Era una tarde de verano, Gold dormía plácidamente sobre el verde césped. El sol de media mañana acariciaba su rostro y hacia iluminar su negro pelaje. Una chica se le acercó, se agachó frente a él y con una mano le movió bruscamente.
-¡Gold, despierta! ¿Qué haces durmiendo? – decía Cristal intentando despertarle.
-Cris… ¿Qué hora es? – preguntó Gold aun medio dormido.
-Es hora de que te levantes. ¿¡Has olvidado que día es hoy!?
El chico intentó recordar, pero por más que pensaba no le venía a la mente eso tan importante que debía hacer.
-Hoy es el día en que los tres formamos equipo. Es muy importante conmemorar ese hecho.
-…Eres la única a la que le importa eso.
-¿Qué te pasa? Te gustó la idea de celebrarlo. De tener un día para compartir los tres, como amigos que somos. No creo que ha Silver le gustase ver que ignoras nuestra amistad…
-¿¡He dicho que lo ignore!? Cállate. ¡Deja de meterte donde no te llaman! – dicho esto, el joven de cabello azabache se fue a toda prisa de allí.
Un muchacho de piel pálida, ojos plateados y melena rojiza surcaba el mar cabalgando sobre su fiel Feraligatr. A su lado, su inseparable Sneasel no dejaba de mirarle con ojos desconcertantes. Silver, a pesar de mostrarse serio todo el tiempo, lucía una ligera sonrisa en su rostro. Deseaba de veras reencontrarse con sus mejores amigos, especialmente con cierto moreno de ojos dorados.
En pueblo Paleta de la región de Kanto, dos jóvenes conversaban acerca de sus lustres batallas. Hacía tiempo que no se veían desde que Red volvió al Monte Plateado a entrenar de nuevo. Tenía el título de Campeón, debía mantenerlo.
-¿Cuánto tiempo te quedarás? – preguntó Green a su compañero.
-No lo sé, pero no creo que sea mucho. Volveré al Monte Plateado en unas semanas.
Una chica castaña emboscó a Green por la espalda. Al ver a Red se abalanzó sobre él dándole un fuerte y amistoso abrazo.
-¡Te tardaste en bajar eh! Que alegría volver a verte –decía Blue, la chica sexy.
-Gomen, pero he estado muy ocupado. Los entrenadores no se frenan solo por un poco de frio.
-¡Un frio polar! No sé cómo lo soportas.
-No llevo minifalda.
-¿Vamos a quedarnos en medio de la calle? – interrumpió el peli-castaño algo molesto.
-¡Vamos a casa de Green! – propuso la joven.
-¿¡EH!? ¡No! Siempre me lo desordenáis todo.
Lo dijo tarde, sus compañeros ya se dirigían a su casa con claras intenciones de quedarse tooodo el día.
Yellow paseaba por el bosque verde de camino a casa de Green. Ya le llegó la noticia del repentino regreso de Red, su amor platónico. Ella estaba enamorada de él desde el momento en que le conoció, pero nunca tuvo el valor de declararse. Mientras andaba junto a Chuchu, su compañera pikachu, se percató de que uno de sus kouhais de Jotho se encontraba escondido tras uno de los matorrales.
-¿Gold? ¿Qué haces aquí? – no recibió respuesta alguna.
Decidió acercarse a él para ver que le sucedía, pero en cuanto se aproximó el chico la empujó y huyó rápidamente. La pequeña rubita acabó sentada en el suelo y con una confusión, tan grande, que por un momento se olvidó incluso de a donde era que iba a ir.
