Disclaimer: Todo lo que reconozcan pertenece a Rick Riordan.

"Este fic participa del Reto Anual "Larga vida a los mitos griegos" del foro El Monte Olimpo"


N/A: Siempre antes de empezar un long-fic escribo una nota de autor, así que aquí va.

Como dice la descripción, este será un Chris/Clarisse, con las parejas secundarias de Silena/Beckendorf, Percy/Annabeth y otras que aún no he decidido. Se basará en los libros y los períodos temporales entre "El mar de los monstruos", "La maldición del titán", "La batalla del laberinto", "El último héroe del Olimpo" y "Los expedientes del semidiós", con vagas alusiones a períodos anteriores a la llegada de Percy al campamento. Solo tengo un par de capítulos adelantados (todo un logro para mí, que suelo publicar en la marcha), así que no sé con exactitud cuántos serán. Posiblemente la historia no se extienda más de los 10 o 15.

Mi intención es mantenerme lo más fiel al canon que pueda. Obviamente, habrá un par de cositas que tendré que ajustar para que se adapten a mi historia; pero no se preocupen: no me saldré con un unicornio morado, un engaño escandaloso, un embarazo de Annabeth o algo por el estilo. Trataré que esos detalles sean mínimos y, en lo posible, prácticamente identificables. Solo no olviden, que si llego a cometer una barbaridad, es porque también soy humana.

Desde ya advierto que yo no tengo fecha de publicación, ya que todo depende de mi musa. Hay días que puedo escribir un capítulo de 6000 palabras en un par de horas y semanas en las que 100 palabras ya son una tortura. Es por eso que he esperado hasta tener la mitad del tercer capítulo para publicar este primero, así tengo un "salvavidas" en mis épocas de sequía de inspiración.

Por ahora, no creo que suba el rating (K más) de la historia. Si lo hago, será por palabras mal sonantes o algo así, porque no escribo lemmon ni nada que se le parezca. Si están buscando eso, no creo que vayan a encontrarlo aquí.

En fin, solo me queda decir que espero que les guste la historia y no olviden dejar reviews. Los reviews animan al escritor a esforzarse y seguir usando su tiempo para sus lectores.

¡Que lo disfruten!


Capítulo I: El laberinto de Dédalo

El verano de Clarisse La Rue no iba nada bien. A pesar del éxito de su misión (éxito que, para su mala fortuna, le debía a Percy Jackson y sus amigos) y las felicitaciones que había recibido del campamento por ello, su mente no podía encontrar la paz.

Al principio había pensado que eso se debía al terror que sentía por las amenazas de su padre, amenazas que cualquiera se habría tomado muy enserio. Pero, cuando con el correr de los días no había sido víctima de la furia de Ares, ni haber recibido indicios de tener que esperar por la misma, había empezado a admitir, de a poco, que esa intranquilidad que sufría era producto de otra cosa muy distinta. Una cosa que tenía un nombre y un apellido que ella conocía demasiado bien.

Al partir en busca del Vellocino de Oro, lo último que se le había pasado por la cabeza era que, al volver, se encontraría con varios miembros faltantes en el Campamento Mestizo. Clarisse era consciente que más de uno había "desaparecido misteriosamente" en los meses que habían transcurrido entre la partida de Luke Castellan y el verano siguiente. Pero nunca, jamás en su vida, hubiera sido capaz de imaginar que Chris Rodríguez figuraría entre aquellos que los habían abandonado para no volver.

Cuando se estaba en la arena, destruyendo con furia cada muñeco de entrenamiento que encontraba con su lanza o espada, hasta podía encontrarle lógica a su partida. Chris, aquel muchacho que vivía incordiándola sin miedo alguno a su carácter, había pasado largos años a la espera de una marca sobre su cabeza que nunca había llegado, sentado en la cabaña once en medio de un montón de niños con la misma suerte que él. Pero, en cuanto soltaba la espada y la rabia se iba, no podía más que rogarle a los dioses que nada le pasara, tal y como había hecho en cuanto había escuchado su nombre entre los supuestos traidores de los labios de Travis Stoll.

Pero, a pesar de que el final de su verano estaba siendo un fiasco por culpa de la partida del muchacho que tanto le afectaba, Clarisse sabía que la única solución a su problema, al menos momentáneamente, era enfocarse en una distracción. Distracción que, lamentablemente, ya ni siquiera podía encontrar en los entrenamientos o en el arte de molestar a los nuevos.

Su grado de desesperación por alejar a Chris Rodríguez de su mente era tal que, en el momento en que Quirón la mando llamar a su oficina, ya casi tenía decidido regresar ese año a casa, aunque fuera solo para que las peleas con su madre no la dejaran pensar tanto como lo estaba haciendo.

