¡Hola!
Estoy aquí con un fic de la pareja que más amo del anime, Sesshoumaru y Kagome me encantan como personajes y pareja así que no puedo evitar imaginar mil escenarios para que estén juntos xD
Veamos si les gusta (espero que si u.ú), acepto comentarios, quejas, gritos y demás, lo que quieran compartir conmigo :)
Ah, se me olvidaba recordar que ni la serie ni ellos me pertenecen TwT y sólo fantaseo con su hermoso amor.
Saludos! ^^
:::///*Cindy Elric*\\\:::
"Quiero una Mamá"
…
Regalo de Cumpleaños
Era un hermoso día, soleado, sin nubes en el cielo entorpeciendo la luz del sol, si, era un día perfecto, la pequeña niña corría de un lado a otro siendo seguida por los ojos del frío youkay y recibiendo uno que otro reproche del demonio más bajo que ella.
-¡Niña quédate tranquila de una vez!
-Pero señor Jaken… es un día muy lindo, hay que disfrutarlo.
-Niña ruidosa, no hagas tanto escándalo…
La niña estaba dispuesta a reclamar una última vez cuando algo llamó su atención, frente a ellos pasaba un niño un poco más pequeño a ella, corriendo muy rápido, tanto que se tropezó con sus propios pies cayendo dolorosamente al suelo, ella quiso ir a ayudarlo pero una voz la detuvo, a su lado pasó una mujer joven que tomó al niño en brazos, besándolo, borrando sus lágrimas, la niña vio la sonrisa de esa mujer y sintió algo en su interior, como que algo se hubiera roto, desvió su mirada, tratando de comprender ese extraño sentimiento y entonces vio a un hombre pasar por su lado encontrándose con la mujer y el niño, sonriéndoles, tomando una mano del pequeño y la mujer la otra, alejándose platicando amenamente entre los tres, era una familia feliz…
-¡Niña apresúrate o te dejaremos atrás! –le gritó a quien se había quedado extrañamente callada tras ellos.
-Voy señor Jaken… -se acercó en silencio, reflexionando algo, preguntándose si era buena idea compartir esa inquietud, ese deseo…
-¿Qué ocurre? –miró a la niña de soslayo, sintió su repentina molestia.
-Señor Sesshoumaru… usted sabe que se acerca mi cumpleaños…
-¿De qué estás hablando niña? –Jaken la miró confundido.
-Mi cumpleaños, en una semana cumpliré 10 años.
-¿Qué hay con eso?
-Me preguntaba si usted señor Sesshoumaru podría regalarme algo… -alzó la vista para mirar al youkay, no tenía miedo de él, nunca lo tuvo, pero igual le costaba pronunciar lo que en verdad quería.
-¿Qué el señor te regale algo? –el demonio se rio, sin notar la tristeza de la niña o el enfado del youkay.
-¿Qué quieres? –preguntó seco, sin interés, sólo apurando las palabras de la niña.
-Me gustaría que pudiera regalarme… -jugó con sus dedos, desvió la mirada y respiró profundamente- me gustaría tener una mamá…
La mandíbula de Jaken casi tocó el suelo, mientras que Sesshoumaru sólo desvió la mirada por lo estúpida de la petición, la niña entendió enseguida aquel gesto, suspiró y dibujó una de sus típicas sonrisas.
-No se preocupe señor Jaken es sólo una broma, señor Sesshoumaru no me haga caso.
El youkay de fríos ojos vio como la niña comenzaba a correr con su molesta energía de siempre, pero no pasó desapercibido para él la última sonrisa que ella esbozó, era tristeza, decepción fue lo que pudo percibir, sus palabras habían sido sinceras, ese era el deseo que quería la niña para su cumpleaños, frunció el ceño y siguió el camino, no había tiempo que perder en tonterías.
-Inuyasha ¿no vas a comer? –le pregunta la sacerdotisa que se sentaba a su lado.
-Kagome, desde hace días que no has sentido ningún fragmento de la perla, no podemos perder el tiempo.
-Tranquilízate Inuyasha, la señorita Kagome podrá encontrar otro fragmento pronto.
-Es verdad, deberías comer.
-Si no quieres perder el tiempo come luego y así podremos seguir –le dice el zorrito que le robaba uno de los emparedados.
-¡Deja eso chamaco! –el hanyou lo toma de la cola quitándole la comida.
