Capítulo 1-Lazos
Era un nuevo año académico, un chico medianamente alto de cabello castaño claro caminaba por los alrededores de su Preparatoria apreciando con sus ojos marrones claros a la muchedumbre que se reunía a charlar, mientras él simplemente los ignoraba. Divisó a lo lejos a Mikasa, una chica de cabello negro de la que alguna vez estuvo enamorado, era una persona increíble, inteligente y bella, pero a pesar de tener ciertas cualidades había elegido permanecer alado de una persona que en verdad jamás la había valorado. Eren, un chico de cabello marrón oscuro que en esos momentos caminaba a su lado, hablando sobre la prueba que se aproximaba, él parecía despreocupado por ello, en cambio ella como siempre llevaba un cuaderno en sus manos con resúmenes de todo. Suspiró, no tenía caso saludarla, si de igual manera ella ya estaba saliendo con ese tipo. Iba a entrar al edificio, cuando de súbito sintió un estruendo proveniente del patio trasero. Al dirigirse allí, se encontró con un chico cabello negro y pecas que desprendían de su tez blanca, siendo acorralado por dos chicos de su año, lo sostenían de los hombros contra el vidrio que protegía el invernadero.
— ¿Y bien? ¿No nos entregarás los exámenes?
—L-Lo haría si pudiera, pero no puedo. —Susurró nervioso un chico de cabello negro y pecas.
— ¡Mientes! Eres el ayudante de la clase ¿no? Deberías ayudarnos entonces.
—Es cierto…mi deber es ayudarlos en cuanto a dudas con respecto a la materia, pero no puedo darles las respuestas. Pero si gustan…podemos estudiar juntos. —Sonrió
— ¡Ya verás!—Gruñó uno de ellos tomándolo por los hombros.
Sólo se atrevió a cerrar los ojos en lugar de huir, no era la primera vez que lo golpeaban por no darles las respuestas, pero aún así no podía hacerlo. Sin embargo, para su sorpresa el sonido que había sentido hace unos segundos no lo había dañado a él, sino que a otra persona. Al abrir los ojos, se percató como los dos chicos se encontraban en el suelo heridos, uno acariciaba su cara con el ceño fruncido y el otro intentaba reincorporarse con cautela.
— ¿Qué demonios…?—Gruñó uno de ellos, pero se calló de inmediato al percatarse quien estaba frente a ellos.
—Tú eres…Jean Kirschtein—Susurró el otro perplejo
—Creo que no hará falta presentarme. —Sonrió Jean
—Sabemos quién eres, no nos lastimes.
—No lo haré si dejan en paz al delegado.
—Lo haremos—Sentenciaron a la vez y se marcharon sin decir una palabra.
Marco miró confundido como sus agresores huían, no sabía quién era ese chico, pero se sentía agradecido por ello. Jean se inclinó hacia él y le extendió su mano para ayudarlo a levantarse.
— ¿Estás bien?
—Sí, lo estoy—Se sonrojó al cohibirse con su mirada y la desvió. —Muchas gracias por ayudarme, si necesitas algo…cualquier cosa no dudes en pedírmelo.
—No te preocupes, no creo que necesite tu ayuda—Le dio la espalda para mirar el gran reloj ubicado en la cúspide del edificio—Debo irme.
—Está bien…—Musitó viéndolo alejarse, esperando volver a verlo pronto.
Jean se encontraba en su tercer año de Preparatoria, dentro de muy poco debería decidir a qué le gustaría dedicarse toda su vida. Muchos tenían claro qué hacer, todos salvo él, no sabía en qué era realmente bueno ni tampoco le preocupaba. Les había mencionado a sus padres que no estaba interesado en estudiar, prefiriendo dedicarse a trabajar y hacer otras cosas. No obstante, ellos no lo aceptaban, le insistían que estudiar era lo más importante para todos y lo orgullosos que se sentirían de él al optar por una carrera. Pero no sabía qué estudiar específicamente, le daría tiempo al tiempo.
