Antes de empezar con la historia, los personajes que aparecerán en la historia no son de mi propiedad, pertencen al universo SNK de Hajime Isayama.

Capítulo 1 ¿Quién se va?

El cómo terminaron juntos no es de sorprenderse, fueron las diferencias entre ellos las que los llevaron a quererse. Él era un hombre casado cuando la conoció. Ella en problemas a su presencia llegó. Él era el jefe de departamento. Ella trabajaba como secretaria; se encontraba cubriendo a su amiga, la que tuvo un accidente, la misma que abruptamente le mintió. No trabajaba directamente con el gran director, como le había alardeado la señorita Braus. Irónico era pues, el hecho de estar bajo el mando de alguien que le llegaba a la barbilla. Braus nunca le mencionó la obsesión excesiva en aquel hombrecillo en cuanto a limpieza se refiere. Las lenguas en los pasillos mencionaban que era él quien se encargaba de capacitar al personal de intendencia.

Aquel día después de una reunión de trabajo, un accidente se suscitó; un vaso de café, a un traje de diseñador manchó, causando entonces la ira del portador. Las rabietas tontas y regaños del jefe se manifestaron, estresando a la chica, quien en soledad le dejó hablando. Antes de salir de la sala, la joven tomó la carpeta con el reporte que entregaría al Gran Smith. Al entregar el documento, éste la felicito, estaban despidiéndose con un fuerte apretón de manos, cuando el fuerte estruendo de una puerta abriéndose se dejó oír, ¿Quién más podría ser sino el hombrecito embravecido? El mismo que había recorrido los pasillos tan rápido como sus piernas le permitían, lanzando miradas cortantes a cuanta alma que aún quedara en el lugar se le cruzase.

— ¡Erwin, te pido, no, te exijo que despidas a este intento de mujer! –el hombrecito golpeó el escritorio —Ve lo que le hizo a mi saco, –hablaba exaltado el hombre de corta estatura, señalando el lugar donde se encontraba la mancha —además yo nunca le pedí café, le pedí té, TÉ NEGRO, ¿es tan difícil de comprender acaso?

El hombre alto y rubio, se volvió a sentar y recargó sus manos en el escritorio. Enfadada, la chica respondió.

— ¡Te hacen falta 10 cm para poderme hablar así, regrésate a trabajar con Blanca Nieves o a adornar un jardín, pequeño pedazo de estiércol! Antes de que me despidan por algo tan ridículo como eso –señaló la mancha —prefiero renunciar, ¡estoy harta! ¡He estado soportando a éste idiota los últimos meses! ¡Desde de que llegué a este lugar sólo he escuchado, tsk, limpia bien tu escritorio, tsk, le llamas reporte a esta mierda, tsk! ¿Dónde está mi taza de té?, tsk, Erwin debe de estar cagando mientras aprueba estas mierdas, ¡Tsk esto, tsk lo otro! ¡Mierda una cosa, mierda la otra! ¿Tienes acaso un fetiche por la mierda? Nada te gusta, ¡todo te amarga carajo! Parece que sólo sabe decir lo mismo –terminó la mujer su reclamo, arreglándose el cabello, y soltando un pesado suspiro.

Erwin había sido testigo de la acalorada discusión, sabía que ambos empleados compartían apellido, y que no eran familiares, o si lo eran; no de manera directa, que se toparan en el mismo lugar de trabajo, fue por cosas del azar.

—Levi, es la tercera vez en este año que haces renunciar a tu secretaria, si no fuera por tu eficiencia, las habrías acompañado desde hace mucho, ya hablaremos en otro momento de tu situación. Me sorprende que a tu edad sigas comportándote como un niño sin atención –Erwin permaneció indiferente a la situación recién vivida.

—Tsk, –rodando los ojos —cállate ya cejotas si quisiera escuchar regaños iría a casa y escuchaba a Petra.

—Señor Smith, no es necesario armar un escándalo como este, le pido una disculpa por mi alteración. Independientemente de que mi amiga vaya a regresar, a mí no me interesa continuar trabajando aquí, yo tengo otros planes y le agradezco por la oportunidad que se me fue brindada, pero mi renuncia es algo que ya he decidido.

—Al fin buenas noticias, ya no veré su cara de mujer vulgar –fingiendo una sonrisa.

—Comparto su opinión, que asco ver todos los días su espantosa cara de culo -respondió la chica, devolviéndole la misma cínica sonrisa.

