Lirio Japonés
Resumen:
"Él era un hombre excelente, tanto en el agua como con la katana, yo lo conocía desde que éramos niños, siempre quiso ser el orgullo de su padre, como todo buen hijo mayor, trataba de mejorar día a día. Eso era lo que más me enamoraba de él, cuando escogió mi alma para complementar la suya, me sentí muy feliz. Pero, nunca pude decírselo, nunca pude admitir mis sentimientos, y ahora… sólo sé, que a ambos he traicionado."
Makoto solo acaricia su cabello, dejándole seguir, pues aquellos besos ya no los compartiría con nadie más.
Notas del Fanfic:
Estimado lector:
Este fanfic llegó a mi cabeza mientras recordaba mi infancia, en ese entonces solía ser muy fantasioso e imaginar un montón de historias, en su mayoría tristes. Siempre fui muy apegado a este género, pues me gusta conmover al lector. Este fanfic se actualizará cada fin de semana (ya sea sábado o domingo). Es un AU basado en la caída del régimen Tokugawa e inicios de la era Meiji
Notas del capítulo: Espero les guste, escribo para ustedes y solo por ustedes.
Capítulo 1: El asesino
Había caminado por horas, miró el espejo pintado con sakuras que yacía en sus manos, llevaba a sus dos hermanos menores de las manos, eran tan pequeños, miró a su madre, ella caminaba tranquila, aunque notaba la angustia en sus orbes cafés. Desde que su padre había muerto, para poder mantenerse habían sido contratados como esclavos, y así viajaban en una caravana que los llevaría a Kioto, pero esa noche, algo dentro de él le alertaba.
El relincho de un caballo que se acercaba hizo que se girará, su madre le cubrió y escucho los gritos, en esa época había mucha hambre, los ladrones solían asaltar caravanas con mujeres y niños, y, para su mala suerte, esa era la caravana de aquella noche fría.
La mujer de cabello castaño abrazó a sus tres hijos, el resto de las mujeres se interponían entre los hombres diciendo "Esperad, solo son niños" "Tened compasión, ellos no saben de nada" pero todas corrían con la misma suerte, pues las filosas espadas se encargaban de callar las molestas voces femeninas. Cuando la sombra apareció ante ellos, los ojos verdes veían a través de las fibras castañas de su madre, ella alzó el rostro un poco y miró a aquel hombre de apariencia fría e inmutable. "Por favor, tened compasión, solo son niños" pero con una sola mano la separó mirando a los chicos, ella cayó al suelo con la mejilla sonrojada de la fuerte bofetada, el hombre alzó su espada sobre los tres, pero la mujer de nuevo salió en su defensa, cansado de aquella mujer, el hombre la tomó de los cabellos y sin tener un poco de compasión atravesó el cuello suave y femenino de aquella mujer, con manos temblorosas apretó el filo de esta y las lágrimas imparables salieron de sus ojos. El castaño no quitó sus ojos verdes del acto, miró a su madre caer al suelo y escuchó aquel susurró "Makoto, Makoto, cuida a tus hermanos" y una espada atravesó su pecho. El mayor de los niños, aún con sus hermanos abrazados miró el acto, no podía creer lo que había pasado. No, no lo aceptaba.
El hombre alzó la espada sobre el pequeño cuerpo pero antes de que pudiese hacer algo, fue atacado por detrás con una fuerza amenazadora.
Un hombre de cabellos azules miró al chiquillo delante de él, acomodó sus gafas y después dijo:
-Haz tenido suerte, la gente hace estas cosas porque tiene hambre, no te conozco, niño. Pero sé, que seguramente te has quedado sin nada, y a decir verdad, eso no me importa. Si quieres suicidarte, hazlo. Creo que no vale la pena vivir por nada-.
Y como si aquel niño no escuchase nada, siguió mirando a su madre en el suelo, abrazó a sus hermanos sin inmutarse, sólo giró su cabeza mirando aquella sombra alejarse.
Al atardecer, aquel hombre de ojos violetas volvió, pensó que no debía dejar el cuerpo de tres niños pudriéndose a la mitad del sendero, sabía que la vida era injusta, el más que nadie lo sabía. A sus quince años, había vivido más cosas de lo que cualquier persona pudiese imaginar. Cuando llegó miró al de ojos verdes cavando, buscó los cuerpos, pero no había nada, los otros dos niños estaban dormidos a la sombra de un viejo árbol, el de gafas, curioso se le acercó y preguntó qué era lo que hacía.
-Mi madre decía, que a los muertos les gusta ir dignamente al cielo.- Respondió y miró con una sonrisa a aquel joven que había visto con anterioridad.
-¿Incluso a esos ladrones?-. Respondió al percatarse que no había rastro de ellos tampoco.
-Sí, incluso a ellos también, al final no serán más que tierra. Igual que mi madre, que mi padre… es lo menos que puedo hacer.-
El mayor miró a aquel muchacho y le sonrió, era verdad, aquellas palabras eran verdad.