La Casa Grande, inusualmente vacía para ser el último día del verano, le dio una sombría bienvenida, como anticipándole lo que le esperaba dentro de la misma. Quirón y Annabeth Chase, sentados alrededor de la única mesa del lugar, apenas si la saludaron cuando se acercó a ellos.

—¿Qué es lo que está sucediendo? —preguntó la muchacha con suspicacia, mirando a sus acompañantes con la misma seriedad que ellos portaban.

—Lo primero que debes saber, es que esto es un asunto de estricta confidencialidad, Clarisse —respondió Annabeth, despegando sus ojos de las diversas notas que la rodeaban por primera vez desde que Clarisse había pisado la Casa Grande—. Confiamos en ti, no solo porque eres capaz y necesitamos tu ayuda, sino también porque demostraste ser de confianza. Como todos sabemos, el campamento está empezando a dividirse de a poco. Ni siquiera sabemos a quién tenemos de nuestro lado hasta el final y quién partirá en la mañana para seguir a Luke —a la hija de Ares no se le pasó desapercibido el ligero temblor en la voz de Annabeth al pronunciar ese nombre, pero la muchacha continuó hablando como si nada le afectara—. Pero sí sabemos, o sospechamos, que él planea algo. Algo grande y terrible, si es que encuentra la manera de llevarlo a cabo.

—Tú sabes, Clarisse, que hay espías en el campamento que trabajan para Luke —dijo Quirón, esperando un asentimiento de la chica antes de continuar—. Pero, como en toda guerra, esto es un camino de dos vías. También tenemos algunos recursos, aunque no es ningún secreto que uno de los objetivos de Cronos será el Campamento Mestizo.

—Elimina a los peones para llegar al rey —susurró Clarisse para sí, recibiendo un afirmación de parte de Quirón—. Pero, con el Vellocino de Oro funcionando, ¿no debería ser imposible que cruzaran nuestras fronteras?

—Debería —contestó el centauro—. Pero me temo que Luke está buscando otra forma de entrar al campamento.

—¿Pero cuál?

—El laberinto —respondió esta vez Annabeth, mientras sus ojos se teñían de perturbación ante la idea—. El laberinto de Dédalo.

—¿El laberinto de Dédalo? ¿Pero eso no es solo…? —Clarisse se interrumpió antes de decir "mito". Desde que había descubierto que su padre era un dios griego, la palabra "mito" ni siquiera podía formar parte de su vocabulario—. ¿Qué es lo que saben? —preguntó en su lugar.

—No demasiado —contestó Annabeth, frustrada por ese hecho que la superaba—. Solo que Luke ha estado investigando sobre ello y ha logrado meter gente en el laberinto para quién sabe qué.

—Y supongo que nosotros deberíamos hacer lo mismo ¿no? —dijo la otra muchacha, entendiendo de a poco de qué iba todo ese asunto.

—Antes que nada, debes saber, Clarisse, que esta será una misión increíblemente peligrosa para cualquier semidiós —dijo Quirón, adivinando sus pensamientos—, y entenderemos perfectamente si te niegas.

—Lo haré —replicó Clarisse, casi al instante—. Pero, ¿crees que podrías pasarme más información antes? Lo que sea que tengas —agregó, mirando a Annabeth.

—Por supuesto que sí. Haré todo lo que pueda por ayudarte —contestó la chica con la misma rapidez—.Pero no olvides que esto es…

—Un secreto, lo sé —la interrumpió Clarisse, para nada sorprendida con el hecho de que Annabeth se ofreciera a apoyarla. Ambas sabían que cualquiera de las dos haría lo que fuera por salvar al campamento que tanto quería. Lo que fuera.


Un pequeño grupo se había concentrado en los límites del campamento para despedirla. Muy pocos habían decidido pasar el año allí, muchos menos que en temporadas anteriores, por lo que no se armó un gran alboroto a la hora de su partida. Además, nadie aparte de Quirón y Annabeth sabían con exactitud lo que ella tenía que hacer, ni siquiera Thalía Grace, por lo que ni siquiera tenía que preocuparse por un acompañante. Así lo habían decidido los tres, solo para evitar inconvenientes mayores.

—Ten cuidado, Clarisse La Rue. Y que los dioses te acompañen —fue lo único que dijo Quirón, acompañado de un coro de murmullos de aliento, antes de que los demás campistas se dispersaran.

—Buena suerte, Clarisse —agregó Silena Beauregard con pesar, como si supiera lo duro que serían para ella los siguientes meses.

Clarisse, aunque nunca había cruzado más de un par de palabras con la hija de Afrodita, asintió en agradecimiento, justo antes de tomar una gran bocanada de aire y disponerse a bajar la Colina Mestiza, donde Argos la esperaba en la furgoneta blanca para llevarla a Nueva York, pensando en lo mucho que necesitaría de esa suerte.