CAPÍTULO 1: EL DEBER DE UN SUEÑO:

Habitación circular, grande y acogedora en casi total silencio, solo es perceptible el sonido de la respiración de sus seis ocupantes, seis chicas que permanecen aun durmiendo plácidamente entre la frescura de las ligeras sabanas y el fresco aire de un amanecer cercano de una mañana de primavera y legible en un remoto y poco común colegio. Durmiendo dulces y tranquilas entre los muros de un colegio situado en un antiquísimo castillo entre montañas y lagos en alguna parte de un bonito y verde paraje español y por la paz reinante en el mundo desde que un malvado y horrible personaje desapareció casi inexplicablemente de la faz de la tierra.

Nuestras chicas no pertenecían a ningún colegio común y del que se pueda hablar con tranquilidad ante cualquier desconocido que cualquiera se puede encontrar algún día mientras se pasea tranquilamente por un parque, al igual que ellas no eran unas alumnas corrientes que pudieran explicar al detalle todas y cada una de las enseñanzas que a diario recibían de este particular internado un día cualquiera en cualquier lugar como en un inocente parque, ejemplo anteriormente mencionado. Ellas eran, al igual que el resto de los estudiantes de ese colegio, brujas.

El primer rayo de sol que anunciaba el amanecer hizo que la primera madrugadora se despertara casi al instante con una enorme sonrisa ante la perspectiva de un nuevo día de aprendizaje en ese colegio, un colegio que le había proporcionado desde su ingreso un sinfín de enseñanzas y en el que cada día deseaba aumentar su conociendo en todas sus ramas mágicas, disfrutando con las materias que mas le apasionaban y poniendo especial atención en las que pudiera resultarle algo mas complejas, aunque siempre había sido una muy buena alumna que aprendía rápido y a la que le apasionaban los nuevos retos.

Nuestra madrugadora no tardó mucho en levantarse y dirigirse al baño donde disfruto de una buena ducha para terminar de despejar su mente e eliminar cualquier rastro de sueño que le quedase, se vistió rápidamente y tras coger su mochila llena de libros de magia que siempre dejaba preparada la noche anterior a los pies de su cama y su varita, que como siempre guardaba debajo de su almohada, y que siempre llevaba dentro de la manga derecha de su túnica escolar, se dirigió a salir de su sala común (los alumnos estaban separados en cuatro casas según sus cualidades, cada casa tenia su sala común en la que pasar el tiempo libre cuando no se estaba en clase o disfrutando de un tiempo de ocio y cada casa estaba representada con un animal con las mismas características que se pedían en los alumnos para que ingresasen en cada una de esas casas) con dirección al jardín.

Atravesó varios pasillos y pasadizos que acortaban la distancia hacia la puerta que llevaba al exterior del castillo (siempre había sido una chica aventurera a la que a parte de los libros y el estudio en general también le llamaban la atención los misterios y desde el primer día de clase había recorrido en solitario varias veces el castillo desentrañando casi por completo todos sus secretos). En su rápido caminar hacia el exterior despertó a varios personajes de los retratos de los pasillos que se quejaban por su repentino despertar a tan tempranas horas (era algo normal que en el mundo mágico los retratos se movieran y hablara o que desaparecieran durante un tiempo de sus marcos).

Una vez en el exterior se sintió libre al respirar la fresca fragancia de un bonito día de primavera, el cielo ya se había terminado de aclarar y los primeros cantos de los pájaros del bosque cercano se hacia oír ante el aun reinante silencio (aun faltaban un par de horas para que empezaran las clases y no todos eran tan madrugadores). Se dirigió hacia el lado Este del castillo donde se encontraba uno de los lagos del colegio y tras observar los reflejos de los rayos del sol en las tranquilas aguas se dirigió hacia uno de sus rincones favoritos en esa época del año, la tranquila sombra de un albaricoquero en flor y se sentó bajo él, se descolgó del hombro la mochila que siempre llevaba repleta de libros, la abrió y rebuscó en ella hasta que halló lo que buscaba, un libro sobre Pociones Avanzadas (su asignatura favorita) que había sacado el día anterior de la biblioteca del colegio, lo abrió por la pagina que había marcado la noche anterior antes de irse a la cama y siguió leyendo por donde se había quedado.

Su lectura quedó pronto relegada a un segundo plano ya que a su mente llegó el recuerdo de cuando hacia casi cinco años, cuando solo contaba con once años recién cumplidos, había recibido una carta mediante uno de los profesores del colegio en el que le decían que había sido admitida en Pyxis un colegio de magia y hechicería que recibía el nombre por una constelación, a sus creadores hacia siglos les había hecho gracia ese nombre por significar en español "Brújula", ya que su mayor sueño había sido guiar a sus futuros alumnos hacia un futuro de conocimiento mágico como una brújula a un viajero que en el principio de su viaje se encuentra perdido, sin rumbo.

