Disclaimer:Nada me pertenece. Los personajes que puedan reconocer pertenecen al Señor Warburton y Cartoon Network. Esto lo hago por mera y auténtica diversión.


Disparos


Amor
(Sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona a la que se le desea todo lo bueno).


Cuando Wally miraba a Kuki no podía evitar sentir una sensación completamente extraña dentro de su cuerpo. No era como si este sentimiento fuera nuevo, no. De hecho esto era algo que él podía reconocer desde que conoció a la chica asiática, desde cuando tenía más o menos como ocho o nueve años.

En un principio se sentía como si quisiera ir a vomitar, era un algo bastante incomodo y desagradable, y por eso mismo él quería mantenerse lo más alejado que pudiese de la chica en cuestión, porque era tan claro como el agua que manteniendo las distancias esto iba a desaparecer. Después de un tiempo el sentimiento se comenzó a volver —muy al contrario de lo que él creía en un principio— más y más potente, era algo que él ya no podía controlar. Y era lo peor que le hubiese pasado en el mundo —para eso entonces—, porque él, Wally Beetles, sentía debilidad... Debilidad por una persona, y eso era algo que él no estaba acostumbrado a sentir.

Porque sí, cuando él no tenía idea qué diablos pasaba con él, creía que Kuki Sanban era un punto débil en su vida.

Sin embargo, hubo un momento especial en su vida en el que se dio cuenta que estaba equivocado, aunque no en un 100%, porque sí, ella era su debilidad pero por todos los cielos que también era su fortaleza. Cuando algo le ocurría a Kuki era como si sus músculos crecieran tal y como lo hacía Popeye cuando comía espinaca. Pronto se dio cuenta que la japonesa era su espinaca.

Y ya para cuando tenía 14 años y unos pocos meses se dio cuenta al final de lo que esto que tanto estuvo molestándole por tanto tiempo era algo que a él le había asqueado desde siempre... Amor.

Había pisado fondo. Estaba enamorado profundamente de su pelinegra y pálida compañera de equipo y amiga.

Amor.

¿Cómo fue a pasar aquello? No tenía idea, no era como si hubiese habido una evolución de sus sentimientos, simplemente fue como si siempre hubiese estado destinado a ser. Amó a Kuki desde el primer momento en que la vio, con su largo y lacio cabello amarrado en dos altas coletas con aquellos grandes moños rosas, cuando ella le dijo: "Hola, soy Kuki", él se sintió atraído a ella como un magneto.

Kuki era el metal y Wally era el imán.

Mirando —a su hora novia de escasos 3 meses— sacar de sus casillero algunos libros para su clase de historia, mientras él se encontraba detrás de ella, siendo sincero consigo mismo, sin escuchar ninguna palabra de lo que la muchacha de cabellos largos y oscuros le estaba diciendo en ese momento. Se encontraba demasiado ensimismado en sus pensamientos como para prestarle la real atención que ella necesitaba.

Wally podría decir que en ese momento se sentía un tanto ahogado, como si algo estuviese atascado en su garganta y no supiera muy bien qué hacer.

—...Entonces le dije que no me interesaba realmente ser la capitana de las animadoras porque con las clases y mi relación contigo no tendría mucho tiempo —continuó parloteando. Él se había perdido a mitad de la conversación, pero Kuki parecía no darse cuenta mientras rebuscaba en su casillero quizás qué cosa—. Ay, no sé dónde dejé mi pluma rosa... —hizo un puchero sin mirar a su novio, porque si lo hubiese visto pues ella se hubiese dado cuenta que el rubio estaba perdido en sus cavilaciones—. Como sea, Rachel se molestó conmigo por haber dicho que no, así que estoy pensando en algo para contentarla, ¿crees que si le compro un chocolate me perdonará?

Entonces Kuki dejó de revisar dentro de su casillero para pegar sus ojos violetas en el rostro un tanto bronceado del muchacho. Los ojos verdes e intensos de Wally estaban mirándola fijamente, pero ella podía notar que realmente no estaba mirándola, o quizás sí mirándola, pero definitivamente no estaba prestándole atención.

Colocó ambas manos en sus caderas y frunció las cejas.

—¡Güero! —le llamó por su sobrenombre—, ¿estás escuchándome? —se quejó.

Wally entonces pareció salir de su trance mirándola un tanto sonrojado al ser descubierto observándola de manera tan profunda, estúpidamente, como si él creyera que ella hubiese podido oír lo que había estado pensando.

