¡Muy buenas lectores! Me presento con este primer fic en el fandom de Star Wars porque después de muchos años viendo las pelis y tras salir del cine de ver TFA, no me he podido a resistir a escribir algo. Y cómo no, mi súper OTP de la saga tenía que ser la protagonista de esta historia, así que ahí va, mi fic HanLeia.

Nada de esto me pertenece, es propiedad de George Lucas y Disney.

Pues a leer y que la fuerza os acompañe.


- Joder, ¿y si dice que no? - preguntó nervioso, pasándose los dedos por su poblada cabellera. Últimamente Leia había estado muy ocupada, ¿y si habían cambiado sus sentimientos hacia él?

- Vamos, Han, no digas tonterías, seguro que dice que sí - le animó Luke dándole un cariñoso golpecito en el hombro. Intentaba sonar más convencido de lo que en realidad estaba para apoyar a su amigo, pero después de casi un año su hermana melliza seguía siendo un misterio incluso para él.

Leia era especial, quizás no como piloto, ni como Jedi, pero sin duda había algo en su interior que brillaba, otorgándole esa Fuerza tan característica. Por eso Luke la adoraba y por eso Han la amaba.

- ¿Tú qué opinas, Chewie? - preguntó inseguro dirigiéndose a su fiel compañero.

Luke carraspeó, falsamente ofendido por el hecho de que el piloto buscase el apoyo del wookiee tanto como el suyo. Después de tanto tiempo se había acostumbrado a aquella particular amistad entre bestia y hombre.

Varios gruñidos de afirmación por parte de su peludo amigo sirvieron para darle el último empujón.

Estaba decidido. Le iba a pedir a Leia que se casase con él.


- Leia, cielo - se acercó con sigilo por detrás y posó una mano sobre su hombro, intentando no sobresaltarla. El humor de su novia cuando la interrumpía mientras ideaba estrategias contra los últimos apoyos del Imperio no era algo que buscase desatar. Digamos que la fuerza era muy intensa en ella cuando se trataba de enfadarse con él.

- ¿Mmm? - gruñó ella por toda respuesta sin apartar la vista de la pantalla. Estaban en un punto clave de la ofensiva. Si lo hacían bien, podrían erradicar para siempre la amenaza que suponían los pocos que, tras la muerte de Vader y el Emperador, aún creían en el Imperio, pero un paso en falso y el trabajo de años sería en vano. Una vida entera luchando con los rebeldes, intentando construir un futuro mejor, podía llegar a dar sus frutos.

- ¿Tienes un momento? - preguntó intentando ocultar los nervios en su voz con un tono inocente. Menos mal que Leia no le miraba, porque si no el gesto de frotarse frenéticamente las manos para evitar que le temblasen, le habría delatado.

- No - respondió tajante. Desde luego, si algo caracterizaba a la princesa, era su sinceridad - ¿Es importante? - añadió al darse cuenta de lo brusca que había sonado. No tenía tiempo para nada, y menos para alguna de las tonterías diarias de Han en las que normalmente participaban su querido hermano y el wookiee. Pero era su novio, y le quería justo por eso.

- Eh.. Bueno... No realmente - el terror se apoderó momentáneamente de él. La idea del matrimonio y todo lo que conllevaba nunca había sido de su agrado. Sin embargo, al mirar a Leia, de nuevo concentrada en los hologramas de su al rededor, escrutando cada detalle con esos ojos oscuros que suponían su perdición, comprendió que lo tenía que hacer - Digo sí, claro que es importante.

- ¿Muy importante? - insistió Leia poniendo énfasis en la primera de las dos palabras. Seguía paseando la mirada por encima de los mapas a toda velocidad, intentando encontrar algo que se le escapase a simple vista. No podía rendirse, no ahora - No tengo tiempo para tonterías.

- ¡He dicho que sí! - exclamó claramente molesto. El tiempo que Leia le dedicaba a los rebeldes era inversamente proporcional al tiempo que le dedicaba a él y últimamente le dedicaba mucho, mucho, tiempo a los rebeldes. Entendía que era su deber y que él no tenía derecho a interponerse, pero a veces le daba la sensación de que su novia ya estaba casada. Con su trabajo. Y él quería a Leia de vuelta, no recordaba hacía cuanto no habían tenido un momento íntimo, sin hablar de guerras, alianzas o Jedis - Aunque si estás muy ocupada puedo volver en otro momento. El año que viene tal vez tengas diez minutos en tu agenda para mí - añadió con ironía. Tardó dos segundos en morderse la lengua por su estupidez. A veces su picardía le jugaba malas pasadas.

