Sintió la frialdad del sudor correr por su piel al momento en que azorada, abrió los ojos. Su respiración entrecortada molestó a su vecina de cama, que volviéndose hacia ella le pidió en el lenguaje molestado de los durmientes que se callara. La joven trató de lograrlo, recogiendo su largo cabello castaño para tranquilizarse.

A pesar de su infalible memoria, no pudo recordar que era lo que le había hecho tanto daño en el sueño. Sólo sentía el ligero vértigo que acompaña a las pesadillas nocturnas cuando no hay alguien al lado que pueda confortarnos.

La mañana siguiente fue una típica en Hogwarts: soleada y ligeramente fría. Hermione se reunió con Ron y Harry en el comedor, los cuales notaron de inmediato un ligero tinte violeta bajo los ojos de la adolescente.

-¿Sucede lago malo Herm?- Indagó Harry, ligeramente inquieto.

-Traes unas ojeras horribles- Declaró Ron con una sonrisa.

-Estoy bien, es sólo que anoche tuve una pesadilla y no pude dormir en toda la noche por tratar de recordarla-

-Y lo conseguiste?- La pregunta de Ron fue contestada con una queja de Parvatti.

-Supongo que no, porque estuvo toda la maldita noche paseándose por la habitación.- Hermione empezó una mueca de disgusto que fue interrumpida por una expresión de asombro cuando su mirada se cruzó con la de Malfoy a través del salón. Harry siguió el camino de sus ojos e hizo un mohín de fastidio.

- ¿Te ha molestado?- Le preguntó a su amiga, quien pareció no oírlo, ya que la extraña sensación de haber compartido algo con el insoportable Draco la embargó.

-¿Hemione?- Ron pasó su mano enfrente de la cara de la chica , recobrando su atención.

-No...no es eso, de repente recordé algo que no hice.- Argumentó con prisa y una sonrisa falsa, clavando los ojos en su jugo de calabaza.

-Bien...si tú lo dices- Acepto Ron, no igual Harry quien quedo un poco preocupado.

Desde la mesa de Slytherin, Draco había levantado la vista con una extraña opresión en el pecho. La noche pasada se había despertado con un grito ahogado a causa de un sueño que no recordaba, pero que obviamente había sido horrible. Y al entrar en el salón tuvo la certeza de que algo de lo que él había soñado se encontraba en el ambiente. Paseó la mirada entre sus compañeros, los maestros y el lugar, hasta que sus ojos encontraron la mirada asustada de Hermione Granger, la estúpida sangre sucia de Gryffindor. Draco alzó una ceja y apartó la vista cuando Potter lo miró. No tenía ánimos para empezar una discusión esa mañana. Sin embargo, algo en los ojos de la chica lo hizo volver a mirarla disimuladamente, ahora ella tomaba de su copa y parecía que no había dormido en toda la noche. Malfoy se pasó una mano con fastidio por el cabello casi plateado. Sí así era, a él no le importaba en realidad. Al menos, eso creía.

















Mientras se dirigía a la clase de Pociones, dos horas después del desayuno, Hermione se detuvo un momento en el corredor. Su vista se perdió en el cielo que se mostraba a través de los arcos que daban al jardín. Un dejo de pesar ensombreció su mirada. Estaban a mitad del sexto curso; relativamente, faltaba muy poco para terminar su educación como magos, y a veces, se sentía confundida respecto a su futuro. Sobre todo de un tiempo para entonces. Tan absorbida estaba en sus cavilaciones, que no se dio cuenta que estaba estorbando el paso de los estudiantes, hasta que alguien se fue a topar con ella. Trastabilló hacia delante, recobrando la atención, y giró para encontrarse con el desagradable rostro de Crabble, que la empujó, cerciorándose antes de que no tuviera a ninguno de sus amigos cerca. La joven quitó la gorda mano de su hombro, sin temor.

- ¡Tranquila, sangre sucia!- Intervino Goyle. Detrás de ellos, Malfoy la miraba sin decidirse a intervenir, y es que a pesar de que algo le inquietaba respecto a Granger, aún no estaba listo para defender a una sangre sucia que consideraba su enemiga. A pesar de eso, Hermione no pudo evitar sentirse extraña por el comportamiento del chico, que esta vez, no la había insultado. Harry se presentó casi al instante, seguido de Ron, que acudieron para hacer frente a los otros.

Asi que se sienten muy valientes, los tres solitos, pobrecitos, contra una mujer- Los ojos de Ron lanzaba chipazos de ira. Mientras que la mirada de Harry era casi asesina.

No solo contra ella- Respondió Crabble, altanero. â€"Sino contra todos ustedes-

¿Ah, si? Pues que esperas bola de manteca?- Ron se arremango la túnica, desafiando al chico con su elevada estatura. Goyle se interpuso.

Pelearás también conmigo entonces-

Espera Goyle- La voz de Draco los confundió. Era una voz cansada, ligeramente hastiada, no la voz burlona de siempre.

Draco? â€" Preguntó Crabble, esperando órdenes.

-Vamonos- Fue la repuesta que dejó a todos atónitos.

Pero..pero...Draco-

Vamonos- Repitió con la mirada de hielo que tanto atemorizaba a sus lambiscones.

Hey! Qué sucede Malfoy....¿tienes miedo?- Un poco frustado por no poder romperle la cara a Crabble, Ron trató de provocar a Draco.

Nada que te importe Weasley- La voz aún sonaba fria, pero era evidente que no era la misma.

Pero que le pasa a ese?- Era obvio que Harry estaba impresionado, o al menos confundido. No era común en Malfoy evadir una pelea con ellos. Hermione los miró alejarse con un extraño nudo en la garganta. La sensación de estar cayendo en un vacio cada vez más obscuro la invadia por completo. ¿Qué le estaba pasando? Por qué de repente la mirada de Draco le hacia dudar de su cordura? Movió la cabeza, deseando despejar sus pensamientos. Era ridículo que ella empezara a sentir por Malfoy algo que no fuera lástima. Y ese sentimiento sería el más noble que le pudiera dedicar, después de todo lo que había hecho él contra ella. ¿O no?





Casi un mes había pasado desde aquel extraño sueño que no podía recordar. Todas las noches se despertaba con la sensación de que había algo en la habitación. Sus ojeras se hacían más evidentes a medida que transcurrían los días. Contestaba con una sonrisa tranquilizadora a las preguntas de sus amigos, que se preocupaban de verla en aquel estado.

-Tal vez sería bueno que hablaras con el Prof. Dumbledore o con la Profa. Mc. Gonagall- Recomendó Ron con inquietud. Harry lo apoyó. Estaban en el gran salón, disfrutando de una cena a base de postres, de los cuales, la joven no probó uno solo. Aunque jamás lo admitiría, estaba asustada, cada noche le producia más temor el acostarse. Si tan sólo pudiera recordar los sueños, pero eso parecía cada vez más imposible.