Y con ese recuerdo vinieron muchos otros. Recuerdos de cuando había sido pequeña y había hecho cosas extrañas que hasta la llegada de esa carta no podía explicar, las preguntas que surgieron ese día en su cabeza preguntándose por ejemplo si sus padres habrían sido o no buenos magos como ella (habían muerto cuando ella era muy pequeña y la habían dejado a cargo de un matrimonio amigo suyo que la adoptó y la trató como a la hija que nunca habían tenido) y las primeras semanas en ese colegio, adaptándose poco a poco a un mundo totalmente nuevo para ella y del que ignoraba su existencia hasta hacia muy poco tiempo, entre esos primeros recuerdos en el colegio, recordó la noche de su selección para la casa a la que iba a pertenecer mientras que estuviera en el colegio.

Recordó que la noche de su llegada al castillo, estaba muy nerviosa, había muchos chicos que como ella veían por primera vez ese colegio, al llegar a sus terrenos pudo apreciar un hermoso y antiquísimo castillo, que a pesar de su evidente longevidad estaba muy bien cuidado, no era muy grande, ya que no eran muchos los magos españoles que asistían a ese colegio, mas bien optaban por otros colegios mas importantes en Europa de los que ella había podido conocer su existencia tras consultar un libro sobre el tema que vio en la librería en la que compró sus libros para su primer curso.

Según ese libro, esos colegios tenían un mayor prestigio con el alto nivel de enseñanza que se impartía y por tanto era muchos los padres magos que mandaban allí a sus hijos a estudiar aprovechando que eran internados. Por lo leído en ese libro y viendo el colegio que se erguía ante ella pudo ver que a pesar de sus dimensiones no era tan grande como los demás, solo tenia tres plantas con cuatros torres que se situaban en dirección a los cuatro puntos cardinales. También pudo divisar un bosque dentro de los terrenos del colegio que se situaba en la parte Norte y dos lagos de similar tamaño en cada lado del castillo, uno en la parte Este y otro en la parte Oeste, dejando la parte Sur para unos cuantos invernaderos donde, posteriormente pudo ver por sí misma, se impartían las clases de Herbología.

Recordó su selección para una de las cuatro casas del colegio que se hacia la primera noche en el castillo, antes de un banquete de bienvenida y mediante la ayuda de un báculo de madera largo y finamente pulido que debía de medir alrededor de metro ochenta de altura y que en lo alto estaba coronado por una brillante gema, un enorme rubí que brillaba y reflejaba la luz de las velas que rodeaban todo el enorme comedor y que le daba a la gema y al báculo en general un aspecto de magnificencia y de enorme poder. Para ser seleccionado tenias que acercarte, después de ser llamado, al báculo y cogerlo con ambas manos mientras mirabas a la gema hasta que de ella saliera, en forma de figura sólida de humo, la silueta de uno de los cuatro animales que representaban a cada casa: Dragón (para el ambicioso y perseverante). Pegaso (para el trabajador y el amante de los desafíos). Unicornio (para el inteligente). Fénix (para el valiente).

Recordaba a la perfección cómo la señora Stronger, la anciana y encorvada profesora de Historia de la Magia, con la lista de todos los alumnos nuevos en la mano, iba llamándolo a todos uno por uno hasta que llegó a su nombre:

— Sonia Martínez.

Vio como la profesora levantaba la vista buscando a la chica que debía acercarse a continuación después de haber sido llamada y recorrió con la vista el grupo de alumnos a los que aun no había nombrado, iba a leer en voz alta su nombre de nuevo cuando vio acercarse a una niña de pelo largo, castaño y algo ondulado e intensos y grandes ojos verdes amarronados.

— Por favor, acércate al báculo, ya sabes lo que tienes que hacer, has visto al resto de tus compañeros -dijo la profesora Stronger con una dulce sonrisa en los labios.

Estaba aun muy nerviosa y temblaba un poco cuando poco a poco se fue acercando al atril donde el báculo la estaba esperando posado sobre un cojín rojo de terciopelo que hacia juego con su gema. Cuando estuvo frente a él suspiró hondo y poco a poco fue alargando la mano hasta aferrarla en torno al báculo, cuando consiguió cogerlo y levantarlo, lo dispuso frente a ella hasta apoyar la parte inferior en el suelo y alargar la otra mano para poder agarrarlo firmemente. Miro hacia arriba en dirección a la gema y de pronto sintió un pensamiento que no era suyo penetrando poco a poco en su cerebro y una voz que comenzó a hablarle:

¿Qué tenemos aquí? -ella se sorprendió y estuvo a punto de soltar el báculo, pero antes de poder hacerlo, la voz volvió a hablarle- tranquila, no tienes nada de qué temer, mi única misión es determinar en qué casa debéis estar. A ver, déjame pensar -durante unos segundos estuvo tentada a mirar a su alrededor para ver si alguien mas era consciente de lo que esa voz le estaba diciendo pero no lo hizo, en el fondo sabia que solo ella podía oírle- vaya, veo que estamos ante una chica muy inteligente y con muchas ganas de aprender, estarías bien en la casa del Unicornio, pero también veo que eres valiente y que deseas probarte a ti misma por lo que también estarías bien en la casa del Fénix. ¿Qué es lo que más valoras en la vida?