-¡Suéltame bestia!
-Inuyasha, ¿acaso no dijiste que no querías perder el tiempo? Deja ir a Shippou y termina de comer será mejor.
El hanyou hizo caso de la sacerdotisa no sin antes golpear la cabeza del kizune provocando un gran chichón y un ruidoso llanto que Kagome tuvo que calmar.
El grupo siguió su camino en búsqueda de los fragmentos pero parecía que todo esfuerzo era inútil, Kagome no podía sentir ninguno cerca, ni siquiera a lo lejos y eso ponía aun más irritable a Inuyasha que no dudaba en hacérselo saber.
-¡Inuyasha ya cállate! –le gritó la sacerdotisa perdiendo por fin la paciencia.
-¡No me digas que me calle! ¡Esto es tú culpa por ser tan inútil!
-¡Miren quien viene a hablar! Si tú no podrías haber reunido los fragmentos que ya tenemos sin mi ayuda.
-No digas tonterías, podría hacerlo perfectamente –le hace un desprecio.
-¿Ah si? ¡Pues buena suerte! –le da la espalda.
-¡¿A dónde crees que vas?
-¡No te importa! Después de todo usted señor autosuficiente no necesita de mi ayuda, así que ¡Adiós! –empieza a caminar.
-¡No te atrevas!
-¡Abajo! ¡Adiós! –se marcha.
-Si serás idiota Inuyasha ¿ya ves lo que logras cuando abres la boca? –lo mira en el suelo mientras suspira junto a Miroku y a Sango.
La sacerdotisa caminó sin rumbo fijo, mascullando entre dientes uno que otro insulto dirigido al hanyou, estaba tan absorta en su enfado que ni siquiera notó una raíz que sobresalía del suelo y tropezó cayendo dolorosamente, se sentó abrazando la rodilla herida, se había rasmillado y le dolía mucho, borró el vestigio de sangre con cuidado y se quedó unos minutos en ese lugar, ahora maldiciendo con mucha más furia al joven de orejas de perro.
Era tarde, en unas horas anochecería, Kagome alzó la vista examinando el cielo, tratando de descubrir con cuanta luz contaba, calculó alrededor de tres horas y eso la hizo suspirar, tenía tiempo para olvidarse del enfado y luego regresar, se levantó y estiró sus brazos deshaciéndose de la pereza volviendo a caminar, unos metros más adelante podía divisar un lindo jardín así que decidió descansar en el, llegando miró con agrado las hermosas flores pero algo llamó su atención, escuchaba algo que parecía un llanto, buscó el origen de ese ruido.
-¿Qué te ocurrió? –vio a una pequeña niña sentada en el suelo, lloraba dolorosamente mientras se tocaba su brazo.
-M-me… me lastimé el brazo… -respondió la niña volteándose para ver quien le había hablado.
-Pero si eres… -la sacerdotisa hizo memoria al reconocer a la niña, sabía que la había visto antes- tú viajas con Sesshoumaru ¿no es así? Te llamas… ¿Rin?
-Si… ¿tú quien eres? –la miró confundida, no podía recordar a esa joven.
-Mi nombre es Kagome, viajo con el hermano de Sesshoumaru, Inuyasha ¿me recuerdas? –le sonríe.
-Si… ahora que lo dices… -hizo una mueca de dolor al recordar su brazo.
-¿Qué te pasó Rin? ¿Te duele el brazo? –se acercó a la niña arrodillándose junto a ella, trató de tocar su brazo izquierdo que parecía estar herido pero la pequeña se alejó al instante- no temas, no te haré daño, quiero ver como está tu brazo –le sonrió y vio que la niña dejaba que la examinara, deslizó con cuidado la ropa para poder verlo mejor y notó un profundo corte en él, se veía muy mal y ella misma se sintió tonta por haberse quejado por un simple tropiezo hace minutos.
-Me caí de un árbol y algo se me enterró… -lloró la niña- pude sacarlo pero me duele mucho…
-No te preocupes Rin, no es nada grave… primero hay que limpiar la herida –sacó de un bolsillo un pañuelo y siendo extremadamente cuidadosa empezó a limpiar la piel, desasiéndose de la tierra y de la sangre que más alteraba a la niña, una vez limpio era sólo un corte que podría sanar sin problemas, agradeció al cielo el siempre cargar con un pedazo de venda y la sacó de su otro bolsillo, envolviendo la herida- listo ¿está mejor?
