I.

Levi

Lo último antes del final

Todo. Se. Derrumba.

A mi alrededor no hay nada más que árboles rotos, caídos y marcados por las pisadas de los titanes: cadáveres llenos de sangre a los que les faltan partes de su cuerpo; como si fueran desechos. Demostrando, una vez más, que estas bestias no nos necesitan, que ni siquiera somos alimento para ellos: solo un juego. Nuestro sufrimiento es su forma favorita de entretenimiento.

Y, ahora mismo, yo les debo ofrecer un grato espectáculo. Siento mi cuerpo roto, derramado en el suelo de forma penosa; la sangre mana, perezosa, expandiéndose cada vez un poco más, reptando por mi cuerpo con desidia. Vaga, juguetona: sabe que no hay prisas. Este es el último movimiento, el paso definitivo antes de que el final, mi final, se haga tangible.

Tumbado boca arriba, con las articulaciones desencajadas, los brazos extendidos a los lados, tensos; sin poder moverme y con los cuerpos de mis compañeros desperdigados a mi alrededor: lo único que ocupa mi mente es el odio que les profeso a los titanes. Aún a las puertas de la muerte, mis únicos pensamientos consisten en exterminarlos: mutilarlos como ellos han hecho conmigo.

No intento gritar, no podría hacerlo: me duele hasta respirar. Mi garganta está seca, llena de polvo y quebrada; tampoco quiero hacerlo: no pienso darles ese placer, no puedo simplemente hacer lo que una persona normal haría en mi situación. Debo sobreponerme, escuchar a mi orgullo, hacer las cosas con esa dignidad que me caracteriza. ¿Afrontarlo? No hay nada que afrontar; voy a morir, lo sé.

Y yo no quiero morir. Me permito una sonrisa: tan leve como un soplo de viento, porque de otro modo me causaría un dolor insoportable; espero que aún así sepa transmitir mis emociones: melancolía, cinismo, y, sobre todo, una burla ante mi propia estupidez: ¿y quién desea hacerlo? Morir, quiero decir. Hay que ser idiota o estar desesperado para plantearse esa posibilidad. En este juego, simplemente, no hay otra opción que sobrevivir. Porque nosotros nos encargamos de salvarle el culo a la gente cuando las cosas se ponen feas, por eso: porque, si nosotros no lo hacemos, nadie lo hará.

Corrección: esto no es un juego. Ningún juego debería tener el poder de cobrarse tantas vidas: esto es algo dolorosamente cruel. Y real.

Me duelen los ojos, quizás debería cerrarlos para que no giren en todas las direcciones. Cualquier leve movimiento me provoca un sufrimiento horrible, agotador.

Estoy demasiado cansado. Y sé… que. El… final… ha. Llegado.