Disclaimer: The lost canvas no me pertenece.


Crear una marioneta es algo sencillo. No se me ocurre tarea más fácil. No hay más que coger el material que más a mano tengamos y darle forma hasta que adopte una apariencia que nos parezca aceptable. La dificultad aparece cuando se intenta crear una marioneta perfecta.

Pero, ¿qué es la perfección?

Al principio no le daba importancia a este concepto. Mi objetivo era ampliar mi colección. Parece mentira, pero era todo un reto; no nací siendo tan poderoso como soy ahora. Cada victoria sabía a gloria y cada marioneta era un trofeo del cual me sentía extremadamente orgulloso. Con el tiempo me volví más y más fuerte y cada batalla me resultaba más aburrida que la anterior. Nadie presentaba un reto para mí y al ver mis marionetas reparé en algo que había escapado a mi percepción.

Todas y cada una de ellas estaban rotas.

Mis marionetas son seres rotos y derrotados pero a su vez hermosos. En esa belleza nacida de la derrota es donde decidí que encontraría la perfección. Sin duda alguna, hallé el más extraordinario placer en hacer que mis víctimas se rindieran y abandonaran su humanidad para pasar a ser una marioneta, otra más para mi macabra colección. Al final, como con todo, empecé a sentirme vacío.

Hasta lo más excitante se vuelve repetitivo después de unos siglos.

Por fin llegó el día en que la brisa con aroma a rosas me trajo la respuesta a la pregunta que me hice hacía tanto tiempo. La perfección no pasa por romper a alguien, por despojarlo de su humanidad y convertirlo en otro de mis juguetes. No.

La perfección —la verdadera belleza— es cuando una marioneta se rebela y logra controlar a aquel que ejercía su poder sobre ella.