La niña vio su brazo vendado y se sintió más tranquila, aun dolía pero ya no había sangre así que no tenía nada que temer, asintió en silencio respondiendo la pregunta de la joven.
-Me alegro –le sonrió y con su mano borró las lágrimas de la niña- ¿Qué haces aquí solita? ¿Dónde está Sesshoumaru?
-El señor Sesshoumaru y el señor Jaken fueron a hacer algo… me dijeron que los esperara aquí porque podía ser peligroso.
-Ya veo… eso es bueno, en verdad es preocupante que viajes con ellos.
-¡El señor Sesshoumaru siempre ha sido bueno conmigo! –Se apresuró a decir- ¡aunque todos piensen que él es malo eso no es verdad!
Kagome se sorprendió por las palabras de la niña pero luego sonrió- Eso es fantástico, para que Sesshoumaru sea defendido por una niña tan buena como tú debe merecerlo.
Rin la miró en silencio, esa joven era alguien muy linda y se había preocupado por ella… una idea cruzó por su mente al mismo tiempo que la vio levantarse.
-Ya es tarde… debería regresar… -mira al cielo ya rojizo, pero luego ve a la niña que la miraba sentada en el suelo- bueno, si está preocupado él tendrá que venir a buscarme… dime Rin ¿tienes hambre?
-Si… ¡verdad! En el árbol al que me subí habían unas frutas, por eso quise alcanzarlas pero no pude.
-¿Cuál árbol? –miró a su alrededor sin encontrarlo pero luego siguió la indicación que le hacía la pequeña, caminó hacía el árbol siendo seguida por ella para luego examinar su tronco y sus ramas- voy a intentarlo…
-No se vaya a caer señorita Kagome… -le dijo preocupada, su caída había sido en verdad dolorosa.
-No te preocupes, ya verás que alcanzaré esas frutas para que comamos juntas –le guiña un ojo y empieza a subir, calculando en donde se sostenía y ubicaba sus pies, quizás el que fuera más alta que la niña le permitió alcanzarlas sin problemas, pudiendo bajar con unas cuantas frutas en su blusa- soy increíble ¿o no? –Sonrió- ven, vamos a sentarnos para comer.
Las chicas comieron a gusto, Rin le contaba a la sacerdotisa todas las aventuras que había vivido mientras viajaba junto a Sesshoumaru poniendo especial énfasis en que el youkay era alguien bueno, Kagome escuchaba entretenida todas las situaciones mientras se preguntaba a si misma si en verdad ese youkay podría tener corazón, se habían divertido tanto que ni siquiera se dieron cuenta de que las primeras estrellas empezaban a aparecer.
-Es hora de irnos…
Las dos chicas se voltearon para ver de quien se trataba y entonces fue que la niña amplió su sonrisa y la sacerdotisa se puso en alerta.
-¡Señor Sesshoumaru! –se levantó rápidamente.
El youkay vio a la mujer junto a la niña y frunció el ceño, preguntándose su presencia en ese lugar y restándole importancia al mismo tiempo- vamos –se volteó y comenzó a caminar.
Rin se volteó hacia Kagome y le sonrió- señorita Kagome, muchas gracias por todo.
-No hay de que Rin, cuídate mucho y asegúrate de revisar tu herida para que no se infecte –le sonrió y luego vio como la niña corrió al lado del youkay que ya estaba a unos cuantos metros de distancia, observó un tanto dudosa esa imagen, decidiendo que el demonio no era tan malo como creía, después de todo se había tomado la molestia de ir a buscarla… se levantó y sacudió su ropa, para luego emprender el camino a su campamento.
Rin caminaba alegremente siendo completamente ignorada por el youkay, ella estaba entretenida en recordar esa agradable conversación además de repasar la excelente idea que se le había ocurrido, ¡Era perfecta! La señorita Kagome podría ser una excelente madre, con ese pensamiento en mente la niña volvió a sonreír.
Continuará…
Me encanta la pequeña Rin y amo la idea de que sea feliz junto a Sesshoumaru y a Kagome, con eso en mente escribí este fic y haré hasta lo imposible para que su deseo se vuelva realidad!
Espero leernos pronto!
Sayo! ^^
:::///*Cindy Elric*\\\:::
