Nota de Autor: ¡Buenas! No sé cémo, pero al fin he tenido el valor de publicar algo de cosecha propia. La idea lleva un tiempo en mi cabeza. Y es que he leído muchos fanfics en los que Hermione viaja al pasado, pero nunca lo he visto a la inversa (aunque seguro que los hay). Y me pregunté ¿Cómo sería si fuese Tom quien viaja al futuro? ¿A la época en la que transcurre la saga? Y salió esto.
Mi idea es seguir la línea argumental a partir del quinto libro, por lo que todo lo ocurrido hasta ahí sigue siendo canon. A partir de ese punto la historia cambiará según los cambios que supongan la presencia de Tom. Eventualmente será Tom/Hermione, pero para eso queda mucho. Me gustaría hacer una historia realista, manteniendo la personalidad de los personajes y haciéndolos evolucionar y con varios puntos de vista, espero poder conseguirlo. Este capítulo es principalmente un prólogo, no me sorprendería que resultase aburrido. Reviews, sugerencias, críticas y comentarios son más que bienvenidos, así que dejadme saber qué pensáis.


Cuando se despertó aquella calurosa mañana de julio Hermione no era consciente de que aquel día marcaría un antes y un después en su vida, se dio una ducha, se vistió y se lavó los dientes como cada mañana. Tampoco lo fue cuando bajó a desayunar y metió dos rebanadas de pan en la tostadora, mientras el agua hervía en la tetera. Ni tampoco cuando acompañó a su madre a hacer la compra y ambas volvieron cargadas de bolsas porque habían aprovechado una oferta de la carnicería. Ni siquiera lo fue cuando escuchó el timbre de la puerta a media tarde y ella ni le prestó atención pues no esperaba visita.

No, ella estaba arriba. Tras el almuerzo había subido a su habitación y llevaba desde entonces sacando cosas de cajas y metiendo su ropa en el armario. En ese momento se encontraba ordenando sus libros con cuidado, por tema, autor y fecha de publicación, como siempre le había gustado hacer. Más que una preferencia había llegado al punto de convertirse en un hábito, por no decir manía.

Cuando empezaron las vacaciones sus padres decidieron que "como ya no era una niña" debía tener una habitación adecuada, de modo que habían repintado y cambiado los muebles. Hermione no le encontraba sentido ya que, como les había dicho, apenas pasaba tiempo en casa, aún así no pudo impedir el viaje familiar a un almacén de muebles sueco y los consiguientes tres día de montaje y desesperación que culminaron con la llamada a un operario de la tienda. Había tenido que vivir una semana con todas sus pertenencias apiladas en caja con la pared, pero su enorme estantería nueva hacía que mereciese la pena. Distraída como estaba poniendo su nuevo dormitorio a punto no se molestó en ir a ver quien era, probablemente sería algún amigo de sus padres.

—¡Hermione, baja un momento!—Escuchó la voz de su madre proveniente del piso inferior apenas cinco minutos después. Con un resoplido dejó su ejemplar de "Numerología y Gramática" sobre la cama y bajó las escaleras. Debía de ser algún amigo al que ella conocía y que al enterarse de que había vuelto del "internado para jóvenes prodigios al norte del país", que es como sus padres denominaban a Hogwarts en presencia de otros muggles, había querido saludarla. Lo que no esperaba es ver en su lugar a alguien que sabía muy bien qué era exactamente Hogwarts.

—¡Profesor Lupin! - Exclamó emocionada a la par que sorprendida al ver a su antiguo profesor de Defensa sentado en el sofá de su salón—. Cuanto tiempo, ¿Qué tal se encuentra?

—No puedo quejarme, Hermione. Aunque me temo que esta no es una visita de cortesía —le respondió Lupin con calma y una mirada afable. No había cambiado nada, su ropa se seguía viendo desgastada y parecía más cansado que nunca, destacaba mucho con su túnica color canela sentado en el sillón que había cerca de la televisión. En ese momento su madre, Michelle, apareció con una bandeja de té y pastas que depositó sobre la mesa.

—¿A que debemos entonces su visita, señor Lupin? ¿Ha ocurrido algo? —preguntó su padre preocupado mientras cogía la taza que le pasaba su esposa. Mientras Hermione dedujo que su padre pensaba que se trataba de asuntos escolares.