Sonia se quedó unos segundos paralizada, no esperaba que una voz le hablara desde su propia cabeza y aun se estaba recuperando de la sorpresa, pero aun le sorprendió más que aquella voz, que debía de surgir del báculo a través de sus manos, le preguntara algo así como si pidiera su opinión sobre en qué casa quería estar, así que después de un momento de reflexión solo se le ocurrió responder con otra pregunta:

— ¿Te refieres a lo que más valoro entre la inteligencia y la valentía o a lo que más valoro en la vida?

Jamás antes un alumno le había planteado esa cuestión, aunque tampoco eran muchos alumnos los que, por sus cualidades, podrían haber ejercido un buen papel en más de una casa como para pedirle su opinión así que contestó:

Decídelo tu misma, ¿a qué crees que me refiero o a qué te gustaría que me refiriese?

Con eso ella ya no tuvo ninguna duda de lo que debía contestar así que se dispuso a ser lo más sincera y lógica que pudo:

— Lo que más valoro es el poder de la amistad. Hay que ser valiente para poder ser capaz de hacer todo lo necesario para defender una amistad verdadera y lo suficientemente inteligente como para darte cuenta de cuando se tiene esa amistad y se necesita ser valiente para conservarla -hizo una breve pausa para reflexionar en si debía o no añadir algo mas, pero pensó que no seria necesario ningún nuevo argumento, así que solo añadió-: la selección consiste en ser elegido para una casa u otra o en elegirla nosotros, en cualquier casa que decidas ponerme seguro que estaré bien y podré poner en práctica mi teoría.

Nunca antes había tenido que asignar a un alumno así y nunca pensó que pudiese presentarse esa situación, no solo vio en ella gran inteligencia y valentía sino un gran corazón y una lógica excepcional. A ella no le dijo nada mas, solo dejo ver la figura de un gran fénix de humo en representación no solo de la valentía sino, como ella misma entendió después, como la señal de que ella debía pertenecer realmente ahí, porque como los fénix a los magos a los que deciden ayudar y proteger, ella había resaltado la importancia de un buen amigo.

Y sentada bajo ese árbol también recordó las historias que los hijos de magos les contaban a todos los hijos de muggles (personas sin magia) que deseaban escuchar algo sobre ese mundo. Al escuchar todas esas historias se encontró con pensamientos y sentimientos encontrados, por una parte el miedo que cualquier persona normal tendría que sentir cuando le hablaban de una existencia pasada de un mago tenebroso al que todos le tenían pavor no solo con la idea de poder verlo en acción o de encontrárselo cualquier día en cualquier parte sino también el miedo que surgía solo al oír o pronunciar su nombre.

Un mago que había acabado con infinidad de familias no solo de magos sino también de muggles por simple diversión y el que había desplegado un manto de desconfianza y miedo entre la población al no saber en quién podían o no confiar, al no saber quién podía traicionarles o si entre sus amigos había alguno de sus partidarios llamados también entre ellos mortífagos, un mago que sin ningún pudor había declarado públicamente con sus acciones que estaba dispuesto a todo con tal de conseguir que el mundo entero estuviese a sus pies, un mago al que todos conocían como lord Voldemort y al que todos deseaban no conocer ni encontrarse nunca ni tampoco con ninguno de sus mortífagos.

Pero Sonia no solo había sentido miedo al escuchar esas historias, también había sentido esperanza, valentía y agallas y un deseo desesperado e infinito de poder ayudar a los demás y de poder defenderles de magos de esa calaña al escuchar las historias que hablaban de un pequeño salvador que había librado a toda la población de ambos mundos, sin proponérselo y sin ser consciente, de aquel mago tenebroso al que todos temían cuando aun era solo un bebé y con él había hecho que sus mortífagos se ocultasen y dejasen de atemorizar a todos y que aun nadie era capaz de explicarse cómo había sucedido ese milagro, un bebé, que por lo que ella sabia tendría que tener mas o menos su misma edad, al que todos conocían por haber propiciado la desaparición de Voldemort para siempre y por ser la única persona conocida que había salido con vida después de recibir la maldición Avada Kedavra (la maldición asesina) y cuyo nombre era Harry Potter.

