Se despertaron, en la capital del estado. Habían pasado la mejor noche de su vida. Sintió que una mano recorría su espalda hacia abajo. Le miró y sonrió. Las sabanas estaban enredadas entre las piernas de ambos y ellos entre sí también. Se incorporó un poco y le besó suavemente. Él le devolvió el beso tiernamente. No quería que el tiempo pasase. No quería que el ruido invadiese ese remanso de paz. Alguien diría que habrían cometido una estupidez, pero simplemente se dejaron llevar. Tampoco querían que nadie hubiese estado salvo ellos mismos, ya llegaría el momento de hacer una fiesta, de atender a sus amigos y familiares. Pero estaban recién casados y por el momento no querían a nadie más.
Al cabo de un rato bajaron a desayunar al comedor del hotel. Castle había ido a abonar la noche. Normas, pero estaría en un momento con ella. Se confirmaron sus sospechas cuando unas manos empezaron a hacerle cosquillas por el costado y le besaban el cuello.
- No podrías ponerte malita, sólo por una vez. Así podríamos ver la capital de la nación y de paso ver que se esconde en la cama de la habitación.- le susurró Castle
- Esto es el FBI, ¿sabes que esto requiere una seriedad no?.- dijo mientras se giraba y entrelazaba sus brazos en su cuello y le besaba.
- Vaya por Dios, ya me estoy arrepintiendo de haberte pedido que te cases conmigo. ¿De qué sirve esto si no?- la mirada de niño que puso le hizo sonreír
- Pues anoche no tenías queja ninguna…- antes de que pudiera acabar la frase una tos a su derecha indicó que estaban entorpeciendo la cola para el bufet. Terminaron el desayuno entre risas y las impertinencias de Castle que tanto le gustaban. Se sentía feliz. Del modo que no lo era desde hacía tiempo. Lo peor, era que sólo le quedaba unos pocos días antes incorporarse al trabajo. Pero alejó esos malos pensamientos de su cabeza y se dedicó a disfrutar. Los días fueron sacados de un pasaje de pintura bucólica, llenos de luz, alegría y placidez. El último día cuando estaban cenando le pregunto
- ¿Que vas a hacer mañana?.- Castle tomó un bocado y se ayudó de un trago de vino para pasarlo. – Tenía pensado ir a Nueva York. Quisiera ver a Alexis y mi madre. Después de una semana creo que tienen que aguantarme aunque sea un poco. Pero te prometo que haré lo posible para que me manden pronto a paseo.- hubo un silencio, y Castle prosiguió – He pensado todos estos días sobre el futuro. Alexis es ya una mujer y a demostrado ser mil veces más madura que yo a su edad. Mi madre prácticamente no me necesita y seguramente bendiga mi decisión. Voy a venirme aquí a Washington. Sé que estarás recorriendo el país de aquí a allá resolviendo casos. Pero quiero estar contigo, si alguna vez resuelves un caso, podremos estar juntos. Los echaré de menos, aunque ahora sabes que tu porcentaje de resolverlos disminuirá sin mí.- Kate sonrió y un beso le cogió por sorpresa. Acabaron la cena lanzándose puyas y subieron a la habitación.
Cuando se despertó, Castle estaba aun dormido, se fue al baño y se dio una ducha. Cuando salió Castle se acababa de despertar. Su cara reflejaba sueño pero sonrió. Bajaron a desayunar. Pero se instaló un silencio incomodo. Ambos sabían que sucedería en unas horas. Cuando llegaron al edificio federal se miraron. Le acarició la mejilla.
- En unos días estaré otra vez aquí esperándote. Compraré una casa para los dos. Sólo quiero que el tiempo pase rápido, para volver a verte.- Kate le cogió de las manos y le miró a los ojos asintiendo. Fue uno de los besos más amargos de su vida. Puso rumbo a la fachada blanca del edificio. Tuvo que recomponerse para entrar. Miró atrás y aún estaba allí, empujó la puerta fue la última vez que lo vio. Le resultaba extraño todo. Se identificó ante el guarda de seguridad y prosiguió adelante. Todo parecía más frío de lo normal. Cogió el ascensor y se sentía una extraña. Rodeada de caras desconocidas. Cuando llegó a su planta. Por fin reconoció a alguien. Esbozó una sonrisa, pero la seriedad del agente Stack se la borró de inmediato. - Tenemos que ir a la oficina de nuestro jefe. Es un hombre que no se anda con medias tintas así que mira y escucha.- Llamó a la puerta y un seco "pasen" les recibió. No hubo tiempo de presentaciones ni de cortesías.