- Vete a la mierda, Han - le espetó Leia sin rodeos. Estaba muy cansada. Llevaba noches sin dormir y días sin comer en condiciones. Le escocían los ojos y le rugían las tripas. Pero estaban demasiado cerca de acabar con la oposición como para dedicarse a esas cosas. Y lo último que necesitaba en ese momento era discutir con él.

- ¿Ni siquiera vas a mirarme? - preguntó atónito abriendo mucho los ojos, como si no acabara de creerse la situación. El buen humor con el que había entrado a la habitación se había esfumado por completo, dejando paso a una ira digna de Darth Vader. Llevaba semanas sin hacer ningún comentario sobre el exceso de trabajo de Leia, pero aquello era el colmo. Iban a volverse locos los dos y la quería demasiado como para permitirlo - ¿Es más importante para ti que nosotros?

- ¡No seas crío! - exclamó Leia enfadada. Se puso de pie y encaró al piloto. A pesar de la enorme diferencia de altura entre ellos, el mero gesto de la princesa habría hecho temblar al más valiente de los Jedi. Le quería, le quería muchísimo, pero a veces su falta de oportunidad y chulería, sacaban lo peor de ella - ¿Es que no lo entiendes? ¡Estamos hablando del futuro de la galaxia!

- ¡Me da igual la maldita galaxia! - protestó él agitando los brazos con disconformidad.

- Mira, no tengo ni tiempo ni ganas para esto - afirmó Leia con seriedad bajando el tono de voz. Se frotó las sienes para espantar el dolor de cabeza que llevaba acechando un rato y cerró los ojos unos segundos. Acto seguido se giró, dándole la espalda a Han, y volvió a sentarse. Buscó con rapidez por dónde se había quedado antes de que la interrumpieran y continuó su trabajo. Si tenía suerte mañana sabría donde debían afianzar las últimas tropas.

- Esto es increíble - murmuró el piloto con rabia entre dientes. Se metió las manos en los bolsillos y se dio la vuelta, dispuesto a marcharse por donde había venido, cuando uno de sus dedos rozó la pequeña caja que guardaba en su bolsillo izquierdo. Estuvo a punto, a punto, de disculparse e intentar arreglarlo, pero el orgullo de un piloto es mucho orgullo. Sacó la caja y la dejó con fuerza sobre la mesa, haciendo más ruido del necesario para que Leia volviera la mirada - Pues si a su majestad le apetece casarse algún día conmigo que me lo comunique - soltó con teatralidad, intentando, sin éxito, ocultar por completo el dolor en su voz - Disculpe las molestias.

Apenas había acabado la frase, salió del cuarto. Las puertas automáticas se cerraron con un sonido sordo y lo último que Leia oyó fue el eco de sus pasos por el pasillo. Abatida por la fugacidad de los acontecimientos tardó unos segundos en darse cuenta de lo que acababa de pasar.

Han le iba a pedir matrimonio. Han le había pedido matrimonio.

A una velocidad digna del Halcón Milenario, Leia se levantó de un salto y cogió la pequeña caja azul marino de encima de la mesa. La apretó fuerte contra la palma de su mano y echó a correr detrás del hombre al que amaba. Las puertas se abrieron a su paso y una vez en el pasillo giró en la dirección en la que había oído perderse los pasos del piloto. Iba tan rápido que al doblar la primera esquina casi se mata tropezándose con Han, que estaba sentado, con la espalda apoyada en la pared y sus largas piernas estiradas ocupando el ancho del pasillo al completo.

Leia paró en seco y le observó en silencio mientras recuperaba la respiración. Él, que se había sobresaltado al verla, intentó ocultarlo con indiferencia, volviendo a apoyar la cabeza contra la fría pared, rehuyendo así la mirada de la princesa.