Por esas mismas ganas de ayudar y defender a los demás había soñado desde que pisó el colegio en convertirse algún día en la mejor Auror del mundo (magos cazadores de magos tenebrosos).

Sonia, ahí sentada bajo ese árbol, estaba a punto de terminar su quinto curso de enseñanza mágica. En muchos aspectos aun se podía distinguir a la inocente niña que había llegado el primer día de clase sin apenas conocimiento alguno del nuevo mundo que se abría ante ella, pero en otros aspectos si que se le notaba el paso del tiempo.

Seguía con sus característicos ojos grandes e intensos, que como la noche de su selección y como la mayor parte del tiempo, de color verde amarronado, pero que, como poca gente se había fijado, cambiaban de color dependiendo de su estado de animo, y seguía con su ondulada melena castaña pero ya no llevaba el pelo tan largo como entonces, ahora le llegaba hasta la mitad de la espalda.

Esos eran los únicos rasgos que habían permanecido inalterables con el paso de los años, con el paso de los mismo se había ido convirtiendo en una chica alta y esbelta y con una gran agilidad gracias a los duros entrenamientos de Quidditch que había tenido desde su primer año en Pyxis (ningún alumno de primero antes había pertenecido al equipo de Quidditch de su casa, ninguno antes había mostrado el talento suficiente necesario para poder jugar) aunque sin ningún puesto fijo en el equipo, cada año jugaba en una posición dependiendo de la necesidad del equipo.

Esa agilidad y el esbelto y torneado cuerpo que se le había formado por el duro entrenamiento le había sido muy útil con el paso de los años en las clases de Defensa Contra las Artes Oscuras y en las exhibiciones de Duelos que cada año se hacían en el colegio. Pero también le había servido para llamar la atención de algún que otro alumno de cursos superiores que siempre intentaban convencerla para que como mínimo fuese su acompañante en los bailes que en algunas ocasiones se celebraban, aunque ella nunca había mostrado el menor interés por ninguno de ellos, ni siquiera había asistido nunca a ningún baile, prefería quedarse en su habitación o en su sala común leyendo o practicando algún hechizo o poción que hubiese encontrado en algún libro de la biblioteca.

El recuerdo de los intentos de los chicos de Pyxis por enamorarla o por convencerla para que les acompañara a los bailes del colegio le hizo ruborizarse y le arrancó la primera sonrisa sincera del curso, ya que con lo centrada que había estado para prepararse los exámenes de ese año, los TIMOs (Título Indispensable de Magia Ordinaria), casi no recordaba cuándo había sido la ultima vez que había sonreído así.

Tanto tiempo había pasado perdida en sus recuerdos que casi no había sido consciente del paso del tiempo y que a penas le quedaba tiempo para tomar algo ligero para desayunar en el comedor antes de dirigirse a su primera clase de la mañana: Pociones, la misma asignatura doble que tenia a primera hora los viernes desde que empezó el colegio. Para todos seria esa una mala forma de empezar el ultimo día de clase de la semana, pero no para ella y por eso no quería llegar tarde, así que guardó el libro en la mochila con precipitación, la cerró, se la echó al hombro y salió corriendo a buena velocidad de vuelta al castillo, donde se dirigió al comedor, cogió un par de tostadas envueltas en una servilleta y se las fue comiendo mientras se dirigía al aula donde se impartía la asignatura, a la que por suerte llegó justo a tiempo.

Al entrar en clase se dirigió a su asiento habitual, el pupitre de la primera final que estaba frente a la mesa del profesor, se sentó, se descolgó la mochila del hombro y la depositó en el suelo apoyada en la pata del pupitre que tenia junto a su pie derecho, se inclinó para sacar su juego de ingredientes para pociones y su ejemplar del libro Filtros y pociones mágicas de Arsenius Jigger y lo abrió por la pagina dedicada al Filtro de Paz, poción que, según dijo el profesor en la clase anterior, estudiarían ese día.

El profesor inició la clase hablando de los efectos que tenia una poción de ese tipo bien ejecutada y de los efectos que tenia si se había cometido algún error. Bien realizada servía para calmar la ansiedad y aliviar el nerviosismo, pero si no se median bien los ingredientes se le podía provocar un profundo y a veces irreversible sueño a quien la bebiese. Después de una pequeña explicación sobre ese filtro les dejo el resto de la clase para que lo realizaran.

Sonia comenzó por leer la receta completamente antes de empezar a hacerla, y al hacerlo no pudo mas que sonreír, para una chica que el mes anterior había conseguido realizar a la perfección un Félix Felicis (suerte liquida, poción de nivel de ÉXTASIS) modificando ella misma la receta para que resultase mejor ese filtro no podría ocasionarle ninguna dificultad, así que se dispuso a ello.

