajear sus neuronas. Quizá, si se daba una descarga de corriente eléctrica quizás…
Joder, debía dejar de pensar capulladas y centrase en ese maldito examen de los EXTASIS.
Bonito nombre, la verdad, precedido de un más bonito ritual final. Desde hacía varios años, quizá unos diez, antes de que él entrara a Hogwarts, se había puesto de moda un juego, según decían creado por un alumno hijo de muggles, en relación al fin de semana tras los exámenes de final de curso.
El juego consistía en tomar cuanto más éxtasis (esa droga muggle) fuera uno capaz, sobretodo sin pasarse, claro está, y luego ir volando con una escoba hasta la Torre de Astronomía, de la cual debían colgar una pancarta con el nombre de la casa a la cual pertenecía.
Era una estupidez, pero a él le gustaba.
De hecho, el participó el año anterior, sustituyendo a su amigo Michael Finnigan, demasiado tocado por la droga como para subirse a una escoba.
Fue una extraña experiencia, pero le gustó. De pronto, sintió mucha, mucha euforia, como nunca antes. Como si hubieran ganado la copa de Quidditch, hubiera sacado la mejor puntuación en los exámenes y Victoire lo hubiera besado a la vez. Espectacular. Éxtasis lo condensaba todo en una palabra.
Pero claro, todo lo bueno tiene algo malo. De pronto, junto con la euforia, empezó a notar que le fallaba la vista. Veía borroso, como si le temblara, y más si intentaba fijarse en algo en concreto. Tras esos, varios signos extraños terminaron con sus ganas de volar.
Terminó tirado en el suelo, al lado de su amigo, cantando el himno de Hogwarts.
Se acortaba de aquella sensación de euforia, y lo primero en que pensaba era en Victoire. Su Victoire. Porque desde hacía unos meses ya era suya y de nadie más.
La euforia que sintió con esas pastillitas coloradas muggles fue la misma que al recibir ese esperado beso, tal cual imaginó aquella noche. Y se repitió, incluso mejoró, cada vez que lo repetían.
La adoraba.
Su Victoire.
-¡Victoria!
Todos los alumnos se voltearon hacia él.
Teddy Lupin escribía como un alocado encima del papel. Su pelo se había vuelto del usual turquesa chillón.
Los EXTASIS le hicieron pensar en la droga, la droga en la euforia, la cual relacionó con los besos que le daba a Victoire. Finalmente, la V de su nombre le había dado con la respuesta de esa pregunta.
No sabía como había sido tan tonto como para no acordarse de Veritaserum.
…
¡Dedicado a todos los que tengan exámenes y, especialmente, a Ele!
¡Buena suerte con las notas!
Un beso,
Erised Black