—Nada de lo que tengan que preocuparse, se lo aseguro. Pero me temo que ha ocurrido algo que no habíamos previsto y necesitaríamos de la asistencia de su hija, por lo que sería conveniente que pasase lo que queda de verano en... otro lugar.

—¡Pero si sólo lleva aquí dos semanas! —interrumpió Michelle mientras dejaba su taza sobre la mesa—. ¡Apenas hemos podido pasar tiempo con ella!

Lupin dejó también su taza sobre la mesa tras darle un largo sorbo y dirigió una mirada de disculpa a la castaña. —¿Podrías dejarme a solas con tus padres?

La joven asintió y, apenas hubo terminado la petición del profesor se levantó y regresó a su habitación. Sacó su baúl de detrás de las cajas y empezó a hacer el equipaje sin mayor demora. Lupin no habría ido a buscarla expresamente si no se tratase de algo importante, no podía imaginarse que pero era obvio que había pasado algo. Su frenético movimiento se detuvo de repente. —¿Y si ha pasado algo con respecto a El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado— pensó con temor. Ojalá se equivocara, pero no pudo evitar que la inundara la preocupación por el bienestar de su amigo Harry. Intentó no pensar en ello y prosiguió su tarea hasta que alguien habló a su espalda, asustándola.

—Veo que no has perdido el tiempo. ¿Necesitas ayuda? —Hermione se giró para ver a Lupin apoyado en el marco de la puerta. El licántropo le ofreció una sonrisa señalando la varita que tenía en la mano.

—Necesito saber que ocurre —respondió ella ignorando el propósito que tenía inicialmente ese ofrecimiento

—¿No se te escapa una, verdad? —Suspiró el mago guardándose la varita en el bolsillo—. Me temo que la situación ha empeorado más de lo previsto. No muchos creen en lo que Harry vio hace un mes, pero los pocos que sabemos la verdad nos estamos reuniendo. Dumbledore considera necesario que tú, dada tu cercanía a Harry, también estés presente. Iba a posponerse otro par de semanas, pero ha ocurrido algo... inesperado y hemos de irnos de inmediato. Los Weasley llegarán por la noche.

Hermione escuchó atentamente la explicación de su antiguo profesor. Pero sólo sirvió para formular más preguntas en su cabeza. ¿Para qué la necesitaba Dumbledore? ¿Qué había ocurrido exactamente que no podía esperar? ¿Dónde estaba El-Que-No-Debe-Ser- Nombrado y qué hacía? Se dio media vuelta en silencio y guardó el resto de sus cosas en el baúl, dudaba que sus preguntas fuesen a ser respondidas antes de tiempo. En cuando cerró la tapa del baúl cinco minutos después Lupin sacó de nuevo su varita y murmuró un hechizo entre dientes. Entonces se acercó al baúl y lo levantó como si no pesara nada, Hermione sospechaba que el hechizo había hecho que así fuera, y salió de la habitación. Hermione cogió el transportín que había sobre la cama, en el que había metido a Crookshanks en cuanto pudo atraparlo, y lo siguió escaleras abajo.

En la entrada, junto a la puerta, los esperaban sus padres, cuando bajó el último escalón su madre se adelantó y la abrazó la abrazó. Tras ella pudo ver como Lupin no se detenía y salía al exterior para darles intimidad.

—Ten mucho cuidado, cariño. Te quiero —le dijo con dulzura mientras la apretaba entre sus brazos.

—Y yo a ti, mamá —respondió la joven antes de darle un beso en la mejilla. Se giró para abrazar también a su padre, quien aprovechó para revolverle el desordenado cabello.

—Te echaremos de menos, princesita. —Hermione sonrío al oír ese apodo, su padre solía llamarla así cuando era pequeña, le traía gratos recuerdos—. Es una lástima que tengas que se haya adelantado ese seminario, pero ya sabes que tus estudios son lo más importante. Así que nos veremos en Navidad, odríamos hacer algún viaje en familia. ¿Te parece?

—Cuenta con ello —respondió soltándose de su abrazo y preguntándoles qué les habría dicho Lupin para convencerlos de que la dejaran ir. ¿Qué seminario?— ¡Nos vemos!