Cuando las clases terminaron, tomó su bolso y se lo colgó al hombro para dirigirse a la salida. El cielo raso comenzaba a teñirse de color anaranjado, logrando que su cabello fuera acariciado por una suave brisa. Aturdido de su rutina diaria, decidió caminar a su casa en lugar de tomar el bus que solía coger cada tarde. Reflexionó sobre la materia que habían pasado en clases, sobre el misterio del mundo, la historia de Japón y todo lo respectivo a eso. A veces le gustaba fantasear con que no eran los únicos en el mundo, que habían otros seres de mayor tamaño vigilando sus movimientos para poder atacarlos de improviso. Pero quizás no eran gigantes precisamente los que cumplían esa tarea en sus vidas, podría tratarse incluso de diminutas personas que los miraban a la distancia. El mismo gobierno de Japón con sus misterios, aún si muchos se sentían maravillados por los militares que transmitía por televisión luciendo sus bellos uniformes para salir a combatir, nadie se ponía en sus lugares por un momento. Él sí, siempre pensaba que se sentiría ser uno de ellos y hacer algo por cambiar el mundo con sus propias manos, en lugar de sólo ser un observador. Pero incluso en ese tipo de cosas no recibía el apoyo que requería. La primera vez que había intentado decirle a su madre que quería dedicarse a eso, había conseguido dos cosas, por un lado hacerla llorar sin vergüenza alguna, mientras que por el otro lado, había sido regañado por su padre. Entonces comprendió que no importaba lo que él deseara, sus padres nunca lo entenderían. Sí quería cambiar al mundo y ser de utilidad en dicho sistema, tenía que estudiar algo que no sólo le gustara, sino también fuera aceptado por todos.
Se dejó caer sobre el césped para admirar como el sol se escondía tras las nubes, despidiéndose de él por última vez. Le gustaba sentarse en ese lugar y sentir la brisa de la tarde. Además de contemplar como el río permanecía quieto frente a él, aún así sobre él hubiera un enorme puente que amenazara su seguridad, ahí estaba tranquilamente. Era uno de los lugares más tranquilos de Tokio, por esa misma razón apreciaba ese lugar. Cerró los ojos un momento para disfrutarlo, pero entonces le pareció escuchar la voz de alguien más, conocía esa voz suave…aunque no recordaba de donde. Parecía ser una ilusión, quizás sólo lo estaba imaginando. Fue cuando recordó al chico de cabello negro y pecas que se encontraba frente a él durante el descanso, era similar su voz a la que oía. De repente supo que no estaba fantaseando, estaba ahí, porque la voz parecía ir en crescendo. Al abrir los ojos se percató que justo en el centro del río había un chico caminando por él con los pies sumergidos en el agua, llamando a alguien que no parecía ser una persona. Se levantó para caminar hacia él, pero su orgullo detuvo, fuese lo que estuviese haciendo, era su problema después de todo. Tomó su bolso y le dio la espalda para seguir su camino, pero el sonido de su voz de repente se volvió inaudible. "No creo que él…" pensó girándose hacia atrás. Entonces lo vio flotando en el agua desmayado. Corrió asustado a buscarlo, ignorando el orgullo que le obligaba a mantenerse severo. Lo tomó entre sus brazos y lo sacó del río para llamarlo. No sabía cuál era su nombre, así que sólo lo movió para que reaccionara. Era imposible que hubiera tragado agua, considerando que el río no era muy profundo. Suspiró, lo mejor sería llevarlo a un hospital. Se levantó para coger su bolso y buscar ayuda desde su móvil, pero se detuvo de inmediato al oír como el chico tosía desesperadamente. Lo observó reincorporarse con cuidado y mirarlo incrédulo.
—Me has salvado otra vez. —Susurró nervioso.
— ¿Qué diablos hacías ahí? Sea a quien estuvieras buscando, era peligroso estar ahí—Suspiró y miró a su alrededor para ver si alguien más los observaba.
—Estaba buscando a un gato, su nombre es Nino-kun. Unas chicas de Preparatoria me habían dicho que alguien lo había perdido y lo habían visto por aquí. Así que…
—Lamento informarte que has sido engañado.
— ¿Eh? ¿Por qué dices eso?
—Eres nuevo ¿verdad?
—P-Pues sí, me transfirieron hace unos meses. Porque nos mudamos.
—Tiene sentido. Esa historia de un gato perdido es una broma que le hacen a los chicos nuevos para ver que tan ingenuos son. De seguro esas chicas querían burlarse de ti.
— ¿D-De verdad? No es posible, se veían tan amables…no creí que fuera una broma.
—No deberías confiar tanto en las personas, sus apariencias engañan a muchos.
—Puede que tengas razón.
—Así que deberías dejar de ser tan bueno con las personas, como darles resúmenes, permitiendo que abusen de ti. Si sigues haciendo eso, la gente se aprovechará de ti.
