Cuando Genee me retó, supe en seguida que estaba en mi salsa y que me debo más de aventura, que me encanta y Digimon tiene millones de cosas de dónde crear aventura.

No estaría tomando en esta ocasión los hechos de Tri. Más que nada porque no sé de qué manera van a abarcar los conceptos de Yggdrasil y el lore, y no me quiero meter en problemas con eso. Así que por ahora, dejaré el Yggsrasil de Adventure en paz, y me enfocaré al Yggsrasil que ha salido en las otras publicaciones (más que nada el de Savers).

Disclaimer: Ninguno de los personajes aquí presentes me pertenecen, todos son propiedad de Toei, Bandai, Akiyoshin Hongo, etc., etc.

Lazos

Capítulo uno: Prólogo

Aquélla misteriosa estela blanca no parecía, en absoluto, una nube: tenía forma. Forma de algo pequeño, con brazos alargados y una antena larga. Pudo verlo así, por unos segundos, y sus ojos rojizos se abrieron de par en par.

—Matsuda, ¡Matsuda!

La profesora de literatura lo llama con insistencia. El castaño se incorporó torpemente, agarró el libro de texto al revés y sus compañeros comenzaron a reír.

—Página cincuenta, línea dos —le susurró Juri Koatou, por detrás.

—¡La pequeña princesa, luego de…!

Cuando la campana del almuerzo sonó, Jenrya le preguntó a qué se debió la distracción.

—Estaba dibujando, seguro —aseguró Hirokazu.

—¡No estaba dibujando! —contestó Takato, sonrojado. Juri se puso a reír.

—Estabas mirando el cielo muy fijamente —agregó la castaña, sacando el almuerzo de su mochila—, ¿había algo allí?

No sabía si responderle. Se encogió de hombros y miró su almuerzo con la mirada algo entristecida.

—Vi… Un Digignomo —dijo luego de unos minutos. Los otros hicieron silencio y lo observaron curioso: su comunicación con el mundo digital, con sus camaradas, era muy esporádica, se comunicaban por medio de mensajes que Jenrya mandaba con un código, llegaban con cierta lentitud, pero llegaban. Con suerte lograban comunicarse con ellos cuatro o cinco veces al año. Por lo menos sabían que ellos andaban bien y eso lo tranquilizaba mucho, pero las ansias de volverlos a ver jamás se desvanecieron. Además, Takato frecuentaba mucho la "casa de Guilmon" y cada vez que veía el agujero que su viejo amigo, el dinosaurio de color rojo, que había cavado hacía quien sabe cuánto tiempo ya, le entraban ganas de llorar y de tomar ese camino para ir al mundo digital.

Pero aquello era imposible, la puerta jamás volvió a abrirse y Yamaki aseguró que, probablemente, nunca lo hiciera.

¿Y el Digignomo de hace un rato? ¿Qué significado tenía? Kenta le preguntó varias veces si estaba seguro de lo que había visto. Takato se había enfadado por esa insistencia y por considerarlo un mentiroso.

—¡Yo no dije que fueras un mentiroso! —se defendió el de lentes, pero Matsuda no lo oyó y se puso de pie. Salió corriendo. El resto de los chicos lo llamó en vano.

¡Al diablo sus clases de deporte!, se dijo. Sus pies lo llevaron al parque y, lógicamente, a la vieja casa de Guilmon. Se sentó en el piso de tierra y lloró solo, recordando su más tierna infancia, y sus aventuras vividas. Takato era el que más extrañaba a su compañero del resto de los chicos.

Sin embargo, un Digignomo se posó en su regazo. Definitivamente no estaba tan loco como para ver la misma visión dos veces.

—¿Q-qué estás…?

—¿Matsuda Takato?

Una voz de mujer, potente y a la vez maternal, lo asustó: pegó un grito y se puso de pie de un salto. En su vida había oído semejante voz. Volteó hacia el DigiGnomo.

—Perdona, no he querido asustarte —la voz salía de la criatura.

—¿Quién… eres tú? ¿Puedes hablar? —Takato no cabía en sí de la sorpresa, jamás las criaturas esas habían hablado, se comunicaban por medio de gestos. El DigiGnomo flotó más cerca de él, casi pegado a su rostro.

—Estoy usando esta criatura para comunicarme contigo, ¿eres el compañero de Guilmon, no es cierto?