Mientras se acercaba a Lupin escucho a su padre gritar. —¡Me debes una guerra de bolas de nieve! ¡Y nada de aliarte con tu madre! — Hermione dejó escapar una risita al recordar sus últimas vacaciones de invierno con su familia, cuando ella y su madre habían hecho equipo para derrotar a su padre en una batalla de bolas de nieve. Notó entonces una lágrima descender por su mejilla, pero no se giró. Siempre lloraba en las despedidas y lo que menos quería es que sus padres la vieran llorar en ese momento.

Lupin y ella caminaron hasta un estrecho callejón fuera de la vista de curiosos y Lupin le tendió el brazo, ella lo agarró sospechando lo que iba a pasar, pero ignorando las consecuencias. La aparición conjunta fue de lo más desagradable;se le revolvieron las tripas, le dolía la cabeza y se encontraba mareada, esperaba no tener que repetir la experiencia próximamente. De modo que cuando sus pies tocaron el suelo agradeció ver aquella casa ante ella. Ni siquiera se detendría a pensar en cómo era posible que estuviera oculta a simple vista hasta estar entre las mantas de su nueva cama. La casa era antigua, imponente y... fría, había polvo y humedad por todas partes. Una vez estuvo en el amplio vestíbulo no tuvo la impresión de que a aquello se le pudiera llamar hogar.

—Bienvenida al cuartel general de la Orden del Fénix —dijo Lupin en voz baja, dejando su maleta en el recibidor y adelantándose.

—¿La qué? —preguntó confusa.

Pero Lupin no contestó a su pregunta, en su lugar hizo un gesto para que lo siguiera. Descendieron hasta una habitación grande y tenebrosa con paredes de piedra, al observarla detenidamente se dio cuenta de que se trataba de una cocina. Aunque lo que llamó realmente su atención no fue la estancia en sí sino los ocupantes de la larga mesa de madera que había en el centro. Allí se encontraba el profesor Dumbledore, Sirius, la profesora McGonagall, el que Hermione supuso que era el verdadero Alastor Moody, una joven con cabello lila y un hombre alto de raza negra. La castaña no reconoció a los dos últimos.

Dumbledore levantó la vista de un pergamino que había estado leyendo y la posó en ella —¡Ah! Señorita Granger, me alegra que haya llegado sana y salva. Tome asiento por favor. —Señaló con la mano extendida una de las sillas libres y Hermione tomo asiento junto a Moody. La silla a su otro lado fue ocupada inmediatamente por Lupin— Se preguntará qué está ocurriendo y por qué la hemos hecho venir tan repentinamente. Verá...


Más tarde, en la habitación que le habían asignado, Hermione guardaba su ropa en el destartalado armario, dejando a propósito la mitad del espacio libre ya que seguramente tendría que compartirlo con Ginny. Se movía de forma automática ya que su mente seguía estancada en la conversación que habían mantenido abajo. En una parte en concreto que le era imposible ignorar.

—... de modo que él está aquí. Aunque aún no sabemos como es eso posible —concluyó Dumbledore muy serio.

—¿Qué quiere decir con que "él está aquí"? —preguntó temerosa, sin entender muy bien a que se refería el anciano mago.

- Precisamente eso, que está aquí, físicamente. Para ser exactos en una habitación del piso superior. - Por una vez los ojos del director se mostraban impasibles, su habitual brillo y alegría habían desaparecido.

—A ver si lo he entendido... —respondió Hermione enredando las manos en su castaña cabellera, confusa—. Después de lo que pasó durante la Tercera Prueba, lo del profesor Moody. Perdón, lo del falso profesor Moody —se corrigió mientras observaba a quien debería haber sido realmente su profesor. Él no pareció ofendido y le hizo un gesto para que continuara—. Fue usted a investigar el cementerio del que habló Harry, pero allí no encontró ni rastro de los mortífagos ni de Quien-Usted-Sabe. Sólo encontró los restos de la pelea, un caldero enorme y ... un ¿Quien-Usted-Sabe adolescente? ¿Y ese Quien-Usted-Sabe adolescente está ahora en el piso de arriba? ¿Y nadie sabe como es eso posible?

Sirius soltó una risotada por lo bajo y susurró a la joven a su izquierda —Lo ha resumido bastante rápido. Deberíamos dejar que sea ella quien lo cuente a partir de ahora en vez de Dumbledore, ahorraríamos tiempo—. La chica del pelo lila se cubrió la boca con la mano para que no se notara su risa pero a Dumbledore no pareció hacerle tanta gracia y le dirigió una seria mirada a Sirius, haciendo que tanto éste como su acompañante callaran de inmediato. Acto seguido se volvió nuevamente hacia Hermione y prosiguió.