—Aunque digas eso, siento que no todas las personas son malas. Hay algunas que aparentan serlo quizás para sobrevivir como mencionas, pero en el fondo son buenas personas. —Sonrió, sabiendo que ese chico era de ese tipo de personas.
—Como digas—Le extendió la mano para levantarse otra vez. —Sólo te digo que deberías tener cuidado, eso es todo.
—Lo haré, muchas gracias otra vez. Suelo desmayarme a menudo y no creía que sucedería precisamente ahora, si no hubieras estado aquí, no sé qué habría pasado. —Rió nervioso.
— ¿Encuentras divertido haber arriesgado tu vida por una tontería?—Bufó, no comprendía cómo se tomaba las cosas a la ligera y sonreía tanto. De ese modo, no sobreviviría en esa Preparatoria.
—No es eso, es la situación más que nada —Sonrió—Por cierto, mi nombre es Marco Bodt.
—Yo soy Jean Kirschtein
—Un gusto conocerte, Jean. —Sonrió y lo notó perplejo ante lo que había dicho— ¿Algún problema?
—Creí que me llamarías por mi apellido como todo el mundo
— ¿Eh? ¿Quieres que lo haga? Entonces te diré Kirschtein
—Jean está bien. —Se sonrojó, desviando su mirada, algo en su mirada le molestaba.
—Bueno, puedes decirme como quieras Marco o Bodt
—No es justo que sea distinto, así que te diré Marco…si no te molesta.
—No hay problema.
—Por cierto ¿Dónde están tus cosas?
—Oh es verdad, las dejé bajo el puente.
— ¡¿Cómo puedes ser tan desconfiado?! Existe la delincuencia
—Lo sé, pero no había nadie en ese momento. Vengo enseguida—Rió nervioso.
—Espera, yo no te dije que…—Susurró viendo como se alejaba—te esperaría.
Caminaron juntos de regreso a sus casas, sin saber cómo Marco había encontrado sus cosas intactas, tenía suerte de no haberlas perdido. Para su sorpresa, vivían en la misma cuadra y no tenían ni la menor idea. Quizás porque no prestaba atención a su alrededor es que no lo había notado, porque todos los días se dejaba llevar por la rutina, simplemente salía de su casa como si estuviera programado para eso, se levantaba a la misma hora de siempre, se daba una ducha, tomaba desayuno y salía. En el camino cogía un bus fantasma, donde todas las personas parecían marionetas sumidas en sus propias preocupaciones. Hasta que finalmente llegaba a la Preparatoria. Tal vez por eso era que no lo notaba. Se detuvieron frente a la casa de Marco, él le preguntó si deseaba pasar, pero Jean lo rechazó de inmediato, (ya que no solía visitar ninguna casa que no fuera la suya) dándole la excusa de que tenía cosas qué hacer. El chico de cabello negro lo entendió y se despidió con una hermosa sonrisa, diciéndole que se verían mañana. Él asintió vacilante y le dio la espalda para dirigirse a su casa. Le extrañaba el comportamiento que tenía, las pocas veces que había ayudado a personas, muchas de ellas le agradecían y salían corriendo, mientras que otras simplemente no le agradecían. En cambio él, no sólo se lo había agradecido, también había hecho caso omiso a su postura fría y había decidido que fueran amigos, sin que le hubiera dado el consentimiento de ello. La alegría de Marco le recordaba a la de Sasha, una de las encargadas del centro estudiantil, una chica de cabello castaño largo que siempre lo llevaba atado a una cola. A diferencia que ella sabía mantenerse serena cuando la situación lo requería, apodada como la chica patata por comer demasiado. Suspiró, en más de una ocasión había sido invitado por ella para unirse a la legión que pertenecía, ya sea para ayudar en asuntos estudiantiles, como también para proteger a los nuevos estudiantes. Incluso le había insinuado que podría unirse a ellos como el líder, pero Jean rechazaba su oferta porque no estaba interesado en ese tipo de puestos, ni mucho menos para velar por los demás. No obstante, no admitía los grandes deseos que tenía por ser un gran líder y guiar a todos para cambiar la forma en cómo Japón estaba constituido, pero eran cosas distintas, el gobierno y un simple centro de estudiantes no se podían comparar.
