Título: Cuando los monstruos de alzan
Resumen: Ikebukuro se sume en paz después de la batalla decisiva de sus vidas. Pero dos años después de la desaparición de Orihara Izaya, un nuevo peligro inminente aparece, y es el momento de su impactante retorno. Pero no todo es como parece, cuando efectivamente, se dan cuenta de que Izaya Orihara ya no es un humano.
Farmacéuticas Yagiri vs Nébula. Una lucha para conseguir la cabeza de la Dullahan con monstros en el frente y conseguir la dominación mundial.
Orihara Izaya despojado de su humanidad y convertido en lo que odia, un monstruo en contra de su voluntad; obligado a luchar, queriendo cambiar.
¿Qué es lo que le espera a la ciudad de Ikebukuro?
Rated: M
Parejas: Eventualmente Shizaya – Celty Sturluson/Shinra Kirishitani – Izaya x OC.
Los personajes de DURARARA! No pe pertenecen en absoluto, todo es creación de Ryoho Narita.
Notas: Llevo TANTO TIEMPO con la idea de esta historia en la cabeza, que me sentí súper contenta al escribirla. Está clasificado M por escenas futuras de pelea, gore y seguramente, sexo. Contiene temas fuertes. Les agradezco de corazón darle una oportunidad a esta historia, y por leerla. Les dejo con la introducción a todo.
El amor entre Shizuo e Izaya será de desarrollo lento. O sea: de enemigos, a amigos y de amigos a amantes.
El tiempo de la historia se ubica después de la batalla final entre ellos dos, cuando Izaya está tendido en el suelo a punto de morir.
Introducción
Todo estaba oscuro.
Fuertes dolores se instalaron en tu cabeza mientras gritabas y te retorcías sobre una cama de metal. Sentías dolor. Sentías como si miles de agujas se clavaran en tu cuerpo a la vez, una de tras de otra.
Abrías tus ojos y todo se veía borroso, no lograbas enfocar nada y la luz brillante que se encontraba sobre ti te segaba y los cerrabas. Tu vista oscilaba entre oscuridad y luz. Distinguiste personas paradas alrededor mientras luchabas y te revolvías.
¿¡Qué está pasando!? Gritabas pero nada salía de tu boca realmente. Sólo ruidos sordos y asquerosos.
La gente a tu alrededor murmuraba.
El dolor te hizo actuar como una bestia descontrolada. Sentiste como si un cuchillo se clavase en tu estómago y te cortara abriendo tu vientre, como si estuvieran apretando y jugando con tus intestinos. Gritaste. Una sensación de ardor se extendió desde tu estómago hacia todo tu cuerpo. De pies a cabeza, todo era calor. Calor, calor. Te estabas incendiando, ¡Maldición!
¡Suéltenme! Estiraste tus muñecas con todas tus fuerzas, intentando romper los grilletes de metal que te apresaban, pero fue completamente inútil. El metal cortó tu piel y sangró. La sangre caía de tus muñecas, de tus tobillos, de tu cabeza y de tu estómago abierto.
Querías morir.
¿No estabas muerto?
¿Shizu-chan no te había matado ya?
Desgarraste tu garganta con otro grito ensordecedor, tus ojos comenzaron a picarte. A arder, arder… ¡Arde! ¿Qué estaba pasando? ¿Qué era este lugar?
Debías estar muerto. Shizuo debía haberte matado, entonces, ¿¡Qué era toda esta mierda!?
Recuerdos se arremolinaron en tu cerebro, tu respiración se agitó y la ansiedad absorbió tu cuerpo. El ardor que sentías subía, más y más, hasta sentir que tus entrañas iban a derretirse ahí mismo.
Recordabas estar siendo golpeado por Shizuo, recordabas estar peleando. Recordaste las palabras, el dolor, una chica de cabello rubio y luego una caída. Todo se volvió oscuridad. Tu cuerpo fue reventado, la sangre se escurría por tus heridas y sentías como ibas perdiendo la conciencia, como la vida te le escapaba como no podías respirar y sentías una inquietud terrible. Y, ahora, esto.
Los cuerpos empezaron a murmuran más alto. Sus voces eran distorsionadas, se escuchaban risas, parloteo. Deténganse, deténganse, ¡DETÉNGANSE!
– ¿Seguros que este es el correcto?
–Mira cómo reacciona el fragmento. No hay duda de ello. Muy pronto, terminará fusionándose con todo su cuerpo. Es como si ella gritara estar dentro de él.
–Menudo desperdicio.
Risas, risas, risas.
Las carcajadas resonaban en tu cerebro rebotando contra tu cráneo. Sentías como tu cuerpo estaba pidiendo a gritos que aquella cosa que ardía fuera extraída, luchaba por sacarla fuera. Pero no podías. Movimientos inútiles, pérdida de sangre, mareos. Eso era todo lo que obtenías. Las ganas de llorar se acumularon y tus ojos se aguaron, se sentía como el mismísimo infierno. Quemaba, ardía. ¿Por qué no paraba?