- Estamos ante un caso que requiere de nuestra mayor discreción. Parece ser que un senador estuvo implicado en unos asesinatos hace algún tiempo y en algunos asuntos más. Ni que decir tiene que es altamente secreto. Así que no quiero que cometan un solo desliz. Si esto sale a la luz ese hombre podría demandarnos y nuestros puestos de trabajo se verían seriamente comprometidos.- No podía ser. El destino parecía tener ganas de ser amable con Kate. Abrió el dosier que le entregaron. Era Bracken. Cerró los ojos. Al final podría cerrar ese episodio de su pasado. Al final sería libre.
– Señor, este hombre es culpable.- el jefe se quedó dudando un momento. –Señor investigué a Bracken y es culpable, mi madre fue una de sus víctimas. No por sus propias manos. Pero fue el responsable.-
- Stack, salga un momento de mi despacho.- se quedó en silencio hasta que la puerta del despacho se cerró.- Señorita Bekett, ha venido aquí recomendada muy favorablemente. Esto no es la comisaría de policía de donde viene. Así que si por algún momento atisbo la duda en usted o no puede hacerse cargo de este caso sepa que será despedida sin más explicaciones. Ahora cuénteme todo lo que averiguó de ese individuo.- Cuando salió del despacho, el agente Stack le abordó – Los tienes bien puestos. Demuéstralo ahora, vamos a encerrar a ese Bracken-. Le contó de carrerilla la investigación que hizo. Antes de salir del edificio su nuevo compañero le entregó un móvil nuevo, la pistola reglamentaria y la identificación. Le avisó que el móvil era seguro e inviolable. Fueron al aeropuerto de la ciudad, pues debían coger la investigación que Kate tenía en su casa y desarrollarían parte de su investigación pues al parecer Bracken estaba recaudando fondos en la ciudad.
-¿Vamos a coger un vuelo comercial?- preguntó Kate pues llevaban un rato sin hablar. Su compañero sonrió. – Somos los federales. Aquí tenemos prioridad sobre otros.- Avanzaron por el aeropuerto. Pero no fueron a ninguna recepción ni tuvieron que dar explicaciones a nadie. Llegaron a un hangar. Un señor con un abrigo del FBI gafas de aviador y gorra les estaba esperando. Montaron en un avión privado. -¿Ves lo que te decía? Y todo sin que nadie sepa que este avión ha salido. Sin que quede registro, salvo el que demos cuando acabemos este caso.- Kate estaba muy sorprendida. Siempre supo que los federales tenían poder y medios, pero no imaginó que tuviesen tanto. Llevaban un rato en el cielo cuando le preguntó si quería comer algo. Se negó. Nunca habría imaginado nada igual todos los medios que tendría a su alcance para resolver casos. Estaba contenta pues cogería al que le hizo eso a su madre pero alguien se coló en sus pensamientos. Castle. Iba a Nueva York, pero no podría verle. Se acababan de separar hace un par de horas quien sabe si no estaría esperando para coger un vuelo y ella había simplemente había llegado y se había montado. Sin colas, sin esperas. Recordó, la vez que Castle usó sus influencias, para que le diesen unos informes antes que otros que estaban esperando antes que ella. De repente Stack le sacó de sus pensamientos. –¿Así que habéis dado el paso?.- preguntó mirándole el anillo.- Me alegro. Yo también estuve casado hace tiempo.- se quedó un momento cavilando en silencio. – Llegará un momento en el que tendrás que decidir entre tu trabajo o él. Yo elegí lo primero. No me arrepiento de hacerlo salvo cuando voy rumbo a mi casa y se que estaré sólo. Pero llega un momento en el que aprendes a hacerte de piedra ante las emociones.- Kate torció el gesto para indicarle a su compañero que le apoyaba. Pero por dentro estaba sonriendo. Sabía sobradamente lo que era luchar contra los sentimientos. Pero también sabía que lo que tenía con Castle no era convencional. Y por eso sabía que él siempre estaría. Que él sería su caballero. Que hizo lo imposible para trepar por el torreón. Y rescatar a su princesa.