A la mañana siguiente, siguió su rutina de todos los días y salió de su casa a alrededor de las siete de la madrugada, ignorando por completo lo gris que estaba el cielo aquel día. Prefería los días nublados, lo alegraban más que los radiantes. Caminó al paradero donde cogería el autobús con destino a la Preparatoria, el cual estaba rodeado de masas de personas que esperaban por él. Se apoyó junto a un poste de luz para leer un libro de guerra. Si bien lo había leído en más de una ocasión, era uno de sus favoritos, así que no le molestaba hacerlo. Los minutos pasaron sigilosamente, logrando llegar a la página veinte. Habían pasado alrededor de dos buses, pero se habían marchado sin siquiera haber tenido la oportunidad de intentarlo. Suspiró, llegaría tarde otra vez, aunque era lo que menos le importaba. Iba a voltear la página, cuando notó como una pequeña gota de agua se impregnaba en el libro, apartó el libro para mirar al cielo extrañado, las nubes grises comenzaban a agruparse, escondiendo por completo el escaso sol que tenían y apoderándose de todo. Entonces llovió, muchas personas corrieron a refugiarse, mientras otras abrían sus paraguas sin miedo alguno. En su caso, no traía uno con él. Guardó el libro para evitar que se arruinara y se localizó bajo el paradero para refugiarse de la lluvia para pensar que hacer. Iban a ser cerca de las ocho de la mañana, no sabía en qué momento había pasado tan rápido el tiempo. Si se quedaba ahí esperando no llegaría nunca. Así que decidió marcharse, caminando a zancadas hacia la Preparatoria, después de todo no estaba tan lejos. Inesperadamente sintió como el agua dejaba de estar en contacto con su piel, lo que le extrañó por completo. Entonces notó que estaba siendo contenido por un paraguas negro que evitaba que se empapara.
—Buenos días, Jean. —Sonrió Marco a su lado, llevando una chaqueta negra que cubría su uniforme de Preparatoria.
— ¿H-Hace cuánto tiempo estás aquí?—Preguntó incrédulo alejándose de él, no lo había visto venir, su presencia había sido tan repentina que lo había asustado.
— ¿Eh? Creo que cerca de unos diez minutos. Quería saludarte, pero parecías concentrado en lo que leías. —Se rascó la cabeza tímidamente.
—Ya veo…—Susurró
— ¿Ibas a la preparatoria?—Al verlo asentir, prosiguió—Si quieres podemos compartir el paraguas, digo para que no pesques un resfriado.
—Descuida, puedo sobrevivir sin él.
— Está bien.
Durante el camino a la Preparatoria, Marco le preguntaba si había estudiado para la prueba que tendrían esa semana, ya que independientemente a que clase pertenecieran, todos tendrían esa prueba. Jean no se preocupaba mucho por ello, decía que no solía prepararse para ello y le iba bien de igual manera. Debido a la lluvia, muchas calles estaban totalmente inundadas y la gente empujaba más de lo habitual. Si bien toleraba la lluvia en algunas circunstancias, en esos momentos la odiaba con todas sus fuerzas, ya que comenzaba a sentir frío producto de ella. Miró a su lado como Marco iba tranquilamente sosteniendo su sombrilla, seco y sonriente sin preocupaciones. Recordó que él podría estar a sí mismo en esos momentos, protegiéndose de la lluvia junto a él, pero por su orgullo no había sido capaz de aceptar semejante oferta. Apresuró el paso en un intento por acabar con esa tortura y Marco lo comprendió, así que lo siguió a la misma velocidad. Quedaba menos, cerca de cinco cuadras y media, no obstante no sabía si podría soportarlo.
—Hay un atajo que podríamos tomar, es por aquí—Le señaló Marco—De esa manera tardaremos menos. Solía tomar este camino los primeros días y encontré este atajo hace tan sólo unas semanas, es más efectivo.
—Como digas. —Susurró y sin pensarlo se ubicó a su lado bajo el paraguas. —A-Acepto tu oferta por ahora. Después caminaré sin la sombrilla—Desvió su mirada incomodo.
—Bueno. —Sonrió—Me alegro ser de ayuda.
— ¿Podrías dejar de hacer eso?—Gruñó
— ¿Qué?—Preguntó confuso
—Dejar de ser amable y sonreír por todo.
—Oh lo siento, es una costumbre mía. —Susurró triste—No lo haré más, lo prometo.
—No estoy diciendo que te deprimas por ello…—Susurró, solía ser tan honesto con las personas que terminaba haciéndoles daño. Pero en verdad su sonrisa le irritaba, sin saber porqué
—No me deprimo, es sólo que he intentado cambiar eso y no lo he conseguido.
