Disclaimer: Nada del universo de "Hoozuki no reitetsu" me pertenece. No gano dinero con esto.
Momotaro se encontraba a unos cuantos metros de la cabaña a la cual podía llamar hogar. De esa forma podía estar lo suficientemente lejos para no escuchar "cosas indeseadas", pero no tanto cómo para no estar atento si algo se salía de control.
Cómo si de todas formas pudiera hacer algo. Pensó fastidiado el antiguo héroe.
Por el momento todo parecía estar en órden. Era una tarde como cualquier otra en el Shangri-la. Los conejos a su alrededor comían hierbas, el sol acariciaba los frondososos prados, los pájaros cantaban..
"¡AHHHH!"
Ese, definitivamente, no era un pájaro.
Presuroso, Momotaro, se dirigió corriendo hacia la cabaña. No contaba con ninguna de sus antiguas armas, de modo que tomó lo primero que tuvo a mano. Una cesta de duraznos.
Me vale, tal vez le produzca tanta pena que hasta nos perdone la vida. Pensó en un arranque de optimismo.
Llegó con el corazón en un puño a la entrada del lugar, cuando vió que la puerta se abría de un golpe seco. Allí estaba, el mejor subordinado del rey Enma, el demonio sádico, el tormento del inframundo...y él armado con una canasta de duraznos.
"Oh, Momotaro..no sabía que seguías por aquí. Tu jefe está en la cocina."
Hoozuki le hablaba con total naturalidad, como si el grito que había asustado a la mitad de los animales de la zona jamás se hubiera producido.
El guerrero, quien estaba preparado para echarle la canasta encima, lo observó confundido.
"Hakutaku-sama ¿Se encuentra bien?"
El demonio le devolvió la mirada con una expresión de siniestra satisfacción.
"Compruebalo por tí mismo." Y con eso se marchó.
En el interior de la cabaña Hakutaku permanecía sentado de medio lado en una silla. Al verlo con la la ropa desaliñada, el cabello revuelto y una expresión de trauma en el rostro, Momotaro temió lo peor.
"Hakutaku-sama..¿Cómo está?¿Traigo las medicinas para heridas graves o...?"
La bestia sagrada pareció salir de su trance en ese momento .
"Ah, Taro Taro kun...eso ha sido..." No encontraba las palabras adecuadas.
"Lo sé, ha sido terrible e inesperado..jamás pensé que Hoozuki-sama se atreviera a hacer algo así, siempre han tenido roces pero ésto...¡Va más allá de cualquier pelea!" Momotaro no podía evitar sentir pena por su jefe. Se sentía impotente e indignado al no haber evitado todo aquello, pero todo había sucedido tan rápido...
Esa mañana, estaba buscando raíces de ginseng en un costal del cuarto del fondo cuando de pronto escuchó que alguien entraba a la casa. A juzgar por su voz se trataba de Hoozuki. Se disponía a saludarlo cuando escuchó aquellas palabras "Tú, a la cama". Al principio pensó que había oído mal, que solo se trataba de un malentendido. Pero luego, el jaleo y los gritos de Hakutaku le indicaron lo contrario. Había querido intervenir de algún modo, pero la órden de la bestia sagrada de salir del hogar lo habían dejado con la única posibilidad de obedecer.
Si había pasado lo que él pensaba que había pasado, entonces se trataba de un caso de acoso. En ese caso, el asunto tendría que llegar a oídos del rey Enma y del superior de Hakutaku en el Shangri-la para restringir el acceso del demonio a la propiedad y tomar medidas...
"¡Ah sido fantástico!" Interrumpió Hakutaku poniendo fín a la marea de consecuencias jurídicas de su subordinado.
"Disculpe ¿Cómo dijo?" Ahora sí se encontraba perdido.
"¡Ah estado genial!...no sabía que ese demonio supiera como hacer sentir bien a un hombre. ¡Pero estaba equivocado! Me pregunto de dónde habrá adquirido experiencia...ese truco con la lengua es solo para avanzados..." Hakutaku hablaba desbordando entusiasmo.
"¡Disculpe!" Interrumpió Momotaro queriendo evitarse los gráficos detalles. "Le importaría explicarme ¿Qué sucede? ¿Eso ha sido consensuado?"
"Oh si, bueno..no exáctamente. Al principio tenía mis dudas pero luego hizo eso con su boca..¿Sabías que si uno coloca los labios exáctamente en la zona..?"
"¡No quiero saberlo!" Exclamó escandalizado su subordinado por tercera vez. "¿Cómo ha pasado esto? Acaso...acaso ¿Ustedes estan juntos?-"Aún no salía de su asombro. ¿Era posible que las constantes peleas y maltratos escondieran una relación sentimental de fondo?
"¡Ah! Esa es una buena pregunta." La bestia sagrada se había llevado una mano al mentón en señal de duda. "Aparentemente...sí"
"¡¿CÓMO PUEDE NO ESTAR SEGURO?!" Gritó Momotaro perdiendo al fín la compostura, la paciencia y el repeto que le debía a su superior.
"Bueno es que..."
Hakutaku dió un hondo suspiro.
"Todo comenzó ayer. Estaba como todos los viernes bebiendo en el Yakankan con una boluptuosa señorita cuando noté que ese demonio se sentaba en mi mesa. Había estado observándome toda la noche, así que pensando que buscaba pelea me limité a ignorarlo para concentrarme en actividades más provechosas con mi dama, tu sábes..."
Hakutaku le guiñó el ojo dándole una lasciva mirada. Momotaro rodó los ojos.
"Prosiga."
"En fín, estaba aprovechando mi tiempo con ella cuando de pronto, él se acercó y me dijo al oído: Voy a poseerte. Solo eso y se fué. Al principio pensé que se trataba de un nuevo modo de molestarme, aunque no fuera su estilo. Así que no le dí mucha importancia pero luego esta mañana..tu mismo viste lo que pasó.."
La bestia sagrada terminó su historia con su mejor sonrisa de oriental que no se entera de nada.
Momotaro lo miraba boquiabierto. No terminaba de entender la lógica de todo el asunto. Había creído que eran enemigos, que se odiaban a muerte..
"¡Oh! Supongo que es algo confuso para tí..pero debo confesar que siempre me ha agradado Hoozuki. Cuando él era pequeño nos llevabamos bien. Pero luego algo sucedió...él simplemente cambió y yo bueno.. no podía hacer otra cosa más que reaccionar a sus ataques. ¡Me alegra que al fín haya recapacitado!"
El jóven no salía de su asombro. Todo se había puesto de cabeza para él. Siempre había creído que entre los dos solo existía un odio visceral, pero ahora Hakutaku le soltaba eso. Era cierto que en las relaciones se decía que del odio al amor solo había un paso, pero esto era demasiado. Aunque por otro lado, lo que decía su jefe tenía sustento. Era extraño que él iniciara una pelea y también era verdad que el demonio parecía constantemente obsesionado con aparecerse en el lugar, aún cuando él contaba con sobrados conocimientos de medicina.
"¿Adónde vas Taro Taro kun?"
"A buscar manzanilla para el dolor de cabeza" Estaba agradecido de haber perfeccionado el preparado del té contra las jaquecas, tendría que hacerse varios a partír de ahora.