–Esta vez te has lucido, Namie. No cabe duda de que él es el indicado.
–Tan patético.
¿Namie?
Giraste tu cabeza apretándola contra el metal, buscaste descontrolado, ¿Namie? ¿Namie estaba ahí? Ayúdame. Pensaste, ayúdame.
Pero fue imposible.
Tus ojos estaban cansados y tuviste una sensación de vacío.
El calor se iba deteniendo, y era reemplazado por frío invernal. Temblaste.
Seguiste buscando con tu vista borrosa, murmurando cosas con la garganta desgastada que eran incomprensibles, buscando a Namie para conseguir ayuda. La luz sobre ti se apagó y sentiste como el mareo se hacía más intenso. Tus fuerzas fallaron y tu cuerpo se desplomó en la mesa de metal haciendo que esta se quejara por soportar tanto peso de repente. No pudiste soportar tu propia cabeza y esta cayó hacia el costado como si te tratase del cuerpo de una muñeca de trapo.
Entonces, una sonrisa familiar llegó a tus ojos.
Yagiri Namie yacía recostada en una pared con ojos filosos y una sonrisa burlona, llevaba la misma ropa de siempre, pero sobre ella había una bata blanca. Una bata con el logo de Farmacéuticas Yagiri. En sus ojos podían leerse la palabra "Patético".
Sentiste nauseas.
Ámame.
¿Qué?
Deja que te ame.
Ámame.
Juntos seremos invencibles.
Acéptame.
¡Para…!
Ama con nosotras. Amaremos a todos.
Nosotros.
Amaremos.
¡No!
Acéptame.
¡Jamás!
Ámame…
… Orihara Izaya.
...
El sonido de gotas cayendo al suelo resonaba por el lugar.
El olor a moho inundaba tus fosas nasales y hacía que sintieras arcadas. Todo se veía borroso, y las luces pasaban por enfrente de ti sin que pudieras identificar a dónde te llevaban.
Sentías la cabeza pesada y dolor. Mucho dolor, esparcido por todo el cuerpo.
Tus piernas y brazos no reaccionaban a las órdenes que les daba tu cerebro. La rabia y la impotencia crecían en tu interior mientras eras arrojado al suelo. Escuchaste murmullos y pasos alejándose. Una puerta se cerró, la oscuridad envolvió todo.
¿Qué estaba pasando…? Sentías la garganta tan seca, que con sólo intentar pronunciar palabra parecía que iba a partirla por la mitad. Te sentías extraño, era como si tu cuerpo ya no fuera tuyo. Sentiste punzadas de dolor en tu cerebro y frunciste el ceño soltando un sonido lastimero.
Quisiste reír.
Antes de todo esto Shizuo estaba gritándote que eras la mayor basura en todo el universo y que estarían mucho mejor si te murieras. Y eso podría haber sido completamente la verdad. Y, ahora, en algún lugar desconocido, realmente estabas muriendo lenta y dolorosamente, sin saber lo que estaba pasando.
Sólo nos fusionaron.
Porque te amamos.
Nuevas punzadas de dolor en tu cerebro mientras murmullos comenzaban a oírse uno detrás de otro. Paren, paren. Tu cabeza iba a estallarte, el dolor era demasiado.
¿Tú no nos amas?
Podemos amarnos.
Ámanos.
– ¡Cállense! – Gritaste con todas tus fuerzas y el sonido de tu voz resonó en la habitación creando eco. Querías llevar tus manos a tu cabeza, estirar con fuerza los cabellos de la misma y gritar de frustración pero no podías. Porque tu cuerpo ya no era tuyo y no respondía a lo que dictabas.
–Pronto se fusionará con su cuerpo. Recordaste haber oído esas palabras, la sensación de ardor volvió a instalarse en tu cuerpo. – En todo caso, no creo que sobreviva al experimento.
Risas.
Gritaste.
Más y más fuerte.
¡Detente! ¡Para! ¡Basta!
Te sentías patético.
Ámame.
Ámanos.
Tirado en el suelo frío y húmedo en un lugar apestoso sin poder mover un músculo. La sensación de dolor y humillación crecía hasta instalarse en lo profundo de tu ser. Querías gritar de frustración y lágrimas comenzaron a caer de tus ojos.
¿Esto era, un castigo divino?
¿Por intentar destruir Ikebukuro con tus propias manos?
¿Por hacer sufrir a Celty y llorar a Shinra?
¿Por desatar el caos?
¿Por sus pecados?
Ámanos.
Te perdonaremos, y juntos volveremos a amar.
Amaremos a cada humano en el mundo.
En la galaxia.
Ámanos.
Ámanos…
Se nuestro.
Tu vista se nubló, y todo se volvió negro.
No pudiste sentir nada más.