Como de costumbre, empezó a preparar todos los ingredientes que necesitaba antes de poner al fuego el caldero para facilitar y agilizar el trabajo, y para poder asegurarse de que luego añadía los ingredientes necesarios exactamente a su debido tiempo y evitaría cometer errores a la hora de remover el caldero el numero de veces correcto y en las direcciones correctas, así que pasó cerca de media hora cortando, triturando y sacando el jugo de todos los ingredientes. Para esta poción había que remover primero el caldero en el sentido de las agujas del reloj y luego en el contrario, bajar el fuego -la poción hierve lentamente- hasta que alcanzara los grados adecuados durante un número determinado de minutos antes de añadir el último ingrediente; diez minutos antes de terminarla, debía salir un débil vapor plateado, como en la poción de Sonia, luego añadir polvo de ópalo, remover tres veces en sentido contrario a las agujas del reloj, dejar hervir a fuego lento durante siete minutos y luego añadir dos gotas de jarabe de eléboro.

Cuando terminó de realizar todos los pasos solo quedaban diez minutos de clase y a su poción solo le faltaban cinco para estar terminada, así que se dispuso a guardar el resto de ingredientes en su mochila y espero con una leve sonrisa en los labios por el trabajo realizado, segura de que tendría una nota aceptable. Cuando esos cinco minutos transcurrieron apartó la poción del fuego y embotelló la muestra que debía entregarle al profesor y se marchó de clase hacia la sala común, donde podría descansar un poco antes de comer e ir a la siguiente clase.

Su ultima clase de la semana era Historia de la Magia, una asignatura que le gustaba por todo lo que aprendía sobre el mundo mágico en cada clase pero que le parecía algo aburrida al no poder hacer otra cosa mas que escuchar y tomar apuntes. Por suerte la anciana profesora hacia que sus clases fueran amenas para evitar la distracción de sus oyentes, lo que hacia que la ultima clase doble del viernes pasara rápidamente. Cuando terminó la clase se dirigió rápidamente al comedor para la cena y en cuanto terminó desapareció como hacia a diario hacia su rincón secreto.

Aprovechando que todos estaban aún disfrutando de una merecida cena después de un largo día de clase se dirigió a su habitación, después de asegurarse de que no había nadie en el dormitorio que compartía con otras cinco chicas se dirigió hacia la taquilla que tenia asignada desde primero para guardar algunas cosas y que estaba cerca de la puerta del baño, cuando estuvo frente a ella sacó su varita de su manga derecha y apuntando a la cerradura pronunció un hechizo que hizo que la puerta de la taquilla se abriera de par en par, tras asegurarse de nuevo de que estaba sola, traspasó la estrecha puerta, entró y cerró la puerta tras de sí.

Lo que tendría que haber sido un simple y pequeño armario con varias lejas, perchas o un hueco para dejar su escoba de carreras u objetos personales era ahora un espacio que ella misma había transformado en cuanto supo cómo hacerlo para crear una especie de rincón privado en el que poder leer con tranquilidad y practicar los hechizos o pociones que en secreto aprendía de los libros que sacaba de la biblioteca.

La habitación, grande y totalmente amueblada para cualquier necesidad y perfectamente iluminada con varias arañas con varias velas, tenia el fondo reservado para las practicas de hechizos, con varios cojines y maniquíes que le servían de dianas en la mayoría de practicas, el lateral izquierdo era su rincón de lectura, con un cómodo sillón con orejeras de terciopelo rojo, una mesita baja de té, varias estanterías con sus libros favoritos, tanto de magia como muggles, una acogedora chimenea que encendía en los días de invierno y una pequeña rendija de ventilación por donde se escapaba el humo que ésta producía y el lateral derecho era el rincón dedicado a sus practicas de pociones donde había una enorme mesa, igual que las mesas que los profesores tienen en sus aulas, un taburete donde poder sentarse mientras preparaba las pociones, una vitrina con todos los utensilios e ingredientes necesarios y otra rendija de ventilación para que se escapasen los agobiantes vapores del caldero.

Después de recorrer toda la estancia con la mirada para comprobar que todo estaba tal y como ella lo había dejado la vez anterior se dirigió a la derecha donde tenía sobre la enorme mesa un caldero que burbujeaba a fuego lento. Junto al caldero humeante había un pequeño atril en el que reposaba una copia que había hecho a escondidas de un libro de la biblioteca que se llamaba Moste Potente Potions y en el que aparecían pociones muy complejas y útiles, la realización de la mayoría tenía un control estricto de todos los Ministerios de Magia del mundo. Ese libro estaba abierto por la página que indicaba las instrucciones de la poción que estaba terminando de cocerse en ese momento: la poción matalobos (hacia que una persona que se transformase en hombre-lobo cada luna llena conservase su personalidad si se la tomaba siguiendo las indicaciones).