—No me refería a que debas cambiar—Lo miró, pero él no le dirigía la mirada. Permanecía pensativo en otro mundo. Aturdido lo tomó por los hombros y lo obligó a que lo observara—No hay nada malo contigo. Sólo debes ser tú mismo, Marco.
—Jean, pero…
—Olvida lo que dije. No tomes en cuenta mis comentarios o los de otras personas. Sólo sé quién realmente quieres ser, es lo que realmente importa.
—Tienes razón—Sonrió sonrojado—Creo que me dejé llevar por mis propios pensamientos otra vez, gracias por subirme el ánimo.
"Otra vez me está dando las gracias" pensó, apartándose de él para ubicarse a su lado nuevamente, sólo asintió a sus palabras, sintiéndose incapaz de responder. No sabía porque cuando sus miradas se habían encontrado, su corazón latía tan fuerte. Era la primera vez que conocía a alguien que lo impulsaba a dejar su orgullo de lado y lo obligaba a decir lo que realmente sentía.
Debido a su gran retraso, estuvieron obligados a ingresar a clases más tarde lo habitual. Cuando Jean entró a clases, ya se encontraban en la segunda hora. Nadie le preguntó por su ausencia, sólo el profesor encargado le ordenó que sacara su libro de Literatura y leyera la página veinticinco. Vio como Mikasa lo observaba con su mirada escrutadora y Eren también lo hacía, queriendo burlarse por ello. Una vez que sostuvo el libro en sus manos, carraspeó y se preparó para leer. Los primeros párrafos no tenían sentido alguno para él, hasta que leyó la descripción de un hombre que le recordó a Marco sin saber porqué. "¿Porqué se detiene? Kirschtein" lo interrogó el profesor enfadado, ante lo cual negó con la cabeza y prosiguió.
Durante el almuerzo recorrió el jardín hambriento, no sólo había olvidado ver el clima esa mañana, sino también su almuerzo. Buscó en sus bolsillos si tenía dinero, pero no tenía mucho. "Al diablo con la comida" pensó, si hubiera entrado a la milicia, tendría que haber soportado incluso vivir sin comida. Siguió su camino, evitando pensar en comida, cuando sintió un delicioso aroma desprenderse en el aire. Al mirar hacia ese lugar, se percató que sentado sobre una banca se encontraba nada menos que el chico de cabello negro y tez blanca disfrutando de su delicioso almuerzo, de seguro su madre lo había preparado por la forma en cómo estaba decorado. Antes de ser descubierto, le dio la espalda para ignorar su presencia, tenía que irse de ahí lo más pronto posible, antes que se diera cuenta de que estaba ahí.
— ¿Jean?—Habló la suave voz de Marco atrás de él. Volteó con una gota de sudor, otra vez lo había descubierto. —Creí que estarías con tus amigos.
—No tengo amigos. —Contestó fríamente, era lo que menos le importaba tener…lazos. — ¿Y qué hay de ti?
—P-Pues…—Se rascó la cara con el dedo índice tímidamente. —Conozco a algunas personas, pero precisamente ahora están ocupadas.
—Ya veo. —Mantuvo las manos en sus bolsillos para alejarse de él.
— ¿Ya almorzaste?
—No tengo hambre. —Mintió
— ¿Seguro? Porque llevo dos almuerzos ahora y…
—No te preocupes, estoy bien. Nos vemos.
Marco iba a dejar de insistir, cuando inusualmente se escuchó el sonido del estomago del castaño gruñir fuertemente, provocando que se sonrojara por ello. El chico de cabello negro sorprendido vio como se sentaba a su lado, dejando su orgullo una vez más y preguntándole si no se comería el otro almuerzo.
—Era para Armin, un chico de mi clase. Pero no vino hoy, así que no te preocupes.
Armin era el amigo de infancia de Eren y Mikasa, solía verlo a diario en su salón. Lo sostuvo en sus manos y lo miró, tenía la misma apariencia que el de Marco, desprendiendo un delicioso aroma. Sin decir una palabra, comenzó a devorárselo.
—Suelo preparar almuerzos para mis amigos o personas que lo requieren.
— ¿Tú lo preparaste?—Preguntó incrédulo, viendo como asentía— ¿Y te agradecen por ello?
—En el caso de Armin sí, pero no todos lo hacen. Pero no me importa en verdad. —Sonrió, disfrutando su almuerzo mirando al vacío.
