¡Hola, queridas criaturas! Les traigo esto, por si les gusta. Espero que sí.
¡Espero verlos pronto!

Es sólo una idea, por si les gusta, la llevaré a cabo.

Ciao.

Prólogo.

A Lily Luna Potter Weasley le encantaba el anochecer, le gustaba ver como el cielo se poblaba de puntitos plateados que acompañaban a la Luna. También le gustaba ver aquél astro subir al cielo, y, cuando llegaba a su punto máximo, ella quedaba embobada contemplándolo.

Ese día, cuando ya el tiempo comenzaba a enfriar, decidió ir a la Torre Aviaría, o la Torre de las Lechuzas. Tomo una manta y la Capa de Invisibilidad que había logrado quitarle a su hermano James para su fuga. Se pasó la manta por encima de los hombros y tomó la Capa de Invisibilidad en una mano, para comenzar a abrir con delicadeza la puerta de su dormitorio. Esa sería la primera vez que usaría la Capa, nunca antes le había sido necesaria.

Sin embargo, despertó a una de sus compañeras de habitación.

Al lado de la cama que ella había abandonado, una figura somnolienta se levantaba con pereza y miraba hacia ella con grises ojos.

Una cabellera platina, que brillaba con la luz lunar se levantó, desordenada. Caminó su portadora hacia ella; una lívida Potter que se había visto descubierta en su intento de huida.

—¿Qué haces? — Le preguntó con voz dulce la joven.

Lily suspiró, descubierta. Y levantó la mirada para enfrentar los grises ojos.

—Pues yo… —Fue cortada por la divertida platinada.

—Ibas a huir, ¿no, Luna? — Sentenció la divertida muchacha. Con quien Lily ya había convivido 3 meses. Estaban a finales de Noviembre ya.

—No huía, Serenity. Sólo…

—Planeabas ir a la Torre Aviaría a contemplar el anochecer, ¿no, Luna?

—¿Cómo lo sabes?

—Sólo hemos convivido tres meses, Luna. Pero amas el anochecer, y ahí se contempla hermosamente.

La joven sonrió con un leve sonrojo.

—¿Quién lo pensaría? Creo que podemos llegar a ser amigas, Serenity.

—¡Yupi~! —Exclamo infantilmente la otra. —Si es así… —Dejo la frase flotar un rato en el ambiente. — Te propongo algo.

—¿Qué?

—A ti te gusta la Torre Aviaría, a mí me gusta la Torre de Astronomía. ¿Qué te parece si vamos juntas?

La joven Potter miró a la rubia platinada con curiosidad.

—No sabía eso.

La joven tomo un lindo color carmín en sus mejillas.

—Pues verás, Luna, siempre voy después de que tú sales.

La joven río y asintió una vez con la cabeza.

La platinada Gryffindor fue hacia su baúl, de dónde saco un mantita.

Ambas muchachas de primer año en Hogwarts, la mejor y más prestigiosa escuela de magia y hechicería, compartieron una mirada cómplice.

Salieron de la Torre de Gryffindor con la Capa puesta, para que el retrato de la Dama Gorda no las pillara y acusara.

Y caminaran por los pasillos de Hogwarts desiertos. Al llegar al primer destino: la Torre de Astronomía, la platinada subió las escaleras y le deseo suerte a Lily. Sin saber, la primera, que ya había alguien ahí.

La pelirroja caminó hacía la Torre Aviaría. Sólo quería estar allí. No se imaginó cómo cambiaría todo desde allí.

Y es que fue ese día cuando comenzó todo.