Cuando se hubo recompuesto y sin decir ni una palabra, Leia se agachó, sentándose a su lado, también con la espalda contra la pared y las piernas estiradas, aunque las suyas no ocupaban ni tres cuartos del ancho del corredor. Suspiró y cerró los ojos, y casi por inercia, o por costumbre, dejo caer lentamente su cabeza sobre el hombro de Han, hasta que todo su peso descansó sobre él. El piloto no se apartó, más bien se recolocó para que ella estuviera más cómoda. Aún en silencio, llevó una de sus manos junto a la suya e hizo entrelazar sus dedos. Han la tomó de buena gana y al apretar notó algo entre ellas. Leia sostenía la caja del anillo entre las manos de ambos. Levantó la cabeza de su hombro y le miró a los ojos. Esta vez él no aparto la mirada. Ojos oscuros y claros se encontraron, y por unos instantes no hubo en la galaxia nada más importante que la mirada del otro.

- Han... - susurró llevando una mano a su mejilla. El tacto de la incipiente barba le hizo unas agradables cosquillas en las yemas de los dedos y no pudo evitar sonreír. Hacía tanto tiempo que no se dedicaban un momento, que había olvidado lo agradable que sentía estar a su lado, simplemente escuchando su respiración - Lo siento.

- No, yo lo siento - se disculpó él. El enfado de hacía unos minutos se estaba convirtiendo ahora en una culpabilidad aplastante. Había sido muy injusto con Leia, ella no se merecía que la tratase así, era una princesa, su princesa. Se merecía algo mejor que un novio celoso por su trabajo - He sido un imbécil.

- Digamos que ninguno de los dos ha estado muy acertado últimamente - afirmó Leia acariciando con cariño el antebrazo de Han con la mano que tenía libre. Descendió los dedos cosquilleando su piel hasta llegar a su muñeca. Puso la mano encima de la suya, de modo que la pequeña cajita y la mano de Han quedaban atrapadas entre las de Leia - Sí que quiero, Han.

- ¿De veras? - preguntó él sin molestarse en ocultar el tono de sorpresa en su voz. Había salido todo tan mal respecto a cómo lo había planeado que había perdido toda esperanza.

- Claro que sí, tonto - rió acercando su cara a la de él a solo unos centímetros - Quiero casarme contigo.

Esas tres palabras fueron las más dulces que Han había escuchado en su vida. Llevó su mano libre a la mejilla de Leia y la acarició con una ternura infinita. Era tan bonita. Su piel de porcelana, su oscura melena y sus brillantes ojos, toda ella. Cerró los ojos e inspiró su aroma. Olía a lavanda y fresas mezclado con estrellas. Sí, olía como cuando se desplazaba a la velocidad de la luz por la galaxia, sintiendo la adrenalina en sus venas. Era tan afortunado de tenerla.

- Te quiero - le susurró al oído, haciendo que un escalofrío recorriera la columna vertebral de Leia con una pizca de placer.

- Lo sé - respondió simplemente ella curvando sus labios en una sonrisa.

A Han le bastaba con eso, con que ella supiera cuánto significaba para él. Más que la galaxia entera, más que su propia vida. Tomó la cajita que descansaba entre sus manos y la abrió, desvelando un precioso anillo de plata, decorado por relucientes y pequeños diamantes en todo su contorno. Nervioso cual niño pequeño, tomó las manos de Leia entre las suyas y con pulso tembloroso introdujo despacio el anillo por su anular. En sus delicadas manos quedaba aún más perfecto de lo que habría imaginado.

Con lágrimas en los ojos por la emoción del momento, Leia acortó la distancia entre sus labios y le besó. Primero con dulzura y luego con pasión, llevando sus manos a su espalda mientras él la atraía hacia sí agarrando su fina cintura. Se sumergieron en los labios del otro durante un rato, hasta que Leia se dejó caer sobre su pecho, buscando su abrazo. Han la rodeó con cariño y dejó que se recostara sobre él.

Besó su frente y cerró los ojos. Han no podía ser más feliz.

Al sentir los labios de Han sobre su frente, cerró los ojos esbozando una sonrisa. Leia no podía ser más feliz.


¡Esto es todo! Espero que os haya gustado.

Bueno, como dice en el resumen, mi idea es escribir un longfic con pequeños momentos en la vida de Han y Leia desde el Episodio VI al VII, siendo lo que acabáis de leer, el primer capítulo. Tengo un montón de ideas para seguir pero necesito saber que os gusta la propuesta así que por favor, todo lo que sea fav/follow/review para hacerme ver que queréis que continúe es bienvenido. No hay nada mejor que vuestras opiniones y aportaciones.

Gracias por leer y hasta la próxima (espero).