LAS APARIENCIAS SIEMPRE ENGAÑAN.
Comedia en tres actos.
Nota de la autora: Contiene un personaje original (aclaro que no es un self-insert) y hay algo de bashing.
INTRODUCCION
En la noche del 31 de octubre, estamos observando el cruce de dimensiones que tiene lugar en una casita en algún lugar recóndito en Europa, donde se encontraba alguien que daba mucha baza por donde quiera que fuera.
Suena una música de fondo muy parecida a la que se oye en las películas de suspense cuando aparece la villana oficial de Fantasías de Saint Seiya, (según la encuesta que se hizo hace unos meses en la sucursal de ese club que había en su localidad). Eso sí, tampoco hay que exagerar los cumplidos que no había mucho por donde elegir ya que al club normalmente no aparecían más que cuatro gatos mal contados.
¿Qué hace a estas altas horas cuando debería haber estado durmiendo?
La jovencita está sentada al lado de la chimenea mientras, embelesada, mira unas bellas imágenes de los caballeros de oro, de los guerreros de Asgard y deja que su imaginación vuele acerca de las cositas que le gustaría hacerle a un hermoso chico rubio de ojos azules que casi siempre los mantiene cerrados.
Se está comenzando a adormecer al pensar en tal bella imagen cuando de repente un molesto ruido la saca de su ensoñación y al mirar hacia el balcón ve que una figura de asqueroso aspecto y peor olor se le está acercando. Rápida y sigilosamente se dirige hacia la cocina de donde regresa con una escoba en la mano. El bicho asqueroso se sigue acercando, el olor se hace insoportable y ella enarbola la escoba, que cae sobre ese cuerpo repugnante chafándolo y haciéndole emitir un leve quejido. A pesar del fuerte golpe la cosa asquerosa consigue escapar.
La joven maldice un poco pero como curiosamente no tiene que limpiar porquería alguna porque el ¿animal? se había marchado sin dejar rastro. Se queda un tanto extrañada pero como no puede dormir decide empezar a escribir un fic para el próximo ficsotón y para distraerse de los problemas a la hora de elegir su cosplay para la próxima convención de Saint Seiya.
—¿Por qué no escribe un fic sobre mí, señorita? —se oye decir a una voz chirriante de alguien que estaba justo enfrente de nuestra heroína. La chica se lleva un susto de muerte al ver que aquella horrible voz, que sonaba como las uñas que raspan la pizarra de arriba a abajo, provenía del horrible bicho al que había sacudido un buen escobazo pocos minutos antes.
—¿De ti? pero ¿y tú quién eres? —dice dando un enorme respingo y poniendo una mueca de asco en su cara—. ¿De dónde demonios has salido?
—Pero, ¿cómo? —pregunta con sorpresa—, ¿no me conoces, linda?.
—No, de nada —le dice con total frescura mientras piensa que debería en ponerse en contacto con el ayuntamiento para que enviaran a los del departamento de fumigación.
—Mi nombre es Zeros de Sapo.
—¿Sapo?... — le pregunta mirándolo de reojo y tratando de reconocerlo pues la cara le resultaba vagamente familiar—. Ah... pues aparte de los que tengo en un estanque, al único sapo al que conozco es al de la fábula de Esopo.
—¿Eh?...¿pero de qué habla?
—Ese que vio a un toro y quiso ser igual de grande que él y comenzó a hinchar su cuerpo hasta estallar.
—No, yo no he visto nunca a Aldebarán... —dice tratando de ponerse de pie y esbozar una "seductora" sonrisa mientras la joven le dirige una furiosa mirada cuando el tipo le menciona de aquella forma al caballero de Tauro—. Cariño, te advierto que soy el espectro más poderoso de Hades.
—¿Espectro de Hades? —le pregunta sorprendida—, ¿el más poderoso? ¡Vaya!, yo creí que ese era Rada... montes, Saltamontes o como quiera que se llame.
—¡Señorita...! —le grita el tipo.
La indignada mujer se pone el índice en la boca para indicar al otro que guardara silencio y le enseñó el palo de la escoba.
—Haz el favor de callarte, que me vas a despertar a toda la casa. Bueno, ya que estás aquí, ¿qué diablos quieres?
No puede dar crédito a sus ojos pues cree que tal vez se halle bajo el efecto de alguna alucinación o a lo mejor se trata de un graciosillo que se está tomando su cosplay demasiado en serio. "Sobre gustos no habrá nada escrito pero con la cantidad de personajes de Saint Seiya que hay para elegir, éste va y se viste del sapo asqueroso que pateó a Camus".
Zeros permanece en silencio por unos momentos.
—Pues ya que los fans de Saint Seiya han hecho un complot para no escribir sobre mí, quiero que me ponga como personaje principal de uno de sus fanfictions.
—¿Qué? —dijo a punto de darle un patatús a causa de la risa—, oye, estarás de coña, ¿no?
El sapo negó con la cabeza.
—Me tienen marginado, ¡no es justo!...
—Pobrecito — le replica con una tono de voz de comprensión tan genuina como un billete de un euro—. Aún suponiendo, ¡que ya es mucho suponer!, que te escriba el fic, ¿quién lo leería?
—Usted tiene influencias en su club, ¿no?.
—Sí, pero eso no quiere decir que vaya a ganar el ficsotón— pausa tapándose la boca pretendiendo que le había dado un ataque de tos—. Además, piensa por un momento, ¿por qué crees que nadie quiere saber de ti?
—¡Eso es sólo por celos!
—¿Celos?
—Sí, ¡de mis prodigiosos poderes!
A la pobre le pegó un ataque de tos de veras al oír aquello, estuvo a punto de atragantarse tratando de reprimir las risas que amenazaban por escapársele de un momento a otro y también las arcadas que le provocaba el pestazo a muerto que echaba Zeros. Tal vez porque es la víspera del día de difuntos que aquel mamarracho se le había aparecido o quizá está alucinando en colores, pero como la situación tiene su lado gracioso le sigue la corriente. Como quiere quitárselo de encima y le está costando lo suyo mantener una cara seria, se piensa lo del fic un poco más y le parece que no es mala idea. "Ten cuidado con lo que deseas, querido, que igual se convierte en realidad..."
—Señorita, ¿está usted acatarrada?
—No, coff...cofff... ¡qué va!... debe ser el aftershave que usas. Es que tengo alergia a ciertos perfumes y al polen de flores...
—Ah... —dice Zeros aliviado sin captar la indirecta.
—Bueno, pues señor Zeros, vuelva de aquí a unos días y veremos qué puedo hacer por usted.
—Un momentito —dice desconfiado—. ¿No estará tratando de engañarme?, porque sino el gran Zeros se lo hará pagar bien caro.
—Por supuesto que no le haría una jugarreta así...
—Volveré en tres horas y será mejor que para entonces se le haya ocurrido una buena trama...
—Por mí no te molestes, sabandija asquerosa —murmura ella sin que Zeros la oiga y agrega con falsa coquetería—. Le esperaré impaciente.
Zeros se marcha y la chica envía un mensaje de texto a un par de amigos suyos que también padecen de insomnio.