-¿Cuál es tu nombre?-. Preguntó.
-Makoto-. Miró a aquel hombre y este se limitó a acariciar sus cabellos.
-Bien, Makoto. Espero que cuando seas mayor, puedas beber sake-.
-¿Es necesario que te vayas, Rin?-. Un joven de cabellos ébano miró al pelirrojo el cual asintió y se acercó a este acariciando su rostro-.
-Volveré, te lo prometo, Haru-. Esa fue su respuesta y después dejó un lirio japonés a su lado.
-¿Sabes? Tú y los lirios japoneses son tan parecidos.- Habló el pelirrojo, el de cabellos ébano le miró con aquel gesto inexpresivo de siempre esperando que aquel continuara.
-Solo crecen en el agua, Haru. Cuando vuelva, plantemos unos cuantos en el jardín, así recordarás que tan hermoso eres para mí.-
Acomodó su cinto y besó los labios del azabache, el cual solo correspondió el beso.
-Por favor, Rin. Promete que volverás antes de… ese día-.
El pelirrojo asintió y le abrazó por detrás. "Es una promesa" susurró.
Le encantaba… le encantaba el olor a cerezo que emanaba del cuello de Haruka.
-¿Crees que sea hoy el día, Sousuke?-.
El de cabellos negros sostenía una lámpara de gas y le sonrió.
-No debes ansiar tanto, Nanase no se irá. Estoy seguro que espera tu regreso con ansias-. Respondió el de ojos aguamarina con una sonrisa.
-Tienes razón, pero… Haru estaba angustiado, me dijo que presentía algo malo, no quiero que siga preocupándose más, le hará daño-. Respondió con una sonrisa el de cabellos negros solo río, en ese instante se escucharon unas pisadas detrás de ambos, se giraron mirando a la oscuridad, topándose con un hombre de cabellos castaños.
-¿quién eres?-. Preguntó Sousuke, pero no hubo respuesta, o al menos no en seguida.
-soy lo último que verán.-
Dicho esto se acercó corriendo para atacarlos, Sousuke soltó la lámpara para poder desenfundar bien, Rin se hizo hacia atrás.
-Vete-le ordenó- Estas a punto de casarte con Nanase, tu vida depende de su felicidad.-
-¡No te dejaré, Sousuke!-. Advirtió Rin, pero aquello hizo que el moreno se descuidará, giró su rostro para encararle y eso bastó para que el de cabellos castaños atraviese su cara con la filosa katana que tenía, Rin Matsuoka comprendió, que era uno de los rebeldes, desenfundó su espada y marcó su distancia "Haru, te prometo, que volveré a Tokio" y dicho esto se lanzó al ataque, pero con bastante facilidad el de ojos verdes esquivó el ataque, Rin se giró al ver que lo había esquivado. Volvió a atacar, pero esta vez el de ojos verdes también lo hizo, el líquido carmesí cayó al suelo y ambos se mantuvieron en la misma posición por unos segundos.
-Haru…- habló el pelirrojo quitando su mano de su pecho ensangrentado, pudo ver el cabello de Haruka volar, siempre le había amado como Haruka acomodaba su largo cabello cuando hacía viento…-Haru…-Volvió a susurrar cayendo al suelo arrastrándose por este para poder llegar a un lirio azul que emergía del suelo húmedo-Haru, por favor…- ¿Nunca más volvería a ver a su pequeño lirio japonés?, sus dedos rozaron las hojas de aquella flor, pero antes de que diera su esfuerzo mayor, una poderosa katana atravesó su cabeza.
-¡Mako-chan, te has demorado demasiado!-. Dijo un rubio acercándose al de cabellos castaños le sonrió y miró los cuerpos ahí.
-No, solo lo deje vivir más tiempo-. Reprochó el de ojos verdes cortando el lirio azul que estaba a escasos centímetros de él.
-Como sea, eran espías. Pero haz hecho un buen trabajo, me enorgulleces.- Respondió el rubio y miró el lirio.- ¿Y eso?-.
-Mi madre decía, que a los muertos les gusta ir dignamente al cielo.- Respondió dejando el lirio sobre el cadáver delante suyo, para después partir a lado del rubio.
Había sido despertado a la mañana siguiente, una pelirroja había llegado a su casa con un paquete en sus manos.
-Gou… ¿Qué ha pasado?-.
La rubia limpió sus lágrimas y estiró el paquete en sus manos.
-Mi hermano hubiese querido que conservarás esta daga…-
Haruka tomó el arma en sus manos y miró a su cuñada, esta rompió en llanto llevando sus manos a su boca.
-Rin fue asesinado ayer por un samurái llamado Tachibana…-
Haruka solo pudo mirar el tanto, con los ojos completamente abiertos "Prometo que volveré…" una lágrima descendió por sus blancas mejillas, apretó la daga contra su pecho y apretó los dientes… Rin, su prometido, estaba muerto.
Continuará
Capítulo 2: Tú eres el hombre que hace llover sangre