Sonia miro la hora en el reloj que llevaba en su muñeca izquierda y comprobó que según las instrucciones la poción estaría lista en quince minutos, momento en el que se tornaría de un color rojo sangre indicando que todo había salido bien. Espero pacientemente ese tiempo y cuando empezaba a pensar que había cometido algún error la poción empezó a adquirir ese tono. Cuando la poción estuvo lista cogió varias botellas para almacenar pociones de la vitrina y las rellenó con la poción, antes de sellarlas les lanzó un útil hechizo a las botellas para impedir que la poción se echara a perder, las tapó y las encogió y se las guardó en el bolsillo para así poder guardarlas en su baúl y decidir después qué hacer con ellas. Se dirigió a la puerta de la taquilla dispuesta a salir a su habitación.

Se aseguró de que aun no habían nadie, salió, volvió a cerrar la puerta de su taquilla con el mismo hechizo de siempre, guardó los frascos de poción en una caja de madera acolchada que tenia en el fondo de su baúl junto a otras botellitas, cerró mágicamente su baúl, depositó su mochila junto a su baúl, guardó su varita bajo la almohada, se puso su camisón, se acostó con una sonrisa en los labios producida por la emoción del trabajo bien hecho y se quedó pronto profundamente dormida.

De repente se encuentra dentro de su sueño caminando por una serie de pasillos que le son a la vez familiares y desconocidos, se parecen a los pasillos que ella misma recorre a diario en su colegio para ir de un lado a otro, como en los de su colegio, estos también están llenos de retratos en movimiento aunque en su mayoría ahora se encontraban profundamente dormidos, pero eran cuadros y pasillos que ella no recordaba haber recorrido antes, éstos tenían una mayor magnificencia y se notaba que no tenían tantos siglos como el castillo en el que estaba su colegio, esos pasillos parecían pertenecer a un castillo con solo unas cuantas décadas de antigüedad, por eso ella estaba segura de que se trataba de otro castillo, estaba mejor cuidado y conservado y era mas que perceptible el hecho de que todo lo que veía en él era prácticamente nuevo.

A pesar de no saber dónde se encontraba siguió caminando, algo dentro de ella la hizo seguir sin vacilar, como si conociera y hubiera recorrido ese camino desconocido cientos de veces. Sabiendo el camino a seguir hubo algo que la hizo detenerse de pronto, el sonido de un ave cantando, emitiendo el mejor sonido que hasta entonces ella había escuchado, un sonido que llenaba su pecho de paz, de tranquilidad y de familiaridad, como si esa canción le diera la bienvenida a casa después de una larga ausencia y de pronto vio al ave que emitía esa canción. De la nada se había materializado ante ella con un resplandor rubí y oro un hermoso ejemplar de fénix, era un fénix estaba segura, nunca había visto uno de cerca pero si había visto infinidad de veces un retrato de un ejemplar cada vez que veía el símbolo de su casa o habría el libro de Cuidado de las Criaturas Mágicas por la pagina que hablaba de ellas.

Al ver al ave se vio tentada a acercarse a ella e intentar acariciarlo, pero se contuvo, no creía que ese gesto fuese bien recibido y no deseaba ofenderlo. De pronto el ave dejo de cantar y miró a Sonia durante unos segundos, unos segundos en los que pareció reconocerla y para asombro de Sonia adoptó su forma de ave de fuego, parecía que estada en llamas, daba la sensación de que te carbonizaría con solo rozarte, y comenzó un vuelo alrededor de ella piando en lo que parecía una muestra de alegría hasta que adoptó de nuevo su forma normal y se posó en su hombro derecho. Sonia aprovechó para acariciarle y el fénix acercó su cabecita a la mejilla de la chica y la rozó mientras cerraba los ojos en una clara muestra de que le gustaba sentirse acariciada por ella.

Después de unos segundos el ave volvió a abrir los ojos y dirigió la mirada a los ojos de la chica hasta que ambas se miraron fijamente, después de unos segundos el ave alzó de nuevo el vuelo y comenzó a volar alejándose de ella por el pasillo, cuando estaba a punto de perderse de vista girando la esquina de un pasillo se detuvo, se giro y miro a Sonia, la estaba invitando a seguirla y eso fue lo que ella entendió así que la siguió un par de pasillos mas hasta que llegaron a situarse ambos frente a una gárgola de piedra que había en medio del pasillo. Algo en Sonia le dijo que esa estatua estaba custodiando una entrada y que por esa razón estaba esperando una señal de ella para poder descubrirle la entrada como un hechizo o una contraseña, cuando estaba a punto de pronunciar palabra la gárgola se movió dejando a la vista una escalera en forma de caracol que la invitaba a subir.

