Disclaimer: Hetalia y NyoTalia no me pertenecen, esto es sin ánimos de lucrar, solo para saciar una dulce fantasía con estos dos(?).
Pareja: AmeCan (Alfred x Maddie).
Advertencia: Ninguna, quizá solo el azúcar(?.
Alfred alcanza a Madeline justo en la salida de la escuela. Le sonríe, radiante como el héroe que es y su mano toma la de ella, acariciando sus nudillos. Ella se sonroja, sabe que Alfred la va a acompañar a su casa, como siempre.
Alfred, esta vez, tiene otra cosa en mente. Después de hablar largas horas con Alice, la novia de Francis, habían llegado a la conclusión de que era la hora que los americanos "dieran" el siguiente paso: un beso. Pero no malentiendan al americano, él quiere que sea algo romántico, algo que Maddie pudiese recordar por siempre.
Porque Al quiere ser el primer beso de ella y ser el último de su vida. La ama muchísimo como para dejarle un sabor amargo en los labios, como para obligarla a hacer algo que ella no quisiera.
Todo el camino se la pasan hablando de lo mucho que se quieren, de lo bien que les va en la escuela. Maddie quiere ser veterinaria, adora a los animales tanto como a Alfred. Y Al... Él quiere ser un abogado ejemplar y un héroe, meter villanos a la cárcel es lo que quiere hacer con su vida.
Por ello va a dejarla a su casa todos los días, despidiéndose de ella con un dulce beso en la mejilla y una sonrisa soñadora junto a la promesa de ir por ella en la mañana. Para cuidarla de lo que sea y quien sea.
Pero Maddie le tenía una sorpresa. Al llegar al porche y ella subir los escalones hacia la puerta, de repente voltea y le sonríe al rubio.
Ay, Alfred podría morir y renacer solo con ver esa sonrisa.
- Al, ¿quieres pasar? Podrías quedarte a merendar - le ofrece, abriendo la puerta con gracia.
- Oh, claro, claro - él no dice más y entra, algo nervioso. Nunca había estado ahí dentro solo con ella y sabía que sus padres llegaban tarde.
Maddie lo guía de la mano hasta la mesa y le hace sentarse. Va a la cocina y busca un par de tazas, las deja frente a ellos y busca unas galletas caseras que olían bastante bien. Las tazas son llenadas de café en un instante.
- Yo las hice, ojalá y te gusten, Alfie.
- De seguro que sí, Maddie.
Se sientan uno al lado del otro, ella apoya su cabeza en el hombro de él en determinado instante y las risas se suceden largas y amistosas. Por lo menos hasta que ella levanta la cabeza y deja un casto beso en los labios del americano.
Alfred enrojeció por completo y ella rió divertida, poniendo sus manos en las mejillas de él. Él sentía mariposas por todo su cuerpo, pero definitivamente le había gustado. Y mucho.
- Yo quería darte el primer beso - se disculpa y ella le sonríe.
- ¿Y si mejor eres mi último primer beso?