— ¡Señorita Ackerman!, le pido controle su vocabulario. Entonces esperaré hasta que regrese su amiga y espero su carta de renuncia, no se preocupe por el asunto de las referencias, tendrá las mejores.

—Pero que hermosa escena acabo de ver Erwin, podría jurar que esta bestia te gusta, ¡bravo!, –aplaudió —bien, los dejo para que puedan despedirse, bueno Bestia, o como sea que te llames, en este lugar sólo puede haber un Ackerman, y soy yo, espero que puedas hacer algo respecto a la mancha, sabes dudo que puedas comprar uno igual, al menos llévalo a la tintorería.

— ¿Algo más, su majestad? –inclinándose a modo de reverencia.

—Sólo eso –dijo dando la vuelta para salir del lugar, cerrando la puerta tras de sí.

El sonido de la puerta se hizo presente nuevamente, el torbellino que había entrado se fue, trayendo la calma al lugar, la joven volvió a tomar asiento frente al escritorio.

—Mikasa, he despedido mucha gente por motivos insignificantes, una persona indispuesta a sacrificar algo no puede cambiar nada. Levi es un desgraciado, pero es de mis mejores empleados, él es muy importante para que esta empresa pueda funcionar... Me apena que alguien que puede ocupar un buen puesto tenga que irse.

—No tienes por qué despedirlo Erwin.

—No lo has entendido, no hablaba de él, hablo de ti –extendió sus manos para tomar las de la chica —ibas a entrar en el mejor equipo de trabajo, se podría decir que a las grandes ligas, haces muy bien tu trabajo y es algo que me gusta, pero se nota que no eres una simple secretaria, eres una chiquilla que se fue de casa buscando ser libre.

El rubio se levantó de su lugar, caminó hasta donde se encontraba otra silla y la puso a una distancia más corta del lugar en el que se encontraba Mikasa, se sentó, acortando la distancia que los separaba, y nuevamente la tomó de las manos, buscando verla frente a frente.

—Como jefe es mi deber preocuparme por mis empleados. Pero como hombre debo de preocuparme por lo que me gusta, por lo que quiero, por lo que me interesa y tú me interesas. Sinceramente no entiendo porque dejaste el restaurante de tus papás si todo va bien, por lo que sé ahí se hacen muy buenos platillos. Cuéntame cómo va todo con las clases de ballet, es por eso que te quieres ir ¿cierto? Quieres volver a ejercitarte todos los días hasta terminar exhausta, pero aun así salir a cenar con tus amigos; el rubio indefenso, el llorón y la rubia narizona, la pecosa y la enana, el alto inseguro, el que deja las cosas a la mitad, el que no sabe quién es, y tu novio con cara de caballo. ¿Qué sentirías si alguna vez les fallas a todos ellos? Tal vez pienses que es enfermizo investigarte de esa manera, pero te lo repito, me gusta cuidar de lo que quiero. No me subestimes Mikasa, no te la voy a poner tan fácil, si no quieres ver a Levi, entonces serás transferida a otro lugar y vendrás cada mes a rendir cuentas, date cuenta de lo importante que eres. Te doy tres días para que decidas. Por cierto, yo no me preocuparía por comprarle otro saco, ese se lo dio su esposa por su cumpleaños, llévalo a la tintorería, pídele a Mike que te acompañe -aprovechando la cercanía, se dirigió a buscar lo que tanto quería, un beso, un beso el cual no fue correspondido.

—No quiero que me vigiles Erwin, -apartó el rostro del hombre -creí haberte dicho que yo estoy con alguien más, te dije que olvides cualquier cosa que haya pasado antes, recuerda por favor que en ti sólo veo a la autoridad que representas, por eso no puedo aceptar tu propuesta -al terminar de decir esto se levantó de su lugar y caminó hasta la puerta, deteniéndose al oír las palabras de Smith.

—Entonces, supongo que entiendo mi posición, pero lo de transferirte en serio es por un mejor empleo, no te preocupes, sé distinguir entre asuntos de trabajo y relaciones personales, como te dije antes, no lo olvides espero tu respuesta en tres días, Mikasa.

—Gracias por comprender Erwin, te lo prometo, sabrás que decidí.

La mujer salió de la oficina, cerrando aquella puerta sin provocar mayor ruido y dejando a un confundido Erwin tras de sí.

Gracias por llegar a esta parte, hasta aquí el capítulo de hoy, ¡saludos!