—¡¿Le ha ocurrido algo a Guilmon?! ¿Qué está pasando en Mundo Digital?

—Por favor, no te desesperes, no es algo grave —intentó tranquilizar la voz—. Es preciso que vengas, hay… Unas cosas que debes hacer —se la oyó triste.

Takato giró hacia el hueco: ¡brillaba! ¡Brillaba como el día siguiente de la partida de Guilmon, recobrando la esperanza de volverlo a ver!

—Un arca abrió un portal para ti, te espera en el camino, igual que Guilmon —el DigiGnomo sólo era intermediaro de aquélla voz.

—¡Takato!

Se giró: Juri respiraba agitada y encontró la escena de lo más sorprendida.

—¿Te vas a ir? —el castaño bajó la mirada.

—Matsuda —llamó la voz de mujer que provenía del DigiGnomo—, lamento ser insistente, son órdenes que tengo de traerte y aunque esté en contra de llevarte, es de carácter urgente que lo hagas —rogó.

Al ver los ojos avellana de la chica, el muchacho se aproximó a ella y la abrazó.

—¿Te vas a ir? —repitió en voz baja, Juri. Takato asintió—. Si hay peligro en donde está Guilmon… Debes ayudarlo. Eres su Tamer.

La oyó angutiada. Él sólo la abrazó. Sabía que el corazón de su querida Juri laceraba, hay heridas que por más parches que uno le pusiera eran incapaces de cerrarse. Ella lo besó en la mejilla y Takato siguió a la voz de mujer que era escoltada por aquélla criatura blanca…

-.-.-.

Era difícil acostumbrarse a ver el viejo edificio de DATS en la bahía de Yokohama en un estado de abandono tal que hacía enfurecer sus puños. Había regresado a su mundo varios años atrás, ya. El aire del mundo humano no se respiraba tan bien como en el mundo digital, pero de no haber regresado, no hubiera vuelto a ver a su familia nunca más.

Una mañana apareció Yoshino en aquél Digimundo. No parecía estar físicamente pues la veía como en un holograma. Le dijo que estaba usando las viejas instalaciones de DATS por orden del viejo Satsuma y que le decía que debía volver, que aquél aparato, probablemente, no volvería a funcionar. Y sino regresa en ése instante, no lo haría jamás.

Sintió un tormento en su pecho. Con tristeza, saludó a su inseparable Agumon y éste le dijo que no se preocupara, que apenas regresara a casa, volverían a verse. Era una promesa de compañeros, de hermanos, ¡y esas promesas no se rompen!

El edificio en ruinas de DATS era algo que seguía pareciéndole cruel. Sin embargo, Yoshino le había dicho, apenas regresó, que estaban transportando toda la vieja maquinaria en los terrenos del profesor Noguchi y que estaban intentado crear un enlace estable entre su mundo y el digital. Masaru sólo intentó acostumbrarse a vivir de nuevo con sus pares, con cierto éxito: tuvo que hacer un curso acelerado para finalizar sus estudios que había truncado y trabajar a medio tiempo en cualquier tipo de empleo que encontraba. No era lo suyo, pero el apoyo de sus padres y de sus amigos le hacía la vida más sencilla.

Sin embargo, veía al dinosaurio naranja corretear por todos lados, a veces en sus sueños y otras, en la vida real.

¿Volvería a verlo? Extrañaba tanto sus aventuras… ¡Las comentaba en cada momento! Su padre las oía con mucho esmero e intercambiaban experiencias. El amor paterno que por tantos años le faltó a aquél muchacho, nacía con ésos encuentros.

Cierto día, Yoshino lo llamó, algo preocupada. Le dijo que Ikuto había llamado desde su casa diciendo que estaban teniendo unos problemas con los aparatos de DATS que había trasplantado de la vieja oficina en la bahía, y les pedía, a él, a ella y a Touhma que se acercaran. Masaru no sabía a ciencia cierta qué podía hacer, no era ningún genio más que para resolver las cosas a golpes, pero eso no quitó que fuera en su ayuda.

El pelirrojo reconoció el portal de la vieja DATS, estaba mejor construido, pero daba algunas descargas eléctricas y, de vez en cuando, emitía estática. Touhma fue a ayudar a ver qué tanto podía hacer.