Sonia miro al fénix como esperando una señal de él que le indicara el paso a seguir, pero por toda respuesta el ave se adelantó a ella dirigiéndose hacia el hueco que llevaba a lo que hubiese al final de la escalera de caracol. Después del fénix ella se dirigió a la escalera y en cuanto puso ambos pies sobre el primer escalón, la escalera comenzó a moverse transportándola al siguiente nivel. Cuando la escalera se detuvo, vio que se encontraba ante una puerta de madera con un llamador metálico en forma de grifo y el fénix se encontraba a su lado, estaba a punto de llamar a la puerta cuando esta se abrió sola.

Cuando entró se quedó sin palabras, desde el principio tuvo claro que se trataba de un despacho, el mejor despacho en el que había estado nunca, en el fondo de la habitación había un enorme escritorio finamente labrado con una enorme butaca de respaldo alto y tras él había una pared en la que había un tapiz que la cubría casi por completo con un escudo de armas, dividido en cuatro partes, en la esquina superior izquierda se podía ver un león dorado sobre un fondo escarlata, en la esquina superior derecha se podía ver una serpiente plateada sobre un fondo verde, en la esquina inferior izquierda se podía ver un tejón negro sobre un fondo amarillo y en la esquina inferior derecha se podía ver un águila cobre sobre un fondo azul, justo en el centro del escudo de armas había una enorme letra H.

Ese escudo de armas le era familiar, lo había visto antes pero no recordó dónde lo había visto, antes de poder caer en la cuenta de dónde lo había visto sus pensamientos quedaron interrumpidos por la entrada silenciosa al despacho de tres personas todos ellos de edad avanzada: un hombre y dos mujeres.

El hombre era alto y delgado, llevaba el pelo corto y canoso y una pequeña perilla canosa, llevaba una tunita escarlata con algunos adornos en dorado, en su rostro podía verse una sonrisa bondadosa y una mirada de ojos azules que transmitía coraje. Una de las mujeres, la que había entrado junto al hombre, era un poco mas baja que Sonia, llevaba el pelo recogido en un elegante moño que la hacia parecer un poco mas alta, llevaba una túnica en azul celeste con algunos adornos en cobre, en su rostro pudo verse la misma sonrisa bondadosa que en el rostro del que debía de ser su marido, pero su mirada azul reflejaba una mayor sabiduría. Y la ultima mujer era físicamente muy parecida a ella y tenían la misma altura, parecía un poco mas joven que los otros dos, aun se podía ver el color castaño de su melena en el moño sencillo que llevaba, llevaba una túnica amarilla clara con algunos adornos en negro, en su rostro se podía ver una media sonrisa bondadosa y una mirada castaña que reflejaba preocupación y alivio.

Al verles entrar, Sonia tuvo el impulso de salir corriendo de ahí por el miedo que le producía el hecho de que la hubiesen descubierto ahí y que creyesen que estaba haciendo algo indebido, pero también surgió en ella la idea de que debía estar ahí, que ese era su sitio, así que solo se le ocurrió empezar con una disculpa:

— Sé que no debería estar aquí y siento haber entrado sin permiso, pero no pude evitar seguir al fénix hasta aquí. El despacho es muy bonito y ese escudo de armas es impresionante, tengo la vaga sensación de que me resulta familiar. Bueno, será mejor que me vaya. Lo siento -se disponía a abandonar la estancia cuando la mujer que se parecía tanto a ella habló:

— No, espera, no te vayas -Sonia se giró y ella continuó hablando- no es una casualidad que estés aquí, tal vez tu deseo de marcharte sea porque has notado nuestra sorpresa al verte, pero es solo porque no esperábamos tu visita hasta dentro de un mes mas o menos.

Sonia se quedó mirándola un instante y luego miró a los otros dos sin saber qué decir, hasta que después de una pequeña reflexión lo único que se le pasaba por la mente eran muchas preguntas y las formuló todas esperando desentrañar el misterio de todo ese asunto:

— ¿Cómo que no es una casualidad que yo este aquí? ¿Por qué me estaban esperando? ¿Para qué me esperaban? ¿Quiénes sois? ¿Por qué todo aquí me resulta familiar cuando nunca he estado aquí? ¿Qué esta pasando?

— Espera, espera. No tan deprisa -ahora era el hombre quien hablaba- tendrás todas las respuestas que esperas, a su debido tiempo, no será una conversación muy larga, ¿qué tal si nos ponemos cómodos y empezamos a informarte? -dijo sonriéndole.