—Mmm —vaciló en su puesto poniéndose un tanto nervioso—, lo siento, Kuki —se llevó una mano a su nuca y la rascó, sonriendo incomodo y con las mejillas de un rojo chillón.

La niña bufó.

—Odio cuando haces eso —le dijo volviendo su atención a su casillero—, ¿haz visto mi pluma rosa?, ¡no logro encontrarla y ya casi sonará el timbre para ir a mi salón!—farfulló impacientándose.

—Creo... Creo que en inglés lo metiste entre el cuaderno —recordó él la primera clase del día que tenían juntos.

Ella lo miró y entonces sonrió enormemente.

—¡Cierto! —dijo buscando rápidamente su cuaderno de inglés—, ¡muchas gracias, Wally!, ¡eres el mejor del mundo mundial!

Él sonrió orgulloso.

Wally siempre había sido un muchacho muy orgulloso y jamás nadie podría bajarlo de su alta nube de autoestima, sin embargo, era imposible no sentir como si un globo se inflara dentro de su pecho cada vez que su novia le decía algo como de ese estilo.

—Gracias —le sonrió.

Cuando Kuki lo encontró cerró por fin su casillero con su pluma rosa y su libro y cuaderno de historia, dispuesta a dirigirse al salón. Sabía que Wally iba a seguirla, desde que eran novio que casi siempre él la iba a dejar a su próxima clase si es que no estaban juntos, sin embargo, cuando avanzó unos cuantos pasos se dio cuenta que el muchacho no estaba siguiéndola de cerca, más bien él seguía de pie, mirándola fijamente, en el mismo lugar en el que estuvo con anterioridad, sin moverse ninguna pulgada.

Ella se giró en sus talones y se acercó al rubio con una sonrisa extrañada en su boca.

—Hey, ¿qué pasa? —le preguntó con su voz dulce—, estoy segura que algo te pasa, haz estado actuando muy raro en todo el día.

Él enarcó una ceja.

—¿Todo el día? —preguntó de vuelta.

Kuki asintió con fervor.

—Haz estado mirándome todo el tiempo tan fijamente, ¿ocurre algo malo, Wally? —lo miró con preocupación.

Oh, por dios...

—Yo...

Ella ladeó un tanto su cabeza. Maldita sea, Kuki, cómo puedo decirte algo si me miras de esa forma.

Sus pies temblaron ligeramente.

—¿Sí, Güero?

—Yo creo que...

Kuki se comenzó a impacientar, sintiendo un ligero pánico en la boca de su estómago. ¿Es que algo mal iba con ella y él?

—Estás asustándome... —le comentó.

Él entonces bajó su vista y apretó sus puños. ¡Dios! Siempre había sido tan cobarde con respecto a Kuki, en todo sentido, desde el hecho en el que sentía que moría si cualquier cosa le pasaba o si tan solo tenía algo que ver con respecto a cómo se sentía alrededor de ella...

Pero ya era grande. ¡Tenía dieciséis!, ¿cómo podría ser tan difícil?

Tragó saliva con pesadez y pegó entonces sus ojos verdes en los violeta de su Kuki.

—Yo creo que... —sacudió su cabeza, había comenzado mal. La miró con intensidad—. Yo te amo, Kuki.

La japonesa abrió sus ojos sorprendida por las palabras del muchacho. No es como si le asombrara los sentimientos del muchacho hacia ella, dios que era tan evidente. Por supuesto que ella siempre había sabido que él la amaba, más bien el hecho que le sorprendía era que él había podido tomar la valentía de decírselo, creyó que no se atrevería por un tiempo más.

—La verdad es que siempre lo he hecho —continuó completamente sonrojado—, y yo nunca creí que sería necesario que te lo dijera —se encogió de hombros—. Es decir, siempre he creído que tú lo haz tenido claro, que tú sabías que yo siempre he estado completamente enamorado de ti, pero —soltó un suspiro—, lo sentía atascado en la garganta, como si necesitara decirlo para poder estar tranquilo. Aunque sabía que tú sabías que te amaba, quería reafirmártelo, reafirmármelo a mí mismo.

Ella sintió su nariz cosquillear y sus ojos humedecer.

—Te amo mucho más de lo que puedo llegar a entender, más de lo que podría explicar... Solo, te amo, sin más. Te amo, Kuki —suspiró. Bien, ya lo había dicho y ya estaba.

Ahora, si ella se reía de él, él muy bien podría salir corriendo y escapar de Estados Unidos de vuelta a Australia, cambiarse el nombre, teñirse el cabello y operar su nariz o algo para luego volver y poder estar nuevamente cerca de Kuki sin que ella supiera realmente quién era.