Luego de una hora sin resultados, la estática pareció ceder. Sin embargo, el portal empezó a funcionar, sobresaltando a todos. Masaru distinguió que, por éste, salía una criatura en forma de reloj. ¡Lo recordaba! ¡Había aparecido en algún momento mientras deambulaba por el digimundo con Agumon! Le pidió ayuda, porque una dimensión humana estaba teniendo problemas con un ser llamado Quartzmon y precisaban la ayuda de él y otros tamers más. El corazón de Masaru se aceleró.

—¿Dónde hay problemas? —habló Daimon, haciendo que todos voltearan a verlo.

—Hay problemas con los tres ángeles y el Dios —respondió—. No tengo tiempo, ¡tienes que venir! ¡Agumon te espera! He tardado un montón en poder comunicarme contigo.

—¿Quiénes son los tres ángeles? —Se extrañó, Masaru—. ¿Yggdrasil está haciendo de las suyas? ¡Ese condenado! ¡No aprendió nada! —se enfureció. Comenzó a avanzar hacia aquél digimon.

—¡Masaru! —Yoshino lo detuvo, sosteniéndolo por las muñecas—. ¡No seas imprudente, no sabemos si podemos regresarte!

Pero una sonrisa la desconcertó.

—Todos aquí son buenos con las máquinas, sé que podrán hacer lo mejor. ¡No puedo dejar que hagan lo que quieran los supuestos "seres superiores", Yoshino! ¡Confío mucho en ti, en Touhma, Ikuto y el profesor! ¡Volveré! —y así, salió corriendo.

—¡Ése tonto! —exclamó la pelirroja entre lágrimas, ¡ya no tenía catorce año ese chico para jugar a la aventuras! ¡Era serio! ¿Y si no lograban regresarlo?—. ¡De mal en peor, de mal en peor! —quiso pegarle a algo, pero era incapaz de hacerlo.

Sólo podía confiar en el espíritu de Masaru Daimon que se aventuraba, otra vez, hacia aventuras de lo más extrañas…

-.-.-.-.-

—¿Taichi, tu Digivice…?

El castaño abrió su mochila: titilaba el viejo digivice que traía consigo a todos lados. Era una manera que él mismo se había impuesto para jamás olvidarse de sus aventuras realizadas mucho tiempo atrás. Su corazón dio un vuelco.

Estaban paseando con Hikari por un centro comercial buscando el regalo para su madre cuando el ruido alertó a los dos hermanos. Corrieron hasta un rincón, cerca de unas escaleras de emergencia y miraron el aparato que tintineaba con intensidad. El mayor de los hermanos le preguntó a la más pequeña si su aparato estaba reaccionado. Hikari sacó su digivice y lo vio inmutable, rígido y frío como había estado desde hacía mucho tiempo.

Taichi sólo pensaba en una cosa: un dinosaurio anaranjado en peligro. ¡Y no tenía manera de ir pues no había ninguna puerta hacia aquél lugar!

La castaña intentó animar a su hermano. Le propuso ir a la casa de Koushiro o de Miyako a ver qué podían hacer ellos. Pero no fue necesario: al darse la vuelta, un hombre joven, alto, de cabello castaño claro los saludó.

—¡Señor Gennai! —exclamaron.

—Lamento la interrupción —dijo—. Aparecí en casa de Koushiro y me avisó que estaban aquí.

—¿Qué pasa con Agumon y los demás? ¡El digivice comenzó a reaccionar sin parar!

—Me temo que necesito que vengas conmigo, hay un… tema que resolver en el Digimundo por órdenes de superiores —Taichi no lo comprendió muy bien—. Te explicaré algo en el camino, pero quédate tranquilo que Agumon y los demás están perfectamente.

—¿Cuánto tiempo estaré fuera?

Gennai suspiró.

—El tiempo que sea necesario, Taichi. No depende de mí. Necesito ir a la casa de Koushiro para abrir el portal.

No tardaron tanto en llegar. Izumi estaba solo en casa y se había llevado un buen susto cuando la puerta digital se abrió y Gennai salió de ella buscando a Taichi con cierta prisa. Los Yagami y el agente del Digimundo aparecieron frente al pelirrojo quien tenía mil preguntas por hacer, pero Gennai se disculpó, era un asunto que Taichi tenía que resolver con "entes superiores" que estaban más allá de él. El pelirrojo preguntó si había algún problema con las bestias sagradas o algo así.