Se acercó al escritorio donde se sentó, y conjuró tres butacas, una a cada lado del sillón que había tras el escritorio donde Sonia intuyó que irían las dos mujeres y otra frente al escritorio, obviamente para ella. Cuando todos estuvieron cómodamente sentados, hizo aparecer un juego de té con pastas para tomarlo mientras hablaran, cuando todos tuvieron su taza de té caliente en la mano, el hombre retomó la palabra:

— Creo que será mejor que empecemos por las presentaciones, ¿no? -dijo mirando a Sonia, esta asintió pero no dijo ni una palabra, el hombre interpretó este silencio como que ella no diría nada hasta saber quiénes eran ellos así que él empezó con las presentaciones- muy bien, los anfitriones primero, yo soy Godric, el director de esta escuela, veo que no te sorprendió encontrarte con un fénix por lo que debes de haber descubierto parte de tus poderes y estudiar en un colegio de magia, así que no te sorprenderá que te diga que esta es una escuela de magia -hizo una pausa esperando la reacción de la chica, como no vio ninguna continuó- a mi izquierda esta Helga -dijo mirando a la mujer que se parecía a ella- y a mi derecha esta mi esposa Rowena -miro a su esposa- ambas, junto conmigo y otro amigo, que nos traicionó, fundamos esta escuela. Ahora te toca a ti, ¿cómo te llamas?

— Sonia -dijo simplemente.

— Parece que no eres una chica muy habladora -dijo Rowena con una sonrisa.

— Ahora mismo no tengo mucho que decir, tal vez cuando me respondáis a mis preguntas tenga algo que añadir -dijo Sonia.

Rowena, sorprendida por la respuesta, se quedó unos segundos en silenció y miró a sus compañeros.

— Entonces me temo que no dirás mucho mas, tenemos las respuestas a todas tus preguntas, pero son respuestas que tu misma y a su debido tiempo deberás averiguar -contestó Rowena.

— Deberás fiarte de lo poco que en estos momentos podemos contarte y de la sensación de familiaridad que, por lo que puedo apreciar, tienes desde que llegaste aquí y desde que Fawkes te encontró -dijo Helga señalando al fénix escarlata y dorado que estaba posado en una percha cerca del escritorio.

— ¿Fawkes? -preguntó Sonia.

— Si, Fawkes es mi fénix, lo tengo desde hace muchos años, perteneció a un antepasado mío, fue un tanto conocido, y desde entonces ha ido pasando de generación en generación, cuando llegue el momento pasara a ser el guardián de mi hijo y así será siempre a no ser que en algún momento se encuentre con algún descendiente que no sea digno de tener un guardián y entonces emprenderá el vuelo -dijo Godric, esto último con una ligera sonrisa mirando fijamente a Sonia-. Hay ocasiones en las que el fénix no puede pasar directamente a su siguiente "dueño" por diversas causas, pero siempre se acaban encontrando, él siempre sabe reconocer al merecedor de su protección siguiendo la descendencia de mi sangre.

— Algo de eso decía en el libro de Cuidado de las Criaturas Mágicas, la capacidad y tenacidad de un fénix de reconocer a aquellos magos que son dignos de tener a un fénix como guardián. Pero también se dice que eso solo pasa rara vez y en familias de magos que han hecho o están destinados a hacer grandes cosas o que tienen el poder necesario para ello.

— Exacto -dijo Godric con una sonrisa-. Veo que Helga no se equivocó -no añadió nada más pero volvió a sonreír y la mirada se le iluminó, sobretodo al mirar a sus dos compañeras.

— El motivo por el que estas aquí es porque sabíamos que tarde o temprano volverías aquí, a tu verdadera casa, a tu hogar y no queríamos marcharnos de este mundo sin llegar a conocerte -dijo Helga-. Serás grande, lo sé, algo muy fuerte en mi me dice que tengo razón y que harás grandes cosas, que sabrás hallar el camino a casa y que vendrás a tu hogar, y lo mas importante, sé que llegado el momento de tomar las decisiones importantes sabrás qué decidir o por lo menos eso esperamos, por el bien de todos.

— Por el bien de todos -dijeron al unísono Godric y Rowena.

— Sigue nuestro consejo, ahora que has visto y sentido parte de tu hogar debes volver a él -dijo Rowena- es lo único que ahora podemos decirte, el resto debes averiguarlo tu misma y para ello debes ocupar el lugar que aquí te aguarda desde tu nacimiento, incluso desde antes.

— ¿Por qué? ¿Por qué es tan importante que yo averigüe dónde estoy ahora y que venga aquí? -dijo Sonia anhelando desesperadamente una respuesta.

— A eso no podemos contestarte ahora, lo averiguaras, te lo prometemos, pero aun no es el momento de que ese conocimiento te sea revelado, lo sabrás cuando llegue el momento -dijo Godric mientras se levantaba de su asiento y sus compañeras le imitaban, al ver que todos se levantaban, Sonia también lo hizo-. Ahora debes volver al lugar del que viniste para que puedas reflexionar sobre lo que has visto, oído y sentido.

Sonia se disponía a replicar y a seguir preguntando y reclamando respuestas cuando sintió una extraña fuerza que tiraba de ella hacia atrás, como obligándola a desandar el trayecto anterior y antes de que se diera cuenta despertó de golpe en su cama de Pyxis.