—No deberías hacer ese tipo de cosas por los demás.
—Lo sé, pero…puede sonar extraño, pero me gusta ayudar a los demás—Apoyó su mano en su hombro izquierdo nervioso, actuando tímidamente. —Y ver su mirada de gratitud en sus rostros. El sólo hecho de saber que ayudé a alguien me hace sentirme feliz.
"Este chico es demasiado bueno para este mundo" Pensó, personas así deberían premiadas y valoradas, pero en lugar de eso la gente sólo suele abusar de ellas sin pensarlo.
—Es una locura ¿Verdad?—Susurró apenado.
—Lo es, pero ya te dije que no te debe importar lo que piense de ello, sólo debe importarte lo que tu deseas hacer con ello—Le entregó el recipiente vacío—Gracias.
—No es nada. —Sonrió y lo guardó en una bolsa. —Sí, he pensado en eso…creía que sería buena idea entrar a la legión de estudiantes. Me gustaría ser como todos los que trabajan allí velando por la seguridad de los demás y apoyándolos en todo. Pero no sé si sería bueno ayudando.
—Sí es lo que quieres, deberías intentarlo.
—He oído que una de las delegadas quería que fueras parte de la legión como líder ¿Porqué no quieres hacerlo? Estoy seguro que serías un gran líder, porque defiendes tus ideales a toda costa.
—Porque no estoy interesado en esos asuntos. Además ayudar en asuntos estudiantiles no tiene sentido para mí perspectiva, quiero pertenecer a algo más grande.
— ¿Cómo qué?
—Como la milicia de Japón o algo relacionado con ello. Estando ahí se puede ayudar de verdad.
—Pero entrar ahí…es peligroso, atentarías contra tu vida.
—Prefiero eso en lugar de quedarme aquí sin hacer nada.
—E-Eso quiere decir que… ¿Te irás pronto?
—Aún no, falta para eso
—Pero si quieres entrar a la milicia y ser líder, deberías practicar primero
— ¿A qué te refieres?
—Entrando a la legión tendrás una base por delante…tal vez no sea mala idea intentarlo.
—No sé si sea buena idea, más considerando que no suelo llevarme bien con las personas.
—Con mayor razón debes intentarlo. —Sentenció sonrojado—Una vez que estés ahí, tendrás que aprender a trabajar en equipo y convivir con personas…de esa manera estarás preparado para cuando quieras entrar a la milicia. Porque sea donde estés, el trabajo en equipo es primordial.
—Puede que tengas razón, pero
—E-Entremos juntos. —Habló Marco sonrojado.
— ¿Eh? Aún no decido nada, además nos conocemos… ¿Cómo podríamos trabajar en equipo?
—No necesito conocerte para saber cómo eres, Jean. —Sonrió sonrojado—Sé que puedo confiar en ti sin problemas.
Sí bien no conocía nada en absoluto de la vida de Marco, además de saber que vivían a tan sólo tres casas de distancia, que era una persona bondadosa, tímida y alegre, solía desmayarse a menudo por extraños motivos y le importaba más que nadie el trabajo en equipo. Algo en sus palabras había cambiado su forma de pensar en esos instantes. Sintiéndose seguro con lo que decía y encontrándole sentido a cada cosa que mencionaba. Era la primera vez persona que lo hacía sentirse así, quizás porque era al primero que podría considerarlo como un amigo. Por lo mismo, esa misma tarde decidió darle una oportunidad a los sujetos más desdichados de la legión de la Preparatoria y enviar una carta de postulación junto a él.
Continuará…..
Hola! ¿Cómo están? Espero que bien.
Este es mi primer fanfic de Shingeki no Kyojin, como ven está creado en un Universo Alterno, no mencioné tantos aspectos relacionados a donde estudian, porque pienso hacerlo después. Y con respecto al yaoi, también es mi primer fic xd Hoy 28 de marzo esta de cumple mi mejor amiga Maru 3 por este motivo he decidido escribirle un fanfic de una de las parejas que más ama en la vida, por eso he decidido hacerlo. En un comienzo quería que fuera sólo un one shot, pero me inspiré demasiado y siento que necesito que sea fic. No será muy largo, quizás con unos cinco capítulos estará bien. Tengo todo planeado para después, pero pienso que si lo decía todo en un one shot los acontecimientos pasarían muy rápidos y no tendría sentido. Así que espero que les guste y comenten.
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Salludos : )