—Eso me temo, señorita Granger. Sólo podemos hacer conjeturas sobre como ha llegado a pasar, puede que nunca estemos seguros al cien por cien. De lo que si estamos seguros es de que es completamente real y de que es él, no se trata de nadie disfrazado ni bajo la maldición Imperius. Por suerte para, no es todavía el mago tenebroso al que sin duda tendremos que enfrentarnos antes o después. Sólo es un chico de dieciseis años, sin recuerdos posteriores a su quinto año en Hogwarts.

—El año en que abrió la Camara de los Secretos —susurró Hermione recordando ese detalle y empezando a atar cabos.

—Exacto. Creemos que ese hecho tiene que estar relacionado, pero me temo que por ahora nos encontramos en un punto muerto. Oh, no se preocupe —añadió la expresión que adornaba el rostro de la castaña—, le aseguro que el Tom Ryddle que se encuentra arriba es totalmente inofensivo. De momento.

Hermione guardó su última camisa y se volvió para hacer lo mismo con sus calcetines. —¿Cómo pueden estar tan tranquilos con ese... con ese en la misma casa que ellos?— pensó apilando los calcetines en el fondo de un cajón. Por mucho que Dumbledore hubiera dicho que era un chico de dieciséis años, era la versión joven de El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado, ¡Merlín! Daba igual que le asegurasen que no tenía varita ni ninguna otra forma de hacerles daño, estaba segura de que podría ser muy creativo si se lo proponía. En aquel momento Tom Ryddle le parecía de todo menos inofensivo y ese "de momento" que había dicho el director no ayudaba en absoluto. Su único consuelo era que los Weasley llegarían en pocas horas, entonces tendría más gente con quien hablar y que diera vida a aquella lúgubre casa.

Cuando por fin terminó de ordenar su ropa y sus libros echo un vistazo a la habitación. Dos camas, un armario destartalado, una ventana mugrienta, una cómoda, un espejo y, ahora, su baúl, en la habitación no había nada más, a menos que se contase el polvo. Quizás si limpiase un poco la estancia parecería más acogedora, seguro que entraría mucha más luz por la ventana sin toda esa suciedad en el cristal. Con ese nuevo propósito salió de la habitación para buscar un trapo y un cubo con agua en la cocina, estaba a punto de llegar a la escalera cuando se topó con alguien que venía de allí.

Era un joven alto y delgado, su apariencia coincidía con la descripción que Harry le había dado al final de su segundo año y de todas formas, ¿cuanta gente más había en la casa? Hermione se quedó paralizada al encontrarse frente a nada más y nada menos que Tom Ryddle. Cuando él posó momentáneamente sus oscuros ojos sobre ella, la joven tenía un nudo en la garganta y no pudo evitar tragar saliva, pero Ryddle ni se inmutó y siguió su camino sin prestarle más atención. Al pasar por su lado la joven vio que en sus manos llevaba un plato con... ¿Un sandwich?

Bajó rápidamente a la cocina y llenó el cubo con agua, notando que sus manos temblaban. —Tranquila, Hermione —se dijo a si misma—. Tarde o temprano te lo tenías que encontrar, ¿no?— Aunque no había esperado que fuese a ser precisamente el primer día. Por lo que le habían dicho, el moreno apenas salía de su habitación en el cuarto piso y sólo bajaba cuando tenía hambre, al parecer a veces ni aún así. ¿Por qué tenía que habérselo encontrado?

Volvió a su habitación a paso veloz y dejó el pesado cubo en el suelo para poder mojar un trapo limpiar la ventana. Cuando terminó limpió y fregó el suelo, quitó el polvo de los muebles y puso sábanas limpias en ambas camas, seguía convencida de que compartiría habitación con Ginny. Para cuando se escuchó el estruendo que anunciaba la presencia de alguien en el vestíbulo estaba agotada, pero aún así salió al recibidor a comprobar quien era. Una sonrisa se dibujó en su rostro al ver el cabello rojizo de los recién llegados: Los Weasley.


Una pequeña introducción a lo que será una historia mucho más larga. Os haya gustado o no os agradezco mucho que os hayáis tomado el tiempo de leerla.

Un saludo!