Y en ese momento se impacientó, ¿por qué diablos no decía nada?

Entonces pasó.

Ella soltó su pluma rosa, su libro de historia y su cuaderno de apuntes. Todo cayó al suelo en un ruido sordo que no se dejó oír debido al chillido cargado de felicidad que dio Kuki en ese momento, estirando sus brazos y pasándolos con fuerza por el cuello de su novio.

—¡No puedo creer lo lo lindo que eres! —chilló—, ¡yo también te amo tanto Wally, tanto, tanto, tanto! —cada 'tanto' que decía iba dando saltitos entre los brazos del muchacho, llamando la atención de todos los estudiantes que transitaban por el pasillo—, ¡siempre lo hecho y siempre he querido hacerlo tan evidente!, ¡eres lo más hermoso que me ha pasado en la vida, Wally!.

Y entonces alejó su rostro unos centímetros del rostro de su novio y sonrió, con la respiración agitada y los latidos del corazón retumbándole en el pecho.

Wally podía sentir el aliento de la chica golpear su cara. No le importó que varios pares de ojos estaban puesto sobre ellos, nada le importó en ese momento. Pasó ambos brazos por la cintura de la pelinegra y la atrajo hacia él.

—Te amo, Wally —susurró entonces Kuki con la respiración más calmada y la sonrisa más hermosa que el antiguo Número Cuatro había visto en la chica antes.

Él entonces estiró su cuello hacia abajo, posando sus labios en los de la muchacha con dulzura y suavidad. Ambos labios cálidos se encontraron y parecieron reconocerse enseguida, porque las descargas eléctricas que cada uno recibió en su cuerpo se lo hicieron notar.

Wally amaba a Kuki. Kuki amaba a Wally.

"Te amo", era una palabra tan fácil de decir, tan fácil de soltar para algunas personas. Wally se había tomado su tiempo, pero sin embargo, cuando lo dijo fue porque lo sintió como un impulso en todo el cuerpo, como si las dos palabras hubiesen sido tomada por un "empujón" que vino desde lo más recóndito hasta la parte más externa del cuerpo de Wally.

Y sin duda que aquello era amor. Un puro y completamente real amor.


Aaaay el amor.
Bueno, ¿hola? La verdad es que no tengo ni idea si el Fandom de los chicos del barrio sigue con vida (al menos en el lado Español, porque no he visto muchos fanfic escritos en español de esta asombrosa serie), así que no tengo idea la verdad si estoy escribiendo para que el aire lo lea o para que se pierda entre estas páginas que se me imaginan son un libro viejo y abandonado, es decir, la serie terminó hace bastante tiempo y no creo que haya mucha gente que disfrute de historias con respecto a personajes de esta serie. Pero bueno, lo hago porque meramente quise hacerlo, porque sentí la necesidad de escribir algo sobre esta pareja tan hermosa y adorable y perfecta y simplemente lo hice.

Tal y como dice en el Summary, este fanfic constará de diversas viñetas sin ningún orden cronológico pero que sí están ligadas todas entre sí, es decir, que todas estarán repartidas por la "vida" de estos dos. Y bueno, las viñetas serán enfocadas en cada letra del abcdario, es decir, esta es la A lo que quiere decir que la próxima viñeta tendrá relación con alguna palabra que comience con la letra B y así hasta llegar a la Z.

De verdad que si aún hay vida por aquí, y si alguien se toma el tiempo de leer mi escrito, pues, realmente, realmente me gustaría saberlo. Y la mejor forma de darse a conocer es dejándome un pequeño comentario apretando el botóncito de aquí abajito y colocando unas cuantas palabritas diciéndome qué les produjo el capítulo o lo que ustedes quieran. Pueden decirme que soy un asco y que no debería escribir nunca más nada, lo que sea, de verdad.

Bien, estoy segura que mientras dure mi obsesión puede que hasta me conforme con ver los visitantes a la historia jajaja lo que es muy triste pero bueno, a veces soy bastante conformista.
Como sea!
si alguien leyó, pues gracias por hacerlo, eso quiere decir que compartimos algo en común y eso es muy bonito. Compartimos el amor por esta hermosa, hermosa pareja. Así que, considerate con una amiga con la que quizás podamos comentar sobre ellos.

Bien. No digo más. Adiós, y muchos abrazos (quizás al aire) espero que caigan en alguna persona.

Nos leemos.

Jell.