—No, ojalá fuera eso. Taichi les contará si vuel… Cuando vuelva —y antes de que Hikari palideciera y se desmayara, el castaño de googles se fue tras la computadora de Koushiro, sorprendiéndolos. Recostó a la Yagami en su cama y fue a preparar algo de té para tranquilizarse, ¿"les contará si volvía"? ¿En qué peligros lo estaba exponiendo? Maldijo el no haber sido más veloz y haberlo retenido, pero verla a Hikari a punto de desfallecer y con los ojos abiertos como dos platos y llorosos, lo retuvo un momento.

¿A dónde lo mandaban a Taichi? ¿Qué eran las órdenes de los superiores?

Cuando Hikari despertó, vio a Koushiro teclear como loco. Era más de las siete de la tarde. Su hermano se había ido al Digimundo…

-.-.-.-

—No fue lo más correcto, Ophanimon, debes ser imparcial, no es sensato que ayudes a uno de los chicos por propia voluntad —la nombrada suspiró: ¡si podía ser de ayuda de algo, para alivianar el peso de esos jóvenes muchachos! No le molestó ungir su presencia frente a un DigiGnomo para apaciguar la sorpresa de uno de esos chicos.

Sin embargo, el reto de Seraphimon no la hizo voltear. Aparte, ella era la que más en contra estaba de todo el asunto. ¡Si tenía que desobedecer a Seraphimon, aunque le dolería, lo haría! Le dijo a él y a Cherubimon que era una tontería, pero no la oyeron y la obligaron a formar parte de un juzgado que no tenía sentido.

—No me hables, por favor —pidió la representante del amor—. Esto es ridículo.

—No lo es. Apenas tengamos despejadas nuestras dudas, todo volverá a la normalidad.

—¿Y si esos chicos mueren?

—Es porque no son dignos de tener a sus camaradas.

Ophanimon se mordió el labio inferior, ¡todo por la curiosidad de Cherubimon!

—Disculpen, los elegidos llegaron…

Los tres grandes ángeles se pusieron de pie. Agradecieron al pequeño Bokomon que les informaba de la novedad. El digimon de pelaje blanco cargaba en sus manos el libro sagrado. Seraphimon fue el último en salir del recinto, pero antes de que le siguiera el paso a sus compañeros ángeles, su viejo "padre-madre" (1) lo aletargó unos momentos.

—¿Estás seguro? ¿Seraphimon?

El de armadura celeste se agachó a su altura y lo miró con ternura: ¡jamás olvidaría el amor con el que lo crió siendo la reencarnación de ése mismo ángel, cuyas memorias había perdido, pero había formado muchas nuevas!

—No puedo soportar que los humanos corrompan corazones puros, ¡tengo que asegurarme! ¡No quiero maldad, Madre-Padre! ¡No quiero que vuelvan a ocurrir desgracias! —Serpahimon se puso de pie—. Confía en mí, por favor. Soy quien representa la ley, y la ley debe cumplirse, ¡la bondad sobre la maldad!

Y se fue, dejando a Bokomon en un estado de confusión total. Rogaba porque Yggdrasil, su Dios, sólo hubiera aceptado todo esto por simple curiosidad, tal y como Seraphimon lo había hecho.

Cuando los tres grandes ángeles aparecieron, los tres chicos quedaron en total estupefacción: ¿quiénes eran y por qué motivo los habían enviado allí? ¿Con qué propósito?

Y antes de que Masaru, quien fue el primero en abrir la boca, dijera algo, tres dinosaurios corrieron a sus encuentro…

OoOoOo

(1) A ver, en el original japonés, Patamon llama "chichi-haha" a Bokomon, "mamá-papá" respectivamente. En el doblaje latino lo pusieron como "madre-padre", y lo conservé. Ojalá no les moleste. (Gracias, Ang por el dato :3)

Y ahora vienen y me dicen todos "¡Eh, es todo muy cliché!" Sí, sí, pero bien que el cliché les gusta a todos (¿?) Quiero hacer algo de aventuras y tengo la excusa perfecta XD

Nada, ojalá les guste. Rueguen porque pueda terminar este long fic que yo normalmente soy de no terminarlos (?)

¡Saludos!